Descubre cómo mantener tu cultivo de cannabis libre de plagas y enfermedades con técnicas de limpieza y desinfección efectivas.

La limpieza en los cultivos de cannabis narcótico tiene bastante más importancia de la que se le puede suponer en un principio. Un entorno higiénico y una rutina de desinfección de los materiales de trabajo pueden marcar la diferencia entre unas plantas sanas y vigorosas y otras débiles y de lento crecimiento. Vamos a explicar unas técnicas básicas que nos ayudarán en nuestro cometido.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el entorno de cultivo. Normalmente, para cultivos “normales” en interior se limpia y desinfecta el lugar donde se va a cultivar, al objeto de evitar plagas de ácaros, en concreto la araña roja, así como de otros insectos voladores, como la mosca blanca o el trip. Se suele realizar con lejía rebajada con agua, frotando bien suelos y techos. Esto no es suficiente para mantener un cultivo higiénico, pues nos encontramos con que existen microácaros, bacterias y virus que pueden producir daños no visibles en las vías de alimentación o en las flores. Es más, a lo largo del ciclo de cultivo desinfectaremos al menos otras dos veces el entorno. 

Debemos asegurarnos muy bien de que no sólo eliminamos larvas y huevos de diferentes insectos así como los ejemplares adultos que pudieran estar circulando por el lugar, sino que además debe desaparecer cualquier posible foco de hongos o moho, incluidas zonas donde pueden estar depositadas esporas que germinaran en cuanto el ambiente sea viable para ellas.

Por esto, vamos primero a establecer un protocolo de limpieza y desinfección, incluso antes de preparar la habitación de cultivo. En él incluiremos no solo los métodos de desinfección  sino también unas normas claras para el acceso al cuarto.

Antes de colgar ninguna lámpara y de poner materiales reflectantes en paredes, etc deberemos proceder a la limpieza exhaustiva del local de cultivo. Lo que sí es recomendable es haber realizado los agujeros y obra necesarios para la posterior colocación de anclajes de sujeción, extractores, intractores, balastos y en definitiva todo lo que sea susceptible de producir restos, polvo, etc…

 A continuación procederemos a limpiar. La limpieza se define como el proceso de separación, por medios mecánicos y/o físicos, de la suciedad depositada en las superficies inertes que constituyen un soporte físico y nutritivo del microorganismo. El agente básico es el detergente. Su objetivo es la eliminación física de materia orgánica y de la contaminación de los objetos. Cronológicamente, la limpieza es un paso previo a la desinfección, por lo que constituye un factor de importancia prioritaria, ya que su ejecución incorrecta o defectuosa planteará múltiples problemas para la realización de posteriores procesos tales como la desinfección o la esterilización.

La técnica a seguir es, primero, proceder a barrer o mejor aún a aspirar con un aspirador de alta potencia, tanto suelos cómo paredes y techo, prestando especial atención a esquinas y pequeños huecos. Si en el suelo existe “rodapié”  conviene quitarlo, pues es una fuente de infecciones segura. A continuación, y tras habernos asegurado de que no quedan rastros visibles de polvo o suciedad, procederemos a fregar todas las superficies con una disolución detergente, que puede estar compuesta de agua con algún jabón basto de sosa tipo “lagarto”, o incluso de lavar la ropa. Debemos dejar de lado en este momento lavavajillas u otros productos con agentes tensioactivos, pues lo que buscamos ahora es la destrucción de la materia orgánica, y los detergentes son mucho más eficientes para ello. Por supuesto, podríamos utilizar directamente Hidróxido de Potasio o de Sodio (Potasa o Sosa cáustica)  pero no recomendamos su uso por su peligrosidad, ya que puede producir heridas y quemaduras de gravedad con gran facilidad en contacto con el agua, así como desprender vapores altamente nocivos por inhalación. 

Una vez hemos terminado con la limpieza, esperamos unas horas a que las superficies estén secas y pasamos a la desinfección. El concepto de asepsia se remonta al año 1860, en el que Lister, siendo profesor de la Universidad de Glasgow, descubrió la importancia de la asepsia en la práctica quirúrgica e introdujo en su servicio la idea de combatir la infección mediante la antisepsia con el uso de  sustancias bactericidas, sobre todo el fenol, para la limpieza del instrumental quirúrgico, heridas, gasas y desinfección del aire de los quirófanos mediante pulverización. Estas técnicas mejoraron sustancialmente el pronóstico de las intervenciones quirúrgicas, posibilitando a su vez el desarrollo de la cirugía. Bajo el concepto de asepsia se entiende a una serie de procedimientos o actuaciones dirigidas a impedir la llegada de microorganismos patógenos a un medio aséptico, es decir, se trata de prevenir la contaminación.  En nuestro caso, esto es fundamental ya que debemos tener en cuenta que vamos a introducir elementos llenos de microorganismos (las plantas, la tierra…) en un ambiente “esterilizado”, por lo que debemos tener prevista la no proliferación de estos fuera de su entorno.

La antisepsia se entiende como el conjunto de acciones emprendidas con el objetivo de eliminar los microorganismos patógenos presentes en un medio. Se puede utilizar el término como descontaminación, en el sentido de que se trata de eliminar los numerosos microorganismos que se encuentran en un determinado lugar, pero es diferente el concepto de antisepsia que el de esterilización. Si un medio séptico quiere convertirse en aséptico, no es necesaria una esterilización, término que exige la eliminación de todas las formas de vida, sino que bastará con una eliminación de los microorganismos patógenos. Cuando se utiliza el término esterilización nos referimos a la eliminación de todas las formas de vida, incluidas las esporas (formas más resistentes de vida) mediante procedimientos físicos o químicos. La antisepsia, por lo tanto, no es tan exigente, y generalmente se realiza mediante agentes físicos (filtración, luz UV, etc.) o agentes químicos. Otro término habitualmente utilizado es el de desinfección, que se refiere a la antisepsia que se realiza sobre superficies corporales o tejidos vegetales o de otra índole.

Glosario

Desinfectante. Sustancia química que destruye los microorganismos y que se aplica sobre material inerte sin alterarlo de forma sensible

Antiséptico. Sustancia química de aplicación tópica sobre tejidos vivos (piel intacta, mucosas, heridas, etc.), que destruye o inhibe los microorganismos sin afectar sensiblemente a los tejidos donde se aplica

 Limpieza. Empleo de un procedimiento fisicoquímico encaminado a arrastrar cualquier material ajeno al objeto que se pretende limpiar.

Desinfección de bajo nivel. Empleo de un procedimiento químico con el que se pueden destruir la mayor parte de las formas vegetativas bacterianas, algunos virus y hongos, pero no el Mycobacterium tuberculosis ni las esporas bacterianas.

Desinfección de nivel intermedio. Empleo de un procedimiento químico con el que se consigue inactivar todas las formas bacterianas vegetativas, el complejo Mycobacterium tuberculosis, así como la mayoría de los virus y hongos, pero que no asegura necesariamente la destrucción de esporas bacterianas.

Desinfección de alto nivel. Empleo de un procedimiento químico con el que se consigue destruir todos los microorganismos, excepto algunas esporas bacterianas.

Esterilización. Empleo de un procedimiento fisicoquímico dirigido a destruir toda la flora microbiana, incluidas las esporas bacterianas, altamente resistentes.

Dentro de los agentes químicos se diferencia entre antisépticos, que son los germicidas de baja toxicidad y que por lo tanto se pueden emplear sobre la piel y otros tipos de tejidos; y los desinfectantes, entendidos como germicidas de mayor toxicidad y que se emplean sobre los objetos, ambiente y superficies inanimadas. Como consideración general, se puede decir que las medidas de asepsia y antisepsia podrían ser eficaces separadamente en la lucha contra las infecciones en general , pero es imprescindible tener en cuenta que su utilización de una forma complementaria resulta completamente necesaria si se quiere alcanzar el éxito de las actuaciones.. Aunque conceptualmente asepsia y antisepsia signifiquen conceptos diferentes, en la práctica y a la hora de establecer medidas para su control ambas situaciones confluyen en acciones comunes, siendo muchas de las medidas encaminadas a mantener la asepsia útiles para la antisepsia y viceversa.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.