Los usos tradicionales del cannabis con fines médicos han sido considerablemente estudiados durante las últimas décadas. La etnofarmacología (que trata el uso tradicional y los efectos de las sustancias naturales dotadas de actividad biológica), como especialización de la etnobiología, se ha fundamentado en la antropología cultural y en la medicina para profundizar en este tema.

por Becca Wall

El cannabis es una planta anual perteneciente a la pequeña familia de las cannabáceas, cultivada desde la antigüedad preclásica para la producción de fibra y semillas, así como por sus efectos farmacológinecos de tipo euforizante en el ser humano. Su origen es centroasiático y se ha ido naturalizando a partir del cultivo en diversas regiones de nuestro planeta de forma que en la actualidad puede aparecer como un elemento subespontáneo en la mayor parte de los territorios que sean templados y tropicales.

Es una planta de flores masculinas y femeninas en distintos pies (dioica), con un tallo herbáceo que puede sobrepasar los tres metros de altura (especialmente en ejemplares masculinos). Las hojas son de forma muy característica, estrechamente lanceoladas y de margen serrado, se encuentran de forma opuesta en la región basal del tallo y alternas en la parte apical.

Para diferenciar las flores masculinas de las femeninas hay que acudir al concepto de la botánica clásica: las flores masculinas se encuentran agrupadas en panículas mientras que la inflorescencia femenina es una cima compacta y se observan las brácteas estipuladas. Además, las femeninas se caracterizan por segregar una resina amarilla-verdosa que contiene distintos principios activos responsables de sus propiedades farmacológicas.

Como la mayoría de plantas cultivadas, el cannabis presenta una gran variabilidad de formas, esto se debe a la selección artificial basada en la producción de distintos elementos como la fibra, la semilla o la resina. Aunque se diferencian las formas silvestres o naturalizadas, se entrecruzan naturalmente sin problemas y a ello se debe que la clasificación del género cannabis sea, hasta el momento, un tanto incierta.

Diversos autores reconocieron las bases morfológicas de tres especies distintas, que habría que denominar como Cannabis sativa Linneo, Cannabis indica Lamarck y Cannabis ruderalis Janischewky. El primero de los nombres fue creado por un botánico sueco en 1753, Carlos Linneo. Este nombre se aplica a las formas cultivadas para la obtención de fibra o semilla. El segundo, debido a un naturalista francés, Jean Baptiste Lamarck (1785), se aplica únicamente a las plantas cultivadas para el aprovechamiento de resina. El último correspondería a las plantas silvestres o naturalizadas.

Hoy en día, la opinión mayoritaria concuerda en la consideración del cannabis como un género. Esta única especie, Cannabis sativa L., comprendería dos subespecies, que serían la subespecie sativa y la subespecie índica, en cada una de las cuales habría que reconocer dos variedades para dar cabida a las formas cultivadas y a las formas espontáneas o naturalizadas: Cannabis sativa subespecie sativa (cáñamo productor de fibra o de aceite de semillas y pobre en principios activos) y Cannabis sativa subespecie índica (productor de resina y rico en principios activos).

La variabilidad en la cantidad de principios activos que produce la planta es consecuencia de factores genéticos, es decir, por herencia. Factores externos como el clima, la luz y el agua producen cambios muy importantes en la producción de esos principios activos.

En climas templados, como en el caso de España, se cultivan grandes cantidades de cannabis para el aprovechamiento de las fibras del tallo por la industria papelera. Las semillas, que proporcionan hasta un 35% de lípidos por peso seco, son útiles en la industria de las pinturas. Igualmente, se ha seleccionado una variedad conocida internacionalmente bajo el nombre de “sin semilla” y que se cultiva en ausencia de la planta masculina para evitar la polinización y así recolectar en su madurez esta planta femenina sin fecundar, lo que incrementa la producción de los principios activos.

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En general, los productos derivados del cannabis se obtienen mediante procesos físicos que permiten el picado o pulverizado de la parte que interesa, en este caso, el elemento más importante para diferenciar el cáñamo de otras especies son los tricomas. Son característicos pelos curvados de pared gruesa cuya base está ensanchada y contiene cistolitos, que son abultamientos celulosos impregnados de carbonato cálcico. Son también muy importantes los pelos glandulares, éstos segregan la resina que contiene los principios activos característicos del cannabis. Están formados por un pie y una cabeza secretora de 8 a 16 células.

Fibras de Cannabis sativa Soerfm

Biogénesis del cannabis

Se han aislado e identificado unos 360 compuestos naturales que proviene del metabolismo secundario del cannabis (aceites esenciales, flavonoides, monosacáridos, ácidos grasos, polifenoles y compuestos nitrogenados); aunque es posible que ninguno de ellos actúe de forma significativa en la actividad farmacológica de los productos derivados de esta planta. Los principios activos de la planta son los llamados cannabinoides, que derivan de los terpenofenoles.

Los cannabinoides son unas estructuras químicas ampliamente distribuidas en la naturaleza pero, hasta el día de hoy, no se han conseguido aislar cannabinoides de ninguna otra especie vegetal o animal que no sea el cannabis. Los cannabinoides se definen como un grupo de compuestos que están formados por 21 átomos de carbono, típicos y presentes en el cannabis. Los cannabinoides se encuentran en la planta en forma de ácida, son muy inestables bajo condiciones de luz y temperatura, y en condiciones de almacenamiento se descarboxilan rápidamente formando los principios activos farmacológicamente.

Productos derivados del cannabis

En las farmacopeas (libros oficiales de medicamentos, propios de cada estado, que recogen las sustancias medicinales de uso más común o corriente, así como las normas oficiales y obligatorias de la manera de combinarlas y prepararlas) de la mayoría de los países occidentales, la droga se encontraba reflejada como un constituyente formado por las sumidades floridas y desecadas de las plantas (excluyendo las hojas y las semillas), de las que no se había eliminado la resina.

En cuanto a las sumidades floridas, se denominan habitualmente “marihuana”. La marihuana está constituida por flores y pequeñas hojas tricomadas que forman parte de la inflorescencia femenina y que se han troceado y secado. El contenido de THC es variable.

La picadura, polvo o extracción mecánica se consigue esencialmente de las hojas y flores femeninas y que poseen un aglutinamiento de las resinas que se encuentran en los pelos glandulares que recubren estas estructuras. Como método habitual, se suele prensar hasta conseguir unas pastillas duras. Actualmente, el hachís contiene una variabilidad considerable de diferentes cannabinoides.

La resina es obtenida, a partir de los pelos glandulares, por sacudidas manuales de la planta. En muchos casos, la presencia de THC es superior al 50%. Para obtener el “aceite de hachís” se realiza una extracción de cannabinoides que están contenidos en las glándulas mediante solventes como el butano y, posteriormente, el solvente se evapora, obteniendo un producto final que puede llegar a contener porcentajes elevadísimos de THC.

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Tricomas de la planta

Empleo terapéutico en diferentes civilizaciones

El testimonio más antiguo encontrado acerca del uso del cannabis por el ser humano es una descripción en un recopilatorio de medicina china que data del año 2737 a.C., el herbario del emperador Shen Nung. En el antiguo Egipto se describía el cannabis como una planta medicinal, esto está presente en antiguos papiros egipcios e  incluso era utilizado en supositorios para aliviar el dolor de las hemorroides. El uso del cannabis como droga embriagadora se extendió desde China hasta la India, donde se encontraba muy ligada a ritos religiosos. Los sacerdotes hindúes creían que el cannabis poseía un origen divino al considerarlo como el resultado de la metamorfosis de los pelos de la espalda de Visnú, y para designar a la planta utilizaban nombres como Vijahia, que significa “producción de vida”, o Ananda, “fuente de felicidad y éxito”. Desde el 800 hasta 700 a.C., Heródoto dio cuenta del empleo de esta planta en ceremonias de carácter religioso.

Los griegos y romanos conocieron el cannabis principalmente como planta de cultivo con fines textiles. Además, en tiempos de César y Augusto, se preparaba una bebida que se relaciona con el tratamiento de la otitis. En el siglo II d.C., Galeno mencionaba que después de la comida se repartían pequeñas hogazas que producían sed y que tomadas en exceso producían efectos embriagantes.

Como se ha podido comprobar, diversas civilizaciones han utilizado el cannabis y sus productos derivados para el tratamiento de un gran número de condiciones patológicas que en la actualidad se encuadran bajo el nombre de enfermedades neurológicas o psiquiátricas. Es decir, se utiliza como sedante, anticonvulsionante, analgésico y antitusígeno.

Algunos de los efectos farmacológicos que deben ser considerados son: efectos antieméticos que son útiles para paliar las reacciones de una terapia antitumoral; efectos reductores de la presión intraocular útiles en el tratamiento del glaucoma; efectos anticonvulsivos y antiepilépticos que son principalmente derivados de la presencia del cannabidiol (CBD); una serie de efectos farmacológicos que justificarían usos menores como antiasmático, analgésico y estimulante del apetito; y también para el tratamiento del insomnio, la hipertensión y la ansiedad.

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BIBLIOGRAFÍA

J,J. Meana y L. Pantoja. (2000). Derivados del cannabis, ¿drogas o medicamentos? Bilbao: Universidad de Deusto.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.