Claves del éxito y errores

Cada vez que veo un cultivo de guerrilla, me apena comprobar los errores tan básicos que comenten aquellos cultivadores que no conocen a fondo la planta del cannabis y sus necesidades fisiológicas. En efecto, están perfectamente ocultos, o casi, pero su ubicación suele ser errónea y la consecuencia se traduce en una cosecha mediocre, si no pésima.

Fotografías y texto por Marqués de Esquilache

En este artículo os muestro distintas genéticas, una Kaya 47 y una Kali 47, ambas plantas especialmente aptas para guerrilla por su resistencia a los patógenos y su facilidad de adaptación a entornos con estrés hídrico y temperaturas muy altas. Creo que a estas alturas no hace falta decir que siempre hay que seleccionar las semillas que mejor se adapten a guerrilla antes de emprender esta aventura tan especial. Cada una cultivada de forma diferente, pero con una serie de elementos comunes, que son absolutamente imprescindibles para conseguir marihuana de gran calidad.

Para empezar, es obligatorio decir que la discreción absoluta, en guerrilla, es una utopía. Podemos ubicar las plantas de la forma más discreta, pero siempre tendrán que recibir luz solar directa. Y esto implica que, por algún lado, la planta queda expuesta; bien a las miradas indiscretas, bien a los helicópteros. Para evitar que alguien las pueda ver, habría que poner algún tipo de plástico traslúcido, lo cual sería un cante en medio de la naturaleza. ¿Qué hace una estructura de plástico en medio de la naturaleza? Nada. Por lo tanto, su uso llamará la atención más que otra cosa. Este asunto es bastante más importante de lo que la gente pueda creer y nos lleva directamente al asunto de la ubicación ideal. De hecho, en este cultivo podéis ver que el propietario ha cometido este error.

Ubicación

Uno de los errores más comunes entre los guerrilleros es poner las plantas en lugares muy frondosos, rodeadas de árboles y arbustos, de manera que sólo pueden ser vistas desde arriba. Aunque un helicóptero podría verlas desde arriba, lo normal es que no sea así (al menos si ponemos sólo una o dos plantas), ya que, siendo un espacio muy frondoso, un par de plantas de cannabis pasan desapercibidas. En el mismo emplazamiento en el que os muestro estas plantas, su propietario cultivó el año pasado. No hizo caso de mis recomendaciones y las plantas fueron desastrosas y ridículamente pequeñas.

¿Por qué? Cuando dejamos una planta de cannabis rodeada de árboles que tan sólo permiten el paso de la luz cenital (la del mediodía, la que incide directamente desde arriba), y más aún en nuestro verano español, el calor del mediodía es tal, que las plantas cierran los estomas para evitar la deshidratación. Los estomas son unos pequeños poros (por explicarlo de una forma asequible) situados en el envés de cada hoja, que hacen las veces de sistema de refrigeración, pulmones y fotosíntesis. Cuando los estomas están cerrados, las plantas están en modo de parón biológico. Simplemente no hacen nada. Ni se alimentan ni crecen… ni nada. Con lo cual, esas dos o tres horas de solazo que algunos guerrilleros creen tan eficaces, no sirven de nada.

Para explicarlo mejor, voy a definir cómo sería un cultivo perfecto normal, no en guerrilla. Lo ideal sería ponerle a la planta un pequeño toldo encima para que, durante las más calurosas horas del mediodía, estuvieran más frescas, a la sombra, y que sólo recibieran la luz solar directa de las primeras horas del día y de las últimas. Es decir: todas menos las dos o tres del mediodía. La planta nos lo agradecería mucho.

Pero, ¿cómo podemos llevar a cabo esto en un cultivo de guerrilla? Lo más conveniente es poner la planta justo debajo de algunas ramas del árbol, permitiendo así que la luz del mediodía no incidiera directamente sobre la misma, pero permitiendo que, tanto la luz del este (naciente) como del oeste (poniente), le dieran a base de bien. De esta forma, la planta no se detecta desde arriba (helicóptero), pero recibe toda la “buena” luz que necesita. Y antes de pasar al siguiente factor, me gustaría constatar que este error es el más frecuente entre los guerrilleros.

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Precultivo

Si eres capaz de cargar con sacos de cincuenta litros de buen sustrato por cada planta, hasta su lugar definitivo, no lo dudes: hazlo. Pero para hacer semejante proeza, en la mayoría de los cultivos de guerrilla, hay que estar en una forma física fuera de lo normal. Cincuenta litros de buen sustrato pesan alrededor de 22 kilos. Echarte al hombro 22 kilos y ponerte a caminar por el bosque es casi imposible. Si sólo vas a cultivar una planta, puede ser rentable. Pero como te vayas a un cultivo de siete plantas o más, para cuando acabes de cavar los agujeros y trasportar los sacos de tierra, tendrás un lumbago crónico que no creo que merezca la pena.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Ya hemos explicado en numerosos artículos que el punto más débil del cannabis es su sistema radicular. En efecto, las raíces de la marihuana son muy débiles y poco eficaces. Si no le pones un sustrato muy suelto y esponjoso, las raíces no podrán prosperar correctamente. ¿Resultado? Una marihuana muy mediocre; por no decir lamentable. Y jamás debemos olvidar que, hasta un cultivo mal hecho, da bastante trabajo. Darte una paliza para obtener marihuana de pésima calidad es muy frustrante. ¿Cómo solucionamos este problema?

He hecho muchos cultivos guerrilleros. Mi primer consejo es germinar la semilla pronto (a mediados de abril) y ponerla en tu casa en una maceta pequeña (un litro aproximadamente) y, a ser posible, de material geotextil. El material geotextil estimulará el desarrollo espectacular de raíces ciliares (las que emplea la planta para comer), con lo cual, para primeros de junio tendrás una mata de casi medio metro de altura y absolutamente repleta de raíces ciliares. Si además la has abonado correctamente, la planta tendrá una fuerza extraordinaria y podrá luchar contra cualquier inclemencia y/o vicisitud medioambiental con que se pueda encontrar.

 

Echa mucho estimulante de raíces y muchas bacterias, en especial del tipo tricoderma (hongos que actúan en simbiosis con las raíces de la planta para llegar hasta lugares mucho más lejanos de la ubicación física de cada raíz). Abona con todo el fertilizante para crecimiento vegetativo que la planta pueda asimilar (¡nunca te excedas!) y abona tanto radicularmente como foliarmente. En definitiva, lo que queremos es tener una verdadera “bestia” de planta en el momento de pasarla a su lugar definitivo en su trinchera guerrillera.

Y, por último, comienza a acostumbrar a tu planta al secano. Si en el lugar de guerrilla dispones de agua fácil de recoger, no importa mucho. Pero si no es así, mejor empieza a acostumbrar a tus plantas a resistir cierto estrés hídrico desde el principio. En este sentido es también importante elegir genéticas especialmente resistentes. Riega poco, sólo cuando el sustrato esté seco.

Sustrato

Mientras vamos preparando nuestras plántulas en sus macetas de entrenamiento (preferiblemente geotextiles), vamos realizando los agujeros en el lugar en el que vayan a ser cultivadas las plantas. Como, por desgracia, la tierra, en casi todo el territorio nacional, es de pésima calidad para el cannabis, si no estamos dispuestos a cargar con los pesados sacos de 22 kilos, la mejor opción que nos queda es la enmienda de la tierra. Para esto, el primer paso es desmenuzar la tierra que sacamos del agujero practicado en tierra madre, tanto como sea posible. Cuanto más suelta quede, mejor.

Sin embargo, con los continuos riegos, la tierra irá compactándose otra vez. Para luchar contra esta realidad tenemos dos armas de suma eficacia. La primera es lo descrito en el anterior apartado sobre precultivo. Si ponemos una plántula repleta de raíces potentes, podrá resistir este problema con bastante facilidad. En segundo lugar, emplear mucha arlita como enmienda. Este tipo de arcilla expandida es tan ligera que apenas pesa. Precisamente es su falta de peso su gran virtud, ya que hay otros productos, como la greda volcánica, que airean el sustrato bastante más. Pero es muy pesada, con lo cual estamos ante el mismo problema.

Con la arlita podemos llevar grandes cantidades sin que suponga un esfuerzo considerable. Y es un fantástico oxigenador del sustrato que, además, lo mantendrá siempre suelto y esponjoso. Y cuando digo mucha cantidad, quiero decir “mucha”. Poned, al menos, una quinta parte del volumen de tierra. Si practicáis un agujero de 50 litros, añadid 10 litros de arlita. Y si son 15, mejor todavía.

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Abonado

Los abonos líquidos, en guerrilla, son engorrosos. Si como ya se ha dicho, el sustrato de la plántula a trasplantar lleva bacterias, es más cómodo molestarte una primera vez acarreando guano en polvo que mezclaremos con la tierra. Este fertilizante está considerado como útil para la fase de floración. No es cierto. También es muy eficaz en la fase de crecimiento vegetativo. Lo ideal para esta etapa sería el humus de lombriz. Pero, al ser húmedo, resulta demasiado pesado para llevarlo hasta el lugar en el que hayamos colocado nuestras plantas.

Utilizando guano y bacterias, podríamos obtener plantas de gran calidad. Pero si aun así queremos emplear algo de abono líquido, lleva una botella de un litro del abono elegido y escóndela cerca de las plantas, pero en un lugar en el que jamás reciba luz solar directa. Debe estar lo más fresco posible. Yo, personalmente, abono a ojo cuando las plantas están ya grandes. Como empleo abonos orgánicos, una vez que el alcorque de cada planta está repleto con su cantidad de agua, añado un chorrito del abono. La cantidad la calculo a ojo. Los fertilizantes orgánicos son bastante permisivos con los errores, así que en breve sabrás lo que cada planta necesita.

Una opción a tener en cuenta es el empleo de abono químico de liberación lenta que mezclaremos con la tierra. Ya sabéis: las típicas bolitas azules y/o verdes. Tienen un N P K de 15 15 15. Si os decidís por esta opción, sed prudentes en la cantidad. Con muy poco es suficiente. Yo jamás lo utilizaría en un cultivo normal, pero en guerrilla hay que reconocer que es la opción más cómoda con diferencia. Lo tienes en bolitas azules y en bolitas verdes. Las verdes son específicas para floración ya que su contenido en P y K es superior al de N. En guerrilla, como digo, son muy prácticas. Cada planta no necesitará más de unos 50 gramos en bolitas. Si tienes 5 plantas, con que te lleves una bolsa de 250 gramos de bolitas para mezclarlas con la tierra, tendrás el problema solucionado. En guerrilla es casi imposible hacer el cultivo perfecto.

La elección de la semilla

Este aspecto es fundamental. Tienes que escoger plantas muy testadas y de gran fortaleza. Como estás restringido a un espacio concreto, es importante que la genética escogida sea muy estable, si no quieres llevarte sorpresas. Debes escoger, al menos, F 4 o incluso más. Descarta las F 1 o F 2 ya que su estabilidad no está demostrada. Probablemente tengan mucho más vigor híbrido que una F 11, por ejemplo, pero te puedes encontrar con plantas absolutamente diferentes de tus expectativas. En este cultivo, tanto las Kali 47 como la Kaya 47 son plantas que llevan mucho tiempo de estabilización. Por este motivo, el cultivador sabe a qué atenerse.

En un mes podremos ver los resultados y explicaremos las diferencias de técnicas empleadas en cada planta y por qué. Cada genética tiene sus necesidades específicas. Pero de lo que sí estoy seguro es de que, si no hay sorpresas desagradables, estas matas darán una enorme producción y mejor calidad.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.