© Isidro Marín Gutiérrez

Durante siglos, el cannabis fue considerado por nuestros ancestros como una planta muy benéfica que les ofrecía alivio y curación en las enfermedades, les daba alimento a sus cuerpos, les proporcionaba fibra para sus tejidos y cuerdas.

En el plano científico fue objeto de interés para médicos, botánicos y lexicólogos, y nada nos hace pensar que esta planta tenía un juicio negativo hasta el siglo XIII; en el que van a producirse algunos acontecimientos que conmoverán radicalmente las buenas relaciones entre el cannabis y la cultura musulmana. En este tiempo los ulemas, alfaquíes y otros estamentos eran los encargados de vigilar por la cohesión y la ortodoxia de las estructuras sociales y la religión del Islam. Centran su cólera en el cannabis; esto irá acompañado en el plano intelectual por una nueva redefinición teórica de la naturaleza del cannabis que pasará de ser un medicamento y alimento a un embriagante tóxico y nocivo equiparándolo al alcohol (Lozano, 1998:13). Se asociaba su consumo con la clase baja.

Comenzaron las disputas entre aquellos que estaban a favor y los que estaban en contra del cannabis. Los partidarios del cannabis eran los grupos sufíes, de poetas y de intelectuales que estaban muy en contacto con las propiedades de la planta. Dentro de la misma corriente sufí hubo una división entre los ortodoxos que se nutrían de ulemas, alfaquíes y otras capas vinculadas al poder establecido; y la corriente heterodoxa y marginal, cuyos miembros procedían generalmente de las clases sociales más bajas. La cofradía más representativa de dicha corriente sea la Qalandariyya (con su rama persa Haydariyya), cuyos fundadores se atribuyen el descubrimiento del hachís. Los sufíes siempre eran considerados personas subversivas ya que pretendían tener una experiencia directa con Dios y esto amenazaba la autoridad de los teólogos ortodoxos (Matthews, 2002:104).

El hachís, la sustancia de los embaucadores

El derviche y alquimista Abd al-Rahim al Yawbari (siglo XIII) afirma que los sufíes que ingieren hachís no ayunan, no cumplen las obligaciones religiosas que establece la ley islámica, no se purifican con las abluciones, se perforan el pene para simular castidad, y tienen la abominable costumbre de afeitarse el rostro por completo. En su obra, Revelación de los secretos y artimañas de los embaucadores, escribe como los jeques sufíes consumen hachís y hacen que los jóvenes lo consuman para luego abusar sexualmente de ellos (Lozano, 1998:45). Al- Rahim escribe sobre el cannabis y los sufíes: “El hachís es uno de los embriagadores más potentes que existen, y el consumo de cualquier embriagante es ilícito. Así pues, cuando lo comen no cometen sino horrendas acciones, y el Diablo- Dios nos libre de él- se apodera de sus cerebros” (Lozano, 1998:46)

El alfaquí, tradicionalista Ahmad Ibn Taymiyya (1263-1328) fue conocido por su rígida ortodoxia y su odio hacia los sufíes. Estaba en contra de entrar en éxtasis a través de la música, la danza, el hachís y de otras prácticas. Escribió Grandes Fetuas (Lozano, 1998:28) en donde declara ilícito el consumo de hachís y se condena a quienes ven en él un medio para acercarse a Dios. Escribe: “El hachís resuelve los humores, y de este modo los vapores ascienden al cerebro y generan corruptas fantasías, que hacen a quien lo toma tener en poco los actos de culto que realiza” (Lozano, 1998:61)

El alfaquí egipcio Ibn al-Imad al-Aqfahsi (1349-1405) en su Enaltecimiento de quienes viven en la prohibición del vino y del hachís recopila las opiniones sobre el hachís de los principales ulemas y alfaquíes de su tiempo y anterior a él (Lozano, 1998: 28). En su obra habla de los males espirituales y físicos que provoca el hachís; entre ellos está:

“…determina la falta de hombría y la revelación de secretos ocultos, reprime los celos, conduce a la destrucción de la inteligencia, al trato íntimo con el Maligno, al abandono de la oración, y a caer en lo prohibido. Enajena la razón, produce esterilidad, elefantiasis y lepra, acarrea enfermedades, origina convulsiones, da mal olor a la boca, deseca el semen,…” (Lozano, 1998:67)

En el Maylis fi damm al-hasisa de Ibn Ganim al-Maqdisi (muerto en el Cairo en 1279) fechado el 25 de agosto de 1381 escribe “…Así, al que bebe vino se le llama pecador y al que come hachís se le denomina infiel…” en otro pasaje:

“se cuenta que un beduino se presentó ante el Profeta…y dijo: ¡Oh, Profeta! Tenía yo varios camellos, y se perdieron. Tras buscarlos durante cinco días, y mordido por un hambre atroz, encontré una hierba cuyas hojas tenían cinco y seis dedos, con muescas en su parte superior, de penetrante olor y ramas rojas. Entonces comí de ella y mi mente se nubló, y ahora me inclino, como ves sin desearlo. El profeta respondió: Este es el árbol del zaqqum, que no sacia el hambre de los que de él comen. Dios los condene el día del Juicio Final”…“Nada causó jamás tanta alegría al maligno como el hachís…Dios ha apartado de su lado a quienes consideran permisible el hachís y ha maldecido a los que lo declaran lícito”…”Se cuenta que vuelve apático y perezoso a quien lo toma, convierte en escarabajo al león, envilece al noble y enferma al sano…Enmudece al elocuente y hace estúpido al prudente, abate la hombría, destruye la juventud, enajena el intelecto…paraliza la inteligencia, causa sufrimiento sin fin, genera gula, habitúa al crimen y destruye los rasgos del rostro…El hachís hace del comer la preocupación del adicto, para quien el sueño es una situación habitual” (Lozano,1990:41-43).

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Los prohibicionistas eran grupos antisufíes

En el Zahr Al-aris Fi Tahrin Al-hasis de Badr Al-din Al-zarkasi en el capítulo primero (Lozano,1990:117-120) trata sobre su nombre y su momento de aparición: “…su aparición se debe a Haydar, que la descubrió aproximadamente en el año 550…Un día Haydar salió a deambular con el fin de alejarse de sus compañeros, vagando solo por los campos. Entonces pasó junto a esta hierba y al ver que sus hojas se movían sin que soplase aire alguno, se dijo: “la causa de esto es un misterio oculto en la planta”, y tras cortar de ella la comió. Cuando regresó junto a sus compañeros con un aire de felicidad les hizo saber que había descubierto el secreto que escondía esta hierba y les ordenó que la tomaran, pero les hizo prometer bajo juramento que ellos no revelarían el secreto de la planta, sólo a sufís”. Hasta la introducción del tabaco en el mundo musulmán la ingestión del hachís era de forma oral o diluida en cualquier líquido. El primer testimonio en el que es fumado con tabaco será en 1616 de Ibrahim b. Ibrahim al-Laqqani (Lozano, 1990:119)

En el capítulo segundo de dicha obra (Lozano, 1990:121-124) trata sobre los daños que causa a la mente y al cuerpo: “las hojas del cáñamo cultivado producen dolor de cabeza, consumen y desecan el semen y generan muchas cavilaciones …El hachís causa la muerte súbita, trastorna la razón, provoca fiebre héctica, tuberculosis, hidropesía y sodomía pasiva…dicen que enajena la razón, produce esterilidad, elefantiasis y lepra, acarrea enfermedades, origina convulsiones, da mal olor a la boca, deseca el semen, hace caer el pelo de los párpados, abrasa la sangre, agujerea los dientes, revela la enfermedad que estaba oculta, daña las vísceras, deja inválidos los miembros, ahoga la respiración, fortalece las ideas extravagantes, mengua las fuerzas, hace disminuir el pudor, amarillea el color del rostro, ennegrece los dientes, perfora el hígado, produce ardor de estómago y halitosis, debilita y enturbia la vista, y genera muchas cavilaciones en la imaginación” (Lozano,1990: 124).

En el capítulo tercero (Lozano, 1990:125-130) se prueba que el hachís embriaga y corrompe la razón: “…aquellos que la usan sufren perturbaciones mentales y quizás les cause la muerte. El tratamiento de la intoxicación producida por la ingestión de hachís consiste en provocar el vómito con manteca y agua caliente, hasta que el estómago quede limpio. Así mismo, beber una poción de acedera es de lo más provechoso.”…”Los que toman hachís se ven asaltados por la apatía y la ausencia, tras un primer momento de éxtasis y embeleso.”…”Resulta pues evidente que el hachís embriaga y corrompe la razón, y por tanto, merece la misma condena que el vino, e incluso más dura, porque el grado de enajenación al que conduce es aún mayor”.

El capítulo cuarto (Lozano, 1990:131-134) trata de la prohibición del consumo de hachís: “las pruebas contenidas en la ley coránica y las de carácter racional indican que el consumo de hachís es ilícito. Los textos del Corán y de la Sunna que se refieren a la prohibición de todo embriagante atañen así mismo al hachís” ”el hachís está prohibido porque aparta de las invocaciones del nombre de Dios y de la oración” “…quien considere lícito el hachís es un infiel” (Lozano, 1990: 131).

En el capítulo quinto (Lozano, 1990: 135-137) trata sobre la pureza o impureza ritual del hachís: “El opio, que es el látex de la adormidera, produce un efecto más fuerte que el del hachís, pues una pequeña cantidad de esta sustancia produce gran embriaguez, al igual que el beleño y la nuez moscada, y a pesar de ello nadie niega su pureza” o “Incluso han llegado a afirmar que las plantas venenosas son puras, aunque sean más dañinas que el hachís”.

El capítulo sexto (Lozano, 1990:138-140) trata sobre la obligatoriedad de la aplicación del hadd, castigo inalterable prefijado por la ley islámica (Lozano, 1990:138) al consumir hachís: ”La embriaguez ha de ser castigada…quien lo toma desvaría…y como al mentiroso debe azotársele”.

En el capítulo séptimo (Lozano, 1990: 141-146) trata de cuestiones de derecho aplicado concernientes al uso de hachís. Afirmaba que el consumo de hachís era permisible en cinco supuestos: 1º) La ingestión debía de ser en pequeñas dosis. 2º) Cuando el que lo toma es inmune a sus efectos embriagadores. 3º) Cuando se usa con fines terapéuticos. 4º) Si se consume al amputar una mano gangrenada o 5º) Para remediar el hambre.

Pero a pesar de considerarlo una sustancia peligrosa su uso como medicina no lo penalizaba: “Su venta es permisible porque sirve, al igual que la escamonea y el opio, para la elaboración de medicinas, con la condición de que se emplee una pequeña cantidad. Se prohíbe venderlo a aquel de quien se sepa con seguridad que lo toma habitualmente para embriagarse, como sucede con la venta de zumo de uva a aquel que hace vino”… “Está prohibido su cultivo con el fin de utilizarlo para provocar la embriaguez, no cuando se hace con fines terapéuticos”.

Los maniqueos

El literato instruido en historia y en poesía Taqi l-din al-Badri (1443-1489) escribió la obra más extensa de su época sobre el hachís, “Solaz del Espíritu en el Hachís y el Vino” en el que trata de manera exhaustiva el origen y la difusión del hachís por el mundo islámico (cuenta la historia de Bir Ratan que vivía en la India y practicaba el maniqueísmo y gracias al Diablo descubrió el hachís, luego pasó a China, a Etiopía, Yemen y más tarde al Magreb), las relaciones entre hachís y sufismo (donde se habla de las recomendaciones del jeque Qalandar a sus sufíes acerca de las condiciones que han de regir en el consumo de hachís), la naturaleza de la planta, los usos terapéuticos (para el crecimiento de la cabellera, como jabón, etc…) y descripción botánica de las variedades de cannabis (la silvestre, la de cultivo y la índica), la homosexualidad y el hachís, preparaciones del cannabis, etc…(Lozano, 1998: 73). Escribe que el que toma hachís “aprecia los corazones con los ojos y controla los ojos con el corazón. Se aparta de su idea de humanidad y se une a la idea de divinidad” (Matthews, 2002:103). También escribe “Una de las propiedades del hachís es que quien lo usa no lo puede dejar” (Matthews, 2002:105). El maniqueísmo se funda en el siglo III; es un culto universalista e internacional que logra extenderse a la práctica totalidad de las zonas civilizadas. Su fundador, Mani, es visto como el sucesor de Cristo. En el año 228 Mani recibe la Revelación. En el año 270 la nueva religión está implantada en todo Irán. Pero cae en desgracia y muere en un calabozo en el 277. Los maniqueos han sido perseguidos sobre todo por los cristianos. En el año 492, el Papa Gelasio I descubre un pequeño grupo de maniqueos en Roma. Son inmediatamente eliminados. Reaparecen y en el 520, con el papa Hormisdas, son de nuevo ejecutados. Un pequeño grupo se refugia en China, sobreviviendo hasta el siglo XVII.

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En el Qam`Al-Wasin fi Damm Al-Barrasin de Nur Al-Din Ibn Al-Yazzar, hacia 1580 escribe un tratado admitiendo extender a cierta triaca o electuario, trata del consumo de bars localizado fundamentalmente en Egipto. Era utilizado con fines lúdicos (Escohotado, 1999:264). La composición del bars es de pimienta, opio, azafrán, pelitre, beleño, euforbio y nardo, sin especificar las medidas que deben utilizarse en la receta y sin mencionar la miel que se utilizaría para dar consistencia al producto y corregir su sabor, nauseabundo en opinión de Russell. Alex M. D. Russell, fue un médico inglés que vivió en Siria y que regresó a Inglaterra en 1754. Escribió The Natural History of Aleppo (Lozano, 1990: 156). Es muy posible que en la receta del bars hubiese formado parte el cannabis (Lozano, 1990:157) (Rosenthal, 1971:32). El bernavi tenía como base de su composición las hojas de cáñamo recadas y reducidas a polvo. Su receta incluía normalmente hachís en polvo, pimienta negra y blanca, pelitre, azafrán, rosa aromática, galanga, miel espuma y vino aromático (Lozano, 1990: 158). En el capítulo primero: “No ha llegado hasta nosotros testimonio alguno del Profeta acerca del hachís, ni se ha demostrado que se lo mencione en ningún dicho, digno de crédito, atribuido a los cuatro Imanes u otras gentes de honor. Así pues, ¿En qué pruebas os basáis para declarar ilícitos el hachís y sus derivados, y qué argumentos aducís para afirmar que ambos son abominables?” Pero luego afirma: “se sabe que daña al cuerpo y el hígado, causa males externos e internos. Embriaga, narcotiza, embarga la mente y causa pereza. Quien lo toma, sugestionado por sus execrables propiedades, confunde un mosquito con un búfalo, y en él produce indolencia, apatía y embotamiento. Si le hablas no oye, si come no se sacia y se le dan no se contenta” (Lozano, 1990:174). Los escritos de al-Yazzar no se convirtieron en ley islámica general, aunque fueron atendidos por distintos regentes. Su principal valor, desde el punto de vista histórico es marcar una inflexión en el concepto de ebriedad. Cualquier ebriedad es un signo de persona que gusta de placeres prohibidos, opuestos a la salud de la razón. Los posteriores argumentos de la Inquisición europea en materia de drogas no desaprovecharán esta línea, aunque exculpando a las bebidas alcohólicas (Escohotado, 1999:265).

BIBLIOGRAFÍA

  • Escohotado, A. Historia general de las drogas, Espasa Forum, Madrid (1999) 
  • Lewin,L. Phantastica. Payot, París (1970)
  • Lozano Cámara, I. Solaz del Espíritu en el hachís y el vino y otros textos árabes sobre drogas. Universidad de Granada, Granada (1998)
  • Lozano Cámara, I. Tres tratados árabes sobre el cannabis indica, AECI, Madrid (1990)
  • Matthews, P. La cultura del cannabis. Alianza Editorial, Madrid (2002)
  • Rosenthal, F. The herb-Hashish versus medieval Muslim Society, E. J. Brill, Leiden (1971)

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.