Desde 2015, el ayuntamiento de Needles, una comunidad firmemente republicana de 5.000 habitantes, ha aprobado 81 permisos para negocios de cannabis
Si Needles, California, suena conocido, es por un motivo. La histórica Ruta 66, la carretera que tomaban los habitantes del sur de California para dirigirse al oeste durante el siglo XX, atraviesa la ciudad. (Joe Buglewicz/The New York Times)

Needles, California. Jeff Williams, el alcalde entrante de esta pequeña ciudad desértica cerca de la frontera en Arizona, arrestó a mucha gente por vender marihuana cuando trabajaba como alguacil del condado. Votó en contra de la legalización de la droga en un referendo estatal de 2016.

Sin embargo, Williams también sabe que la ciudad en la que ha vivido desde que estaba en segundo grado de primaria ha vivido épocas mejores. Los empleos relacionados con el ferrocarril han desaparecido en su mayor parte. Además, la gente ya no se detiene en la vieja Ruta 66 como solía hacerlo.

Por eso, Williams, un hombre delgado de 54 años, se ha convertido en el insólito líder de la peculiar iniciativa para que Needles se convierta en un nuevo tipo de ciudad industrial dedicada al creciente negocio del cannabis.

“Si una pequeña comunidad como esta no crece, entonces comienza a morir, y nosotros estamos viviendo esa etapa”, comentó Williams. “Había que hacer algo al respecto”.

Desde 2015, el ayuntamiento de esta comunidad firmemente republicana de 5.000 habitantes ha aprobado 81 permisos para negocios de cannabis. Cuatro tiendas están vendiendo marihuana, alrededor de cien veces el número de dispensarios por persona en todo el estado.

Casi cada cuadra de Needles tiene un edificio en ruinas como el viejo Relax Inn, que se está convirtiendo en un centro de cultivo de cannabis. O un edificio nuevo que se destinará a la fabricación de aceites y comestibles. Si todos los proyectos se llevan a cabo, los funcionarios locales esperan que generen más empleos —se calculan 2100— de los que hay en Needles en total.

“Casi todos en la ciudad tienen un hermano, un tío, una hermana, una tía, un primo o ellos mismos trabajan en la industria”, dijo Rick Daniels, gestor de la ciudad, durante una entrevista en el ayuntamiento de Needles, de un solo piso.

Jeff Williams, un hombre delgado de 54 años, se ha convertido en el insólito líder de la peculiar iniciativa para que Needles se convierta en un nuevo tipo de ciudad industrial dedicada al creciente negocio del cannabis. (Joe Buglewicz/The New York Times)

Si Needles, California, suena conocido, es por un motivo. La histórica Ruta 66, la carretera que tomaban los habitantes del sur de California para dirigirse al oeste durante el siglo XX, atraviesa la ciudad. Needles era la primera parada de la familia Joad en California, en la novela “The Grapes of Wrath”, de John Steinbeck.

Needles también fue el primer lugar donde las tripulaciones de los trenes de carga intercambiaban turnos en su camino al este desde Los Ángeles. Eso generó cientos de empleos.

Sin embargo, como muchas otras pequeñas ciudades camino a Los Ángeles, Needles solía ser mucho más importante. El ferrocarril recortó el tamaño de sus tripulaciones de trenes, y la elegante estación de tren en Needles casi siempre está vacía. La ciudad perdió su última tienda de abarrotes en 2014. Más de un cuarto de los residentes de la ciudad viven por debajo del umbral de pobreza. Poco a poco los empleos y la gente migraban a otros lugares.

En el primer periodo de Williams como alcalde de 2006 a 2010 (también fue miembro del ayuntamiento durante cuatro años), intentó atraer la industria solar. Cuando eso no funcionó, lo atrajeron las oportunidades de la industria de la marihuana cuando un amigo quiso abrir un dispensario. Los residentes de California habían votado a favor de permitir el uso de la marihuana medicinal años antes, en 1996.

Williams habló con médicos acerca de los posibles beneficios y poco a poco superó parte de la aversión hacia la droga que sus padres y los años que trabajó como policía le habían inculcado.

“Fue como dar marcha atrás a un buque de guerra. Fue un proceso largo”, comentó en una entrevista reciente.

Williams, quien dijo que aún no había probado la marihuana, trabajó con el gestor de la ciudad y un abogado para organizar una propuesta de ley sujeta a votación en 2012 para imponer un impuesto del diez por ciento a los negocios de cannabis. Se aprobó con una mayoría del 81 por ciento.

“Esta es una ciudad muy conservadora políticamente, pero hay una vertiente de libertarismo”, dijo Daniels, el gestor de la ciudad.

Necesidad

Los primeros dispensarios en la ciudad aún enfrentaron oposición, sobre todo por parte de las iglesias evangélicas locales. Sin embargo, no han atraído a los malos elementos que algunos esperaban. El crimen ha sido estable a lo largo de los últimos años.

En el Wagon Wheel, el restaurante más antiguo de la ciudad, una pequeña tienda de recuerdos ahora ofrece banderas con la hoja de marihuana y letreros conmemorativos de la Ruta 420, un número simbólico de la marihuana, junto con los objetos usuales de recuerdo para la Ruta 66.

California votó en 2016 a favor de legalizar la venta de marihuana para su consumo por parte de adultos. La mayoría de las comunidades se han tardado en aceptarlo porque aún es ilegal bajo la ley federal.

No obstante, varias ciudades del estado en zonas con problemas económicos han aprovechado la oportunidad. Needles tiene competencia de otras ciudades pequeñas al este de Los Ángeles, como Desert Hot Springs y Adelanto.

Con el cannabis también han llegado los problemas. Meses después de que se abrieron dispensarios en Needles, los agentes federales organizaron redadas. No se levantaron cargos, pero los productos fueron incautados y jamás los devolvieron.

Los funcionarios de Needles están muy conscientes de los riesgos. Daniels, el gestor de la ciudad, ha prohibido que los empleados de la ciudad acepten incluso una taza de café de los negocios locales. Como otros empleados de la ciudad, Daniels debe someterse a pruebas de narcóticos constantes para asegurar que jamás consume marihuana.

“Esta industria es esencial para el futuro de la comunidad, y simplemente no podemos permitirnos arruinarla”, comentó Daniels.

En una reunión del ayuntamiento en noviembre, tres de los cinco artículos de la agenda estaban relacionados con el cannabis. Nadie expresó una postura de oposición. La mayoría de los que alzaron la voz eran propietarios de dispensarios, que le pidieron a la policía que adoptara una postura más férrea contra la venta ilegal de drogas.

Sin embargo, aún hay algunos grupos que se oponen. Thomas Lamb, un pastor de la Asamblea de Dios en Needles, dijo que él vio cómo la marihuana se volvía un problema para los niños de la escuela primaria que administraba. Una empresa de cannabis le propuso comprar la propiedad donde se encuentran su iglesia y su escuela. De inmediato respondió que no.

“La gente que ha venido a Needles quiere comprar todos los terrenos disponibles, entre ellos nuestra iglesia, para fabricar su producto”, comentó. “Siendo franco, es un poco abrumador”.

Los dispensarios que venden cigarrillos y cigarros electrónicos son solo una pequeña parte del negocio de la marihuana que los funcionarios de la ciudad tienen en mente. Se espera que aporten muchos más impuestos las empresas que están cultivando y fabricando productos de marihuana destinados a otras partes del estado, como Los Ángeles, donde es más difícil cultivar y otorgar permisos para esta actividad.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.