HOY

JOSÉ CARLOS BOUSO

Por Eduardo Hidalgo

Simplemente… Él.

Génesis 2:18. Dijo luego el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. ¿Hizo bien el Creador o la suerte de la ameba el ser humano la quisiera?

El creador debía estar muy pedo o atravesando un mal viaje cuando se le ocurrió crear esta chapuza. O a lo mejor iba de speed, si no, teniendo toda la eternidad por delante, ¿a qué tanta prisa por meterse tanta caña en menos de una semana del tirón? Así pasó… Al séptimo día cayó rendido. Algunos dicen que dedicó ese día a contemplar su obra. Yo creo que debió pasar el día con un tremendo bajón rumiando obsesivamente «Dios la que he liao esta vez con el puto pitxu vasco». De ahí probablemente también que Las Vascongadas sean un pueblo primigenio y los vascos sus pobladores.

Tengo entendido que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza pero, debido a mi incultura religiosa, desconozco si a la mujer también. ¿Usted lo sabe?

No tengo ni idea, pero si la hipótesis fuera que Dios es andrógino, o bisexual, tanto da para la hipótesis; y por ello el hombre recibió una mitad (la masculina) y la mujer la otra (la femenina), ese tipo, con las dos partes al completo, debe ser un auténtico monstruo. No me gustaría cruzarme nunca en su camino. Afortunadamente, al menos para mí, según los teólogos, Dios hizo el mundo y no es asunto suyo mezclarse en los quehaceres humanos, que son de entera responsabilidad nuestra. Menos mal, imagínate que, después de la que lió en su desparramo de speed, se asomara por aquí de vez en cuando a seguir liándola… mejor que se quede donde está, que bastante jodido dejó esto como para que queramos que aparezca de nuevo. Al menos, parece que conoce el dicho de que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones” y aparentemente nos deja en paz. O al revés, quizás cada desgracia humana es fruto de uno de sus frustrados intentos de arreglar algo. No sé qué es peor. Lo dicho: un tipejo.

Disculpe, pero acabo de adentrarme en catholic.net y he logrado desvelar la incógnita: “el hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios”. ¿Vendría esto a confirmar, como afirma Beatriz Preciado, que el género es una construcción cultural? ¿Podría, entonces, entenderse el catolicismo como una religión queer? ¿Sería este el motivo principal de que en el Vaticano y en el Opus haya tanto… rarito?

Bueno, a Jesús no se le conoce pecado de mácula con mujer a pesar de haber estado rodeado de prostitutas, y eso, efectivamente, es muy raro. Y en los banquetes grandes, como la última cena, solo se aceptaban hombres y hay algunas pruebas de que con al menos uno de esos hombres hubo contacto físico bucal (se sospecha que, en este caso, Jesús fue el “pasivo”). Luego es comprensible que muchos de sus seguidores, como tales, sigan su ejemplo. Si bien hay un punto de controversia, que es si Jesús tuvo contacto carnal con niños, aspecto que no parece aparecer en las escrituras, más allá del famoso “dejad que los niños se acerquen a mí”, algo interpretado, como usted sabe, demasiado literalmente por algunos de los que lo emulan haciéndose llamar sacerdotes. No sé qué se dirá en los apócrifos, pues no los he leído, como creo que usted sí ha hecho. No sé usted si ha encontrado alguna evidencia al respecto…

JC Bouso, Escohotado y Torrente Malvido
Con relación a la no existencia del género, tanto la teoría queer, como todas las teorías feministas postmodernas, como todas las teorías deconstructivistas, efectivamente, no solo vienen a negar la existencia del género, sino incluso la existencia de cualquier entidad física o biológica. Eso es porque todas estas teorías son herederas de la famosa máxima de Derrida que sentencia que “todo es lenguaje”. En ese sentido, desde la mecánica cuántica hasta la cibernética pasando por cualquier ámbito de la ciencia, al expresarse en lenguaje matemático, lenguaje al fin y al cabo, no serían más que construcciones de la realidad, y por tanto no existirían como entidades fenoménicas. Lo interesante del deconstruccionismo no es que acierten, pues no lo hacen, ya que todo es una elucubración mental sostenida sobre humo. Lo interesante es que reflejan el problema que tiene la sociedad occidental en hacer converger categorías lingüísticas y realidad.

Hoy día, sobreviven fenotipos biológicos que hace tan solo cien años serían impensables y la tecnología permite reconvertir a la biología casi tanto como uno quiera. Por no seguir ahondando en el tema del sexo, ni en el religioso, que a muchos les pueden herir sensibilidades, pondré ejemplos menos, como diría, no sé, soliviantadores, si me permite la expresión, y más prosaicos. Por ejemplo, nuestro querido amigo Raúl, de cuya generosidad comemos unos cuantos permitiéndonos patinar con regularidad en su revista, ¿es un humano? Sobrevive, para felicidad de todos nosotros, gracias 12 nanomuelles implantados en su cerebro. Hace 50 años Raúl a lo mejor ya estaría en el otro lado del espejo si no es por ese avance tecnológico. El nanomuelle de Raúl, ¿es lenguaje? Pero a lo que voy, imagínate que a Raúl le fueran cambiando sus piezas biológicas por piezas de silicio y titanio, por ejemplo, hasta no quedar nada biológico de él siendo a la vez el mismo. ¿Qué sería Raúl entonces? Bien, la naturaleza hace esto constantemente con su juego de las mutaciones. Hay sistemas sociales que lidian mejor que otros con lo rarito, como tú dices. Y de hecho, precisamente todas estas teorías deconstructivistas son la prueba de ello, y la teoría queer en concreto, quizás de las que más. Lo que pasa es que son víctimas de sus propios planteamientos: porque existen esas realidades biológicas dispares pero solo dos categorías lingüísticas (hombre-mujer en el caso del género), en vez de aceptar la realidad biológica dispar, la niegan, porque, mediante tecnología, una categoría lingüística fija se puede transmutar biológicamente (con testosterona, por ejemplo). En fin, un lío. Yo les dejo con sus pajas mentales y ojalá algún día pisen tierra.

Y ya, por responder a su pregunta, por supuesto, el catolicismo no solo es, de entre todas, la doctrina más radical de todas las teorías queer, sino de todo el deconstruccionismo. ¿Acaso no dice el Evangelio de Juan «En el principio fue el verbo»?

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Hablando de “verbo”, la posibilidad, muy clarividentemente apuntada por usted, de que Dios fuera un borracho pitxurrero le otorga nuevos e inquietantes matices al término “enteógeno”. ¿No lo cree?

El término “enteógeno” es, en mi opinión, de entre todos los propuestos para referirse a una clase farmacológica concreta de sustancias, el más desafortunado. Sus defensores alegan que no hace referencia precisamente a una clase farmacológica de sustancias, sino a un contexto de uso, que se produce en contextos tradicionales. Para empezar, ningún contexto tradicional utiliza estas sustancias para hacer emerger un supuesto Dios dentro de uno, ni para comunicarse verticalmente con él en el caso de que el Dios estuviera afuera, generalmente arriba. En las culturas tradicionales, estas sustancias se utilizan para hacer viajes horizontales: curar enfermedades, resolver problemas comunitarios, cazar, guerrear e incluso divertirse desparramando, como es el caso de los yanomamo con el yopo. Pero nunca son viajes verticales para encontrar la divinidad. Estas sustancias, para los pueblos tradicionales, son “espirituales” en el sentido de que comunican con el mundo de los espíritus, que no son otra cosa que “entidades” de diverso tipo y función. Y el mundo de los espíritus habita en la misma horizontalidad que el mundo de los humanos, solo que, supuestamente, en una dimensión paralela. No hay nada más “terrenal” para estos pueblos que el mundo espiritual, pues son estos espíritus los que manipulan la realidad ordinaria. Fue primero Eliade quien popularizó el viaje chamánico como el viaje vertical del espíritu. Y de esa influencia bebió Wasson para acuñar el término enteógeno. Paradójicamente, acuñó un término para referirse a un contexto de uso en el cual el uso es otro. El término enteógeno está bien para alguien que busca encontrarse con Dios, y punto. Luego solamente sería un término apropiado para el contexto religioso occidental, justo el que Wasson decía que era el uso para el que el término enteógeno no sería válido por carecer los psiconautas modernos de un marco de referencia cultural de uso. En fin, que de nuevo es todo un lío.

Jose Carlos Bouso
Lo sorprendente es que el término enteógeno se haya aceptado tan acríticamente en Occidente y que personas nada sospechosas de ser religiosas lo utilicen y defiendan como término óptimo. Supongo que todo esto obedece a arquetipos lingüísticos diseminados por los gurús de la cultura psiconáutica que, no se sabe muy bien por qué, han aborrecido el término alucinógeno abrazando el de enteógeno, y el resto de los mortales simplemente ha ido repitiendo el mantra sin pararse a pensar en nada más. Supongo que, para muchos, querer pertenecer a una subcultura contracultural les hace aceptar acríticamente los postulados de sus líderes para así sentirse parte de la tribu.

Me encanta el término alucinógeno. El propio Wasson, en sus relatos sobre la experiencia con María Sabina, cuenta cómo veía cosas que no existían y utilizaba para ello la palabra “alucinación”. Alucinación, según Metzner, viene del latín alucinare, que querría decir algo así como “viajar con la mente”. No encuentro un término más apropiado, pues, que el de alucinógeno para referirse a este tipo de sustancias. Hay pruebas claras, obtenidas con resonancia magnética, de que bajo los efectos de un alucinógeno el cerebro interpreta las visiones como si fueran “reales”. Es decir, para el cerebro la realidad inducida por un alucinógeno es tan real como la realidad ordinaria, sino más. ¿No es esto alucinar? Alucinar no es nada peyorativo. No le quita valor ontológico a la experiencia ni la minusvalora. Simplemente la pone en su sitio. Por otra parte, no sorprende que haya sido un término tan bien aceptado en los EE.UU., donde hay tanta mojigatería religiosa. Lo que sorprende es lo bien aceptado que ha sido el término en nuestro medio.

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Y ya, por responder a su pregunta, si un enteógeno es ponerse en contacto con Dios, o sacar de nosotros un supuesto Dios interior, teniendo en cuenta cómo hemos descrito a nuestro Señor Dios, imagínese lo que puede ser adentrarse en su cabeza. Sería adentrarse en el corazón del delirio y de la locura más radical. Dios nos libre de tal cosa. Quizás un mal viaje es precisamente eso: adentrarse en la experiencia enteogénica; y una experiencia cumbre es trascenderla. No sé, es como si fuera el mundo al revés.

¡Es usted un fenómeno! Y ahora que digo eso, ¿qué opina y qué nos puede contar del fenómeno del chamanismo-chuminismo? ¿Alguna anécdota escabrosa para Yonki Corazón Rosa?

Son fenómenos estrechamente relacionados. En Occidente ha pervivido siempre esa visión ingenua de que los chamanes son seres espiritualmente evolucionados, de tal forma que hay un acercamiento a ellos como de adoración, como si fueran medio dioses. Esa cosa de que saben viajar con alucinógenos les hace tener además un toque contracultural de lo más atractivo. La mayoría de los chamanes son hombres y ya sabemos cómo es el hombre: la mitad de la imagen y semejanza de Dios. Justo la mitad a la que le encanta el dinero, el poder y el sexo. Esto lo hemos aprendido también de las sagradas escrituras, si no estoy equivocado. Así que cuando muchas jovencitas, con esa idealización del hombre-semidiós-chamán, se acercan a adorarle, muchas veces salen escaldadas. Por poner ejemplos escabrosos sin dar nombres: hay chamanes que viajan por Europa repartiendo embarazos además de ayahuasca, en sesiones en las que, por cierto, ganan mucho dinero (nada objetable, por otra parte, ya lo quisiéramos todos para nosotros) y tienen grupos de acólitos capaces de jugarse penas de cárcel por ellos recibiendo ellos la ayahuasca de Sudamérica evitando así que la traiga el chamán. Hay centros de desintoxicación con ayahuasca en Sudamérica donde ya no aceptan mujeres para así evitar que sean beneficiadas por los maestros chamanes y evitar por tanto posibles denuncias por abusos. No sé, es un fenómeno universal, connatural a esta naturaleza tan humana reflejo, por lo visto, de nuestro querido Señor Dios. Algo parecido pasa en la universidad, no crea. Así nos hizo el Señor Dios a nosotros, a ellas y, por lo visto, a sí mismo.

A pesar de todo, la lectura objetiva y desprejuiciada de su tesis doctoral invita a pensar que es mejor tomar ayahuasca que no tomarla, ¿he entendido bien o es cosa de mi sesgo yonkarra?

Nuestros sujetos llevaban un mínimo de 15 años tomando ayahuasca con una regularidad de varias veces por mes, luego, es posible que, para las personas a las que les sienta bien, eso sea cierto. Desafortunadamente, hay muchos que antes sufren crisis psiquiátricas. Las dos cosas tienen sentido: la ayahuasca aumenta la velocidad de procesamiento de la información -aumentando la tasa de disparo neuronal-, aumenta la expresión de neurotrofinas responsables de la plasticidad cerebral y la expresión de otros marcadores neuronales relacionados con el aprendizaje. Luego lo que usted plantea es coherente. Pero también hay casos documentados de crisis psiquiátricas en personas que antes estaban bien. Como en tantos otros campos, se necesitan más estudios 🙂

Acerca del autor

Eduardo Hidalgo
Yonki politoxicómano. Renunció forzosamente a la ominitoxicomanía a la tierna edad de 18 años, tras sufrir una psicosis cannábica. Psicólogo, Master en Drogodependencias, Coordinador durante 10 años de Energy Control en Madrid. Es autor de varios libros y de otras tantas desgracias que mejor ni contar.