Objetivo: discreción

 

Uno de los temas que más me obsesiona es la discreción a la hora de cultivar y sobre todo cosechar cannabis para nuestro consumo. Nada hay más frustrante que nos roben nuestras plantas a pocos días de la cosecha. Dado que este mal está muy extendido he querido exponer mis experiencias en este sentido. Cuando nos han robado una sola vez nuestro jardín ya no nos sirve… ¡está “quemado”! Los chorizos volverán siempre para aprovecharse de nuestro trabajo.

 

Efectivamente a lo largo de los años aprendes “a la fuerza” que todo lo que hagamos para evitar esta terrible plaga que camina a dos patas es poco. Desgraciadamente nadie escarmienta en cabeza ajena, así que estoy seguro de que muchos de los que leáis este reportaje no cumpliréis a rajatabla las premisas que os indicamos para evitar este disgusto y en consecuencia tarde o temprano seréis víctimas del robo. O de lo que es incluso peor: la visita de unos señores vestidos de verde y que ostentan unas bonitas placas. Estos señores se llevarán vuestras niñas delante de vuestras mismas narices y además os sacudirán una multa. En fin, ¿no os parece que todo esto es motivo más que suficiente para esforzarse al máximo en ser discretos? Pensamos que sí. Así que vamos a intentar cumplir las cinco reglas de oro.

 

Primera norma

Esta es a nuestro entender la más importante y curiosamente la que menos cultivadores practican. No le digas que cultivas ni a tu mejor amigo. O si se lo dices al menos no le muestres la ubicación de tu jardín. Os aseguro que si no cumplís esta primera norma más tarde o más temprano seréis robados. Y lo peor de todo es que comenzarás a sospechar de tus amigos con lo que ello acarrea de malos rollos. Por muy discreto que sea tu amigo más tarde o más temprano se lo dirá a alguien. A su pareja con toda seguridad. Y más tarde o más temprano su pareja se lo contará a su mejor amigo quien a su vez se lo dirá a otros y cuando te quieras dar cuenta lo sabrá toda la comunidad sin que tú tengas la mínima noción de ello. Esta cadena es imposible de evitar. Tan sólo hay una manera: ¡no se lo cuentes ni a Dios!

La primera vez que me robaron sucedió así. Yo había montado un pequeño jardín de interior y se lo mostré a dos buenos amigos. Eran personas serias y mayores. Sin embargo, ellos se lo contaron a sus mujeres. Y lo peor fue que se lo contaron en voz alta con lo cual sus hijos lo escucharon. Bueno, pues ya os podéis imaginar lo que sucedió: el hijo de uno entró en mi casa y se llevó las plantas. ¡Que disgustazo! Y lo peor de todo es que acabé perdiendo la amistad con mis amigos.

 

Segunda norma

La ubicación del jardín. Tienes que asegurarte de que tu jardín no es visible desde “ningún” punto. No nos basta con que no sea visible desde el exterior. ¿Se puede ver desde lo alto de algún tejado? Os cuento un caso que le sucedió a un compañero cultivador. Había ocultado muy bien su jardín. Pero resultó que a un vecino le robaron. Vino la Guardia Civil y se subieron a lo alto del tejado para buscar pistas sobre como se había perpetrado el robo. ¿Y sabéis que hermosa vista se toparon desde lo alto? Efectivamente desde lo alto del tejado se veían perfectamente las plantas de este compañero. Podéis pensar que esto es una gran casualidad, que es un desafortunado accidente. Pero es que los accidentes se llaman accidentes precisamente por eso: porque son imprevisibles y suceden porque sí, sin motivo aparente. Y creedme…¡suceden! En las fotos que publicamos os mostramos un jardín que monté. Bueno, pues cuando lo monté lo primero que hice tras comprobar que no era visible desde el exterior fue comprobar que tampoco era visible desde los tejados. Según puse unos cañizos para conseguir esto último los vecinos tuvieron que subir al tejado porque un fuerte viento había tumbado la antena de tv y había que repararla. Si no hubiese sido por esta precaución mi jardín hubiese sido descubierto. Y sin embargo, y a pesar del cañizo, había un punto desde el cual se podían ver las plantas. Lo solucioné aplicando la tercera norma.

 

Tercera norma.

El camuflaje. En todas las tiendas de todo a un euro venden flores de plástico muy feas y aún más horteras pero que nos vienen de maravilla para camuflar y mimetizar nuestras niñas. Yo suelo sujetar unas 5 por planta. Las vas colocando por los tallos y os aseguro que desde una distancia de 10 metros las plantas de cannabis son irreconocibles. Cuando los ladrones ven flores de colores ya dan por hecho que se trata de plantas de cualquier variedad y se olvidan.

Dentro de esta sección de camuflaje también es recomendable poner otras plantas además del cannabis. Haciendo esto conseguiremos una mejor mimetización y algo más: diversidad biológica. Pensad que si ponemos tan sólo plantas de cáñamo tan pronto comencemos a abonar todas las plagas tipo araña roja y otras lindezas por el estilo se sentirán sumamente atraídas por el olor que desprenden los fertilizantes y acudirán prestas al banquete. Por en contrario si ponemos otras plantas, cuanta más variedad mejor, además de disimular las marías conseguimos dispersar los riesgos de plaga.

 

Cuarta regla.

¡El tamaño sí que importa! Aunque esta regla parezca de Perogrullo por su obviedad lo cierto es que no siempre se tiene en cuenta. Las plantas más grandes, tipo sativa, son un cante. Si no dispones de una finca grande donde cultivar olvídate de estas variedades. Decántate por potentes índicas con sus bellas formas achaparradas y arbustivas que nunca pasarán de un metro de altura. Por lo tanto olvídate de ponerte a germinar semillas cuyo origen desconoces. Debes ir a lo seguro y en caso de dudas te vas a la web del banco criador y sacas toda la info que necesitas. ¡No seas Perogrullo!

 

Quinta regla.

El tiempo. Esta es a mi juicio la más importante de todas junto a la primera. Cuanto más tiempo tengamos una planta mayores serán las posibilidades de que algo vaya mal. Si cultivas a finales de febrero, como hacen muchos cultivadores, tienes casi 8 meses de peligros. Si por el contrario pones unos esquejes a finales de junio o en julio la diferencia de tiempo es definitiva. ¡No te la juegues! Es mejor tener muchas plantas pequeñas y discretas que pocas muy grandes y cantosas. Al final la cantidad de yerba en forma de cogollos manicurazos será la misma y tú habrás estado mucho más tranquilo y además habrás ahorrado esfuerzos y tiempo. Y esto sin mencionar que es más fácil de trabajar una planta pequeña que una grande. Las ramas en las grandes se suelen romper con el peso de los cogollos en los días de lluvia y viento. Esto no sucede con las plantas pequeñas.

También es aconsejable cultivar variedades tempranas. La mayoría de los híbridos del mercado se suelen cosechar hacia el día 10 de octubre. No está mal pero si conseguimos variedades más tempraneras aún mejor. He oído que algunas se cosechan a finales de septiembre. ¡A por ellas!

 

Efectivamente lo primero que hice fue no decir a nadie, ni a mis mejores amigos, que tenía una cosecha en marcha. Puse diez macetas de 20 litros cada una en las que cultivé una Ak-47, una Dutch Dragon, una Shiskaberry, una Sand Storm, una Cinderella, dos Crtical Mas, una Motavation, una Joya y una Ultra Skunk. Partí de esquejes que puse en sus macetas y al exterior a mediados de julio. Por supuesto desde el principio puse las flores de plástico compradas en “todo a un euro”. Pero antes de nada me tomé la molestia de estudiar a fondo cualquier posibilidad de que mi pequeño jardín fuera descubierto. Pensad que la calle estaba tan sólo a unos 25 metros de donde yo cultivaba y no había más que una verja metálica entre los curiosos y mis plantas. Pues con tan sólo unos cañizos y las flores de plástico conseguí que fuera imposible que fuera descubierto. Miré esquina por esquina, rincón por rincón. Y cuando estuve al cien por cien seguro que no había ningún punto por el que se me pudiera descubrir, tejados incluidos, comencé a cultivar.


Una de las grandes ventajas de cultivar tarde es que puedes poner las plantas en macetas relativamente grandes (20 litros) y con una buena tierra enriquecida. Yo personalmente aconsejo a aquellos que no queráis gastar los precios de tierras especializadas para cannabis que os decantéis por tierras especiales para rosales. ¡Son cojonudas! Y lo mejor es que vienen enriquecidas con dosis extra de fósforo y potasio con lo cual la formación de buenos cogollos, flores en definitiva, está garantizada. Y lo mejor es que no tienes ni que abonar. Os lo aseguro. Ahora bien, yo aboné un par de veces al final, cuando los cogollos estaban a mitad de su formación. Concretamente aboné 3 veces. Dos con Biobloom y una con Top Max. ¡Es más que suficiente!


El día 10 de octubre coseché y puse a secar los cogollos. Una vez secos pesé mi cosecha y me encontré con que cada planta me había dado unos cien gramos . En definitiva, en tan sólo tres meses me encontré con algo más de un kilo de maría de primera calidad. Visto lo visto decidí hacer lo mismo al año siguiente pero en vez de 10 plantas mi intención es plantar veinte. De esta manera conseguiré 2 kilos de yerba de primera calidad que es lo que me fumo en una año. ¡Vale la pena!

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