Texto y fotos: Marqués de Esquilache

En este reportaje hemos asistido a un cultivo de exterior en el que su jardinero ha triplicado el poder nutritivo de aquellos productos que compró en su grow habitual. ¿Son caros los abonos que compramos en nuestros grows? Si sabemos cómo triplicar sus posibilidades, veremos cómo pueden llegar a ser increíblemente económicos, además de muy eficientes. ¿Por qué pagar más, cuando con mucho menos conseguimos mejores resultados? Veamos cómo lo hace nuestro jardinero con algunas genéticas índicas en exterior.

El verde de las hojas es perfecto

Seamos realistas: algunos abonos y demás productos de los que habitualmente encontramos en nuestros grows pueden ser muy caros. Claro está que todo depende del bolsillo de cada cultivador. Pero, aun así, pagar hasta 22 euros por un litro de lo que sea no siempre está al alcance de todos. La realidad es que los productos de los grows son los mejores del mundo para cualquier tipo de cultivo. Yo, personalmente, me dedico desde hace bastantes años al bonsái, y casi desde el mismo instante en el que descubrí esta pasión, me di cuenta de que el mejor cultivo que podía darle a mis arbolitos era utilizando artículos de los grows.

De hecho, en uno de los mejores foros de bonsái abrí un hilo llamado “industria del cannabis al servicio del bonsái”, y creedme que en menos de un mes mi hilo se había convertido en el más exitoso de todo el portal. Una persona que lleva 20 años cuidando con auténtica pasión un arbolito quiere lo mejor para él. Si se te muere un árbol tras 20 años de cuidados primorosos y pasionales, creedme que es casi la peor pérdida que un ser humano puede sufrir, después -claro está- de la de los seres más queridos. ¿Por qué tuvo tanto éxito mi hilo? Muy sencillo: porque hablaba de los mejores productos del mundo y absolutamente orgánicos.

Voy incluso más lejos. Desde hace ya muchos años he tenido la suerte de hacer de mi pasión, la botánica, mi trabajo y fuente de ingresos. Me paso horas cada día estudiando el mundo verde, y los fertilizantes y demás productos relacionados con él. Pues bien, sin lugar a dudas los grows son los “santa sanctórum” del cultivo orgánico de élite. Todo, absolutamente todo lo que una planta -de cannabis o de lo que sea- pueda necesitar, lo encontrarás en estas simpáticas tiendas en las que, además, te puedes hasta fumar un canutillo si eres discreto y no molestas a nadie.

Pero (todo tiene sus peros) son caros; eso es innegable. La razón detrás de esta maldita realidad se encuentra en el sistema de intermediarios, que hace que un producto de bajo coste llegue a las manos del comprador final a precios muy altos. Dejadme que os ponga un ejemplo, que yo personalmente pude experimentar. Como ya he dicho, soy un apasionado de la botánica ecológica. En cierta ocasión, hace ya unos 4 años, decidí meterme en el mundo fascinante de los sustratos especializados en cannabis. Por supuesto, quería lo mejor de lo mejor, así que me fui a una muy buena fábrica de sustratos en la provincia de Cuenca, y allí expliqué a los fabricantes mi plan. Finalmente, y tras muchas consultas con botánicos de todo el mundo y grandes expertos en cannabis, llegué a la conclusión de que la tierra perfecta consistía en: 25% de fibra de coco, 25% de turba rubia sphagnum, 10% de turba negra, 20% de compost de gran calidad, y el 20% restante a base de perlita y arlita, mayormente para oxigenar, lo que al cannabis le va de maravilla.

Plantas sin carencia nutricional alguna

Por supuesto, había elegido los mejores productos de casi todos los ingredientes. La turba rubia era sphagnum, y el compost totalmente bien equilibrado y hecho “como Dios manda”. En definitiva, todo era de primera calidad. El producto me salía a 7 euros el saco de 50 litros. Después yo se lo vendía a un mayorista que lo cobraba a 14 euros al grow. Y este último lo tenía que vender a más de 22 euros al cliente para que le saliera rentable. En otras palabras, un producto cuyo coste al fabricante era de 3 euros, le salía a más de 22 al pobre cliente que lo compraba en un grow. Y, por supuesto, lo mismo ocurre con los mejores abonos, lo cual es una desgraciada realidad, pero que es inevitable dadas las características del mercado. Pero, ¿qué puede hacer el desvalido cliente final? Muy sencillo: ya que no puede abaratar los costes -a no ser que se lo fabrique él mismo-, sí que puede optimizar el rendimiento de cada producto hasta el punto de triplicar su eficacia y racionamiento. Vamos a ver cómo lo ha hecho nuestro cultivador en este reportaje, con una maravillosa cosecha en exterior de algunas fantásticas índicas.

Todo comenzó a finales de junio con unas semillas feminizadas de Sensiseeds. El día 22 de junio las puso en un vaso de agua sin cloro, donde permanecieron durante algo más de 24 horas. Transcurrido este tiempo, y dado que hacía calor, cada semilla comenzó a mostrar su raicilla con fuerza. En ese mismo instante las pasó a una pequeña maceta (de medio litro) rellena con una tierra de Atami light mix. La tierra “Light Mix” de Atami es, como bien indica su nombre, una tierra casi inerte, sin nutrientes. ¿Por qué esta elección? Muy sencillo. Las semillas de cannabis contienen todos los nutrientes necesarios para que una plántula se desarrolle sin problema alguno durante unos días, e incluso más de una semana. Si el jardinero hubiera optado por una tierra tipo “All mix”, repleta de fantásticos nutrientes, las semillas se hubieran quedado sin desarrollarse mucho, ya que tendrían a mano todo lo necesario para vegetar sin esfuerzo alguno. Pero al darles tierra sin nutrientes, se dedicaron a expander sus raíces como locas en busca de la comida necesaria para convertirse en plantas grandes y sanas. Y esto era precisamente lo que buscaba nuestro cultivador: plántulas con un sistema radicular importante, para que el mismo día que fueran trasplantadas a tierra madre -su ubicación final- pudieran disponer de un buen cepellón capaz de colonizar de inmediato todo el espacio disponible. Por este motivo, hasta los 7 días de vida no recibieron abono alguno. Y 4 días más tarde, el día 5 de julio, fueron puestas en su tierra definitiva: un agujero de 40 litros de volumen que fue rellenado con tierra Atami “All mix”, algo de fibra de coco, algo de humus de lombriz de muy buena calidad, y bastante compost. A toda esta preciosa mezcla se le añadió perlita, greda volcánica y un poco de vermiculita para mantener el ph lo más estable posible. Ese mismo día, 11 días después de su puesta en marcha, recibieron su primer abonado para vegetativo. Pero antes de explicar cómo fueron abonadas, veamos cómo se hizo el abono en cuestión.

Te de humus de lombriz

Cogollos compactos como piedrasEl te orgánico, asunto del que ya hemos hablado en “El Cultivador”, es quizás la forma más económica y eficaz de abonar. El ahorro en términos económicos es extraordinario y la eficacia del abonado infinitamente mayor e instantánea. En una cuba de plástico de unos 50 litros, rellena de agua, nuestro jardinero colocó unos pantis de mujer repletos de buen humus de lombriz. Como decimos, rellenó el panty de este producto, después ató las piernas de los pantis a una de las asas del contendor (para que se mantuviesen flotando y no en el fondo), y allí lo tuvo durante unas 24 horas con una bomba de oxígeno de acuarios para peces en el fondo del contenedor. La bomba producía miles de burbujitas que subían hacia arriba. Como el humus envuelto en el panty estaba a media profundidad, las burbujitas contra él a medio camino, lo atravesaban y se cargaban de los nutrientes del humus. En definitiva, hacer que el oxígeno atraviese el panty repleto de humus, o de lo que tú decidas (el compost es una gran idea), es la idea del te orgánico. Hecho así, con poca cantidad de producto tienes para mucho, y te permitirá ahorra más del 50% del presupuesto. Una bomba de acuario cuesta unos 18 euros (una buena), y prácticamente no consume nada de electricidad. Pero, además, hace que el agua utilizada en el té permanezca viva. No me cansaré de insistir en este aspecto del buen cultivo. Nuestra agua y nuestro sustrato han de estar VIVOS, repletos de trillones, de cuatrillones de microorganismos. Esa infinidad de bacterias y hongos eficaces y benéficos se encargarán de zamparse todas las cagarrutas de lombriz, para después defecarlas en formatos mucho más fácil de digerir por las raíces de nuestras plantas. ¿Qué ventajas tiene esto? Pues, además de la evidente ventaja de hacerle más fácil la “digestión” al sistema radicular, la de -precisamente por el mismo motivo- hacer que la planta asimile más “zampa”. Esto permitirá contar con un espécimen mucho más productivo, tanto en términos de cantidad como de calidad; sobre todo en calidad: los cogollos serán más compactos y resinosos.

Cuando hacemos té orgánico, una de las cosas más importantes, sobre todo en interior, es controlar la EC (electro conductividad del producto final). Podría ponerme a hablar de milisiemens, que sería lo más preciso y exacto. Pero, para no extenderme con números algo tediosos para el cultivador novel, baste con decir que hay que mezclar el mejunje obtenido con agua (sin cloro) hasta conseguir el color más parecido posible al del té. Efectivamente, cuando finalizamos la cocción con la bomba de oxígeno, el agua adquiere un color muy negro. Para no correr riesgos innecesarios de excesos, hay que diluir con agua hasta obtener el mismo color (aproximadamente) de un simple té. ¿Por qué creéis que se le llama “té” orgánico?

Azúcar moreno

Pero lo que realmente hace especialmente económico el sistema de abonado de nuestro cultivador es su pequeño condimento: la melaza, o en su defecto el azúcar moreno, si no hay de lo primero. Y es que, de verdad, un poco de azúcar moreno (no la blanca, puesto que está procesada) o, incluso mejor, una buena melaza, hace que el número X de microorganismos que habíamos obtenido de nuestro té se multiplique exponencialmente con esta rica “chuche” que les regalamos. Los microorganismos, en cuanto detecten la presencia de su comida favorita, se multiplicarán como locos en una especie de orgía sexual microorgánica que permitirá triplicar su población en pocas horas. Estos seres se autorregulan en términos de crecimiento de población de forma muy inteligente. Si hay más comida se reproducen más, siempre hasta el punto en el que ya no queda más y, por lo tanto, paralizan su multiplicación.

Nuestro jardinero echa una taza mediana de melaza a un barril de 100 litros la mitad a uno de 50 litros), antes de añadir el panty repleto de humus de lombriz, compost o lo que sea. Durante las horas en que toda la cocción va tomando forma, los microorganismos comienzan a reproducirse hasta el punto de triplicar su población, o incluso más, dependiendo de la cantidad de alimento disponible.

Por lo tanto, esta es una de las mejores formas de ahorro, ya que con la misma cantidad de cualquier abono podemos llegar a triplicar su eficacia. De hecho, las fotos de las plantas que os mostramos han sido abonadas dos veces en vegetativo y tres veces en la fase de floración. Estamos mostrándoos plantas de más de 2,5 metros, que se han podado en altura hasta 2 veces en tres meses de vida, y que han dado los cogollos más resinosos y duros que os podríais imaginar. Lástima que las fotografías no den una idea de la compacidad, el olor, la dureza y la cantidad de resina de estos cogollo ¡Y del colocón… ni hablamos! Je, je, je.

Con-cinco-abonadosLas tres veces en que fueron abonadas en floración, la técnica fue la misma. Lo que se hizo fue poner un barril de 100 litros lleno de agua (sin cloro), añadir algo de fertilizante líquido orgánico al cien por cien (marca B.A.C.), poner en marcha la bomba de acuario y añadir una taza mediana de melaza de caña de azúcar de la marca “Ntra. Sra. del Carmen”. Si El Cultivador me lo permite, hago un poco de patria recomendando esta fantástica melaza de caña de azúcar hecha en Málaga. De verdad, es cojonuda para el cannabis; es más que barata y, además, no sólo es estupenda para nuestras niñas, sino también muy recomendable para nosotros. En nuestros desayunos es un aporte energético natural que nuestro organismo agradece mucho. Ya veréis cómo les gusta a los niños, ¡y a nuestras niñas! Ja, ja, ja. Y ahora, hablando un poco más en serio, me permito este apunte publicitario ya que la melaza que menciono es el típico producto español, fabricado con esmero por familias en un país en el que tenemos más de 6 millones de familias viviendo un infierno cada día. Por ello, animo a los lectores a consumir productos nuestros, que son de los mejores, y que además ayudarán a miles de familias.

Por supuesto, y como ya hemos dicho, el azúcar moreno es también una magnífica opción. No uséis nunca azúcar blanca normal, ya que está refinada y ello implica manipulación química. También he aclarado en varias ocasiones que el agua ha de estar desclorificada. Con que dejéis el agua del grifo un par de días al aire libre es suficiente. Lo importante es que no haya cloro, ya que éste sirve para matar todos los microorganismos. Mata los malos, pero también los buenos y, por lo tanto, no nos interesa.

En definitiva, lo destacable de este reportaje es que, partiendo de unos productos fantásticos que tenemos en nuestros grows, podemos hacer que sean bastante más baratos a la par que eficientes. Y así, aprovechando su altísima calidad, podremos evitar su única desventaja: su precio.

Hasta la próxima.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.