El cannabis ya se vende para uso recreativo en ocho estados de los Estados Unidos, mientras que está permitido para uso medicinal en otros 29, si bien sigue siendo ilegal a nivel federal.

La marihuana como un commodity transable se está convirtiendo en una opción de inversión para muchos inversores “modernos” como el rapero Snoop Dogg, el cofundador de PayPal, Peter Thiel y el ex boxeador Mike Tyson.

La revista Forbes recientemente informó que la industria legal de la marihuana en los Estados Unidos creará más puestos de trabajo que la industria manufacturera. En 2016 el mercado legal de cannabis fue estimado en 7,2 miles de millones de dólares y se espera que llegue a los 50 mil millones para 2026, ocho veces su tamaño actual, de acuerdo con las estimaciones de Bloomberg.

Pero parece ser que la isla que ha popularizado mundialmente el goce de la marihuana, Jamaica, no se ha percatado de este negocio. Por eso, la pregunta es cómo podría hacerlo; cómo podría sacar tajada de este negocio multimillonario.

Michael Burgess, un jamaiquino que vive en Canadá, que invirtió allí en la industria del cannabis, dice que la ilegalidad que rodea a la marihuana se alimentó de mentiras y malas interpretaciones durante décadas. En realidad, la guerra contra la marihuana comenzó en los Estados Unidos en los años 30 y continúa hasta hoy. A través de los años esta guerra se trasladó fuera de Norteamérica y no solo transformó en criminales a millones de personas, sino que estranguló la economía de países como Jamaica que, de lo contrario, se habrían beneficiado significativamente de una industria legal de cannabis.

Hace algunas décadas Jamaica quedó marcada como la capital de la marihuana. El creciente movimiento rastafari, en los años 70, ayudó a colocar a Jamaica como el lugar en donde podía conseguirse “ganja” de alta calidad. La música reggae, que en gran medida es como un himno para los rastafaris, ayudó a expandir el mensaje a todo el mundo.

Sin embargo, Jamaica sigue luchando hoy en día para ver cómo puede entrar y ganar en esta creciente industria de la marihuana. Peter Tosh, en su famoso tema de 1975, Legalize it, quizás haya comenzado a dar un consejo: “Legalícenla, no la critiquen y yo la voy a publicitar” (haciendo un juego rítmico de palabras con su original en inglés: “Legalize it, don’t criticize it and I will advertise it”). En ese momento, bastante parecido a como es ahora, Jamaica estaba muy presionada a seguir en este aspecto las mismas regulaciones que los Estados Unidos.

En alguna medida es irónico cómo los Estados Unidos, que presionaron para que Jamaica mantuviera la marihuana como ilegal, ahora se beneficia de los aspectos financieros de la legalización de la weed.

Los doctores Henry Lowe, Albert Lockhart y Manley West, todos de la isla, ya experimentaban el uso medicinal del cannabis en los 70. Pero el doctor Lowe asegura que los Estados Unidos siempre desestimularon el uso y la investigación farmacéutica del producto. No hace mucho el doctor Lowe se sorprendió al ver un informe de la CNN en donde se mostraba cómo el doctor norteamericano Sanjay Gupta promocionaba el uso médico de la marihuana. En ese momento comprendió que se estaba llegando a un punto de inflexión. Por eso se anticipó y estableció la primera compañía comercial de cannabis en la región, MediCanja.

“No era legal, pero vi qué dirección estaba tomando la cosa. Todo el mundo pensaba que estaba loco. Me preguntaban cómo había hecho una cosa así. El Gobierno no lo aprobaba, todo el mundo estaba en contra”, dice. Ahora, cuatro años después, su empresa tiene ocho productos farmacéuticos hechos a partir del cannabis y recientemente recibió la aprobación de la agencia federal norteamericana de alimentos y medicinas (FDA) para vender un producto contra el cáncer hecho con base en la marihuana.

Lowe cree que Jamaica se ha pegado un tiro en un pie al no ver la oportunidad comercial que estaba delante de sus propias narices. Ahora la isla descriminalizó el cannabis para uso personal, permite a cada persona tener unos 56 gramos y hasta cinco plantas por casa de familia; y los rastafaris, que siempre fueron perseguidos por usar la planta en sus rituales, pueden hacerlo legalmente. Pero masivamente la marihuana sigue siendo oficialmente ilegal en Jamaica.

El país debería adherir primero al tratado de la ONU sobre drogas para empezar a obtener beneficios del cultivo legal. Pero para eso falta mucho. Jamaica debería dar muestras de que puede manejar una industria legal del cannabis para usufructuar sus beneficios.

A Michael Burgess, por ejemplo, le encantaría invertir en una eventual industria de la marihuana en Jamaica, pero entiende que el país está muy atrás en el desarrollo de esas oportunidades. Cree también que la isla no está en condiciones de cultivar la planta en una escala significativa. Jamaica no produce la semilla y las personas con influencia en la isla no terminan de confiar en la industria por lo estigmatizante del tema.

Damian “Jr Gong” Marley, el hijo menor de la leyenda del reggae Bob Marley, entró fuertemente en el mercado con su sólido imperio “Stony Hill”. Compró una prisión en California y la convirtió en una granja para cultivar marihuana, abrió un dispensario en Colorado e invirtió en la revista especializada en el tema High Times Magazine.

Pero la pregunta es si hay alguna oportunidad para los pequeños granjeros y los emprendedores que no tienen los recursos de Marley. En ese terreno hay más dudas que respuestas. La garantía que se precisa para arrendar una tierra cultivable en Jamaica asciende a los cuatro mil dólares por hectárea y ese dinero está fuera del alcance de la mayoría de los agricultores pequeños.

Pero quizás se esté abriendo una luz al final del túnel. Algunos rastafaris influyentes están presionando para que la industria demuestre que puede convertirse en una oportunidad para generar trabajo en blanco y bien pago. O bien contribuir al desarrollo de una industria medicinal bien controlada, como la que el propio doctor Lowe está tratando de estimular a través de su café terapéutico Eden Gardens, en Kingston. Pero todo es lento, muy lento, como casi todo en Jamaica.

¿Podría la explotación agrícola de la marihuana legal ayudar a sacar a Jamaica del Tercer Mundo? La mayoría de los especialistas cree que ya es demasiado tarde para eso. Quizás a lo máximo que pueda aspirar la isla es a una explotación turística del cannabis ofreciendo una producción y un consumo controlado en sus festivales de música y en sus muestras culturales. Algo bastante pequeño al lado de lo que podría haber sido una industria responsable en manos de emprendedores que hubieran visto la oportunidad a tiempo.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.