Quinta entrega de esta serie de artículos. ¿Es el dopaje un fenómeno de nuestros días o ha existido en otras épocas? El deporte de masas y la manipulación química del rendimiento físico son exclusivos de nuestra sociedad, pero existe actividad deportiva y uso de sustancias ergogénicas prácticamente desde el comienzo de la humanidad.

Pioneros de la coca y la cocaína

Investigadores e historiadores de las drogas como Wasson, Ott y Escohotado han demostrado que el uso de los psicoactivos es una constante en la historia. Además del uso terapéutico, enteogénico, lúdico e introspectivo que tantos autores citan, hay una aplicación ergogénica de las drogas (1) para el trabajo, la guerra o la actividad física-, si bien menos estudiada que las otras. El empleo de estricnina, extractos de órganos y opio en Grecia y Roma; y de efedra y té en la antigua China confirman esta tesis.

Deporte y dopaje en la Prehistoria y la Antigüedad

En su origen, la actividad física era algo necesario para nuestra supervivencia como especie. Cuando el ser humano era principalmente cazador-recolector -en el Paleolítico, antes de la revolución neolítica- entrenar las cualidades atléticas resultaba útil para conseguir alimento, huir de los depredadores y luchar contra los enemigos. El hombre que vivía en cavernas, árboles, otros refugios o a la intemperie -en grupos nómadas que iban de un lado a otro en busca de alimentos vegetales silvestres, animales fáciles de cazar y carroña- dependía en gran parte de sus habilidades físicas para sobrevivir. Por esta razón los juegos y competiciones entre individuos jóvenes constituían una forma de preparación para la lucha por la vida. En este sentido, contamos con la teoría del juego como pre-ejercicio de Karl Groos -con un planteamiento cercano al funcionalismo y pragmatismo muy de moda a finales del siglo XIX y comienzos del XX-, según la cual la actividad lúdica sirve para practicar las capacidades y adaptarse al medio. Groos concibe el juego como un modo de practicar los instintos antes de que se desarrollen completamente, por lo que sería un ejercicio preparatorio para el desarrollo de funciones necesarias en la época adulta. De este modo, las actividades deportivas tendrían su origen en la búsqueda de adaptación al medio. Nada mejor como actividad preliminar, como entrenamiento, que el deporte entendido en sentido amplio, a modo de actividad orientada a entrenar al cuerpo para la supervivencia. De hecho, también muchas otras especies animales juegan en las primeras etapas de su vida a fin de ejercitarse para la madurez.

Más adelante, tras la revolución neolítica, el hombre vivió en poblados, en un entorno menos hostil. A partir de este momento, la existencia de propiedad, tierras de cultivo, ganado y excedentes conlleva la aparición de las primeras sociedades. Las civilizaciones más antiguas (China, Egipto, Mesopotamia) están ya consolidadas en el tercer milenio antes de nuestra era, y también surgen entonces las disputas por motivos económicos, por poseer más que el vecino, por dominar, por el poder… Ahora nuestra especie ya no depende tanto de sus cualidades para la supervivencia cotidiana, pero surge la competitividad y la lucha por razones económicas, y con ellas el entrenamiento para la guerra. El acondicionamiento físico se muestra útil para mantener en forma a los ejércitos, y por esta razón los primeros deportes de los que tenemos constancia imitan los combates o tienen relación con ellos: diversos tipos de pelea, lanzamiento de objetos para agredir al adversario, carreras… Ya en esta época nuestros antepasados utilizaban cualquier recurso a su alcance con el fin de mejorar sus aptitudes para la caza y la lucha. Los más sabios y observadores iban reuniendo conocimientos sobre las plantas útiles para curar heridas o enfermedades, o bien para mejorar el rendimiento de los guerreros.

El uso incesante -desde el principio de los tiempos- de sustancias ergogénicas para aumentar el rendimiento confirma la tesis de que las drogas son consustanciales al ser humano. Igual que siempre se han consumido plantas, extractos o sustancias químicas para curar o evadirse, acceder a un conocimiento distinto o integrarse en el grupo, también se ha hecho con el objetivo de aumentar el rendimiento, correr más y cazar mejor, o bien como ayuda para realizar trabajos pesados y competir en actividades deportivas.

Remontándonos en la historia, en la antigua China, en el tercer milenio antes de nuestra era, ya se practicaba deporte, según varios testimonios que han llegado hasta nosotros. Existía un deporte de pelota parecido al fútbol moderno, el cuju (cu significa “patear” y ju “pelota”), otra modalidad en que se empujaba la pelota con un palo, al estilo del hockey, así como tiro con arco (sheliu) y modalidades de lucha (jiaodi). La afición de los chinos por el té y la efedra  -ambos estimulantes, en aquella época no conocidos aún en Occidente- les inducía a consumirlos para rendir mejor (2). No en vano, un cuadro chino de aquella época representa al emperador masticando una ramita de efedra, lo que da a entender que se mantenía vigilante para administrar su país y atestigua la veneración de su pueblo por esta planta. De ella se extrae la efedrina, droga con propiedades estimulantes -con liberación de catecolaminas: adrenalina y noradrenalina- y broncodilatadoras, además de aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial y disminuir la sensación de cansancio.

También en el antiguo Egipto se practicaba deporte, como ponen de manifiesto los dibujos que se conservan: luchadores, combate con palos, saltos, carreras… En general, son deportes enfocados a la guerra, como método de entrenamiento, para no perder la forma física, entretener y apaciguar la agresividad de los soldados.

Entrando en el entorno que más nos interesa como occidentales, en la antigua Grecia es donde florece el deporte en toda su plenitud, con la fundación de las Olimpiadas en el siglo VIII antes de nuestra era. La actividad física se ajusta bien al ideal griego de hombre completo (el “mens sana in corpore sano” de los romanos, herederos de la tradición helénica), y los deportistas eran personajes públicos muy populares. Prueba inequívoca de su importancia es que las Olimpiadas sirvieran a los griegos para el cómputo del tiempo. Las diversas ciudades enviaban a sus mejores atletas para competir y rendir culto a Zeus en la ciudad de Olimpia. Las modalidades practicadas eran la lucha, el boxeo, las carreras a pie, las de carros, y un tipo de pentatlón que incluía lanzamiento, salto, lucha y carreras. Al principio era la clase noble quien se dedicaba al deporte. Más adelante, a partir de las reformas de Solón y Clístenes, los comerciantes accedieron al deporte; y después, cuando se había perdido en gran parte la pureza original y predominaba el factor espectáculo, era terreno casi exclusivo de los atletas profesionales: “Que las primitivas luchas eran originariamente propias de la aristocracia se desprende de la naturaleza de las cosas y es confirmado por la poesía (…) Con el tiempo los miembros de la burguesía fueron adquiriendo las mismas cualidades y llegaron a ser vencedores en las luchas. Sólo más tarde fue vencida por el atletismo profesional aquella raza de luchadores de alto rango formada en el esfuerzo perseverante y en una tradición inquebrantable” (3).

(Continuará)

Referencias:

(1) Groos, Karl. The play of man. New York: Appleton. 1901.

(2) Fuente: Revista China Today (http://www.chinatoday.com.cn)

(3) Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega, 199-200. Edición en castellano de Fondo de Cultura Económica, México.

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