En las últimas semanas, los briviescanos que pasaban por la calle Santa Inés se quedaban literalmente pegados al cristal de una nueva tienda que anunciaba su apertura inminente y que, entre otros productos, vendería semillas de cannabis. El establecimiento se inauguró ayer mismo y su propietaria, la bilbaína Irune García, afirmaba que «es un mundo desconocido para muchos» y recalcaba que la actividad  «se hace con la ley en la mano». En este sentido, recordó que en Castilla y León es legal vender semillas de cannabis, como colección, pero no germinarlas.

Sus productos llegan desde bancos de semillas ubicados en Holanda, Perú, Alemania y también España. En las grandes urbes, los grow shops son una tendencia al alza y ahora Briviesca entra en esa red. «Tengo otra tienda similar en Medina de Pomar desde hace dos años largos y con ella hemos creado dos empleos y además hemos ampliado las instalaciones; ahora llegamos a Briviesca para expandir  mercado y cubrir esta zona», apuntó García. La empresaria está convencida de que en la capital burebana le queda una labor pedagógica importante por delante para conseguir disociar marihuana y droga.

En este sentido, apuntó que «mucha gente utiliza la planta contra los dolores, como por ejemplo en el caso de personas con quimio». El sector cannábico mueve cada vez más dinero y está en alza. Muy recientemente, Barcelona acogió el Spannabis 2016 y la tercera edición de las World Cannabis Conferences. Para septiembre, los profesionales del sector tienen una cita en Irún.

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El foco del negocio

No obstante, aunque las semillas de cannabis es la parte más llamativa de su actividad comercial, García explicó que no es el principal foco de su negocio. «En la tienda de Medina de Pomar lo que más vendemos son sustratos o abonos orgánicos para plantas a muchas clientas de avanzada edad que tienen sus macetas o sus pequeños huertos urbanos y también parafernalia para fumadores», indicó. En este último apartado, figuran artículos como pipas, cachimbas o bongs. También se puede adquirir en su establecimiento papel de fumar con sabor a chocolate o a frutas. Otros de los productos que ha colocado en sus estanterías son kits de cultivos, unos armarios que permiten por ejemplo tener fresas fuera de temporada, insecticidas orgánicos, purificadores de aire, cremas y té de cáñamo, entre muchos otros.
«Según nuestra experiencia en Medina, la primera fase es la curiosidad del cliente y, luego, cuando va conociendo este mundo y empieza a valorar los productos  orgánicos por sus ventajas, acaba siendo un habitual», manifestó Irune García. En la capital burebana, se están abriendo varios nuevos negocios desde primeros de año. Los promotores son jóvenes que aprovechan locales comerciales vacíos ubicados en el centro histórico para embarcarse en un proyecto propio. La inversión suele ser modesta y las expectactivas también moderadas.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.