¿Mito o realidad? ¿Una leyenda o un secreto de estado? Sabemos que países como EE.UU., la antigua URSS, y alguno que otro más experimentaron con las más diversas sustancias psicoactivas buscando la clave del “control mental” como medio para crear a una especie de “Super soldado” sin mente, programado y utilizado por sus creadores y capaz de realizar tanto las más increíbles proezas como las más salvajes atrocidades sin ningún tipo de emoción ni remordimiento.

Texto y Fotos: Luis Hidalgo

La marihuana es psicoactiva, y esto es un hecho constatado, comprobado e irrefutable. Hoy en día, a partir de la investigación y la ciencia, conocemos los mecanismos por los cuales el cannabis, o más bien los cannabinoides, alteran en alguna medida nuestras pautas de pensamiento habituales, e incluso modifican determinadas respuestas fisiológicas más o menos reflejas.

Así pues, y tras haberse categorizado como “droga” con baja aplicación médica y susceptible de abuso en la Convención Única de las Naciones Unidas en Viena, 1961, de la que España y prácticamente todos los países del mundo con regimenes políticos no totalitarios son firmantes, comenzó su control y fiscalización. Y como no podía ser de otra manera, como sustancia modificadora de la conciencia entró a formar parte de un proyecto para intentar conseguir una fórmula que doblegara y anulara la voluntad de las personas aplicada como arma de guerra: el proyecto MK-Ultra.

La guerra sin balas

Aun sin entrar en detalle sobre dicho proyecto, sí que creemos conveniente hacer un ligero repaso a la historia reciente o contemporánea para hacernos una mejor idea acerca de cómo y por qué una de las “innombrables” agencias norteamericanas dedicadas a mantener la seguridad y la supremacía de su nación acabó por “inventar” o desarrollar una variedad de cannabis ultrapotente, capaz de dejar “alucinando” al pobre incauto que la consume, adrede o por accidente. Todo ello suponiendo que una de las “leyendas” sobre el cannabis más importantes y extendidas se ajuste más o menos a la realidad.

De esta manera, un 28 de Noviembre del año 1953, un hombre aparentemente se suicidó en Nueva York, tirándose por la ventana del décimo piso de un hotel. Se trataba del Doctor Frank Olson, un científico que trabajaba en la Chemical Corps Special Operations Division (División de operaciones especiales del Ejército de Estados Unidos dedicado a la investigación química). Las razones de este aparente suicidio tardaron más de veinte años en ver la luz y solo al final de los años 70 se desclasificó toda la información referente al tema quedando de dominio público y libre acceso.

Al parecer, era la C.I.A. y su proyecto MK-Ultra la responsable de aquel “suicidio”. Pero ¿qué misterio se ocultaba tras el hoy famoso y muy nombrado proyecto? En principio, se trata de algo que podría parecer ciencia ficción por la cantidad de películas, novelas y hechos que se han relacionado con el mismo. No era ni más ni menos que un proyecto destinado a conseguir el control de la mente. ¿Con qué finalidad? Se apuntan varias tesis. Por un lado, está el interés en obtener información de los espías enemigos y prisioneros de guerra, por otro lado crear “súper soldados” que no revelen secretos, y por último -y este es el que más encaja en la “teoría de la conspiración”- crear asesinos que no saben que lo son, que se “activan” a voluntad de quien los domina y son incapaces de recordar lo que han hecho y por qué.

Proyecto MK-Ultra

El MK-Ultra se había creado como continuación de un programa anterior conocido como BlueBird, concebido originalmente para contrarrestar los avances soviéticos en tecnologías de lavado de cerebro. El proyecto costó unos diez millones de euros, y en él participaron numerosos científicos de las principales agencias de investigación, institutos tecnológicos y universidades más prestigiosas del país. Como sus predecesores, el Mk-Ultra era otro de los múltiples proyectos de la Agencia norteamericana para enfrentarse a la Unión Soviética durante la “Guerra Fría”. El experimento se basaba inicialmente en la narco-hipnosis, o la combinación de drogas y una cuidada programación hipnótica.

Siempre evolucionando, el proyecto Bluebird fue más tarde conocido como Artichoke y transformado en un programa ofensivo de control mental que aunaba las divisiones de inteligencia del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y el FBI. El objetivo a conseguir se perfiló a partir de un memorando redactado en enero del año 1952 que planteaba la siguiente pregunta: “¿Podemos tomar el control de un individuo, para que este haga nuestra voluntad contra la suya propia, y aun contra las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación? A partir de ahí se formó un equipo de trabajo en la CIA que pudiera viajar en cualquier momento a cualquier sitio, y su tarea era probar nuevas técnicas de interrogatorio asegurándose de que las víctimas no pudieran recordar nada de ese interrogatorio. Se probaron toda clase de drogas, desde marihuana a LSD, heroína y pentotal, también llamada la droga de la verdad.

Y de esta manera, el 13 de abril de 1953 se creó el MK-Ultra por orden directa de Allen Dulles, el entonces director de la CIA. El primer jefe del programa fue Sidney Gottlieb, su fin era mucho más ambicioso que todos los proyectos anteriores, y sólo tenían acceso a él los mandos más altos de la CIA. El MK-Ultra estaba considerado como un paraguas para otros 149 subproyectos. Muchos de estos tenían que ver con pruebas realizadas ilegalmente con drogas, otros tenían que ver con la electrónica y uno de ellos en particular exploraba la posibilidad de activar un organismo a control remoto. Pero el objetivo principal era lograr una técnica de lavado de cerebro que pudiera convertir individuos en mensajeros y espías, sin que ellos lo supieran, y en un futuro, transformarlos en terroristas o asesinos.

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El Congreso de Estados Unidos siempre ha tratado de controlar las actividades de la CIA y marcar unas pautas dentro de un régimen de legalidad, pero desde el mismo día de su creación, el proyecto MK-Ultra se saltó cualquier tipo de control y no tuvo ningún problema en utilizar ciudadanos indefensos como cobayas en sus experimentos. El plan original de la droga de la verdad avanzó hasta el proyecto MK-Search, un proyecto total de control mental y modificación de la conducta mediante medicamentos, básicamente drogas y agentes biológicos al objeto de entrenar a asesinos inconscientes. Se trataba del asesino secreto perfecto, ya que ni el mismo asesino sabía que él trabajaba para la CIA de forma que el control mental se planteó como un método para decantar la Guerra Fría hacia el lado norteamericano.

Marihuana de diseño

Quizá nunca se sabrá hasta que nivel llegó la ilegalidad del MK-Ultra, ya que Richard Helms, “alma mater” del proyecto y director de la CIA ordenó la destrucción de toda la documentación existente en 1973, cuando terminó su mandato. Pero algunos documentos sobrevivieron porque, casualmente, estaban mal archivados y vieron la luz al final de los años 70.

Algunos de los elementos usados en el programa eran la radiación y el LSD. También se usaron barbitúricos y anfetaminas simultáneamente, un proceso que se abandonó porque la muerte del interrogado era demasiado frecuente. Se utilizaban también muchas otras drogas. Los sujetos de las pruebas eran empleados de la CIA, miembros de los servicios militares, médicos, agentes del gobierno, prostitutas, pacientes con enfermedades mentales y todo tipo de gente, muchas veces sin que los involucrados supieran lo que se hacía con ellos ni se solicitara su consentimiento.

En diciembre de 1974, el New York Times informó sobre las actividades ilegales de la CIA, mencionando unos experimentos con ciudadanos estadounidenses, lo que provocó la intervención del Congreso y la Comisión Rockefeller que tras distintas investigaciones demostraron que el doctor Frank Olson había muerto por una caída desde una ventana después de que le administraran una potente combinación de drogas. La familia Olson consiguió reabrir el caso en 1994, tras exhumar el cuerpo y hallar indicios de homicidio. La investigación, sin embargo, no consiguió encontrar pruebas concluyentes y cerró el caso en 1996. También se demostró que la gran mayoría de las personas sometidas a los experimentos no habían dado su consentimiento.

Como el lector podrá imaginar, aquel entorno y situación eran el “caldo de cultivo” ideal para experimentar con todo tipo de sustancias en humanos (voluntarios o forzados)¸ y los presupuestos e inversiones económicas en la tecnología y material de laboratorio necesarios para conseguir sus objetivos cubrían con creces el coste de llevar a la práctica la más absurda de las teorías, con la única condición de que éstas estuvieran siempre enfocadas al control mental y el dominio de la voluntad consciente e inconsciente de la persona o grupo marcado como objetivo, siempre desde el punto de vista de que se estaba desarrollando un arma de guerra.

Siendo así, parece que, como la marihuana de aquellos tiempos era bastante menos potente que la cualquier “cannabicultor” actual, los agentes de la CIA iniciaron un subproyecto para subir el contenido en THC, en concreto de entre todos los cannabinoides (recordemos que en esos tiempos aún se desconocía que lo importante a nivel médico es la relación entre los cinco o seis cannabinoides principales, y no la cantidad concreta de cada uno de ellos). Decidieron desarrollar una variedad específica ultrapotente que con más del 30% de THC fuera capaz de inducir un estado cercano a la psicodelia alucinatoria, con rápido incremento del ritmo cardíaco, y por lo tanto mejor riego sanguíneo a nivel cerebral y mayor resistencia física,

Si esto fuera cierto, es claro que el proyecto dispuso de fondos económicos suficientes como para utilizar la biotecnología y la manipulación genética apoyados por productos mutagénicos, y que en realidad el trabajo de investigación y desarrollo no debió ser, en principio, complicado en exceso, sumando además la reserva genética de la que con seguridad dispone la agencia de inteligencia norteamericana y que, en este caso habría sido la base para la creación de una variedad denominada “G13”, conservada, en teoría, en forma de un único clon hembra e imposible de encontrar semillas de la línea sin hibridar.

En la próxima entrega desvelaremos la composición del híbrido original tras casi dos años de investigaciones y conversaciones con criadores y mejoradores de cannabis del planeta. Hasta entonces, un saludo.

              

Híbridos / Cruces con G13 (Mínimo 1 Generación)

   Amnesia G13 » Amnesia x {G13 x (G13 x SSH)}

   Amnesika » Super Silver Haze x G13 Haze

   Aoraki 13 » Mt. Cook x G13

   Apolo Jack » NL Apollo G13 x Jack Widow

   Armageddon Skunk » G13 Hash Plant x Maple Leaf x Big Bud F1

   BC Love Lettuce » Burmese x Pacific G13

   BLZ Bud » {G13 x Trainwreck} x Super Silver Haze

   Black Honey Haze » SSH x Strawberry Rez x Africa, Transkei x Purps x G13

   Black Spice » Silver Spice x G13 x Black Widow

   Blowfish » {G13 x Oregon Funk} x {G13 x Blue Dot}

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   Couch Project » {(Nothern Light x Deep Chunk) x Flatland Basic Bubblechung} x G13

   Devils Haze » G13 Indica x G13 Haze

   Double G » G13HP x Gum13

   Dumpster » Northern Lights x G13 Probably

   Escaped » G13 x P.O.W.

   Flight 813 » 8 Miles High x G13Skunk Pepe

   Free Leonard » G13 x Hawaii Butterscotch Hawaiian

   G Force » {Skunk x Northern Lights} x G13

   G-Bolt Haze » GBolt x G13 Haze

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.