Concluimos la autobiografía de Hofmann escrita por el buen doctor para ser leída en su funeral, un resumen de lo que fue su vida y una hermosa manera de despedirse de su familia, amigos, psiconautas y drogófilos en general. A continuación, el artículo “LSD: Completamente personal”, inédito en español, con el que seguimos profundizando en su vida y en la historia de la LSD.

portadalibrohofmannpequena

Para mí fue como si a un niño le prohíben el paraíso cuando nos mudamos a la calle Dynamo, a un horrible edificio de apartamentos situado frente a la entrada de la fábrica. Nos vimos obligados a hacerlo debido a la enfermedad de mi padre, que sufría de tuberculosis pulmonar y que había empeorado hasta el punto de que incluso el breve recorrido desde nuestro anterior domicilio hasta su lugar de trabajo resultaba demasiado agotador para él. Siempre que podía, me alejaba de ese triste lugar y me dirigía a Martinsberg, al bosque, a los prados. Durante estas excursiones sentí la magia y el encanto del paisaje de las montañas de Jura, en constante cambio debido a la sucesión de las estaciones. Fue allí donde, durante unos instantes encantadores, la maravilla de la creación se me reveló a través de la belleza de la naturaleza, y ya entonces forjé mi visión del mundo en sus rasgos básicos.comenzando_universidad

Tras terminar la escuela elemental pensé en asistir a la escuela secundaria para poder ir después a la universidad. Sin embargo, teniendo en cuenta la gravedad de la enfermedad de mi padre, mis progenitores decidieron que debía asegurarme mis propios ingresos lo más pronto posible y me llevaron a Brown-Boveri para comenzar mi formación comercial. Tras completar los tres años como aprendiz y haber conseguido seguridad para mi futuro profesional en forma de diploma, mi sueño de ir a la universidad se hizo realidad. Mi querido padrino, Hans Kühni -fundador de la fábrica de maquinaria Kühni, de Allschwil-, pagó el coste de la escuela privada Minerva, de Zurich. Yo absorbía los conocimientos como una esponja y pasé el examen general de ingreso a la universidad en tan sólo un año, en el área de Latín. Decidí estudiar Química en la Universidad de Zurich, fascinado por los misterios de esta carrera. Como ciudadano de Weiningen, del Cantón de Zurich, recibí una beca para la universidad. Viviendo con mis padres en Baden sin dinero para divertirme, me sumergí completamente en mis estudios como única ocupación. El profesor Paul Karrer, director del departamento de Química en aquella época, pronto me encontró un puesto como asistente. A la edad de veintitrés años ya había terminado mis estudios de Química -tras sólo ocho semestres- y recibí mi título de doctor. Mi padre falleció tres meses antes de terminar mis estudios. Sin embargo, antes de que muriera pude enseñarle el contrato que ya había firmado con Sandoz Pharmaceuticals.

En mayo de 1929 comencé mi carrera profesional al ingresar en el Departamento Farmacéutico-Químico de los Laboratorios Sandoz en Basilea, cuyo director era el profesor Arthur Stoll. Allí estudiamos las propiedades de las plantas medicinales, la clase de trabajo que satisfacía mi amor por el reino vegetal. Toda mi carrera profesional giró en torno a Sandoz: comencé como colaborador del profesor Stoll, después fui jefe de equipo, y más tarde director de investigación del departamento de productos naturales. En el transcurso de mis estudios conseguí valiosos fármacos como la Methergina, el Dihydergot y la Hydergina, derivadas de sustancias obtenidas por mí. Por investigación y por azar descubrí el agente psicoactivo conocido mundialmente como LSD. En mi libro titulado LSD, mi hijo problemático describí la historia de esta droga y su relación con los hongos mágicos mexicanos. En los viajes que realicé para ofrecer charlas y conferencias hice amistades duraderas, principalmente con colegas de los Estados Unidos, México y Suecia. La luz que me guio en mi carrera profesional también me acompañó en mi vida privada. En Anita Guanella encontré la compañera que me aportó una gran felicidad conyugal y familiar. Nos conocimos en 1934, en unas vacaciones en que fui a esquiar a Arosa. Los cinco primeros años de matrimonio vivimos en Basilea, en Holee Street. Nuestros dos hijos varones, Dieter y Andreas, nacieron allí. En el transcurso de la guerra tuve que desplazarme varias veces a Ticino, durante unos meses, para servir en el ejército.

imagen_badenDurante un período vacacional, en mayo de 1946, nos mudamos a una zona rural, a la calle Oberwiler, en el municipio de Bottminger. Vivimos allí los veintisiete años siguientes, en nuestra propia casa, con su precioso jardín, en una zona totalmente rural. Mi familia pronto aumentó. Fuimos bendecidos con dos hijas, Gaby y Beatrix. Sólo mencionaré algunos de los numerosos recuerdos que conservo de aquella maravillosa época, en la mitad de mi vida; por ejemplo, nuestras vacaciones en el valle de Engadin, donde Anita se sintió especialmente feliz porque ella era originaria del Cantón de Graubünden, el hogar de sus padres. Mientras subíamos juntos a las montañas experimentamos la magia, grandiosidad y sublime belleza del paisaje. Uno de los mejores momentos fue, sin duda, nuestra ascensión al pico Bernina. También recuerdo con agrado los grandes viajes a la India y Tailandia, y especialmente la expedición a las zonas indígenas de México. Estos viajes formaban parte de mi trabajo, y Anita solía acompañarme. Poco antes de jubilarme, y después de que el anteriormente rural y tranquilo municipio de Bottmingen se convirtiera en zona urbana, decidimos mudarnos al campo. En la villa de Burg, en un extremo del valle de Leimen, encontramos el lugar ideal para vivir. Siguiendo los planes e ideas de todos los miembros de la familia, construimos una casa en Rittimatte. Allí vivimos felices durante muchos años, disfrutando con las numerosas visitas de nuestros hijos, nietos y amigos. Mientras Anita se dedicaba a cuidar las flores del jardín y de la casa -como ya había hecho en Bottmingen- yo pasaba mucho tiempo en el silencio de mi “celda”, escribiendo libros, publicaciones y charlas, acerca de asuntos relacionados con mi trabajo, así como mis ideas sobre filosofía natural. También fue en Rittimatte donde se cerró el ciclo de mi vida porque me encontré de nuevo con el paraíso de mi infancia, el mismo paisaje de Martinsberg donde fui feliz siendo niño; los mismos prados con las mismas flores y la misma vista en el horizonte. Paracelso describió la naturaleza y la creación como “un libro escrito por el dedo de Dios”, y durante mi vida tuve la suerte de conocer esta estimulante experiencia. Quien sepa leer ese libro -no sólo basándose en la ciencia, sino con ojos llenos de sorpresa y de amor- encontrará una realidad más profunda y maravillosa, una realidad dentro de la cual todos estamos protegidos y unidos para siempre.1 Baden_desde_lo_alto

LSD: completamente personal2

Uno suele preguntarse a sí mismo qué papel juegan la planificación y el azar en los eventos más importantes de nuestra vida. Con respecto a un acontecimiento dado, esto conlleva la cuestión de cuánto se debe al destino y cuánto a la voluntad. Esta pregunta me ha preocupado una y otra vez al reflexionar sobre uno de los hechos más significativos y trascendentes de mi carrera, el descubrimiento de la LSD. Para que tal cosa fuera posible, debí tomar varias decisiones en una dirección concreta en diversos momentos de mi vida. Al escoger mi profesión, tuve que elegir ser químico. Esta decisión no fue fácil para mí porque yo había aprobado un examen de ingreso a la universidad en el área de Latín, y en consecuencia lo más lógico era optar por una carrera de humanidades. Además, me atraía la idea de dedicarme a una profesión relacionada con el arte. Sin embargo, al final fue un problema teórico lo que me indujo a estudiar química, lo cual fue una gran sorpresa para todos los que me conocían.

Las experiencias místicas de mi niñez, en las que veía la naturaleza transformarse de modo mágico, habían hecho surgir en mí cuestiones concernientes a la esencia del mundo material exterior, y la química era la ciencia que podía ayudarme en esta tarea. Una segunda importante decisión en mi camino hacia la LSD fue el momento en que elegí mi puesto de empleo. Escogí los laboratorios de investigación farmacéutico-química de la empresa Sandoz de Basilea. Lo que me atraía de ese trabajo era el programa de investigación adoptado por el director del laboratorio, el profesor Arthur Stoll, por consejo del profesor Richard Willstutter, ganador del Premio Nobel; me refiero a la síntesis y purificación de los principios activos de plantas medicinales muy conocidas y a su modificación química. La investigación se centraba en la vida del reino vegetal, lo cual me fascinaba por partida doble. Methergina_sandozDespués de haber trabajando durante varios años en plantas medicinales cardioactivas como la digital y la escila mediterránea, tuvo un lugar un suceso determinante mientras me dedicaba a estudiar el ergot. Aún recuerdo con nitidez la profunda sensación de buena fortuna cuando pensaba en la serie de descubrimientos que podía obtener en este campo aún poco conocido. Esta sensación fue después en aumento. Gracias a mi labor obtuve productos importantes, cuya ausencia de la medicina es hoy inimaginable: Methergina, el medicamento estándar para contener las hemorragias tras el parto; Dihydergot, un fármaco para estabilizar la circulación sanguínea; Hydergina, un preparado con aplicaciones geriátricas, para tratar ciertos problemas propios de la vejez; y las sustancias psicoactivas LSD y psilocibina.

(Continuará)

 

 

 

1. Versión en español de la autobiografía de Albert Hofmann, que escribió para ser leída en su funeral. En el boletín de MAPS (http://www.maps.org/; volumen XVIII, número 2, verano de 2008) se publicó una traducción al inglés, realizada por Elisabeth Riccabona. Andreas Hofmann, hijo de nuestro ilustre químico, nos envió otra versión en inglés, traducida por Uschi Schueller.

2. “LSD: Completely personal”. Conferencia ofrecida en 1996, en Heidelberg, Alemania, Worlds of Consciousness Conference. Traducida del alemán al inglés por Jonathan Ott. Publicada en el boletín de MAPS (http://www.maps.org): volumen 6, número 3, verano de 1996.

 


Acerca del autor