La marihuana pertenecía a la asociación “Cáñamo”, de Vitoria, que dispone de permisos. La agrupación avisó a la Policía de que el cultivo era lícito, pero los agentes lo decomisaron ante varios periodistas.

¿Un acto propagandístico del Departamento vasco de Interior o una intervención para acabar con una plantación de marihuana en Vitoria? Los afectados por este rocambolesco episodio prefieren que la historia se explique por sí misma, ya que el asunto aún colea por los juzgados de la capital gasteiztarra a la espera de que la Fiscalía o la juez encargada del asunto muevan ficha. Sea como fuere, los agentes de la Ertzaintza que en febrero de 2010 “desmantelaron” una plantación de marihuana en el polígono industrial de Ali sabían que el cultivo pertenecía a una asociación cannábica legalmente establecida en la capital de Euskadi y que cumplía con todos y cada uno de los requisitos exigidos. Sus titulares, los integrantes de la asociación Cáñamo de Vitoria, habían sido detenidos el día anterior y ya en comisaría habían explicado con todo lujo de detalles que su cultivo se ajustaba totalmente a derecho. Sus palabras no pudieron evitar que los agentes irrumpieran al día siguiente en la nave y se llevaran no sólo las plantas, sino también las semillas, el abono y hasta las macetas. Todo ello ante las atentas cámaras de la prensa, ya que varios medios de comunicación -televisión y prensa escrita- habían sido informados de cuándo y dónde tendría lugar la operación.

Alberto, presidente de la agrupación gasteiztarra de consumidores de cannabis Cáñamo, aún no sale de su asombro ante la “kafkiana” historia que se vivió en esa jornada. Ayer recordaba cómo se produjeron los hechos y precisaba que los dos primeros arrestos se produjeron lejos de la nave industrial que contenía las plantas, cuando la Policía autonómica retuvo a dos miembros de la asociación y les preguntó por el cultivo. Ellos, según su versión, explicaron a los agentes que, efectivamente, se encontraba en Ali, que pertenecía a la agrupación, que disponían de papeles para acreditarlo y que incluso varios miembros de la Policía Municipal de Vitoria habían visitado las instalaciones unas semanas antes para comprobar que todo se hallaba en perfecto estado de revista.

Poco después apareció Alberto, presidente de la asociación, que trató de arrojar más luz al asunto. Fue en vano, porque todos fueron conducidos a comisaría. Detenidos.

Al día siguiente, después de tratar con un abogado de oficio porque los agentes aseguraron no haber podido contactar con la abogada de la asociación, los integrantes de Cáñamo fueron conducidos en vehículos policiales hasta la puerta de la nave industrial donde ya aguardaban varios periodistas. “Había profesionales de varios medios, de la televisión y de la prensa escrita. Los agentes nos preguntaron si queríamos que nos grabaran arrestados y dijimos que no”, rememora Alberto.

La versión de Cáñamo indica que varios ertzainas accedieron al interior del almacén y dispusieron las plantas de manera que todas formasen un grupo. Luego, “con un silbido”, uno de los agentes llamó a los periodistas y les franqueó la entrada para que pudieran tomar imágenes e impresiones de la plantación.

Concluida la labor de los medios, los ertzainas se llevaron las plantas y todo lo que tenía que ver con el cultivo. A continuación, los miembros de Cáñamo fueron puestos en libertad sin comparecer ante el juez. Sin cargos. Sin testigos. Sin una sola explicación de lo que había pasado.

DNA ya informó en marzo de que Interior había filtrado a medios afines al Ejecutivo al menos dos operaciones antidroga. Una de ellas fue precisamente esta intervención y la segunda consistió en una redada con decomiso de hachís realizada en un bar de Vitoria. Actuación policial en la que, según se desprende del texto posteriormente publicado, el periodista participó como “empotrado”.

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