Por José Manuel Díaz Argota – AGROBETA

Tierra preparada

El fin de este artículo es ofrecer información a los cultivadores sobre cómo preparar la tierra para obtener un buen cultivo de cannabis en exterior.

A nuestras plantas les gustan aquellos sustratos o tierras que sean ligeros y esponjosos aunque también pueden desarrollarse en sustratos que posean una determinada carga de nutrientes o sustrato abonado. En el mercado existen múltiples marcas de tierras que pueden ser perfectamente utilizadas por compartir las características antes mencionadas pero en nuestro caso hablaremos de la preparación por nuestra parte de la tierra. Si estás dispuesto a hacerlo te daremos detalles y consejos que te ayudaran en este proceso.

La preparación de tierra es uno de los procesos fundamentales en el cultivo exterior de cannabis debido a que de este proceso depende, prácticamente por completo, el desarrollo de las plantas. Es recomendable no cometer errores que puedan llevar a una pérdida de tiempo y dinero. Una planta cultivada en una buena tierra nos ofrece un rendimiento muy superior a otra plantada en una tierra pobre.

Se debe preparar la tierra con tiempo antes de llevar a cabo el cultivo. De esta manera los microorganismos beneficiosos del suelo alcanzan una concentración alta y se le permite a la tierra asentarse lo suficiente. En este tiempo prudencial también mejoran aspectos como el intercambio de elementos y se activa la parte enzimática generada por la vida microbiana.

Esto implica que debemos tener un sitio (un contenedor, por ejemplo) donde podamos dejar la tierra durante un par de meses como mínimo. Es necesario (en el caso de que se use un contenedor) que se puedan drenar los líquidos y evitar procesos de encharcados y aparición de mohos.

Desarrollo en tierra

En la preparación de la tierra y al finalizar el proceso antes mencionado se necesitan una serie de elementos que se describen a continuación:

Tierra negra: Puede ser de hojas, pero debiera tener un tamaño de partículas menor de 10 mm. Es importante que se encuentre desinfectada y que sea esponjosa.

Humus: Uno de los mejores optimizadores de las propiedades del suelo. Ayuda a la retención de agua y ofrece vida microbiana.

Turba: Podemos escoger entre los diferentes tipos de turba existentes en el mercado. Una mezcla de turba negra y turba rubia suele ser una buena opción.

Perlita: Es un producto inerte químicamente y tiene un color blanco intenso. Es extremadamente consistente y por tanto muy resistente a la erosión, en particular a la provocada por el crecimiento de las raíces. Nos ayuda a favorecer la aireación de la tierra y a mantener un control sobre la humedad. Recordar que debe de ser lavada antes de utilizarla para eliminar posibles restos de sales indeseadas.

Cenizas de maderas duras: Aporta un alto contenido de Calcio y Potasio de acción lenta, perfecta para que la planta tome lo necesario de ella.

De forma general, una buena tierra debe de tener un carácter esponjoso para permitir el desarrollo de las raíces, poseer una adecuada vida microbiana y poder controlar la humedad de una manera fácil y sencilla. Os dejo una de las mezclas que podemos hacer con estos elementos para las etapas de crecimiento y floración aunque cada maestro tiene su librillo y las partes pueden ser modificadas y adaptadas a cada cultivador.

Cultivo en exteriorEtapa de crecimiento

– 3 partes de tierra negra.

– 1 parte de perlita.

– 1 parte de turba.

– 1 parte de humus de lombriz

– 20 gramos de cenizas de madera por cada 20 litros de tierra preparada.

En esta etapa de nuestro cultivo se pueden añadir diferentes productos, dos de los cuales considero muy importantes: el guano de murciélago y las micorrizas.

El primero está considerado el mejor abono orgánico del mundo. Su aporte en macroelementos (NPK) es esencial y sus propiedades como mejoradores de las características de nuestro cultivo son más que conocidas: textura del suelo, aporte de materia orgánica o aporte de acido húmicos.

Las micorrizas son un elemento muy importante y necesario. El sistema radicular de las plantas es algo prioritario. Un buen cepellón de raíces nos garantiza una buena alimentación de la planta y, por ende, un cultivo vigoroso. Por otra parte, los daños en el sistema radicular son, en muchos casos, devastadores e imposibles de reparar, quizás porque son de los que más tarde nos damos cuenta al no estar expuesta la raíz.

El uso de micorrizas acelera el crecimiento de las raíces, tanto principales como adventicias, y no es un producto caro. Si usamos este tipo de producto debemos estar pendientes de que el pH no disminuya por debajo de 5 y descartar totalmente el uso de funguicidas agresivos.

La adición de estos elementos se hará adicionando lo más pesados al principio y los más ligeros al final. Se mezclan bien y se dejan reposar una vez mezclados. La perlita se debe de agregar al final, intentando que el sistema quede lo más esponjoso posible.

En esta fase del cultivo podemos utilizar estimuladores de raíces (preparados a base de algas) y realizar aportes de abonos ricos en nitrógeno (N). Si observamos alguna carencia (magnesio, hierro, molibdeno, calcio, etc.) es mejor realizar aplicaciones foliares de correctores de estas, evitando el incremento de sales en la tierra preparada.

Etapa de floración

Esta etapa es cuando vamos a hacer el trasplante de la maceta al sitio donde se quedara la planta hasta el corte final.

– 3 partes de tierra negra.

– 1 parte de perlita.

– 1/2 parte de turba.

– 1/2 parte de humus.

– 20 gramos de cenizas de madera por cada 10 litros de tierra preparada.

Es en esta fase donde la aplicación de guano de murciélago nos dará los contenidos de fósforo (P) y potasio (K) que se necesitan para lograr un cultivo de calidad y con buenos rendimientos. Dosis de guano entre 30 y 40 gramos por cada 10 litros de tierra resultan suficientes, sin olvidar que es mejor si el producto está en forma de grano o pellets lo cual nos garantiza que el proceso de liberación de los macro y micronutrientes será durante todo el proceso de floración y no de golpe, lo cual suele suceder cuando usamos el guano en polvo.

Las aplicaciones de guano se llevan a cabo al realizar el trasplante y cada dos meses, siempre y cuando nos lo permita la genética cultivada en cuestión.

Una vez que hayamos terminado nuestra preparación de tierra es muy importante tener en cuenta el suelo donde plantaremos y los factores que le afectan.

Tierra con microrrizasEl primero de ellos es el espacio. Si plantas en el suelo directamente tienes que tener en cuenta el espacio que debe tener cada planta. Mientras más metros cúbicos posean las plantas estarás más cerca de obtener un resultado óptimo. Si se realiza sobre un suelo poco apropiado y no usas ningún tipo de mejorador de suelos la planta tendrá un desarrollo lento o incluso puedes llegar a perder el cultivo en su totalidad.

Si tienes en cuenta que el cannabis es una planta a la que le gusta desarrollar sus sistema radicular hacia abajo, lo lógico es cavar hoyos que tengan un mínimo de 1 metro de profundidad. Si todo lo demás se desarrolla de forma óptima en tu cultivo, obtendrás plantas preciosas.

Otro de los factores a tener en cuenta es la retención de agua por parte del suelo. Si partimos de la base que nuestro cultivo se realizara en los meses de mayor temperatura es necesario que el suelo tenga una buena retención de agua o nos veremos obligados a aumentar la frecuencia de riegos con los problemas que esto conlleva. Si las raíces llegan a deshidratarse la muerte de la planta está asegurada.

Por eso es muy importante que el suelo donde cultives a tus plantas sea un suelo que tenga una buena capacidad para retener agua lo cual te permitirá hacer riegos mas espaciados. Los suelos arcillosos retiene muy bien el agua, pero pueden ser incluso perjudiciales ya que retienen demasiada y pueden empapar y pudrir las raíces. Los suelos arenosos, en cambio, son secos y no almacenan casi agua por lo que tampoco resulta aconsejable cultivar nuestras plantas directamente sobre ellos. Entre otras muchas cosas, se desperdiciaría el alimento suministrado a la planta ya que también son suelos que retienen muy poco los nutrientes. Como siempre, hay que jugar a obtener un equilibrio que nos permita lo mejor de ambos tipos de suelo.

Otro factor importante es el pH del suelo. El cannabis crece mejor en tierras con un pH de 6,5 a 7,0. Entre estos dos rangos la planta de cannabis puede absorber y procesar correctamente todos los nutrientes disponibles de la manera más eficaz. Si el pH es demasiado bajo (ácido), las sales ácidas bloquearan los nutrientes químicamente, y las raíces serán incapaces de absorberlos. Por el contrario, un suelo alcalino, con un pH muy alto, provoca que los nutrientes no estén disponibles, por lo que la planta tampoco podrá absorberlos. Un pH desequilibrado sólo puede traerte malas noticias y complicaciones no deseadas para tu cultivo.

El último factor del que hablaremos será el drenaje. Un suelo que no drena bien nos llevará a encharcamientos, lo cual dará problemas ya que las raíces de nuestras plantas seguramente se pudrirán si permanecen durante mucho tiempo empapadas. Los suelos arcillosos tienden a encharcarse ya que retienen mucho el agua, pero no todos los suelos arcillosos drenan mal, hay que prestar atención. Todo lo contrario le pasa a los suelos arenosos que retienen muy poco el agua por lo tanto su sistema de drenaje diremos que es hasta demasiado bueno, hay que buscar un equilibrio siempre, al igual que explicábamos arriba, y que el drenaje sea suficiente pero no excesivo.

Si tenemos en cuenta todos estos factores y logramos un equilibrio entre ellos podremos sorprendernos de los cultivos que realicemos y sus rendimientos. En próximos artículos hablaremos sobre los sustratos comerciales, otra forma de preparar nuestra tierra para el cultivo.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.