Existe una obra clave de la literatura “oriental”: que es “Las 1.001 noches” escrita en el valle del Nilo entre el año 1400 y el 1500. Es una colección de historias de autor desconocido que corría de forma oral desde el siglo IX; está constituida por grupos diferentes gracias a la aportación de diferentes pueblos. Es un soberbio cuento creador de toda una mitología de ogros, genios -o Djinns-, caballos voladores, brujos malvados, ghules, alfombras mágicas, princesas con atuendo de harem…

© Isidro Marín Gutiérrez

El argumento principal es: Debido a la absoluta traición de su mujer, a la que amaba ingenuamente, el Sultán Schahriyar se vuelve un misógino asesino: decide casarse todos los días, y, tras “beneficiarse” a su nueva esposa, la entrega a la cimitarra del verdugo. La hija del gran visir, Sherezade, decide sacrificarse para evitar la constante matanza de vírgenes: accede a casarse con el Sultán, pero esa noche, tras consumar su matrimonio, comienza a contarle una historia que le engancha tanto, que no puede permitirse no conocer el final (Soler Insa, 1981:188) (Abel, 1980) (Lozano, 1998:29).

Por ello, Sherezade es perdonada por un día, para que pueda finalizar el relato. Todas las siguientes noches al terminar el cuento anterior comienza uno nuevo que nunca concluye esa misma noche por lo que el Sultán decide perdonarle la vida una noche más. De esa forma, Sherezade consigue prolongar su vida durante 1.001 noches, hasta que, por fin, el sultán se enamoró de ella y decidió cancelar el decreto anterior. Ella le narró un sin número de cuentos, enlazados entre sí a modo de lacerías árabes, en los que encontramos personajes de la talla de Aladino, Simbad o Alí-Babá. Los cuentos de las 1.001 noches fueron llevados a Occidente de la mano del explorador y orientalista Sir Richard Burton, que tradujo, adaptó, y en muchas ocasiones censuró el contenido de algunos relatos, publicándolos bajo el título: “Arabian Nights”. Existen muchas referencias al hachís, Sherezade personifica la seducción de la mente por el espíritu del hachís; mientras que Diznarda, su hermana menor, actúa como apuntadora y cuida de que la hookah o copa del sultán esté siempre llena de hachís. Ella conoce los efectos que tiene el hachís sobre la mente, cómo incita la imaginación y hace pasar el tiempo más despacio. Logra no sólo evitar su propia muerte, sino incluso la de todas las vírgenes del reino.

En ella se narra la historia del rey joven de las Islas Negras y de su mujer que utiliza cannabis (en una mezcla de vino con banj, que es un extracto de beleño más otros narcóticos naturales en una base de cannabis) para que le produzca sueño a su esposo. Los siervos del rey comentan:

“Has de saber que esa pérfida pone siempre algo en la copa en que bebe nuestro amo todas las noches antes de acostarse. Le echa banj y le hace dormir con eso. En tal estado, no puede saber lo que ocurre, ni a dónde va ella, ni lo que hace. Entonces, después de darle a beber el banj, se viste y se va, dejándole solo, y no vuelve hasta el amanecer. Cuando regresa, le quema una cosa debajo de la nariz para que la huela, y así despierta nuestro amo de su sueño…” (Mañoso/Cortés, 2000:45).

Los comedores de hachís

Otra historia que Sherezade le contó al Sultán fue el cuento del comedor de hachís que se había quedado en la pobreza como resultado de gastar todo su dinero en hachís y en mujeres. Un día tomó hachís en un desierto baño público y cayó en un sueño que le transportó a un cuarto encantado lleno de flores bonitas y con olores de perfumes exóticos. Él se dio cuenta que era un sueño y que seguía en el baño. Se vio llevado a otro cuarto lujoso lleno de cojines suaves, con una chica. Cuando estuvo a punto de abrazarla y de ponérsela entre sus muslos despertó de su sueño por la risa de los presentes. Y escuchó a alguien que le decía: “Despierta, tú, bueno para nada. Ya es mediodía y sigues dormido”. El mendigo abrió los ojos y se encontró en la orilla de la piscina del agua fría, rodeado de una multitud que se reía de él, pues tenía el aguijón a punto y el taparrabos se le había deslizado de la cintura. Entonces supo que esto era sólo una confusión de sueños y una ilusión del hachís. Irritado, el mendigo le reclamó al que lo había despertado: “Debiste esperar hasta que lo hubiera metido”. El hombre repuso: “Comedor de hachís “¿No te da vergüenza?, mientras tú duermes, tu miembro está despierto”, luego lo abofeteó hasta que se le puso colorada la nuca. Ahora el mendigo se moría de hambre, aunque ciertamente había saboreado el placer en su sueño. La moraleja del cuento: “Estaba hambriento y probó en sueños el sabor de la felicidad” (Lozano, 1998: 71).

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Otro cuento de las 1001 noches (este es de la noche 798) es la de los dos comedores de hachís. Había un hombre en una ciudad que era pescador como oficio y comedor de hachís como su mayor afición. Cuando ganaba algo de dinero gastaba un poco en comida y el resto en hachís. Tomaba hachís tres veces al día: por la mañana con el estómago vacío, al mediodía y a la puesta de sol. Una noche de luna llena tomó más de la cuenta y se fue al río a pescar. Un perro picó en su cebo y el pescador creía que era un gran pez; empezó a tirar y al final acabó en el agua. Pidió ayuda y pasaron un par de soldados que se rieron de él. El pescador les maldijo y los soldados le dieron una soberana paliza y se lo llevaron para que lo ajusticiara el kadi. Éste al enterarse que era comedor de hachís le dio cobijo. Después de descansar el pescador fue invitado a una cena por el kadi. Después de la cena el kadi le invitó a hachís y comieron tanto como para destruir a un elefante de 100 años. Cuando el hachís empezó a hacerles efecto se desnudaron y empezaron a bailar, cantar y a realizar mil extravagancias. Aparecieron el sultán y el visir disfrazados para que no le reconociesen y los cogieron desnudos, ellos siguieron con mucha guasa e incluso el pescador intenta orinar sobre el sultán y su visir.

A la mañana siguiente, para rematar la aventura, el sultán mandó llamar al cadi y a su amigo el pescador… Como el cadi sabía que el sultán acostumbraba a recorrer la ciudad disfrazado de inmediato malició quienes eran sus visitantes de la víspera y cayó de rodillas gritando: “¡Mi señor, mi señor! El hachís cometió esas faltas de delicadeza, no yo”. Pero el pescador, debido a que no dejaba de tomar a diario hachís y seguía bajo sus efectos, así que dijo con cierta agudeza: “¿Y eso qué? Tú estás en tu palacio esta mañana y nosotros estábamos en el nuestro anoche.”

El rey encantado por la contestación: “¡Ah!, el más dulce parlanchín del reino: como los dos somos sultanes en esta ciudad, me parece que es mejor que de aquí en adelante te quedes conmigo en mi palacio. Si sabes contar historias, confío en que de inmediato endulzarás nuestros oídos con una muy buena.”

A lo que replicó el pescador: “Con gusto lo haré en cuanto hayas perdonado a mi kadi”. De esta manera, el sultán le ordenó al kadi que se levantara y lo perdonó, para que se reintegrara a sus ocupaciones. Robinson, 1999:114)

Las tierras del Al-Andalus

En el siglo X en Al-Andalus el califa Al Hakam II, emprendió la reforma de prohibir el consumo de vino en su población, lacra social muy extendida en el reino. Pensaba arrancar todos los viñedos de Al- Andalus. Pero su iniciativa no se llevó a cabo, fue convencido que sería peor ya que existían licores más fuertes y peligrosos que el vino (el aguardiente de higos) y el comercio de vino a los cristianos le era rentable a los musulmanes.

En los siglos X-XI el consumo de cannabis fumado en pipa era normal en Al-Andalus. Para ello se basa en el estudio de varias pipas procedentes de Medina Azahara y de la Alcazaba de Badajoz (Lozano, 1990:119) (Valdés, 1984:141-152). Se han descubierto pipas en yacimientos datados en esa época, en Zaragoza y Córdoba, cuando aún no se conocía el tabaco en Europa (3).

Una vez conocido el secreto de los chinos de fabricar papel los árabes comienzan a fabricar papel en Persia y Arabia en el siglo VIII. En el siglo IX los molinos para fabricar papel se extendieron por Al-andalus (4). En el 1150 los musulmanes habían establecido los primeros molinos de liado y enriado de cáñamo. Rápidamente fueron construidos más molinos en Valencia y Toledo. Ibn al- Awwam escribe que el cáñamo se utiliza como materia prima para hacer papel para escribir (Lozano, 1998:12). Este arte pasará al resto de Europa a partir del siglo XVI (Abel, 1980: 7-9) (Frazier, 1991:52).

Mezquita de Córdoba

El sevillano Ibn al-Awwam (siglos XII-XIII) dice que se hacían con el cáñamo hilos y cordeles, y los cazadores de la región de Toledo lo usaban para fabricar redes con el fin de cazar conejos (Lozano, 1998:12).

El botánico musulmán Ibn al-Baytar al- Malaqi (falleció en Damasco en 1248) nació en Málaga en una fecha desconocida, hijo de padres adinerados ya que se permitió el lujo de viajar por tierras remotas. Estudió en Sevilla pero pronto abandonó las tierras de al- Andalus. Ibn al-Baytar viajó a Grecia, el Norte de África y Oriente. Su obra, Libro que compendia el conocimiento sobre los medicamentos y los alimentos (5), es una de las mayores colecciones de medicamentos simples que ha llegado hasta hoy en día. Es uno de los más ricos repertorios de su género en árabe. En el apartado dedicado al cannabis enumera los testimonios de Dioscórides, Galeno y de otros médicos y botánicos anteriores a él. Es el primer científico que habla del cannabis índica (6) y es uno de los autores más citados en los tratados monográficos árabes sobre el hachís (Lozano, 1998:26). Atravesó Egipto donde vio por primera vez el hachís comido y su impresión fue mala. Advirtió que los principales consumidores eran sufíes. Éstos tenían una forma especial de preparar el hachís; primero cocían las hojas (serían los cogollos porque no creo que las hojas tuvieran tanto poder narcótico) hasta que estuvieran secas; luego lo frotaban entre las manos formando una pasta, lo rodaban en forma de pelotas y se lo comían en forma de píldoras. Otros secaban las hojas, lo tostaban y lo mezclaban con sésamo y azúcar. Ibn al-Baytar anota en su diario:

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”Las personas (los sufís) que lo usan (el hachís) habitualmente han demostrado sus efectos perniciosos, debilita sus mentes llevándolos a ser maníacos, a veces, incluso hasta la muerte” (Walton, 1938:13).

Estos comentarios reflejaron la opinión de los musulmanes de clase alta con respecto a los sufíes. A partir del siglo XIV, brotes fundamentalistas (mayoritariamente antisufíes) empezaron a considerar al cannabis como una droga de renegados, propia de infieles y de maleantes (Escohotado, 1994:35-38). Hasta que el poder católico eliminó de cuajo esta costumbre árabe. Después de expulsar a los musulmanes de España el conocimiento del papel pasó al resto de Europa, a Francia, Italia, Alemania, Inglaterra; todos ellos utilizaban el sistema chino inventado por Ts’ai Lun.

Los poetas musulmanes españoles no empezaron a escribir escritos sobre el hachís hasta la primera mitad del siglo XIV. Según Rosenthal el consumo de hachís estaba ampliamente extendido en 1360 en Granada (Matthews, 2002:102). En el siglo XV la cultura nazarita estaba más adelantada que la castellana o la aragonesa. Las ciudades nazaríes tenían baños públicos, calles pavimentadas, bibliotecas pero nada podían hacer frente a la presión militar cristiana. La segunda mitad del siglo XV para la península Ibérica será crucial ya que después de la unión dinástica de los reinos de Aragón y de Castilla, en la figura de los Reyes Católicos, el último escollo para ser una potencia internacional es el pequeño reino musulmán de Granada. La guerra contra el territorio de Granada (formado por 500.000 personas) dura diez años. El último rey musulmán de Granada, Boabdil, entrega la ciudad a los cristianos a cambio de que se respetasen sus propiedades, religión, costumbre y leyes; este trato no fue respetado (Nacher, 2001: 38). El musulmán que había convivido en la Península durante ocho siglos es derrotado y expulsado (7), la ciudad de Granada cae en 1492. Sus costumbres son prohibidas (ropas, alimentación, habla y, sobre todo, religión). Los musulmanes del reino de Granada y los mudéjares (8) tienen que convertirse al cristianismo para no ser expulsados. Ellos serán el chivo expiatorio de la población cristiana (Nacher, 2001:39). Parece increíble que los Reyes Católicos teniendo ascendencia mora y judía (fueron denunciados públicamente por ello por el papa Pío IV), así como la nobleza española, acusados por el cardenal Mendoza en 1560, trataron tan mal a estos grupos sociales (Nacher, 2001:45).

El cáñamo era una droga de grupos muy determinados por fe religiosa (sufies) y de condición social (de pequeños campesinos, jornaleros, siervos urbanos y demás clase baja).

BIBLIOGRAFIA

  • Abel, E.L. Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York (1980)
  • Escohotado, A. Las drogas: de los orígenes a la prohibición Alianza, Madrid (1994)
  • Frazier, J. The Great American Hemp Industry. Ed. Solar Age Press. Peterstown, West Virginia (1991)
  • Lozano Cámara, I. Solaz del Espíritu en el hachís y el vino y otros textos árabes sobre drogas. Universidad de Granada, Granada (1998)
  • Mañoso Flores, J. y Cortés Blanco, M. Perspectiva histórica de las drogas desde un punto de vista militar. Agencia Antidroga. Comunidad de Madrid, Madrid (2000)
  • Matthews, P. La cultura del cannabis. Alianza Editorial, Madrid (2002)
  • Nacher Malvaioli, G. Don Cristóbal Colón. Edición electrónica Santuarios.com (2001)
  • Soler Insa, P.A., Sole Puig, J. R. San Molina, LL. Bernardo, M. Toxicomanías un enfoque multidisciplinario, Ed. Fontanella S.A. Barcelona (1981)
  • Valdés Fernández, F. Aproximaciones a los orígenes del hachís en al-Andalus, en Estudios de Historia y Arqueologías Medievales III y IV (1984)
  • Walton R.P. Marijuana. America’s new drug problem, J. B. Lippingcott Co., Nueva York (1938)

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.