La legalización de la marihuana es un tema constante en la política alemana. Si bien no siempre se vuelve cuestión de peso, nunca deja de debatirse. Un problema que no termina con la legalización, opinan expertos.

Recientemente, el partido alemán La Izquierda exigía la legalización del cannabis durante la campaña para las elecciones parlamentarias en Renania del Norte-Westfalia con el lema “Derecho al delirio” y ocupaba así la primera plana en los medios. La misma exigencia, formulada algo más neutralmente, es parte del programa básico de Los Verdes. Y en el Partido Socialdemócrata, Otto Schilly ya había propuesto que se legalizara la marihuana para consumo personal a mitades de los años 90. Un pedido que nunca más volvió a manifestar más tarde, desde que tomara posesión de su cargo como ministro del Interior.

Verdes e Izquierda, a la cabeza por la despenalización

Los esfuerzos para despenalizar a cerca de dos millones de fumadores de marihuana alemanes siguiendo el ejemplo de países vecinos como Holanda y la República Checa se estancaron hace tiempo. Sólo los Verdes o La Izquierda tratan de abrir una brecha para los consumidores de cannabis, como la que ahora se pretende abrir en California.

Gregor Gysi, del Partido La Izquierda, opina que “es una de las llamadas drogas suaves, es decir, que sus consecuencias no son mejores ni peores que las del alcohol, y, dado que pertenece a otro tipo de cultura, también la usamos de forma distinta que al alcohol. Eso significa que lo que necesitamos en cuanto al consumo de cannabis es protección al niño y al adolescente, lo cual debe atenerse a reglas sumamente estrictas. En cuanto a los adultos, la venta de esa droga debe despenalizarse por dos razones: primero, para reducir la criminalidad y, segundo, para terminar con las ganancias pingües que aporta el cannabis”.


¿Cuántos gramos son legales?

Actualmente, en Alemania no está prohibido el acto mismo de fumar marihuana, pero sí el cultivo, la posesión y el comercio con la droga. El Tribunal Constitucional alemán recomienda la no persecución penal en casos de posesión de pequeñas cantidades para el consumo personal, siempre y cuando el poseedor no se encuentre frente a un edificio escolar o ponga en peligro de algún modo al bien común.

Hasta ahora, los Estados Federados no se han podido poner de acuerdo en cuanto a qué es una pequeña cantidad. En Berlín, son 15 gramos. En Múnich, seis gramos. Las autoridades bávaras alertan sobre una “disminución de la conciencia de lo ilegal” al consumir cannabis y toman medidas duras contra los consumidores de marihuana que, movidos por esto, iniciaron a través de la Asociación Alemana del Cáñamo una acción de protesta en Internet.

Raphael Gaßmann, director de la Central Alemana para Tratamiento de las Adicciones, una unión independiente de centros de ayuda a adictos, duda que la respuesta al problema de la marihuana sea la mano dura: “Quien crea que una legislación dura contra el cannabis, en Alemania o en otro país, resultará en un menor consumo no ha sabido interpretar lo que dicta la experiencia. En todos los estudios legales al respecto no hay un solo indicio serio de que la penalización aumente o reduzca drásticamente el consumo de cannabis”, explica. Y añade que la única consecuencia de la penalización es que muchas personas pasan a la criminalidad y que muchas vidas se vean destruidas.

Sin embargo, en la sociedad alemana el tema despierta sentimientos contrapuestos. La experta de la fracción del Partido Socialdemócrata en el Parlamento alemán, Angelika Graf, no cree que liberar el cultivo y el consumo para consumo propio sea una señal adecuada, ante todo si se tiene en cuenta la difícil lucha contra drogas legales como el tabaco y el alcohol: “No creo que sea productivo que, por un lado, tratemos de que disminuya el consumo de las drogas legales y, por el otro, legalicemos nuevas drogas”, señala Angelika Graf.

Nadie cuenta seriamente con que en una Alemania gobernada por una coalición de la Unión Cristianodemócrata y el Partido Liberal se llegue a una política más laxa en cuanto a la prohibición de la marihuana. Pero se cuenta, al menos, con un paso adelante: la coalición se puso de acuerdo en que, próximamente, los médicos podrán recetar medicamentos a base de cannabis a enfermos terminales sin tener que pedir un permiso especial.


México en lucha contra los carteles de la droga

La política alemana contrasta con la de algunos países latinoamericanos. Desde que llegó al poder, hace cuatro años, el presidente mexicano Felipe Calderón movilizó a la Armada en una guerra contra la droga que ya cuenta con aproximadamente 30.000 personas asesinadas, cifra que aumenta día a día. Un panorama que no hace esperar que la situación mejore o que la oferta de drogas disminuya. Hasta ahora, sólo el consumo de cantidades ínfimas de marihuana no está penalizado en México. En agosto de 2010, el ex presidente Vicente Fox exigió la total legalización de todas las drogas para así acabar con el poder de los carteles.

Pero Calderón piensa que esta no es la solución. “El debate sobre la regulación de las drogas es muy importante. Muchos expertos argumentan, sin embargo, que la legalización y la consecuente aceptación social conducirían a que aumente significativamente el consumo. Con una decisión así, pondríamos aún más en peligro a varias generaciones de jóvenes”, dijo el presidente mexicano.

Las críticas a la guerra contra los carteles de la droga de Calderón aumentan a medida que aumenta el número de muertos. Algunos mueren en las luchas armadas entre bandas, otros a manos de las fuerzas de seguridad, y muchas otras son víctimas inocentes. ¿Es posible terminar con esos enfrentamientos a partir de la legalización de las drogas? El experto colombiano Camilo González cree que “esta guerra sólo hará aumentar la espiral de violencia”. Para él, se trata de un negocio multinacional, y la respuesta debería ser, también, multinacional. “Es importante saber a dónde van a parar las ganancias”, subraya González.

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