Aunque el verano es, sin duda, la mejor época para el cultivo exterior, si disponemos de un lugar bastante soleado podemos llevar a cabo más de un cultivo a lo largo del año, obteniendo así un mayor rendimiento de nuestro huerto o terraza. Para ello debemos tener en cuenta la duración de cada uno de ellos por tal de no solaparlos, así como las condiciones climáticas de cada estación. Afortunadamente, contamos con un clima bastante suave en buena parte de la geografía española, lo que nos facilita en gran medida el cultivo fuera de la temporada de verano, aunque éste siga siendo algo más complicado.

¿Qué debemos tener en cuenta al cultivar fuera de temporada?

Independientemente de la época en la que estemos cultivando, si no es verano, el frío y la humedad serán algo contra lo que debemos lidiar necesariamente. Por ende, es más que aconsejable cultivar variedades resistentes a los hongos, ya que así reduciremos su impacto en gran medida. Además, también procuraremos utilizar algún tipo de prevención en este sentido como la aplicación de cola de caballo, ya sea en el riego o por pulverización foliar. Normalmente, para el cultivo fuera de temporada también es bastante recomendable que la genética empleada sea de maduración rápida. Por una parte, si el cultivo dura demasiado en otoño, el clima cada vez será más hostil, dificultándonos las tareas de cultivo. Por la otra, si la floración se extiende demasiado en primavera, corremos el riesgo de que las plantas interrumpan la floración al acortarse las noches.

En cuanto a la luz, la época de mayor irradiación solar es el verano, es decir, en otras estaciones recibimos una menor cantidad de luz natural. Además, hay que tener en cuenta que el fotoperiodo favorece la floración durante casi todo el año, excepto en los últimos días de primavera y primeros del verano. Esta menor intensidad lumínica combinada con un menor número de horas de luz solar se traduce en un crecimiento pobre, plantas menos robustas y una menor producción. En este sentido, si contamos con la posibilidad de sacar las plantas al exterior cuando ya estén desarrolladas, ganaremos altura, robustez y también peso al cosechar. Para ello tampoco es necesario que contemos con un cultivo interior o una sala de crecimiento, ya que con unos fluorescentes o un foco de bajo consumo podemos mantener a las plantas o esquejes en crecimiento hasta que estén listos para la floración.

Dadas las condiciones ambientales de frío y humedad en que suelen desarrollarse los cultivos en exterior fuera de temporada, debemos tener en cuenta que la alimentación y la frecuencia de riego también se ven afectadas. Por una parte, al hacer más frío, las plantas absorben menos nutrientes, por lo que las dosis de fertilizante deben ser menores que las aplicadas en cultivos de temporada. Por la otra, al ser la humedad relativa del ambiente mucho más elevada que en verano, el sustrato permanece húmedo por más tiempo, por lo que tendremos que regar con menor frecuencia y reduciendo la cantidad de agua. Además, estas condiciones climáticas hacen que las plantas sean ligeramente más débiles y susceptibles a las enfermedades.

Cultivo de otoño

Después del verano, el otoño es la mejor época para cultivar en exterior. Por una parte, como los días se van haciendo poco a poco más cortos, no existe riesgo de revegetación (proceso por el que las plantas vuelven a crecer una vez empezada la floración). Por la otra, como los días también son cada vez más fríos, conforme el cultivo avanza, disminuye el riesgo de plagas. Además, estas condiciones climáticas favorecen la producción de resina y la expresión de tonalidades rojizas y violetas en las flores, dando lugar a una cosecha de gran calidad.

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No obstante, este tipo de cultivo también presenta sus contratiempos. Antes de poner en marcha nuestro jardín otoñal, debemos tener en cuenta que ésta es una estación en que las tormentas son bastante frecuentes, por lo que situaremos las plantas en un lugar en que estén protegidas del viento para evitar que sufran lesiones en la medida de lo posible. Durante esta época el cultivo en tierra estaría desaconsejado si no contamos con un sitio muy resguardado del viento y la lluvia. Plantar en maceta nos ofrece la ventaja de poder mover las plantas en cualquier momento, de manera que si hay una tormenta muy fuerte o una granizada, tenemos la posibilidad de ponerlas a cubierto sin demasiada dificultad. Como el cultivo no suele presentar un gran crecimiento en otoño, emplearemos contenedores de unos 20 o 30 litros aproximadamente. También procuraremos utilizar un sustrato bastante aireado, como fibra de coco por ejemplo, para evitar el anegamiento en las raíces cuando la absorción y evaporación de agua disminuyan a causa del clima.

A la hora de escoger la variedad debemos tener en cuenta la climatología de nuestra zona. Si los inviernos son suaves y sin heladas frecuentes, podemos permitirnos el lujo de optar por genéticas que tengan una floración de duración media, pero si vivimos en una zona donde los inviernos son tan duros como para hacer imposible el cultivo, tendremos que escoger variedades de corta floración necesariamente. En cualquier caso, el cultivo de sativas puras no está recomendado, ya que tardan mucho para producir más bien poco. El momento ideal para iniciar nuestro cultivo de otoño es a finales de agosto o principios de septiembre. En esta época debemos empezar a germinar nuestras semillas o a preparar los esquejes. Lo más recomendable para estas tareas es llevarlas a cabo en interior y sacar las plantas al exterior una vez que estén listas para florecer. Durante estos días todavía suele hacer bastante calor en exterior, lo que dificultará el crecimiento y desarrollo de raíces, tanto en el caso de los esquejes como en el de las semillas. Además, el fotoperiodo hará que las plantas empiecen a florecer en cuanto lleguen a la madurez, alcanzando una altura bastante reducida si no lo alargamos de forma artificial, por lo que también deberíamos llevar a cabo el crecimiento en interior.

Durante la etapa de floración debemos proteger a las plantas de las tormentas, ya que la combinación de vientos fuertes con lluvias puede provocar la rotura de las ramas e incluso lesiones en tronco central. Si hemos decidido cultivar en maceta, esta tarea es bastante sencilla porque basta con poner las plantas a cubierto como comentaba en líneas anteriores. Aun así, sólo debemos hacerlo en caso de tormenta o granizada, ya que el objetivo no es evitar que las plantas se mojen, sino impedir que sufran lesiones.

Por mucho que hayamos escogido variedades resistentes a los hongos, su presencia durante la floración está prácticamente asegurada. El hecho de utilizar este tipo de genéticas no nos garantiza librarnos de ellos, pero hace que su proliferación y desarrollo sean más lentos. El hongo más frecuente en esta época es el oídio. Si lo encontramos en nuestro cultivo, debemos irlo controlando mediante la aplicación de fungicidas biológicos para evitar que llegue a los cogollos, ya que normalmente ataca primero a las hojas. En cuanto a la botrytis, por extraño que parezca, no tiene una gran incidencia en los cultivos de otoño si la genética empleada es resistente a los hongos. Hay que tener en cuenta que este patógeno aprovecha las lesiones que causan las orugas y otros insectos para penetrar en los tejidos vegetales y, dado que en esta época no hay plagas porque hace demasiado frío, es mucho más difícil que las plantas resulten infectadas.

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Por último, la cosecha debe llevarse a cabo en un día soleado en que las plantas no estén mojadas. Si llegado el momento pronostican lluvias para varios días, podemos optar por guardar las plantas a cubierto hasta que dejen de estar mojadas para poder cosecharlas.

El cultivo de primavera

Durante la primavera las lluvias también son bastante frecuentes, pero a diferencia de lo que ocurre en otoño, el tiempo va mejorando poco a poco en lugar de empeorar. Esto implica que durante los primeros días del cultivo el riesgo de hongos es bastante elevado y, conforme éste avanza, aumenta el riesgo de plagas. Si las plantas están enfermas, serán más susceptibles al ataque de cualquier insecto, por lo que siegue siendo recomendable escoger variedades resistentes a los hongos. Además, debemos revisar las plantas con frecuencia para asegurarnos de que están sanas y poder actuar cuanto antes en caso de plaga o enfermedad.

Otra diferencia que presenta el cultivo de primavera respecto al de otoño es que el número de horas de luz va aumentando progresivamente en lugar de disminuir. Consecuentemente, tendremos que escoger variedades de corta floración o autoflorecientes para evitar que las plantas revegeten. Desde finales de abril, el fotoperiodo natural hace que las plantas fotodependientes crezcan, de modo que si estaban floreciendo, no acabarán de hacerlo. Por tanto, deberíamos cosechar nuestro cultivo de primavera antes de que llegue el mes de mayo. Lo ideal es empezarlo a finales de febrero o principios de marzo. No obstante, en esta época las noches son todavía demasiado largas como para que las plantas crezcan y además suele hacer bastante frío, así que lo más recomendable sigue siendo llevar a cabo el crecimiento en interior. Asimismo, si en nuestra zona son frecuentes las tormentas y granizadas durante esta estación, debemos emplazar el cultivo en lugar en que quede protegido de las inclemencias climáticas. Cultivar en maceta sigue siendo la mejor opción, ya que nos permite poner las plantas a cubierto en cualquier momento o durante la noche.

Recomendaciones finales

Los cultivos de primavera y otoño suelen arrojar una menor producción y sus flores tienen una mayor proporción de hoja. Por tanto, además de intentar escoger variedades resistentes a los hogos y de corta floración, también deberíamos intentar emplear genéticas que produzcan pocas hojas. Este requisito no es indispensable pero sí aconsejable. Además, los cogollos obtenidos de cultivos llevados a cabo fuera de temporada presentan por lo general una gran cantidad de resina, de modo que son ideales para realizar extracciones.

Sin embargo, aunque el frío nos brinda flores de gran calidad, también dificulta el cultivo, por lo que tendremos que tomar las medidas explicadas anteriormente. Es especialmente importante intentar dar a las plantas un buen crecimiento para sacarlas al exterior en condiciones óptimas, ya que así nos aseguramos menos contratiempos durante la etapa de floración.

Espero que te haya gustado el artículo y que pueda serte útil para llevar a cabo tus cultivos de primavera y otoño. ¡Muy buenos humos!

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.