Pacientes y algunos médicos luchan contra los prejuicios de una sustancia que sigue generando recelo a pesar de las evidencias clínicas

A la hija de Juan (nombre ficticio) le diagnosticaron autismo cuando tenía cuatro años. Tras un tiempo probando distintas terapias un médico le sugirió, con la boca pequeña, probar un tratamiento que incluía THC, la sustancia psicoactiva del cannabis. La idea, en principio, no gustó a su mujer, que tenía miedo de que si alguien se enterara les retiraran la custodia de su hija. Tras semanas debatiéndolo, decidieron probar. “No digamos nada a nadie y vemos qué tal va”, le propuso Juan a su pareja. Al cabo de diez días recibieron una llamada del colegio preguntándoles qué le estaban dando a su hija: la mejora había sido “espectacular”.

El secretismo de este caso –no se puede revelar ni el nombre del médico ni el de los padres de la niña– ilustra a la perfección la situación actual de las terapias con cannabis en España. Hay estudios clínicos que demuestran sus facultades en numerosas situaciones, ningún partido político se muestra abiertamente en contra de su regulación, un gran número de países europeos lo ha legalizado… Pero el estigma sigue ahí, los médicos lo prescriben por la puerta de atrás y los pacientes continúan acudiendo al mercado negro para conseguir la sustancia.

“Para muchos médicos el cannabis sigue siendo una pseudociencia al nivel de la homeopatía”, señala Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia Nacional de Farmacia. Según Guzmán, que estudia los cannabinoides desde hace 20 años, una parte del colectivo médico sigue asociando la sustancia a una droga y no a un fármaco, condicionados por décadas de prohibición de la planta. Añade que todos los descubrimientos de las últimas décadas relativos a los cannabinoides no se enseñan en las facultades de medicina españolas.

Según la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU, existen evidencias “concluyentes o sustanciales” sobre los efectos del cannabis en el control de las náuseas y los vómitos provocados por la quimioterapia, en el control de cuadros de dolor crónico y neuropático y en el control de la rigidez muscular en la esclerosis múltiple. La Organización Médica Colegial de España, sin embargo, señaló el año pasado que “no se encuentra, de momento, justificación para que se valore el uso terapéutico del cannabis”. La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, apuntó en la misma dirección en una entrevista reciente: “Disponemos de un arsenal de medicamentos para el dolor, y no hay evidencia científica sobre el cannabis en ese sentido. No es un medicamento”.

Con el debate abierto por Podemos sobre regular totalmente –uso recreativo y terapéutico– el cannabis, los defensores del uso medicinal se encuentran ante una situación agridulce. Por un lado la mayoría defienden que se regule la marihuana por completo y celebran que el debate esté encima de la mesa. Creen, además, que la apuesta por una regulación integral les facilitaría poder cultivar en su casa. En el otro lado de la balanza, temen que la apuesta por regular totalmente la marihuana retrase o dificulte lo que consideran algo urgente: ofrecer una solución a los miles de pacientes que la necesitan para tratar sus enfermedades.

Según los datos del Observatorio Español del Cannabis Medicinal (OECM), unos 100.000 españoles usan la sustancia de modo terapéutico. El dato proviene de una comparativa de otros países de nuestro entorno junto a cifras del mundo asociativo y de la industria del cannabis en España.

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La práctica totalidad de estos pacientes debe acudir al mercado negro para conseguir la sustancia, aunque la situación varía por comunidades. En Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias, donde los clubes de consumidores están más asentados, resulta más sencillo informarse sobre el cannabis que se adquiere. El problema en el resto de comunidades es que muchos compran marihuana sin analizar de la que se desconocen los porcentajes de CBD y THC, los principales cannabinoides con los que se tratan enfermedades. El resultado son serias dificultades para dosificar la sustancia.

Según los datos del Observatorio Español del Cannabis Medicinal (OECM), unos 100.000 españoles usan la sustancia de modo terapéutico.

“No es lo mismo un diazepam de 5 mg que uno de 10 mg”, explica Carola Pérez, presidenta de la OECM. “Es lo que nos pasa cuando compramos marihuana sin analizar”. Pérez sufre un fuerte dolor neuropático desde hace 20 años y pasó por 12 operaciones. Llegó a tomar 17 pastillas diarias. Tras sufrir problemas con algunos medicamentos que le recetaron –algunos de ellos, potentes opiáceos– optó hace ocho años por probar el cannabis para tratar sus dolores y desde entonces defiende la regulación del uso terapéutico desde la OECM.

¿Quién atiende a estos pacientes?

En el barrio del Clot, en Barcelona, se encuentra la sede de Medcan, el único centro en España a pie de calle con un médico colegiado que informa a sus pacientes sobre tratamientos con cannabinoides. Todo es de color blanco y verde en Medcan. Las oficinas dan a la calle con unas grandes cristaleras y en su interior hay varias consultas médicas, folletos y libros informativos, productos de cáñamo… Se ve un sitio moderno, accesible, que se parece más a una clínica que no a ningún otro lugar relacionado con la marihuana. Aseguran que la mayoría de los que entran por la puerta tienen entre 45 y 65 años.

En la capital catalana también está Kalapa Clinic, un centro con una orientación similar –aunque no es visible desde la calle– que ha preferido no hacer declaraciones para este reportaje. En Madrid existe un proyecto llamado DosEmociones, concebido como una asociación de asesoramiento e información a usuarios terapéuticos. En el resto de España los usuarios medicinales lo tienen más complicado.

 

Un médico colegiado y una enfermera se ocupan en Medcan de los pacientes, a los que solo atienden si traen un informe médico que demuestre que padecen una enfermedad. Tanto su coordinador como el médico aseguran que no creen que deban esconderse de nada e insisten en transmitir una imagen de normalidad. Sí que precisan, no obstante, que en Medcan no diagnostican ni recomiendan ningún tratamiento con cannabinoides: sólo informan sobre ellos.

“Luchamos tanto contra el que dice que el cannabis te vuelve loco como el que lo vende como la panacea o la aspirina del siglo XXI”Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la UCM

Los activistas y médicos que defienden el cannabis medicinal también combaten contra uno de sus principales enemigos: los charlatanes que venden la marihuana como una planta mágica que lo cura todo. “Somos los primeros en decirles a un paciente que difícilmente se va a curar un cáncer con la marihuana”, cuenta Juan Miguel Garrido, coordinador de Medcan, que explica que en ocasiones les llegan pacientes que han visto en Internet historias milagrosas de la planta.

“Para nosotros sigue primando la medicina basada en la evidencia”, añade Eliot Ramírez, el médico que trabaja en esta institución. Guzmán, el catedrático de Biología Molecular, también coincide con ellos: “Luchamos tanto contra el que dice que el cannabis te vuelve loco como el que lo vende como la panacea o la aspirina del siglo XXI”, explica por teléfono. “Es un medicamento más, con sus efectos secundarios y con un balance terapéutico bueno o razonable en algunas enfermedades”.

La regulación sigue paralizada

En septiembre de 2017, diputados de PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos se comprometieron públicamente en un acto de la OECM a impulsar una regulación del cannabis terapéutico en España. El pasado abril, el Congreso puso en marcha una subcomisión de estudio para abordar la legalización de este uso del cannabis, siguiendo la estela de países como Alemania, Inglaterra, República Checa, Argentina, la mitad de EE. UU, Italia, Dinamarca, Países Bajos…

Sobre el papel todos los partidos se muestran abiertos a avanzar en la regulación. A la hora de tomar decisiones, sin embargo, no todos demuestran el mismo interés. La Subcomisión en el Congreso está paralizada, la Proposición No de Ley que presentó Ciudadanos sigue guardada en un cajón y desde la formación naranja y Podemos señalan que PP y PSOE echan balones fuera. “Estoy en lo que estoy, tengo ya suficientes problemas”, respondió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando le preguntaron en Canadá por la legalización de la sustancia.

Mientras, los únicos perjudicados son los consumidores, cuya única alternativa legal es un medicamento llamado Sativex, criticado por los pacientes por su alto precio –unos 30.000 euros al año de tratamiento– y porque no permite cambiar las proporciones de CBD y THC en función de las necesidades del paciente.

Carola Pérez, de la OECM, cree que regular el uso terapéutico también supondría un ahorro por la reducción de las visitas médicas así como en el consumo de opiáceos y antidepresivos. “El único problema es la falta de voluntad política”, añade Pérez, que cree que tanto los políticos como los colegios médicos deberían tener una mente “más abierta” y leer y escuchar las evidencias clínicas.

“El asunto es urgente, hablamos de pacientes con enfermedades debilitantes muy devastadoras como dolores crónicos o cánceres metastásicos a los que les podríamos aportar mucha calidad de vida”, añade Guzmán. “No hablamos de gente a la que le duela el dedo meñique”.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.