En el capítulo de historia del cannabis de hoy volvemos a dejarnos llevar de la mano por el gran artífice de la evolución de esta planta en Holanda “Wernard”. Hoy nos cuenta su intento de introducción en América.

La experiencia americana

En el capítulo anterior os hablé sobre Mellow Yellow, el primer Coffeshop moderno de Ámsterdam, donde se vendía hashis  y marihuana en bolsas preparadas a un precio fijo y a través de un único vendedor de la casa. Después de las experiencias de 1978 que os narré fui a ver a un amigo a Estados Unidos.

En aquellos tiempos el hashis y la marihuana eran producidos únicamente en los países del tercer mundo. La calidad variaba mucho. La hierba tenía semillas, estaba empaquetada de cualquier forma y normalmente reseca. Para mi sorpresa descubrí que en América se producía una maría de una calidad superior. Era una marihuana sin semillas que ellos llamaban Sinsemilla. Los americanos usaban sus propias genéticas, cruces de sativas mejicanas e indicas procedentes de India, Afganistán… Las plantas eran fertilizadas con esmero y se desechaban los machos. De está forma conseguían producir unos cogollos gruesos y sin semillas. Los cogollos se manicuraban con cuidado y se sellaban al vacío en bolsas de plástico para mantenerlos frescos.

Al principio simplemente traíamos está marihuana americana sin semillas a Holanda en maletas. Esperábamos a que las aduanas estuvieran llenas y pasábamos rápidamente por la zona de “Nada que declarar” del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam. Comprábamos la maría sin semillas en América a unos 5.000 € el kilo y la vendíamos a los coffeshops de Ámsterdam por 8.000 €. Las ventas apenas cubrían los costes pero eran suficientes para darnos algo que fumar gratis.

Invernadero en casa de WernardEn 1979 hubo una rápida expansión de los coffeshops en Holanda, pero todo el hashis y la maría eran importados. Había mucha maría holandesa, pero las genéticas eran pobres, la maría llena de semillas, y en general resultaba invendible. Por estos motivos se nos ocurrió la idea de introducir las semillas americanas y la técnica de cultivo Sinsemilla en Holanda, y enseñar a nuestra gente a cultivar marihuana de calidad. Esto proporcionó a muchos unos ingresos adicionales y al mismo tiempo disminuyó la importación ilegal desde los países del tercer mundo. Mientras fumábamos nuestros porros de marihuana pura americana fantaseábamos con que en el futuro millones de personas vendrían a Holanda a visitar los coffeshops y a fumar Sinsemilla holandesa. Estos turistas cannábicos se llevarían de vuelta a sus países la experiencia y la darían a conocer al resto del mundo: ¡Hashis y marihuana son legales, si los cultivas por ti mismo! ¡Gradualmente esto hará del mundo un lugar más pacífico!

Me gusta llamar al hombre moderno Homo Fantasio. Homo Fantasio no produce cosas físicas con sus manos y músculos, sino que las crea con su mente e imaginación. Lógicamente Homo Fantasio prefiere diferentes drogas para relajarse.

Mi amigo americano conocía a un cultivador de 63 años que había sido cogido y perdió su trabajo. El viejo Ed vino a Holanda en 1980 y juntos formamos el “Green Team” Trajo sus semillas y nos enseñó el cultivo de Sinsemilla. El viejo Ed estuvo en mi casa durante 5 años. Nos enseñó a cultivar biológicamente y a escuchar a las plantas. Suena más difícil de lo que es: simplemente fúmate un buen porro, siéntate junto a tus plantas y seguro que vas a ver y oír cosas.

Construimos un pequeño invernadero en el jardín de mi casa de Ámsterdam y en 1980 vendí el primer kilo de Sinsemilla holandesa a Henk de Vries, del coffeshop Bulldog, por 7.000 €. Con dinero prestado compramos una pequeña granja que estaba situada en un lugar aislado del norte de Holanda, en Frisia. La granja tenía un jardín, rodeado de árboles. Ese mismo invierno plantamos más árboles alrededor del jardín para mejorar la privacidad del recinto. Era algo muy raro eso de plantar árboles en pleno invierno, por supuesto nosotros desconocíamos esto, ¡pero los granjeros de nuestra zona no!. Quizás sea por eso que fuimos cogidos al año siguiente. Trabajábamos al estilo paranoico americano, no íbamos a las tiendas de la vecindad, íbamos a las que estuvieran a un mínimo de 100 Km de la granja.

El primer año produjimos unos 10 kilos, los cuales vendía en Ámsterdam a varios coffeshops con una técnica simple: primero liaba un porro bien grande, me aseguraba que todo el mundo fumaba y les ganaba al futbolín. Esto convencía a los propietarios de los coffeshops de que sabía de lo que estaba hablando y al final acababan comprando nuestra maría a 5.000 € el kilo.

Para persuadir a los holandeses de que cultivasen Sinsemilla desarrollamos una doble estrategia. Junto con un famoso activista cannábico holandés de nombre Kees Hoekert, creamos Lowlands Seed Company. La compañía vendía kits de cultivo consistentes en cajitas de cartón con 10 semillas del viejo Ed, algunos abonos orgánicos, abono de cal, un bote de emulsión de pescado y un póster amarillo que explicaba con fotos y textos como cultivar Sinsemilla.

Para demostrar que tenía sentido el cultivo casero de marihuana, nos aseguramos que nuestra Sinsemilla holandesa estuviese en todos los mejores coffeshops. De manera que pudiéramos decir a nuestra clientela: ¿Quieres pagar los precios de los coffeshops o cultivar la tuya casi gratis? Esta doble estrategia funcionó a la perfección, los holandeses son gente muy práctica y siempre tienen una mente muy abierta para los asuntos de dinero.

El segundo año calculamos que para poder ganar dinero necesitábamos cultivar al menos 1000 hembras. En 1981 cultivamos unas 3.000 plantas y cuando estaban en prefloración en primavera seleccionamos 1.000 hembras que pusimos en bolsas grandes. Aquel año fuimos cogidos. Estábamos trabajando en la falsa huerta de delante de nuestra granja cuando un policía local vino en su bicicleta. Nos preguntó amigablemente que estábamos haciendo allí, cultivando nuestra huerta y disfrutando de la naturaleza, le respondimos. Sonrió y nos dijo: “No sé ni quiero saber lo que estáis haciendo aquí. Pero vengo a deciros que sea lo que sea lo que hicisteis aquí el año pasado no deberías intentarlo de nuevo este año.” Después se fue, dejándonos acojonados. No nos quedaba más remedio que abandonar la granja. Al final de aquel año vendimos la granja con el consiguiente descalabro económico.

Buscamos con miedo lugares donde pudiéramos cultivar. Hicimos acuerdos con los propietarios de los nuevos lugares, les prometimos una participación, les dimos las plantas y el abono, por nuestra parte nos ocupamos de la cosecha, el secado, la preparación y la venta del producto final. Durante los siguientes meses trabajamos como locos. Cada mañana subíamos al coche con otras dos personas y conducíamos una hora más hasta uno de los lugares de cultivo. Trabajábamos todo el día y volvíamos a casa por la noche, así hasta que las 100 hembras que teníamos fueron plantadas en unos 15 lugares diferentes. Después el trabajo consistía en que cada mañana entrábamos en el coche y conducíamos hasta el alguno de los lugares a cuidar de las plantas. Cuando las cosechábamos llevábamos los cogollos a los los lugares de secado.

Seguimos con esta rutina durante los siguientes 3 años. Cada año cultivamos más plantas y yo tenía que vender más producto. Debido a que tuvimos que repartir las plantas entre más lugares, más gente entró en conocimiento de los secretos de la Sinsemilla y con el tiempo más y más de nuestros antiguos socios empezaron a trabajar por sí mismos. De esta forma el genio de la Sinsemilla salió de su botella. Todo gracias a un policía frisio.

En 1983 empecé a experimentar con esquejes. Durante las tormentas las ramas a menudo se rompían. Se me ocurrió enterrarlas en el suelo por el tallo y, para mi sorpresa, las ramas echaron raíces y crecieron nuevas plantas. Construí una especie de mesa con lámparas fluorescentes en el salón de mi casa y empecé a recolectar los esquejes de las plantas más interesantes que crecían en los diferentes lugares de cultivo. Los puse en vasitos de plástico con tierra y agua y los dejé bajo los fluorescentes. ¡Un promedio de entre un 20% y un 30% desarrollaron raíces!

En 1984 un extraño llamó a la puerta de mi casa. Había visto los fluorescentes y las plantas desde la calle. Me dijo: “Me llamo Luca y veo que eres un cultivador de Marihuana también. ¿Trabajamos juntos?, ¡Nunca te engañaré! Le pedí que pasase y le enseñé mi mesa de esquejes. Juntos experimentamos con hormonas y turba consiguiendo elevar el porcentaje de éxito hasta el 80%.

El viejo Ed (izda) y Rosental (dcha)Un buen día un par de tipos vinieron a verme y me contaron que tenían un invernadero de 5.000 m2. Me ofrecieron financiación, control total y la mitad de los beneficios. Yo no estaba interesado en el dinero y rechacé la oferta. No obstante fui con ellos a ver sus instalaciones que consistían en varios invernaderos de diferentes tamaños. Les propuse que me dejaran un invernadero pequeño de 300m2 donde pudiera experimentar: A cambio y a modo de alquiler les daría asesoramiento y plantas. El cultivo en invernadero fue una buena experiencia para nosotros. El clima y la temperatura son óptimos y podíamos regar las plantas simplemente apretando un botón. Luca y yo experimentamos con los esquejes en el invernadero. Probamos a cultivar un esqueje en un metro cuadrado, diez, cincuenta, cien.. Los cubrimos con cortinas para hacerlos florecer más temprano de manera que pudiéramos obtener dos cosechas al año. De esta forma descubrimos que nueve plantas por metro cuadrado era la forma más eficiente de cultivo con esquejes. En la foto de 1985 se puede ver el aspecto del invernadero.

Por esas fechas se unió al Green Team un americano bastante extraño que traía una nueva variedad llamada Skunk desarrollada especialmente para el cultivo de interior. La planta tenía menos hojas y daba una cosecha increíble. Se jactaba tanto que le llamábamos el hombre milagro, ¡pero lo cierto es que probó tener razón! Con la Skunk se hizo posible y exitoso el cultivo de interior. En 1985 compré 5.000 semillas de Skunk al hombre milagro, las cultivamos en el invernadero de 300m2 y seleccionamos las 80 mejores plantas. Le di el resto de las plantas a los propietarios del complejo de invernaderos. Esquejé las dos mejores hembras y las llamé Skunk-S y Skunk Red Hair (pelirroja). Estas variedades aun son usadas hoy en día. En 1986 el complejo de invernaderos fue asaltado. La policía intento hacerme a mí el responsable de todo el complejo, pero pude demostrar que sólo usaba el invernadero de 300m2 para mis experimentos. También pude demostrar que los otros dos tipos no eran criminales sino un par de chavales que trataban de ganarse la vida. Le dije a la policía que ellos arreglaban coches viejos para luego venderlos como nuevos, y que habían trabajado realmente duro en sus invernaderos el ultimo año, lo cual era una situación bastante mejor de la que tenían antes. Ese año fue también mi último año de participación en el Green Team. Al Green Team se habían unido ya bastantes miembros por esas fechas y se vio involucrado en la producción a gran escala en invernaderos. Yo no sentía ninguna justificación moral que me hiciera permanecer con ellos y abandoné. ¡Vine a este mundo para intentar hacerlo algo mejor, no para hacerme rico! Inicié mi propio negocio al que llamé Positronics. Fue el primer growshop de Europa y significó un paso de gigante en la industria de cultivo para el autoconsumo. En el próximo capítulo os contaré como fue la experiencia. Saludos de Wernard.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.