Continúa el artículo sobre la extracción de resina de una Sweet Tai. Leer primera parte.

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Extracción de resina

En esta ocasión me decanté por extraer la resina con la que quizá sea la mejor máquina del mundo para sacar hachís: el Pollinator. No es más que un tambor hecho de una fina malla que deja pasar sólo y exclusivamente los tricomas y que retiene la materia vegetal. No tenemos más que accionar el botón de encendido, ya que funciona con electricidad, y en pocos minutos tendremos el mejor polen a nuestra disposición. Verdaderamente es una máquina para sibaritas que no deseen molestarse ni siquiera lo mínimo a la hora de sacar un exquisito 00. ¿Qué puedo decir?: es MI MAQUINA.

Bueno, precisemos: no es que sea el mejor sistema del mundo; pero sí el más cómodo con diferencia. Se puede obtener un hachís igual de bueno o mejor con las técnicas de lavado en frío pero….¡son engorrosas! Tienes que estar con agua, con hielo, con lavadora…Sí, consigues un hachís que es insuperable pero a costa de un esfuerzo que los tranquilotes como yo miramos con cierto recelo. Si además vives en un piso de una gran ciudad, con moqueta, etc, el sistema que usa agua y hielo es cuestionable. El Pollinator tiene la ventaja de que no “enguarrinas” nada. Tan sólo pones la hierba en el tabor, le das al “on” y a esperar. A los X minutos recoges el hachís en el fondo del aparato y se acabaron las complicaciones. Vamos a explicarlo más detenidamente.

En principio es aconsejable, aunque no imprescindible, poner la marihuana que queramos trabajar en un congelador durante unas 4 horas. Metemos la hierba en una bolsa de plástico, la cerramos bien para que no se nos meta la humedad y al congelador. Este simple hecho favorece una posterior extracción de los tricomas del resto del material vegetal que no nos interesa para nada. Cuando los tricomas se congelan se separan con mayor facilidad de la rama a nada que agitemos un poco. Sin embargo, y como ya he dicho, esta congelación no es imprescindible y de hecho, la maría que yo usé para la extracción de hachís en el Pollinator no fue congelada. Aconsejable: sí. Imprescindible: no.

Hecho esto, introducimos la hierba en el tambor que incorpora el Pollinator en su interior. Está hecho de un material acrílico que no es más que una malla con agujeros muy finitos que tan sólo dejan pasar los tricomas reteniendo en su interior el resto de la materia. Este tambor está colocado dentro de una caja de color azul de plástico e instalado sobre dos rodillos que giran en el sentido de las agujas del reloj. El tambor gira y gira con una fuerza limitada. Dicha fuerza centrífuga es la que impulsa con una moderada fuerza a la hierba hacia el exterior y deja pasar tan sólo los tricomas. Digo que la fuerza es limitada ya que si fuera excesiva forzaría a la hierba a pasar “al completo” por la rejilla. Pasarían no sólo los tricomas sino también otros restos de materia vegetal que no nos interesan en absoluto.

Esto nos lleva a otra cuestión: la cantidad de tiempo que el tambor debe estar girando sobre si mismo para obtener el resultado deseado. Evidentemente si el tambor se pasa demasiado tiempo girando, la fuerza centrífuga acabará haciendo pasar por la rejilla más materia de la deseada. Por lo tanto es una cuestión de equilibrio que debemos saber apreciar en cada caso y que dependerá de diversos factores tales como la calidad de la hierba, el tamaño de los tricomas, si la maría está congelada previamente o no, etc. Cada uno debe apreciar la situación específica de su caso. En cualquier caso como partimos de una cantidad limitada de marihuana siempre podemos ajustar. En efecto ponemos X gramos de hierba en el tambor y lo ponemos en marcha durante X minutos. Que el hachís obtenido nos parece lo suficientemente bueno para nuestras expectativas pues OK. Si vemos que podemos y deseamos obtener más dejamos el tambor dando vueltas unos minutos más. Que por el contrario apreciamos que hemos sacado más materia verde, además de los tricomas, que lo que deseamos pues sencillamente lo pondremos menos tiempo a funcionar.

Una buena línea a seguir es dejarlo girar durante diez minutos y ver qué hemos obtenido. Diez minutos es la medida “standard” que el fabricante, Pollinator, nos aconseja como punto de partida y como referencia. Sin embargo, tal y como ya hemos indicado, cada ocasión merecerá su dinamismo peculiar y su propio “tempo”. Evidentemente, cuanto menos tiempo le demos mejor será el hachís obtenido ya que dejaremos pasar tan sólo tricomas muy finos, entre 35 y 70 micras, mientras que prolongar el tiempo de girado nos proporcionará una mayor cantidad de materia verde vegetal que adulterará la calidad de la crema que pretendemos obtener. O sea, que lo dicho: habrá que probar en cada caso pero siempre partiendo de esa medida de tiempo standard que el fabricante recomienda.

Y es tema obligado, cuando se trata de hachís de primera clase, hablar de la inventora de este sistema de obtención de resina y otros más, como es el caso del lavado con hielo, se impone. Hablamos de Mila, Mamá Hachís, como es conocida en los círculos canábicos más intelectuales, es una vieja hippy que pasó su juventud en los montes Himalayas destilando “charas”, como se denomina al mejor hachís del mundo y que se obtiene frotando cogollos altamente impregnados de tricomas y resina entre las palmas de las manos. Ya hablamos en cierta ocasión de las charas y yo mismo publiqué en esta revista un reportaje en la India en el que unos cannabicultores locales de la cordillera de las montañas Himalayas, las más altas del mundo, destilaban esta deliciosa crema, única en el universo cannábico. Es hachís proveniente de plantas de tres metros de altura que crecen en los profundos valles de Manalli, a dos mil y tres mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Mila pasó mucho tiempo con estos cannabicultores sacando charas con sus manos y en consecuencia se trajo a la vieja Europa el “secreto” de esta sibarita manera de consumir resina cannábica.

Cuando finalmente dejó las montañas para establecerse en Ámsterdam, Mila desarrolló los conocimientos adquiridos en Manalli y de esta manera se dedicó al cultivo de cannabis narcótico y a su posterior extracción de hachís. Ella cree que el mejor hachís se obtiene de dos plantas de cannabis mezcladas que posteriormente se lavan con hielo. Obviamente la activista ha intentado producir un hachís lo más parecido posible a aquel que ella fumaba en los valles. Y obviamente su producto no es una fiel réplica de éste pero….¡se le parece! Próximamente hablaremos con mayor profundidad de estas variedades e incluso, no os prometo nada de momento, hablaremos con la misma Mila para que sea ella quién nos narre en primera persona todos los pormenores y detalles de su experiencia.

La Sweet Tai destilada produce una crema digna de dioses y faraones. Es ligero, en el sentido de que no te deja completamente tirado, pero de mucha intensidad y ciertamente psicodélico, en el sentido más estricto de la palabra. Es un hachís “de hippies”, de soñadores y bohemios creativos. Te pone en “mode creativo” con un par de caladas. Es acojonante para follar. Te da mucha marcha y muy imaginativa. Tu pareja lo agradecerá y tú más. El cannabis en general es una substancia muy interesante para el sexo. Pero el hachís 00 proveniente de la Sweet Tai es punto y aparte. ¡Lo digo por experiencia propia!

Y nada más, queridos lectores, salvo decir que cada vez tenemos más producción nacional de increíble calidad.

Hasta la próxima.

 

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