Juristas, policías, científicos, religiosos y activistas que trabajan con toxicómanos discuten qué pasaría en un mundo con droga en la farmacia y sin mafia en el mercado.

¿Una avalancha mundial de adictos nuevos o el fin de un negocio global de muerte global? Legalizar las drogas es un futuro sin respuesta, porque el mundo no parece tener palabras. Se sabe que hay países ya casi sustentados en el narcotráfico, que esa violencia mata a balazos y a chutes, que las mafias financian guerras y guerrillas y que los consumidores están abocados al mercado negro, el estigma social y al riesgo sanitario.

Pero nadie intenta un giro radical. ¿Y si legalizamos las drogas? Lo acaba de pedir Felipe González. Mientras mandó no se le recuerda nada parecido. Algunos juristas dicen, incluso, que el mayor endurecimiento penal llegó en su etapa, con las reformas legales de 1989 y 1995. Dos ejemplos de que se dice una cosa cuando se tiene poder y otra cuando no son José Antonio Alonso y Cándido Conde-Pumpido. En 1989 firmaron el Manifiesto de Málaga, donde decenas de juristas pedían la legalización de la droga. Años después, Alonso fue ministro del Interior y Pumpido, fiscal general del Estado. No volvieron a abrir la boca.

Hoy hablan aquí expertos en drogas desde lo judicial, lo sanitario, lo policial, lo social y lo religioso. Unos dicen que 40 años de represión han sido un fracaso. Otros abominan de la legalización. Y hay quienes piden una tercera vía.

RAMÓN SÁEZ. Juez de la Audiencia Nacional. «La legalización de la fabricación, distribución y consumo de estupefacientes acabaría con un sistema penal que ha fracasado estrepitosamente. Las políticas prohibicionistas han provocado más daño para la salud y generado un problema de subsistencia del mismo Estado de Derecho. El crimen organizado y la corrupción que provocan las mafias comprometen ya seriamente algunos estados. La droga financia crímenes y guerras, coloca gobernantes
y los quita. La legalización debe ser global y abordada por la ONU».

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ FORNET. Secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP). «El modelo de lucha antidroga es un gran fracaso. Hay países, como México, que están a punto de caer. El narcotráfico financia grupos terroristas como Al Qaeda o guerrillas como las FARC. Cuando, en tiempos de González, pedíamos la legalización nos llamaban narcoterroristas. La legalización quitaría poder a las mafias, los adictos no tendrían que cometer delitos y bajaría un 40% la saturación de las cárceles. No me consta que la legalización cause un aumento del consumo. En Holanda no ha pasado».

FÉLIX PANTOJA. Fiscal del Tribunal Supremo. «La política penal represiva genera delincuencia y sufrimiento. El derecho penal jamás ha solucionado el dolor. Así, creo que la legalización es un debate que hay que plantear. Yo no estoy seguro de nada, no soy tajante. El negocio del tráfico ilegal de drogas es enorme y se ha demostrado qué cosas financia. Y no hay datos que demuestren que la legalización aumenta el consumo».

ANTONIO GARCÍA MARTÍNEZ. Portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura. «Una medida así no se puede adoptar a la brava y sin un análisis exhaustivo. Si se legalizara la droga, todo lo que se mueve en un espacio de tráfico ilegal ya no se produciría. Se plantearían unas coordenadas totalmente diferentes. De si el modelo actual es un fracaso se habla mucho con muy poco conocimiento de causa, desde lo jurídico, y de una manera muy poco argumentada».

JAVIER BAEZA. Sacerdote de la Parroquia de Entrevías (Madrid). «Yo abogaría por la despenalización. Eso ayudaría a que las víctimas no sufran el reproche penal. La legalización, en teoría y desde la libertad me parece fenomenal. Pero la libertad para que sea real debe ir acompañada de un nivel de cultura y de condiciones sociales que no siempre se dan. Si es para mayor control del Estado, entonces habría que legalizar las armas. En EEUU el Estado sabe quién tiene armas y el tráfico ilegal sigue siendo un negocio enorme. No digo que no [a la legalización] pero hay que dar pasos más despacio. Me da un poco de miedo».

JOSÉ LUIS REQUERO. Juez de la Audiencia Nacional. «Debe haber una decisión planetaria. Y las mafias no van a renunciar alegremente a unas ganancias multimillonarias. Además, los suministradores de esas sustancias tendrían como clientes a los estados, sería absurdo. Sería legalizar un tráfico que genera verdaderas piltrafas humanas y un reconocimiento palmario del fracaso de los poderes públicos. Desde que el mundo es mundo, tampoco se han erradicado el robo y el asesinato y no por eso se legalizan. Lo de la despenalización es un eufemismo».

CARMEN MOYA. Directora del Plan Nacional sobre Drogas. «Una medida así sólo puede tener respuesta si todos los países del mundo la aceptan, y eso hace que tenga poco futuro. Por un lado, no se puede focalizar todo en la represión, pero hay que mantenerla porque la accesibilidad a la droga es importante a la hora del consumo. No es necesario ir de un extremo al otro; por el medio hay muchas posibilidades. Hay evidencia científica de que todas las drogas, legales o ilegales, son dañinas. Eso hay que tenerlo presente en términos de salud, de costes económicos y de problemas sociales».

SANTIAGO GARCÍA ARACIL. Arzobispo de Mérida-Badajoz. Presidente de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal. «La droga está haciendo estragos. Si por legalización la gente entiende que está permitida y es buena, la destrozamos. Si se entiende que no va nadie a la cárcel, es otra cosa. Si la droga se vendiera en farmacias, ¿qué más daría? La gente se está suicidando y el Gobierno puede decirme las toneladas de droga que se han consumido al año. ¿Qué me resuelve? Es lo mismo que las funerarias: como están controladas, sabes los muertos que hay al año pero no has resuelto el problema de la muerte. ¿Quién vendería droga a las farmacias? Pues los mismos de siempre, y para que compraran en la farmacia harían propaganda como los laboratorios lo hacen de sus productos».

FRANCISCO RECIO. Director de Proyecto Hombre. «Ni nos va ni nos viene la legalización. Lo que nos preocupa es el consumo y la adicción. Legalizarlas no reducirá el consumo. Como mínimo, va a ser el mismo y es probable que fuera mayor. La violencia de los cárteles se va producir de forma ilegal y de forma legal, aunque supongo que menos en este último caso. Hay que entender que González lo dijo desde un contexto sociopolítico como el de México, donde la realidad es tan brutal que es correctísimo decir eso. Otra cosa es lo que realmente piense».

LUCIANO POYATO. Presidente de la Unión de Asociaciones de Atención al Drogodependiente (Unad). «La existencia de un mercado ilegal implica mayores riesgos, al no existir control sobre las sustancias y llevar a muchas personas adictas a un consumo clandestino y en ambientes marginales. La actual estrategia mundial ha dado síntomas de agotamiento y de fracaso. No nos parece mal abrir un debate internacional sobre cambios en esa estrategia. Pero la legalización no solucionaría los problemas. Aunque la regulación del mercado sí quitaría mucho poder a las mafias».

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