La adormidera, las amapolas y la argemone se han utilizado en medicina tradicional y como herramienta en ceremonias iniciáticas desde tiempos remotos. Son numerosas las referencias literarias, históricas y culturales que se pueden encontrar en ámbitos artísticos, médicos y religiosos de oriente y occidente.

Las papaveráceas se distribuyen por las áreas templadas y frías de todo el planeta, su capacidad de adaptación y especialización ha dado como resultante una riquísima variedad de expresiones locales con variedad de colores, tamaños y alcaloides.

Sin duda tanto Afganistán como Tailandia tienen fama desde hace décadas por la calidad y la gran cantidad de cultivos de Papaver somniferum destinados a extraer opio para elaborar morfina y heroína que abastecen a los flujos mundiales del narcotráfico. Pero también hay que destacar la calidad de la adormidera de otros lugares. En el sur de la Península Ibérica crece una variedad de flor blanca, sobre todo en la zona de la Andalucía interior, donde plantaciones fuertemente controladas se destinan luego de su cosecha a la elaboración de morfina y codeína para la industria farmacéutica. En el norte de la India y Paquistán también se produce y se consume opio con profusión para fines médicos y religiosos. En Turquía, en Marruecos y en Rusia también es habitual encontrar campos floridos en primavera.

Curioso es el caso de la Argemone o Cardo Santo, un tipo de papaverácea americana, que se extiende desde México y las Antillas hasta zonas del norte de Argentina y Chile. Contiene numerosos alcaloides psicoactivos, pero no morfina. Se emplea en medicina tradicional en contexto chamánico y también como embriagante ocasional. Es un buen sustituto de la adormidera y con escasos efectos secundarios.

Cultivo de Adormidera:

Las papaveráceas crecen silvestres en las zonas templadas de los dos hemisferios. Las semillas germinan a finales de invierno. Para germinar prefieren terrenos de grano fino, calizos y ricos en nutrientes y lluvias abundantes. Se trata de una planta que crece arbustiva, con hojas de color verde glauco y que a partir del equinoccio de primavera sufre un cambio metabólico y entra en floración, produciendo bellas inflorescencias de tonos violáceos, tintos, blancos, rosas y carmesí que convierten cualquier paisaje en un crisol centelleante de luz y vibración cromática. El fruto es una cápsula coronada que contiene cientos de semillas. En estas cápsulas los recolectores de opio realizan finos cortes superficiales, al alba, en las frías mañanas primaverales. De los cortes oblicuos brota un látex cremoso y níveo que se recolecta a la tarde, cuando el viento de poniente lo ha secado y transformado en una pasta ambarina.

Cultivarlas en parterre o en macetas es una interesante opción para el urbanita sin tierra, aunque la posibilidad de hacer guerrillas en descampados y parques públicos es siempre interesante.

Para obtener una buena provisión de cápsulas de adormidera en maceta es necesario emplear un sustrato rico en nutrientes y que retenga la humedad. Se puede mezclar turba negra, humus de lombriz y perlita. Además en floración es bueno añadir quelato de hierro y guano de murciélago. Para el cultivo optaremos por un tiesto de tamaño superior a los 20 litros de capacidad que ubicaremos en una orientación bien soleada y protegida de los vientos de poniente. Con riego en abundancia y control de limacos y caracoles tendremos la garantía de lograr una floración exuberante.

Tras la floración es conveniente esperar unas semanas a que los frutos-cápsulas, ya desprovistos de sus hermosos pétalos, maduren y comiencen a agrietarse ligeramente en la zona superior. Ese es el momento óptimo para la cosecha porque las semillas tendrán el grado óptimo de maduración y fertilidad.

Harshasha al estilo de Marruecos:

Es conveniente indicar que los opiáceos son adictivos, y que un excesivo consumo de harshasha y de látex de adormidera puede producir una severa dependencia física.

Una pauta de consumo moderada evitará, sin duda, este tremendo inconveniente. Es muy importante no manejar maquinaria ni vehículos bajo los efectos de los opiáceos y derivados.

La Harshasha es un té de opio que se consume en Marruecos. Para elaborar una decocción al estilo de las montañas del noreste del Rif necesitamos una buena provisión de cabezas y tallos secos de adormidera. En la zona rifeña está muy extendida una variedad con una flor roja y morada muy parecida a la de las del norte de Afganistán, aunque más pequeña, con menor proporción de alcaloides y efecto más suave. Se puede conseguir fácilmente en los mercados y las tiendas de pueblos y ciudades del norte de Marruecos.

Para 2-4 personas. Se hierven 20- 30 gramos de tallos y cabezas secas, a las que previamente retiramos las semillas para asegurarnos futuros cultivos, en un litro de agua durante unos 30 minutos a fuego lento. Se deja reposar tapado unos minutos y se sirve con mucha azúcar y un poco de zumo de limón. El efecto se puede prolongar durante horas y es muy intenso, perfecto para disfrutar del tiempo, de la música, de la pintura, la poesía y el amor.

Té de pétalos de amapolas:

Tradicional remedio para combatir nerviosismo e insomnio. Es habitual en la cocina del sur de España. Se elabora con Papaver rhoeas, humilde y bella amapola que crece en prados y colinas bajo el sol de primavera en todo el Mediterráneo. La ventaja con respecto de la harshasha es que el principal alcaloide de la amapola es la papaverina, que no crea dependencia física, la sensación es más suave y sin los indeseables efectos secundarios de la adormidera (Papaver somniferum )

Con un puñado de pétalos y cascales de amapolas silvestres y un tallo de regaliz será suficiente. Se hierve todo en un litro de agua a fuego medio unos 15-20 minutos, se deja reposar tapado unos 5 minutos y luego se sirve en vaso corto con un poco de melaza de caña.

Bibliografía:

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Escohotado, A.: Aprendiendo de las drogas. Usos y abusos, prejuicios y desafíos. Madrid, 2002.
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Pelt, Jean-M. : Las plantas. Amores y civilizaciones vegetales. Barcelona, 1994.
Otero, Luís: Las plantas alucinógenas. Barcelona, 1998.
Rätsch, Christian: Las plantas de Venus. Barcelona, 2003.
Schultes-Hofmann: Plantas de los Dioses. México, 1982.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.