Yaakov Litzman, responsable de Sanidad, es el nuevo ídolo del laicismo

La caricatura del programa satírico Eretz Nehederet (Tierra Maravillosa) en la red lidera la ola de bromas sobre una de las decisiones más serias, al tiempo que revolucionarias, en la historia sanitaria israelí. En la imagen, un viejo rabino ultraortodoxo, ataviado con el tradicional sombrero negro y barba blanca, se fuma un porro. Con una cara de felicidad celestial, exclama: “¡Dios existe!”.

El hombre de la caricatura no es otro que el máximo responsable de la cartera de Sanidad en Israel, Yaakov Litzman. El dirigente del partido ashkenazí Judaísmo de la Torá e hijo de supervivientes del Holocausto ha ordenado promover la venta -vía prescripción médica- del cannabis como medicamento. “Reconozco que la primera vez en mi vida que vi cannabis fue hace sólo una semana”, confiesa con una tímida sonrisa.

Por supuesto, el asunto no es un chiste. Sobre todo para los 20.000 habitantes de Israel que necesitan marihuana medicinal para aliviar sus dolores. “Es una cifra enorme teniendo en cuenta, por ejemplo, que en Alemania sólo hay 500. No es una diferencia normal y alguien deberá explicarlo”, cuenta Litzman en la sesión sobre drogas celebrada en la Knésset (Parlamento).

Desde hace años, Israel permite el uso de cannabis para fines sanitarios. Hasta la fecha, sin embargo, los pacientes debían superar un largo camino burocrático en el que sólo 36 médicos del ministerio tenían potestad para firmar la prescripción. “Soy consciente de la necesidad de cambiar la política existente en el ministerio para ayudar a las que necesitan esta ayuda médica”, anuncia Litzman.

El dirigente jaredí (temeroso de Dios, en hebreo) aclara que no será una fiesta. “Hoy en las farmacias venden todo tipo de medicinas, como drogas o morfina. Debemos hacer orden de una vez por todas. Garantizaremos prescripción y control pero no hay duda de que el cannabis acabará siendo una medicina más“, estima sin disimular sorpresa ante la cascada de elogios de la mayoría laica.

“Es una auténtica revolución que ayudará a los numerosos enfermos que sufrían de dolores y del actual sistema, que dificultaba su tratamiento”, afirma Tamar Zandberg, la diputada izquierdista y presidenta de la comisión parlamentaria sobre drogas.

La dirigente laborista Shelly Yachimovich define la medida como una «solución humana para aquellos que sufren de enfermedades crónicas y se ven obligados a someterse a un proceso burocrático frustrante para obtener la prescripción».

Incluso el jefe del Comité de la Lucha contra el consumo de drogas, Tzvi Hendel, elogia la decisión del inesperado líder revolucionario, pero avisa: “Hay que asegurarse de que sólo los médicos expertos en la materia puedan hacer las recetas.

No todos están de acuerdo. Citadas por el diario Maariv, fuentes de la Policía dicen de la medida que es “muy peligrosa” porque “puede aumentar la drogadicción”. “Primero deberíamos decidir si queremos convertir el cannabis en una droga legal y sólo después permitir su venta en farmacias”, opina un importante funcionario policial. Menos importante que el inspector jefe Yohanan Danino que, a finales de mayo, sorprendió al sugerir replantearse la detención de consumidores de marihuana. En un sondeo del diario Yediot Ajaronot, el 72% de los habitantes está a favor de vender cannabis en las farmacias, y el 28% se opone.

Matan Vanunu, director de una asociación encargada de investigar los efectos del cannabis médico, habla por experiencia propia. Desde hace 10 años, sufre una extraña enfermedad que le provoca cansancio y terribles temblores en las piernas. “Tenía varios amigos que lo consumieron como medicamento y fueron detenidos. Cuando acabé el Ejército, lo probé y sentí un cambio inmediato. Por primera vez dejé de tener dolores“, recuerda satisfecho por la nueva era. Como muchos otros, ahora no deberá pasar la Vía Dolorosa burocrática ni buscar la droga en la calle sino hacer cola en la farmacia.

En las redes sociales aseguran que Litzman no sólo se ha ganado el corazón de los que sufren dolorosas enfermedades. En el hippy y laico sur de Tel Aviv, el viejo ultraortodoxo de Jerusalén es el nuevo ídolo.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.