Desde hace un año es posible en Alemania conseguir marihuana en la farmacia. Sin embargo, los pacientes se quejan de las múltiples trabas

“Ya no vivo como si solo subsistiera”, dice con voz firme Lars Scheimann y coge un poco de marihuana de un bote de plástico. Hace casi tres años, DW visitó a este hombre con síndrome de Tourette en Duisburgo. Por aquel entonces, Scheimann luchaba por que “su medicación” fuese financiada. Algo que ocurre desde hace un año. En enero de 2017, el Bundestag reconoció el cannabis como medicina. La ley entró en vigor el 10 de marzo de 2017. Desde entonces las personas enfermas, bajo determinadas condiciones, reciben su dosis de marihuana, que paga el seguro de enfermedad. “Hemos ganado nuestra lucha”, afirma Scheimann. Según cuenta, antes tenía que pagar 2.000 euros mensuales de su propio bolsillo.

Scheimann trabaja en un pequeño negocio de cannabis en el centro de Duisburgo. Vende diferentes productos hechos con esta sustancia, desde té hasta comida para perros. Utiliza los adjetivos “lindo” y “enriquecedor” para hablar de ella. Se llama a sí mismo Doctor Cannabis. A sus 48 años es uno de los activistas a favor de la legalización de la marihuana más conocidos de toda Alemania. Durante mucho tiempo tuvo que tomar medicamentos muy fuertes, pero un “porro” en una fiesta cambió todo esto. Hace ya dos décadas que fuma y se siente estupendamente. “Antes era un vegetal, ahora me siento parte de la sociedad”, dice Scheimann.

Lars Scheimann besitzt einen Hanf-Laden in der Duisburger Innenstadt (DW/N.Martin)

 

Obstáculos burocráticos

Antes de la reforma de la ley había aproximadamente mil personas en Alemania con un permiso para poder comprar marihuana en las farmacias. Para él, que ahora se lo pague el seguro es un privilegio: “Soy uno de los pocos que tiene esta posibilidad. La mayoría tiene un permiso limitado. Muchos amigos están ahora luchando en los tribunales administrativos para que sea el seguro quien asuma los costes”, cuenta Scheiman. Además, los pacientes también se quejan de los complicados procedimientos de solicitud.

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Estos problemas son de sobra conocidos en la esfera política. Preguntado por cómo se podría facilitar el acceso a esos medicamentos, el responsable de política de drogas del SPD en el Bundestag, Dirk Heidenblut, dice que estas trabas burocráticas podrían desmontarse y que los procedimientos con los seguros podrían simplificarse. También cree que sigue habiendo escepticismo y preocupación entre los propios profesionales sanitarios, algo en lo que reconoce que hay que trabajar. Aunque todavía faltan estudios en este ámbito. Los médicos se quejan a menudo de que la ciencia debería investigar más sobre los efectos del cannabis a largo plazo.

La aceptación aumenta poco a poco

Judith Schwikart también toma marihuana medicinal, en su caso para los dolores articulares. Esta mujer de 55 años padece esclerosis múltiple. El cannabis le ha permitido volver a dormir con facilidad.

Le diagnosticaron esta enfermedad hace 25 años. “Cuando la doctora me dijo que solicitara una pensión de invalidez, me dije: ¿cómo? ¡Si solo tengo 30 años!”. Desde entonces está en casa. Su marido es párroco y sus hijos ya no viven con ellos.

Entró en contacto por primera vez con el cannabis a través de unos conocidos. Ahora solo se toma las gotas extraídas del cannabis por las noches, porque durante el día le producen confusión.

Su caso también fue largo y complicado. Tuvo que poner mucho de su pate para que médicos y seguro se ocupasen de sus respectivas partes. “Me quedaba siempre con la sensación de que no era algo correcto”, die Schwikart.

El precio en las farmacias ha aumentado

Para Lars Scheimann, uno de los principales problemas hoy en día es que el precio que se paga por el cannabis medicinal en las farmacias ha aumentado demasiado. “Para la mayoría de los pacientes, que no reciben la financiación del medicamento, se ha convertido en un verdadero hándicap, porque el precio se ha duplicado”. Ahora dicho precio está en unos 20 euros por gramo legal, mientras que en el mercado negro se paga la mitad.

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Para poder evitar problemas como este y ofrecer una calidad óptima, uno de los puntos de la ley hace un año eran los cultivos controlados dentro de Alemania. “Nuestro objetivos es acabar siendo autosuficientes”, explica Dirk Heidenblut. La convocatoria estatal, sin embargo, está parada, pues muchas empresas han protestado por las condiciones de adjudicación.

Un año después de la introducción de la ley, la estructura sigue en construcción. Para Judith Schwikart, que día a día tiene que ser más fuerte que su esclerosis múltiple, el reconocimiento del cannabis como medicina fue un símbolo de una mayor aceptación. Y sí, la situación ha mejorado. Pero aún no se ha normalizado. “En la sociedad y en mi entorno es algo que siempre se recibe con una ligera sonrisa, como si fuera algo raro”.

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.