En vista a la gran evolución de los extractos y su uso estandarizado –tanto de forma medicinal como recreativa–, desde esta sección de Cannabis Magazine os queremos dar las claves para su elaboración y autoconsumo. Así podréis disfrutar del efecto deseado por cada tipo consumidor.

por Raro Genetics

¿Qué son los extractos a medida?

Ante la gran evolución del sector cannabico en los últimos tiempos, cada vez son más los especialistas dedicados especialmente a la realización de extractos muy purificados, extracciones con las que consiguen aislar –en gran medida– un cannabinoide –CBD, por ejemplo– de los otros cientos de compuestos presentes en el cannabis.

Gracias a estos extractos purificados podemos realizar nuevas mezclas ricas en varios cannabinoides y terpenos, acordes a nuestras necesidades. De esta forma conseguimos obtener extracciones con las que disfrutar de un efecto muy concreto. Esta alquimia de los extractos está adquiriendo una gran popularidad tanto entre los consumidores recreativos como entre los medicinales; aunque estos últimos son los más beneficiados, ya que su realización no es complicada y facilita en gran medida la dosificación recomendada por su especialista.

Además, tanto los extractos de CBD y CBG como los perfiles terpénicos son legales en España y su adquisición es muy fácil, como os hemos contado en anteriores ediciones de esta revista.

¿Cómo realizar los extractos?

La realización de los extractos a medida es mucho más fácil de lo que pueda parecer. Aunque su complejidad se verá aumentada en caso de necesitar consumir cierta cantidad de THC. Ya que este cannabinoide sólo lo podemos obtener mediante extractos caseros –ya sea a nivel individual o colectivo, como sucede en las asociaciones cannabicas–.

De ahí que empezaremos por la elaboración de nuestro extracto rico en THC, para luego enriquecerlo con otros cannabinoides y terpenos, completando así nuestra extracción personalizada.

Para realizar nuestro extracto rico en THC utilizaremos una técnica de extracción mecánica. Al no usar ningún tipo de solvente nuestra extracción será mucho más saludable. Además, los sistemas de extracción mecánica suelen ser mucho más baratos y fáciles de usar a nivel casero. Dependiendo de nuestras necesidades, presupuesto y habilidad para realizar los extractos nos decantaremos por: Kief (extracción en seco), Bubble Hash (hachís al agua) o Rosin (extracción por presión).

En nuestro caso hemos optado por realizar hachís al agua, ya que nos parece el método más rentable. El sistema de extracción básico lo podemos adquirir por apenas 50 euros. A esto hay que añadirle su facilidad de elaboración, así como su gran retorno, el cual suele oscilar entre un 10 y un 25 % dependiendo de la pureza del extracto y de la calidad de las flores elegidas para realizar dicha extracción.

Los materiales básicos necesarios para realizar el hachís al agua son: un juego de bolsas filtrantes (al menos dos, una de 220 y otra de 25 micras), un termómetro, un cubo acorde al tamaño de las bolsas y una batidora o taladro batidor; además de agua osmotizada, bolsas de congelación grandes, un tenedor, una cuchara, papel de horno y papel absorbente.

Para elaborar el Bubble Hash lo primero que debemos hacer es meter las flores en una bolsa hermética y congelarlas. Los cogollos –en el caso de usar hojas, obtendremos menor retorno y menor calidad en el extracto– pueden ser frescos o curados, aunque recomiendo usar flores con unos siete días de secado, para obtener extractos de calidad media/alta con gran facilidad. Así pierden una gran cantidad de humedad y algo de clorofila, facilitando que los tricomas se despeguen del material vegetal. También meteremos en el congelador agua de osmosis dentro de bolsas de congelación (aproximadamente el doble del volumen de las flores) durante unas 24 horas, para garantizarnos que se haya congelado todo completamente.

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En las últimas cuatro o cinco horas de congelación meteremos la misma cantidad de agua que la usada para realizar nuestras bolsas de hielo. Si hemos usado tres litros, pues meteremos unos tres litros de agua. El objetivo no es que se congele el agua pero sí que ronde los dos o tres grados Celsius.

Metiéndonos ya en faena, lo primero que debemos hacer es colocar nuestras bolsas de extracción en el cubo elegido. Es muy importante colocar las bolsas de menor a mayor tamaño de filtrado, ya que si lo ponemos al revés no podremos realizar la extracción.

Una vez colocadas, pondremos el hielo dentro del cubo –es aconsejable partir el hielo en trozos más o menos pequeños para facilitar la extracción–. Echaremos también el agua colocando la sonda del termómetro en esta, para empezar a controlar la temperatura del líquido.

Cuando la temperatura ronde un grado Celsius, pondremos dentro también las flores. Removeremos un poco para que las flores entre en contacto con el líquido y nos dispondremos a batir –con una batidora, usando las barrillas de batir, con un taladro u otro instrumento similar– esta mezcla unos 10 minutos –también se usan lavadoras portátiles, similares a las usada en lo cámpines–. Es posible batir durante más tiempo, pero los extractos suelen contener demasiados restos vegetales, empeorando la calidad de la extracción. También cabe destacar que el batido debe ser a la mínima potencia posible, para no destrozar la materia vegetal y que ésta acabe en el extracto. Además, en muy importante que la temperatura no suba de los dos o tres grados Celsius, en caso de empezar a subir, añadiremos más hielo.

Transcurrido este tiempo, pararemos de batir y dejaremos que repose nuestro mejunje durante un par de minutos, para que así los tricomas se asienten en nuestros filtros. Pasados estos minutos sacaremos la primera bolsa, la cual estará llena con todo el material vegetal. Es importante que escurramos bien esta primera bolsa ya que muchos tricomas pueden quedar atrapados en el agua.

El siguiente paso será sacar la bolsa en la que queda depositado nuestro preciado hachís. La cual deberemos escurrir con paciencia y sin apretar ya que, al presionar, podemos sacar los tricomas del filtro y perderlos en el agua desechada. También es muy importante que, con la ayuda del agua, vayamos aglutinando la extracción en un mismo punto, para facilitarnos la posterior retirada del extracto.

Una vez que en la bolsa filtrante no quede apenas agua, pondremos con mucho cuidado el fondo de la bolsa sobre un papel secante, para que parte del agua del exterior de la bolsa sea absorbida.

Cuando ya tengamos esto hecho, con la ayuda de una cuchara retiraremos el material del filtro y lo depositaremos sobre un papel de horno –también podría hacerse con un tapete de silicona, aunque es un poco más difícil de manejar–. Este papel de horno lo colocaremos sobre un par de papeles absorbentes, encima de un plato. Estos papeles irán quitando el exceso de humedad del papel de horno, pero sin estar en contacto con el extracto. En el caso de estar realizando la extracción solos, es muy importante, que en cuanto vaciemos las bolsas de la materia vegetal y el hachís, las limpiemos con agua muy fría. De no ser así la próxima vez no filtrarán correctamente. No importa que dejemos un par de minutos el extracto sin trabajar, es más importante la limpieza del equipo de extracción.

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Una vez tengamos todo limpio, cogeremos un tenedor y lo utilizaremos a modo de rastrillo. Iremos abriendo el hash para que este vaya evaporando el agua aún presente en él. Este aireado es muy laborioso y puede durar horas, aunque frente a otros sistemas de aireado/secado utilizados, este respeta en mayor medida los cannabinoides y terpenos, obteniendo mejores extractos.

Para que no se nos haga demasiado pesado, basta con ir removiendo la extracción una vez a la hora, hasta conseguir obtener pequeñas piedrecitas. Las cuales deben contener cierta cantidad de humedad, ya que, si nos pasamos de secado, maltrataremos los terpenos, empeorando el sabor.

Aunque para algunos especialistas la textura final sería ésta, en nuestro caso nos gusta seguir trabajando un poco más la extracción, para quitar el exceso de humedad que puede haber. Además, al trabajar el hachís, conseguimos potenciar los aceites esenciales, por lo que el sabor de la extracción también se verá potenciado.

Para realizar este último paso, utilizaremos papel de horno y un rodillo de amasar. Colocaremos el hash sobre el papel de horno y lo taparemos con otro papel de horno a modo de sándwich. Con la ayuda del rodillo, plancharemos el hachís e iremos doblando por la mitad, para volver a amasarlo. Repetimos este proceso hasta que el hachís coja un color más oscuro.

Para almacenar este extracto, hasta que lo vayamos a mezclar, es importante que usemos un bote hermético y opaco. Así no se verán degradados los componentes activos de nuestra extracción. También es muy buena opción conservarlo en el frigorífico para aumentar su durabilidad.

Justo antes de empezar el proceso de aireado y secado

En nuestro caso, que usamos flores más o menos frescas para la elaboración de la extracción, es conveniente dejarlo al menos quince días en reposo y curado, para que todos los cannabinoides y terpenos se amalgamen. Además, este tiempo nos servirá para que parte de los cannabinoides pasen a su forma activa –de THCA a THC, por ejemplo–, aumentando la potencia de la extracción.

Ahora que ya tenemos hecha nuestra única parte de la extracción que no podemos comprar libremente, basta con comprar los complementos de ésta. En nuestro caso jugaremos con varios perfiles terpénicos y los cannabinoides CBG y CBD. Obteniendo así extractos con efectos muy diferentes.

Pero de eso hablaremos en la segunda parte de esta singular guía para la realización y vaporización de extractos a medida. Hasta entonces, os damos tiempo para que vayáis preparando vuestros extractos.

¡Yo vaporizo!

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.