La “beldia”, el cannabis local que ha permitido a Marruecos ganarse su reputación entre los consumidores de esta droga, desaparece progresivamente de los campos del norte del país africano, reemplazado por plantas híbridas importadas del extranjero en nombre del rendimiento.

En la región montañosa de Ketama (norte), considerada “la Meca” del kif -el nombre local del cannabis-, el “Critikal” es todo un éxito. No obstante esta variedad producida en laboratorio es mucho más nociva, se vende por menos dinero y consume más agua que la “tradicional”, según estudios.

Hicham, un “kifficultor” de 27 años, se lanzó al cultivo del “Critikal” porque “los nuevos granos importados ofrecen un rendimiento mucho mayor”. Pero él solo fuma la ‘beldia’. “La moderna es mediocre”, dice.

“Una da imaginación, la otra genera angustia”, abunda Mohamed, uno de sus amigos.

La “Critikal” es la última de las plantas importadas y la que está más en boga, por detrás de la “Pakistana” y la “Khardela” y por delante de otros híbridos como la “Amnesia” o la “Gorilla”.

Todas ellas proceden de “laboratorios en Europa o Norteamérica […] Critikal se inventó en Holanda”, dice el antropólogo marroquí Khalid Mouna.

Estas variedades híbridas, importadas por grandes productores, se convirtieron en “un mercado por si mismo”, según este especialista, autor de una tesis sobre esta cuestión.

El cultivo, la venta y el consumo de droga están estrictamente prohibidos en Marruecos, pero eso no impide que el reino aparezca como uno de los principales productores y exportadores de hachís del mundo, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Aunque los cultivos se redujeron de 134.000 ha a 47.500 ha entre 2003 y 2011 gracias a un gran programa de reconversión, “la sustitución del kif por híbridos puede explicar por qué la producción de hachís marroquí bajó poco”, según un estudio publicado en 2015 por el Observatorio Francés de Drogas y Toxicomanías (OFDT).

Un quintal (100 kilos) ofrece un rendimiento de entre 5 y 10 kilos para los híbridos, frente a un solo kilo para la “local”. La Critikal se vende a 2.500 dirhams por kilo (230 euros), en tanto que la “beldia” por hasta 10.000 dirhams por kilo (unos 950 euros), segun testimonios recopilados por la AFP en el lugar.

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– “Olvidar el desempleo” –

En el norte de Marruecos, el kif forma parte del patrimonio local. Autoridades y sociedad toleran en gran medida su consumo, al igual que su producción, que según estimaciones permite vivir a entre 90.000 y 140.000 personas, en una región de relieves accidentados y suelo pobre.

Hicham pasa su tiempo entre su campo y una cafetería en la que mira películas en cadenas de televisión por satélite fumando porros con sus amigos para “olvidar el desempleo”.

Todos ellos abandonaron la escuela siendo muy jóvenes, para ayudar a sus padres. Algunos de sus amigos migraron a Europa, huyendo de una región en las que las perspectivas de empleo son escasas y uno de cada cuatro jóvenes están desempleados, según datos oficiales.

– Lo local gusta más –

La mayoría de los amigos de Hicham trabajan como temporeros para grandes productores de cannabis, por unos 100 dirhams diarios (9 euros) durante uno o dos meses. No cuentan con los medios para comprar las semillas ni invertir en sistemas de riego u obtener las “protecciones” necesarias en ese sector para establecerse por su cuenta.

No muy lejos de su cafetería, una inmensa plantación aterrazada se extiende hasta la cumbre de la montaña vecina. Una red de tuberías conectadas a un depósito va regando, gota a gota, las plantas, cuidadas con celo.

El “Critikal” exige grandes cantidades de agua. Se cultiva en verano, cuando las lluvias son escasas, mientras que la “beldia” se cultiva en invierno, con las lluvias.

El híbrido se planta por todas partes, incluso en los lugares más áridos, “pues los traficantes así lo mandan y la gente de aquí no tiene elección”, denuncia Mohamed Benyahya, miembro activo del tejido asociativo local.

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“Además del agotamiento y de la contaminación de los suelos, agravados por los híbridos, ricos en componentes químicos, el cultivo de híbridos pone en riesgo las reservas de agua de la región, que podrían agotarse rápidamente”, según el OFDT.

Además, el “Critikal” contiene una tasa muy alta de THC, la principal molécula psicoactiva del cannabis.

“Los consumidores europeos no quieren más cannabis híbrido a causa de la tasa tan alta de THC” y tienden a rechazarlo, avisó Khalid Mouna. En cambio, “el cannabis marroquí tradicional sigue estando muy codiciado”, indicó, sobre todo por quienes “abogan por la legalización”.

Según el antropólogo, la legalización del cannabis podría servir para “salvar” la “beldia”, con políticas de producción y transformación, pero las propuestas en este sentido se han topado con una firme oposición en el reino.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.