En este artículo abordaremos las interesantes relaciones existentes entre el cannabis y la creatividad, navegando entre las fronteras del pensamiento analítico y el global, entre las barreras de los conceptos mentales y el mundo mental liberado. Abróchense los cinturones, vienen curvas.

Por Psicotar

Imagínese a un niño pequeño, de unos 2-3 años, jugando en el salón de su casa, cómodamente sentado en la alfombra en compañía de dos adultos. De repente, uno de los adultos que hay en la sala jugando con el crío, empieza a levitar y a dar vueltas volando por la habitación. Traten de imaginarse la reacción de los presentes en la acción… el niño posiblemente no vea nada extraño o puede que se vea sólo algo sorprendido. Traten de imaginarse ahora en la posición del otro adulto… es posible que en principio no de crédito a lo que ve, posiblemente pase de la incredulidad a un incómodo estupor y de ahí, seguramente, a un estado de miedo, pánico o perplejidad total, que le llevará a cuestionarse su salud mental y es posible que a buscar ayuda…

¿Cuál es la diferencia entre las mentes de estas personas, para que una no sienta miedo y acepte esa experiencia y la otra pueda llegar a pensar que se ha “vuelto loca”? Sin duda alguna esta pregunta tiene respuesta simplemente observando el mundo de las cosas en el que nos movemos: los conceptos y los significantes.

001El mundo presenta unas características que pueden agruparse en categorías que ayudan a reducir el número de “cosas” que hay que memorizar. Por ejemplo: en el concepto de fruta podemos incluir a los plátanos, papayas, fresas, cerezas, peras, manzanas, kiwis, etc. De manera que antes de tratar de entender una fruta en particular deberemos conocer que pertenece a esa categoría… porque dentro de esa categoría, además, tenemos una serie de propiedades que más o menos definen “lo que se puede esperar de sus miembros” Ejemplo: cuando vemos un plátano y lo identificamos como una fruta, sabemos que la fruta se puede comer, que es posible que se tenga que pelar, que los plátanos no hablan ni se mueven (y si lo hacen, ¡a correr!), etc, de forma que podemos tener estructurada y acotada una parte del mundo real.

¿Qué pasa cuando nos encontramos algo que no conocemos ni sabemos en qué categoría conceptual lo podemos incluir? Pues que nos quedaremos algo perplejos y es posible que nuestro cerebro trate de darle un significado inmediatamente. Ejemplo, una ballena es un mamífero, aunque se acerca más por su forma y medio de vida a lo que entendemos por pez: vive en el agua, pasa muchos periodos de tiempo bajo ella, tiene aletas, forma de pez…

Esto explica la producción constante de situaciones extrañas conocidas como ilusiones ópticas, donde percibimos algo que nuestro cerebro trata inmediatamente de “catalogar” y de dar significado, aunque produzca un error una vez comprendido qué es lo que se está viendo (1).

Hechas estas primeras reflexiones, entra en escena el protagonista de hoy: el cannabis. Tanto esta sustancia como otras de la despensa psiconáutica llevan usándose desde que el hombre es hombre, y puede que incluso mucho antes, para generar estados alternativos de consciencia.

En estos estados alternativos, la mente sufre cambios y, por ello, también el mundo externo de las cosas, ya que el único mundo que podemos conocer es el nuestro, nuestro mundo interior.

Un cambio en la función de nuestro cerebro puede provocar que el mundo externo también varíe, ya que nuestro cerebro cambia la forma en la que integra esa información.

¿Qué es lo que puede hacer el cannabis? Puede derribar las barreras o al menos abrir brechas por las que la información circula y se integra de otra forma.

Durante muchos años, a la gente “inteligente” se le suponían una serie de cualidades, todas ellas centradas en el pensamiento convergente, es decir, el pensamiento que consiste en generar ideas a partir de una información dada y a partir del cual sólo es posible una respuesta válida o convencionalmente aceptada. El pensador puede ser a la vez víctima y verdugo de la información por los límites que lo “convencional” impone (2)

Por suerte, desde la psicología actual –y desde otras corrientes, como la psiconáutica- se comienza a dar peso al pensamiento divergente, que es el que permite generar una amplia variedad de ideas o soluciones a partir de una información concreta, sin ceñirse de manera fija a una solución y permitiendo un amplio abanico de posibilidades (3)

El cannabis puede directamente abrir las puertas de los conceptos y permitir así la integración diferente de la información y, con ello, permitir un uso también alternativo de nuestros pensamientos. Piénsese, por ejemplo, en la sensibilidad musical acentuada que se experimenta con el cannabis… imagínese ahora a una persona, músico de profesión, que en este estado compone canciones… sin duda el resultado será diferente que el que podría haber sido si no hubiera tomado nada. Lo mismo pasaría si ese músico se tirara 48 horas sin probar bocado… sin duda ese estado diferente de su cuerpo y su mente también cambiarían la forma de hacer música.

Cerebralmente hablando, se ha intentado relacionar la creatividad con niveles de neurotransmisores. Esta visión lo único que ha conseguido es una difusa relación entre los niveles de los neurotransmisores dopamina y serotonina, pero no relaciones causales directas que, hablando de la mente como un epifenómeno global, es difícil demostrar (4)

Eysenck (5) ya intentó allá por 1995 relacionar los niveles de dopamina y serotonina con el pensamiento creativo. En su teoría de la personalidad (6) creó una dimensión a la que llamó psicoticismo o “dureza mental”, típico de personas muy competidoras y orientadas a lograr logros, incluso por encima de los derechos de los demás.

Este comportamiento de motivación exagerado está relacionado con elevados niveles de dopamina, que es el neurotransmisor que se libera cuando se anticipa que se va a obtener una recompensa o resultado deseado. Imagine que la persona más querida por usted le dice, tras meses sin verse, que va a ir a visitarle… esa emoción y esa euforia está producida por una elevación en la dopamina.

También se han relacionado estos niveles elevados en el rasgo de “psicoticismo” (no confundir con la psicopatía) con una mayor creatividad y pensamiento original (7)

Bien, hasta aquí, nada especial. Pero ahora debe entrar en escena otra compañera de vivencias, la serotonina, otro neurotransmisor imprescindible para comprender la creatividad. La serotonina ejerce una acción reguladora de la dopamina, de tal forma que, al liberarse una gran cantidad de serotonina, se produce una reducción de los niveles de dopamina (8)

skullEsto es especialmente interesante en las vías dopaminérgicas mesolímbica y mesocortical. En estas vías se maneja información relativa a emociones, estados de motivación, impulsividad, afectos, empatía, combinación de la información, etc. Ambas sustancias mantienen un delicado equilibrio.

Si los niveles de dopamina son elevados, la persona es posible que sea muy competitiva, poco empática, muy lanzada, muy decidida, desinhibida, agresiva y, para regular esto, la serotonina controla ese nivel de dopamina. Si la serotonina no ejerce correctamente su acción, es posible que se genere un desequilibrio que pueda originar procesos mentales diferentes, entre los que se encontraría una especial capacidad creativa, pues se ha relacionado directamente el mayor nivel de dopamina con estados creativos. Todo esto sucede a un nivel cerebral. No debe obviarse por ello la relevancia del aprendizaje y educación, así como los determinantes culturales bajo los que el individuo se ha desarrollado.

Como colofón a este artículo, trataremos la sobreinclusión. Este término se comenzó a aplicar en los años 20 por Cameron (9) al referirse al pensamiento de los esquizofrénicos.

Esta sobreinclusión consiste en la reducción de la inhibición mental que facilita la producción de nuevas informaciones o combinaciones nuevas. Es por ello la manifestación primaria de la creatividad.

El cannabis puede actuar directamente a nivel cerebral alterando este equilibrio entre dopamina/ serotonina y provocando con ello que se maneje la información de una manera más global y abierta que centrada en el concepto o categoría concreta. Por ello, es una sustancia ideal para colocar la mente en un estado de mayor receptividad, de creatividad acentuada, de mayor empatía.

El cannabis ejerce efectos muy marcados en el funcionamiento mental, produciendo relajación, aumento de la empatía, aumento de la tolerancia a situaciones que previamente generaban tensión, una mejora en la capacidad de mezclar información variada…

Esta capacidad de “mezclar” las cosas que nos permite el cannabis, puede ser una buena vía de solución a muchos problemas, al permitirnos experimentar opciones variadas, nuevas alternativas, formas de pensar fuera de lo habitual, etc… También puede ser una buena manera de acercarse a situaciones problemáticas para la persona, tales como un problema con la pareja, una situación emocional enquistada como un divorcio, etc.

Nos despedimos hasta la próxima… salud y ¡buen viaje!

 

NOTAS

 

  1. http://ilusionesopticas.org/
  1. Sampascual Maicas, G. (2004). Psicología de la educación (vol. 2). Madrid: UNED.
  1. Ver cita 2.
  1. BERMÚDEZ, J., PÉREZ-GARCÍA, A. y SANJUAN, P. (2003). Psicología de la personalidad: teoría e investigación. (vol. 1). Madrid: UNED.
  1. SÁNCHEZ-ELVIRA, A. (Ed.) (2005). Introducción al estudio de las diferencias individuales (2ª ed.) Madrid: Sanz y Torres. (Págs. 363 a 375)
  1. Ver Cannabis Magazine nº 70, páginas 136 a 140.
  1. Ver cita 5.
  1. Sthal, S. M. (2006) Psicofarmacología esencial. Barcelona: Ariel. 2ª ed, capítulos 10 y 11.
  1. Ver enlace:

http://www.google.es/url?sa=t&source=web&ct=res&cd=2&ved=0CAkQFjAB&url=http%3A%2F%2Fdialnet.unirioja.es%2Fservlet%2Ffichero_articulo%3Fcodigo%3D2365121%26orden%3D88492&rct=j&q=sobre+inclusion+eysenck&ei=nkyOS-jDBcHz_AbthvntDA&usg=AFQjCNGC6gdQ9OHrf_hKak9bspGdlJsn8g

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.