“Walsenburg básicamente es una vieja comunidad carbonera”, dice el alcalde James Eccher. “Probablemente la industria principal al momento sea la beneficencia. Sí tenemos muchos muchachos inteligentes que han salido de este pueblo. El mayor problema es que no hay nada aquí que los retenga. Nada que los persuada a regresar”.

Walsenburg —un pueblo rural a 160 millas al sur de Denver— ha visto tiempos difíciles económicamente desde que sus minas de carbón cerraron en la década de 1960. Casi 20 por ciento de los residentes del condado vive por debajo de la línea de pobreza. El pueblo esperaba que la construcción de la correccional del condado Huerfano a principios de la década de 2000 aliviara algunas de sus penurias financieras, pero la prisión cerró en 2010 y con ella se fueron las esperanzas de una recuperación económica.

Mientras el pueblo batallaba con la adversidad financiera, un contratista de Denver llamado Brian Trani notó una tendencia con clientes que buscaban construir invernaderos costos y con alto consumo de energía para cannabis.

“A muchos de nuestros clientes se les dio de inmediato el presupuesto total de los edificios o las operaciones bajo techo que construimos para ellos porque ellos nos decían que tomáramos unos cuantos cientos de miles de dólares y esbozáramos un ambiente perfecto y luego tomáramos otros cuantos cientos de miles de dólares y lo recreáramos”, dice Trani. “No nos tardamos mucho en percatarnos de que la única razón por la cual la gente cultivaba bajo techo era la prohibición”.

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Así que Trani, quien posee Martra Holdings, trazó planos para construir una instalación de invernaderos de marihuana que rentarles a los cultivadores de cannabis. Él y su equipo tomaron en consideración cientos de factores para un cultivo óptimo y hallaron 332 acres en Walsenburg que serían una ubicación ideal para construir la instalación.

“Se pueden reducir considerablemente los costos y aumentar considerablemente la producción gracias al clima”, dice Trani.

Se espera que el sitio incluya 15 000 pies cuadrados de espacio para invernaderos con 500 empleados trabajando en el sitio.

Walsenburg ha abrazado el proyecto, el cual empezó su construcción a principios de noviembre, y ve la instalación de invernaderos como una manera de revitalizar la economía del pueblo. Mientras que otras ciudades como Denver han actuado para ponerle regulaciones estrictas a los cultivos de marihuana, Walsenburg ha tomado la decisión de desregular el proceso.

“Tenemos un buen consejo progresista en cuanto a que vemos que hay una necesidad y va a suceder”, dice Eccher. “¿Por qué no puede sucedernos?”

Trani dice que la decisión de las ciudades de “desadministrar” el proceso hará las cosas más simples para los cultivadores: “Aquí, donde ellos racionalizan todo, se acaba con todo el papeleo para los arrendatarios”.

Walsenburg también tomó la decisión de no cobrar impuestos a las cosechas de los cultivadores. Más bien, planea tener ingresos al vender agua que es propiedad del pueblo a la instalación de invernaderos. Al retirar el papeleo y asociarse con la industria del cannabis, la ciudad espera atraer 1,000 empleos al área y añadir un ingreso muy necesitado a la economía.

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“Podría traernos un millón al mes al pueblo”, dice Eccher. “Pienso que eso va a salvar a Walsenburg”.

“Queremos demostrar el modelo estatal para el cannabis”, dice Trani. “Queremos mostrar que se puede tomar una región económica deprimida y mediante el impuesto indirecto regresar a esa región donde necesita estar”.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.