Tao del Valle es ingeniero agrícola, biólogo, percebero y una de las personas que más saben de marihuana en Asturias después de que, siendo un adolescente, empezase a «sembrar plantas medicinales» en la huerta de sus abuelos y, en el año 2000, después de salvar «mucho papeleo», decidiese crear el único banco de semillas de cáñamo de la región: Asturjaya. Una empresa que, 15 años más tarde de empezar con material traído de Marruecos y Jamaica, exporta «entre 50.000 y 70.000 semillas al año» de distintas variedades «a todo el mundo» aprovechando «un resquicio de una ley franquista» por el que se considera que las plantaciones de Tao son legales ya que se explotan, únicamente, como semilleros.

Este emprendedor que ha cumplido los 44 con la vida que quería, «salvaje y autosuficiente», entre Llanes y Bulnes, ha visto cómo, en los últimos años, la sustancia ‘ilegal’ más consumida del mundo se abre paso hacia la despenalización. Ayer mismo, en el corazón de Estados Unidos, Washington, donde fumar marihuana se ha convertido en ‘legal’, algo que Tao, al que «la vida» le puso el nombre tras varios viajes a la India, no sólo aplaude, sino que exige hace tiempo. Adiós, dice, «a la delincuencia, el narco, las mafias y el terrorismo» asociados al tráfico de drogas.

«Despenalización, legislación, información y educación», reclama este hombre con dos hijos que mantiene sus cultivos ocultos a la vista de intrusos, «camuflados entre árboles y matorrales». Y «no por la Guardia Civil», con la que jura que nunca ha tenido ningún problema, «sino por la gente que te roba». Y ya no es solo, explica, que el cannabis sea «el gochu de las plantas», del que «se aprovecha todo», sino que, al «gran potencial económico» de este cultivo, se suma su valor terapéutico. 

A su comercialización como aceite, por ejemplo, se dedican ya numerosas empresas europeas. Un líquido que «en Alemania se vende más caro que el aceite de oliva» y que «tiene unas propiedades muy parecidas a la leche materna, con un montón de ácidos esenciales y de nutrientes». Y de «su poder curativo frente a tumores, epilepsias, glaucomas, esclerosis, las grandes enfermedades del siglo XXI en suma, hay estudios científicos desde hace más de 15 años. Así que tampoco es nuevo. Otra cosa muy distinta es que a las farmacéuticas no les interese que todo el mundo pueda cultivar en casa su medicina, porque el THC es un misil contra las células cancerígenas».

A eso se dedica, fundamentalmente, Tao del Valle. Porque, según cuenta, son «centenares» los pacientes que recurren a él en busca de consejo o de unas semillas que, en su banco, no están modificadas genéticamente.

«Por ejemplo, hay gente que me llama y me dice que se la fuma con tabaco, lo cual es contraproducente, como lo es fumar cualquier sustancia, pero el problema del humo queda eliminado con los vaporizadores», zanja este agricultor especializado en adaptar su producto al clima de Asturias, por lo que todas sus plantas crecen sin necesidad de luz artificial.

En el caso de los enfermos, les facilita las semillas gratis y, si van a ser utilizadas con fines de ocio, lo tiene muy claro: «No se trata de animar a fumar porros, pero cada uno, con su cuerpo, hace lo que quiere siempre que no moleste a los demás. Como los que comen hasta que tienen que ir a su casa los bomberos para levantarles del sofá o quienes practican el sadomasoquismo con sus parejas».

Lo que no ha conseguido todavía es responderse a una pregunta recurrente: «¿Por qué tengo que estar yo aconsejándoles a esas personas enfermas mientras los médicos no se mojan?». Eso sí, sabe de más de uno y más de dos que, de extranjis, les han recomendado a sus pacientes: «Llama a Tao, el de Asturias».

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.