Por J.C. Ruiz Franco

Un amigo nuestro, siguiendo su ya habitual vida farmacófila, estaba un poco cansado de tomar siempre los mismos estimulantes (metilfenidato, etilfenidato, bebidas con cafeína y, por qué no decirlo, de vez en cuando algo de speed o de coca) y comenzó a adentrarse en el complicado mundo de los RCs (research chemicals) en busca de otras opciones. Decimos “complicado” no solo por la abundancia de siglas (con todas las combinaciones imaginables entre números y letras), sino también porque, al tratarse de sustancias químicas en fase de investigación, no se sabe mucho sobre ellas ni sobre los posibles efectos perjudiciales de un consumo a largo plazo. Y así, después de leer opiniones en los foros en inglés donde escriben los drogófilos más avanzados (Bluelight y Drugs-Forum), se decidió a probar la llamada MPA, o methiopropamina. Parece que le gustó la experiencia y nos ofreció información que hemos utilizado para elaborar el presente artículo.

Los comienzos

La methiopropamina (MPA) es el nombre abreviado de N-metil-1-(tiofen-2-il)propan-2-amina, un análogo estructural de la metanfetamina que se obtuvo en un laboratorio por primera vez en 1942. Permaneció oculta al público durante muchas décadas, hasta que en diciembre de 2010 a un laboratorio británico se le ocurrió lanzarla al mercado como estimulante alternativo a la larga lista de los ya existentes. Pronto se le puso el sobrenombre de “Blow” (“golpe”, “explosión”).

Farmacología

La MPA tiene semejanzas con la metanfetamina, no solo en su estructura, sino también en su metabolismo; en concreto, en los procesos de hidroxilación, demetilación y deaminación.

Farmacológicamente, es un inhibidor selectivo de la noradrenalina y la dopamina. Su acción sobre la noradrenalina es 1,85 veces mayor que sobre la dopamina, lo que va a conllevar una menor sensación de euforia que sustancias muy dopaminérgicas como la cocaína o como el etilfenidato. De todas formas, esto no tiene por qué ser una característica negativa, ya que su larga duración (más de cuatro horas) y el hecho de que sus efectos desaparezcan de forma más progresiva que los del etilfenidato, permite que el habitual bajón que se experimenta cuando se disipan los efectos de los estimulantes sea mucho más leve, y el ansia (craving) por redosificar sea también menor.

Si comparamos la MPA con otro estimulante, por ejemplo con la dextroanfetamina, es tres veces menos potente como inhibidor de la recaptación de la noradrenalina y cinco veces menos como inhibidor de la dopamina.

No tiene acción inhibidora de la recaptación de la serotonina, un dato importante a la hora de efectuar combinaciones con otras sustancias, ya que nos garantiza que no habrá interacciones si se combina con algún fármaco que actúe sobre este neurotransmisor.

Efectos

Pasando a los efectos subjetivos que puede sentir el usuario, como ya sabemos que precisamente se trata de algo muy subjetivo, ofrecemos la exhaustiva lista que nos da la web Erowid.org, para no dejarnos ninguno en el tintero.

Efectos positivos: ligera euforia, energía, mayor estado de alerta, deseo sexual.

Efectos neutros: mayor frecuencia cardíaca, pérdida del apetito.

Efectos negativos (la probabilidad de aparición aumenta según se incrementa la dosis): riesgo de dependencia psicológica, vasoconstricción, con extremidades frías, ansiedad, dificultad para orinar, dificultad para respirar, incremento notable de la frecuencia cardíaca, opresión torácica, resaca después de un uso prolongado, sudor con mal olor, gases y eructos.

Sus efectos positivos se suelen comparar con los de la metanfetamina. La MPA suele describirse como un estimulante limpio cuando las cantidades son bajas. Cuando se incrementan, aumentan algunos de los efectos positivos, pero también la probabilidad de sufrir efectos negativos. Si la dosis se mantiene baja, puede tomarse repetidamente a lo largo del día con propósitos funcionales o ergogénicos, y al disiparse la acción de la última dosis, la bajada no conllevará molestias. Es el uso que da a esta sustancia el amigo al que nos referíamos al principio, siempre atento a la aparición de cualquier droga que mejore el rendimiento sin conllevar efectos negativos. Ahora el hombre se está dedicando a probar RCs, una labor de cobaya de sí mismo para descubrir sustancias útiles que luego comparte con quien escribe estas líneas, y por tanto con todos los lectores.

Dosis y modo de empleo

Acudimos de nuevo a la información que nos proporciona el portal de drogas Erowid.org para ofrecer las dosis más habituales.

Por vía intranasal, se considera dosis umbral (por debajo de la cual no se nota ningún efecto) 5 miligramos, ligera entre 5 y 15, normal entre 20 y 40, y fuerte entre 40 y 60, y por encima de esta cifra. Tomándola vaporizada, la dosis son similares a las de la vía intranasal. Por vía oral, la dosis umbral sería de aproximadamente 10 miligramos, una dosis ligera sería entre 20 y 30 miligramos, normal entre 40 y 50, y fuerte por encima de 50. Hay también usuarios que dicen consumir esta droga por vía rectal. No hemos encontrado dosis al respecto, pero, como siempre decimos, hay que ser prudentes y comenzar por la cantidad más pequeña posible.

Por vía intranasal los efectos aparecen mucho más rápidamente que por vía oral, y se nota un ligero “subidón” que es muy atractivo para algunos usuarios, si bien es menos marcado que con el consumo de coca, speed, metilfenidato o etilfenidato.

Si la vía utilizada es la oral, el deseo de redosificar será aún menor, lo mismo que el bajón propio del cese del consumo de estimulantes. Como ya hemos dicho, nuestro amigo ‒que suele tomar sustancias no por motivos lúdicos (para irse de fiesta, dicho en términos sencillos), sino con un objetivo funcional y ergogénico (poder realizar mejor las tareas y trabajos intelectuales a los que se dedica)‒ toma por vía oral dosis de 10 miligramos (la mínima posible para que surta efecto), que repite cada tres o cuatro horas, a lo largo del día. De esa forma la estimulación es casi imperceptible, pero sigue existiendo en cierta medida, y a la vez percibe claramente una mejora de los procesos cognitivos, como si se tratara de un nootrópico de efecto inmediato. Si nota que la estimulación puede alterar su rendimiento, toma alguna sustancia tranquilizante, como una pequeña cantidad de diazepam o de carisoprodol para estabilizar el ánimo.

En relación con esto, me ha confesado que no tiene una única sustancia favorita, sino varias combinaciones, que normalmente consisten en un estimulante junto con un depresor, que va rotando para no habituarse a ninguna de ellas. De esta forma consigue pasar la mayor parte del día trabajando, sin cansarse y rindiendo al máximo. Es cierto que siempre hay posibilidad de efectos secundarios, pero esta forma de consumo le permite minimizarlos.

La MPA puede causar dependencia psicológica después de un uso continuado, pero es mucho menos frecuente que con la cocaína, la mefedrona o el metilfenidato. Para resumir, podemos afirmar que se trata de un estimulante ligero, más efectivo para estudiar y realizar trabajos intelectuales que para salir de fiesta, y con menos problemas potenciales que la mayoría de las drogas de su categoría. Ahora bien, al tratarse de un RC y no disponer de muchos datos fiables, no podemos saber si su uso a largo plazo puede conllevar problemas o no.

Legalidad y forma de conseguirla

Pasando al aspecto legal, la methiopropamina no es una sustancia controlada explícitamente, si bien un tribunal podría considerarla ilícita por la ley de análogos, dado su parecido con la metanfetamina. Solo se considera ilegal en varios estados de los Estados Unidos, entre ellos Florida; y también en Alemania. En cualquier caso, su venta es libre por Internet sin ningún tipo de restricciones, normalmente a través de páginas web inglesas u holandesas. No vamos a hacer ningún tipo de publicidad, pero si el lector busca en Google “buy methiopropamine” se encontrará con muchos sitios donde comprarla. Después solo le faltará asegurarse de que se trata de una empresa fiable, lo cual puede saberse haciendo búsquedas con el nombre de la web seguido de “legit” y de “scam”. La web https://safeorscam.com también puede ser útil para este propósito.

Experiencias de usuarios

Para terminar, ofrecemos los relatos de algunos consumidores de esta sustancia que han compartido sus experiencias en foros de Internet.

Tenemos, por ejemplo, un usuario al que le gustó mucho la methiopropamina. “Con la báscula cogí 25 miligramos y los esnifé. Diez minutos después estaba extremadamente motivado y alerta. Sudaba ligeramente y mi ritmo cardíaco se había elevado. Todas las tareas parecían fáciles de hacer. La euforia era muy leve, casi imperceptible.

Seguí esnifándola los días siguientes, hasta que decidí cambiar la vía de administración a la vaporización. Vaporicé 35 miligramos y obtuve una estimulación bastante positiva. Fui al supermercado a comprar comida, caminaba muy rápidamente y me sentía con mucha energía. Hice todo con bastante rapidez sin cansarme en ningún momento. También me di cuenta que vaporizándola, la methiopropamina ofrece más euforia que esnifándola. Los días siguientes aproveché su efecto para hacer todas las tareas de casa, varias chapuzas que había dejado aparcadas hace tiempo, y todo ello con cierta euforia, con motivación y sin pensar que las tareas fuesen aburridas.

En general, creo que la methiopropamina es un estimulante divertido, que aporta algo de euforia y bastante motivación, y que merece la pena por su bajo precio”.

Otro usuario nos cuenta los beneficios que obtuvo con el consumo de MPA. “Los efectos por medio de todas las vías de administración dieron como resultado una mente muy clara y una estimulación leve, con muy poca carga corporal. Tengo trastorno de hiperactividad y tomo metilfenidato la mayor parte del tiempo, así que quería una alternativa para no tener que tomar siempre lo mismo.

Me sirvió por completo para el propósito que deseaba, con prácticamente nada de los típicos efectos secundarios asociados al uso de estimulantes. Nada de aumento del ritmo cardíaco, bruxismo, dilatación de pupilas, etc. Y cuando llegó la hora de dormir, no tuve problemas para conciliar el sueño”.

Por último, el caso de un consumidor que se excedió y pagó las consecuencias. “Comencé a esnifar rayas de MPA, y cuando me quise dar cuenta había tomado 200 miligramos en cuestión de un par de horas. Empecé a sentirme enfermo, con el corazón muy acelerado y dolores en el pecho. Eran los síntomas comunes de una sobredosis de anfetaminas. Por si eso fuera poco, no podía orinar, aunque tenía muchas ganas”.

J. C. Ruiz Franco es filósofo, profesor, escritor y traductor, se ha especializado en sustancias psicoactivas, acaba de publicar la primera biografía en español sobre Albert Hofmann, el creador de la LSD y es el director del Proyecto Shulgin en Español, que cuenta con un grupo en Facebook. Es un apasionado del saber, especialmente el de carácter general y no específico, como la filosofía y la historia; a él y a su difusión dedica su vida, piensa que el uso correcto de las drogas es indispensable para lograr un conocimiento pleno del mundo y sus distintos ámbitos, y demuestra con su ejemplo personal que el consumo de drogas puede utilizarse para trabajar y crear, una actitud muy distinta a la que el común de la gente tiene de las sustancias psicoactivas, que normalmente asocian a la diversión y al descontrol, por un lado; y al mal absoluto y a los problemas sanitarios, por otro.

Fuente VICE

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.