Una empresa recibe la autorización de la UE para producir las primeras semillas de ‘maría’ autóctonas de la Región con un componente psicoactivo superior al 0,2%

Al murciano Gustavo Adolfo Serrano siempre le gustó volar. Por eso entró al ejército y se hizo paracaidista, instructor de los jóvenes que llegaban a la base de Javalí Nuevo. Pero, desde mucho antes, «desde que tenía 13 o 14 años», a Gustavo le gustaba acariciar esa sensación con los porros. A punto ya de cumplir los 40, este incondicional del Capitán América, de Batman y de cualquier superhéroe que se precie celebró con «una pedazo de fiesta» -y fumándose un canuto, claro-, el correo que recibió hace unos días de la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales (CPVO). La agencia, dependiente de la Unión Europea y ubicada en Francia, autorizaba a su empresa, Némesis Pharmacologhy, con sede en Murcia, a producir las primeras 500 semillas feminizadas de ‘cannabis sativa’. Aunque no se trata de cualquier semilla de ‘cannabis sativa’.

 

El cogollo del asunto está en la cantidad de THC (tetrahidrocannabinol, componente activo del cannabis) que contiene la semilla -y por tanto la planta-, «que supera el 0,2% y puede llegar hasta el 35%». Todas las semillas que se comercializan de forman legal en las tiendas, según Serrano, «no tienen THC; es lo mismo que sucede con las que van destinadas a la industria textil o a otro tipo de industrias. No tienen el compuesto activo. Esta es la primera semilla que se registra en España, de forma legal, con un porcentaje de THC superior al 0,2%, con la que se puede trabajar en ensayos clínicos y para destinarse al uso terapéutico». Que, por otro lado, es un requisito inexcusable de la CPVO. Es decir, Serrano no podrá vender estas semillas a una empresa o institución que no tenga el pertinente registro sanitario del correspondiente país miembro de la UE. «Hasta ahora, todo lo que se utilizaba en hospitales y laboratorios era transgénico, y procedente de Holanda o de Estados Unidos».

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La semilla, además, es «cien por cien murciana». Desde la empresa que ha llevado a cabo el proyecto y sus siete trabajadores, hasta la genética que finalmente ha conformado ese pequeño grano ‘made in Murcia’ que llevará el nombre de ‘Némesis’, y que es el resultado de varios cruces de variedades levantinas tras siete generaciones, explica Serrano, que define las propiedades organolépticas de su producto con una sola palabra: «Jamón». Un ‘jamón’, por cierto, que también está registrado en la Oficina Española de Patentes y Marcas, que era otro de los trámites exigidos para llegar hasta esta fase. La siguiente es la creación de un banco de semillas que se instalará en Murcia, aunque las primeras 500 simientes empezarán a producirse en el laboratorio que la empresa tiene en Burriana (Castellón).

«Me molesta que me miren como a un delincuente por fumarme un canutillo»

Según Serrano, que se autoproclama un «pionero» en la regulación del cannabis, «nadie va a impedir la instalación de un banco de semillas» porque ahora tiene en sus manos «un poder europeo» que hace de freno ante la legislación española. Un papel que Gustavo Adolfo Serrano maneja como si tuviera encima de la mesa una joya, y que ha conseguido después de reuniones con diferentes grupos políticos y una buena pila de documentos aprobados (y que Gustavo tampoco se cansa de enseñar) en la Asamblea Regional de Murcia, en las Cortes Valencianas y hasta en el Congreso de los Diputados. A todos estos estamentos acudió Serrano para promover el uso medicinal del cannabis, lo que también era un requisito indispensable para la autorización de la CPVO. Eso, y los 1.530 euros que hay que abonar en concepto de tasa por cada periodo de cultivo de cada variedad. Serrano quiere producir hasta siete, por lo que el precio (solo en impuestos) se le disparará por encima de los 10.000 euros. A eso hay que añadirle el coste de producción. El precio final de las semillas aún es «una incógnita», pero no serán baratas.

Está feliz por su logro, por tener entre manos una especie de gallina -verde y murciana- de los huevos de oro. «Siempre me ha molestado que me miren como a un delincuente por fumarme un canutillo», se sincera Serrano, que comenzó en 2013 este gran salto en su particular paracaídas, «viendo de qué manera podíamos cambiar la legislación». Un salto que le puede hacer volar durante mucho tiempo, de forma legal, como uno de los grandes superhéroes de la familia cannábica. «Podría ser Linterna Verde», ríe.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.