Por Alberto Garrudo (“Garru”)

En este número vamos a hablar de variedades de landraces con genotipo de sativa, las cuales abarcan casi el planeta entero. Son variedades de porte alto, finas, de gran ramificación, con ramas delgadas y largas, y llegan a producir ramas secundarias e incluso terciarias. Tienen una floración larga o muy larga, casi eterna, con cogollos que crecen a lo largo de toda la planta sin llegar a ser muy compactos en su mayoría, aunque -como en todo- existen excepciones, de las cuales veremos alguna. Poseen efectos mucho más activos y eufóricos que sus hermanas índicas, ya que sus flores contienen más cantidad de THC, en detrimento del CBD, el cual es más narcótico; algunas sativas Thai incluso llegan a producir taquicardia y ansiedad. Sus flores tienen rasgos de sabor a fruta, cítricos, incienso, madera, gominolas; suelen ser los que más sabor aportan a los híbridos hechos con índicas como otro parental, aparte de aportar mayor ramificación, altura, resistencia a humedades y producción. Las sativas gozan de menor fama por ser menos “fáciles” de cultivar que las índicas, pero hoy día la gran mayoría de híbridos considerados por los cultivadores como índicos son en realidad sativas de corta floración o híbridos sativos cruzados con índicas.

Nos centraremos en cuatro de ellas, unas más comerciales y otras nada, pero todas con su toque especial que las hace únicas entre las demás. Intentaremos abarcar el mayor abanico de fenotipos con tan sólo cuatro variedades. Nos vamos de viaje por Tailandia, México, Sudáfrica y Nepal, a ver qué esconden estos países.

MEAO THAI

Si hay que hablar de sativas nunca puede faltar la variedad fetiche de cualquier cultiveta de plantas de eterna floración, las Thai. En este caso, para no desentonar hablaremos en concreto de la Meao Thai, otra sativa que se sale de los esquemas típicos.

Para ser una planta de Thailandia, sus hojas son mucho más anchas, con una estructura mucho más fuerte que sus hermanas, con ramas más gruesas y duras. Es una planta de porte alto, con flores por toda la rama y el tronco principal; si se cultiva en maceta podría confundirse con algún híbrido algo índico por la anchura de sus hojas y el tamaño del cogollo final. De floración muy larga -sobre las 16-18 semanas-, produce cogollos gruesos, pero poco densos, algo aireados en algunos ejemplares; en otros produce cogollos duros y con resina exuberante de THC. Su efecto es muy activo, cerebral, casi taquicárdico, y sus sabores terrosos, incensados, madera o sándalo, si bien algunos ejemplares presentan poco sabor. Y también, como buena Thai, no le puede faltar su dosis de hermafroditismo, muy arraigado en genéticas de esta zona. Es algo sensible al oídio, pero hoy día el oídio puede con todo. Planta para los amantes de las sativas, es una joya a punto de desaparecer.

Al ser tan propensa a hermafroditar o sacar alguna flor intersexual, no se pueden encontrar semillas sin hibridar, pero el híbrido comercial Destroyer es, en su mayor parte, Meao Thai, que generación tras generación se intenta hacer lo más parecido posible a Meao Thai, pero sin rasgos intersexuales. Hay algún que otro híbrido que usa Meao como macho, como por ejemplo Double Thai, de ACE seeds.

OAXACA

Mexicana de la selva de San José en la zona de Oaxaca, al sur del país de la mota. Es una rareza mantenida durante años por un cultivador anciano de la zona, una sativa de gran altura, vigor y con una ramificación casi exagerada, con multitud de ramas donde crecerán los futuros cogollos, que crece en forma de bola gigante al llegar las ramas bajeras a la altura de la punta principal. Es de floración larga: tengamos en cuenta que crece muy cerca del Ecuador y que los días allí son casi todo el año 12-12, y que las plantas de climas cálidos crecen sin miedo a los fríos inviernos; por eso alargan su floración hasta las 16 semanas. De hoja muy fina y oscura de tamaño medio, es una sativa silvestre acostumbrada al exterior, y resulta complicado dominarla y sacar todo su jugo en armarios.

Sus flores tienen un olor dulce, amaderado, con un fondo skunky muy sutil, lleno de resina. Sus flores son de tamaño medio, pero no muy densas. Los cogollos crecen en agrupaciones florales por toda la rama sin llegar a producir porras largas. Tienen el aspecto del típico cogollo Foxtail, que por su aspecto recuerda la cola de un zorro. Tiene un efecto activo sin ser eufórico, creativo, como buena sativa: te dan ganas de charlar.

Al ser una sativa pura traída directamente de la sierra mexicana, y no haber sido manipulada o reproducida en interior, posee aspectos genéticos únicos en ella que la hacen muy apta para cruces; eso sí, recordando que es silvestre, y como tal sus rasgos hermafroditas no están del todo limpios. Una buena madre de Oaxaca, cruzada con un buen semental, sea índico, sativo o hibrido, puede dar resultados excepcionales, sobre todo en exterior dejándola dar todo su potencial. Aporta ramas por doquier y una estructura fuerte capaz de resistir el peso de los cogollos. He tenido la suerte de poder probar una hembra de esta belleza, y me enamoró su estilo salvaje y su potencial para la reproducción.

CISKEI

Genética de Sudáfrica, de la región de Ciskei; de ahí el nombre. Con esta planta rompieron el molde. Es una rareza africana, como la Congo Banghi, pero, por suerte, aun no está extinta sin hibridar. Es una planta sativa, aunque encaja en muchos aspectos de las índicas: de porte medio-alto, con ramas largas y robustas de tallo grueso, y con una cola principal larga y productora de cogollos densos, duros, quizá no tanto como una afghana. Es de fácil manicura gracias a un porcentaje de hojas muy bajo en sus flores. Tiene hojas de grosor medio y tamaño grande. Se suele cosechar entre las 9 y las 11 semanas, y produce mucho.

Las sumidades florales tienen notas de incienso fuerte, con un fondo muy dulce, nada cítrico. Te llena la boca y perdura un buen rato; es uno de esos sabores que al cabo del tiempo tu paladar aún recuerda. De efecto placentero y activo, te dan ganas de hacer cosas, cocinar, leer, dibujar, charlar… Muy buena planta para interior y exterior, tanto en huerto como guerrilla, ella siempre responde. No necesita de grandes cuidados, y simplemente con una buena tierra puede dar grandes cantidades en un huerto bien soleado. Gran aportadora en los híbridos por su potencial genético, y si se la cruza con alguna afghánica puede ser el hibrido que todos deseamos, ya que compacta los cogollos, da un último aporte de producción final y la resina producida es un manjar.

Las genéticas de África están hoy día olvidadas por los bancos comerciales, y son variedades en su mayoría sativas, muchas de ellas de corta floración y con muy poca sangre hermafrodita; son plantas excepcionales para crear cruces. No desestimemos todo un mundo a nuestro alcance.

Gracias al cultivador Aeritos del banco Tropical Seeds, podemos disponer fácilmente de semillas de Ciskei o cruzada con Pakistan Chitral Kush. Si las conseguís, no dudéis: podréis tener una sativa pura en vuestro jardín sin tener que esperar eternas floraciones ni tamaños inmensos y descontrolados que ocupan todo el armario. Es una sativa para el cultivador aficionado al que le guste probar de todo en su indoor.

Nepal Highland

Sativa de gran altura, una línea que procede de las montañas del Himalaya, sin más información concreta, ya que era una línea del banco Reeferman Seeds, no muy fácil de encontrar hoy día, y aún menos saber el origen de sus genéticas.

Fue rescatada por Cannabiogen. Esta sativa de corta floración -que las hay- suele estar lista en unas nueve semanas, a primeros de octubre en exterior. Tiene una altura media/alta, con ramas bajeras largas que dan apariencia de cohete o de candelabro, con una porra principal digna de ver. Es una productora de flores escarchadas, con más hoja en los cogollos, pero repletas de resina. De sabores florales, incensados, algo dulces, muy resinosa y de efecto cerebral, no te apalanca y es buena para fumar durante el día. Tiene hojas largas y finas, pero menos que las thai, de color verde oscuro.

Al ser una planta de altura, obligada a crecer en la cordillera más alta de mundo, está acostumbrada al frío, resiste a la humedad y a los hongos, y es de floración rápida porque en su país de origen, el invierno del Himalaya llega pronto y tiene que acabar antes que lleguen las nevadas. Por lo tanto, en sus híbridos se notan estos rasgos. Los cultivadores lo saben y la usan para cultivos en el Pirineo, o cualquier sierra de la Península. De calidad buena a muy buena si te toca cultivar a más de 1000 metros de altitud.

Es una planta que en exterior pide poca comida, como buen landrace acostumbrada a crecer silvestre. En interior hay que ir con más cuidado con alguna flor macho indeseable; la línea se estresa con facilidad, y eso en interior es el pan de cada día.

A los híbridos que hagamos con ella veremos que les aporta -como hemos dicho antes- resistencia al frío, a la humedad y a los hongos, aparte de acortar los días de floración de las sativas más largas. Aporta más producción a los híbridos con indicas, gracias a su ramificación y a que los cogollos crecen a lo largo de la rama. Si se usa como macho en los cruces, deja aromas y sabores florales como a lavanda, dulces e incensados.

Espero que a alguno de vosotros le entren las ganas de probarla más de una vez, y de verificar en sus carnes la infinidad de sabores, efectos y fenotipos que nos perdemos si le damos la espalda a bellezas de tal magnitud. Como habéis leído, las hay grandes y pequeñas, rápidas y eternas, productoras de densos racimos florales y no tanto, eufóricas, alegres, chisposas taquicárdicas. Para gustos… sativas.

Con este artículo acaba la trilogía dedicada a las Landraces. Espero que hayáis sacado algo en claro, o que por lo menos paséis un rato agradable leyendo vuestra revista favorita con vuestra ganja favorita. Saludos y buenos humos verdes sativos, índicos, afghánicos o rudeláricos: que cada cual elija su favorita.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.