El rentable negocio aquí de los chinos que cultivan marihuana con mano de obra que traen de China y Vietnam. Hay niños, ancianos, mujeres… Tuân logró escapar del cobertizo de Guadalajara donde estaba encerrado. España es la principal tierra de cultivo de un negocio que en Europa mueve 140 millones de euros a la semana

El vietnamita Tuân aparece en la plaza de Legazpi (Madrid) algo desorientado, con la cabeza gacha y sin despegar la vista del suelo. A la salida de la boca de Metro le espera una mujer asiática que se presenta como su «protectora». Ella va a ejercer de traductora durante el paseo por este barrio del sur de la capital. «Aún tiene miedo, no se fía de nadie», asegura la mujer. Tuân estuvo encerrado en un cobertizo custodiando una plantación de marihuana de la mafia china en Guadalajara. Hacía de jardinero y de vigilante, dormía en un colchón roto en el suelo, apenas tenía comida, no veía la luz del sol y hacía sus necesidades en una especie de orinal. Así estuvo cuatro meses, hasta que consiguió escapar. «Ya no aguantaba más. No me fui antes porque tenía miedo, me decían que si la Policía me veía me iba a deportar a mi país», explica este vietnamita que pasa de los 40 años. Asegura que también le obligaban a empaquetar al vacío la marihuana cuando la planta ya estaba seca. La guardaban en cajas que enviaban a varios países europeos a través de empresas de mensajería.

En un municipio cercano a Valencia viven dos campesinos treintañeros que trabajaban sembrando arroz en el condado de Pingnan (al sur de China) hasta que encontraron por Facebook una oferta de trabajo en España: «Necesito un jardinero para cuidar de mis plantas», rezaba la nota escrita por otro ciudadano chino que regentaba un bazar en Madrid y que ofrecía «alojamiento, comida y un sueldo decente que se negociaría más adelante». No especificaba más. Los campesinos, después de hacer varias escalas por Europa, llegaron el año pasado a la localidad valenciana de Chiva. Allí, dos compatriotas los llevaron hasta una nave. En el interior estaban otros tres chinos y una plantación indoor (interior) de marihuana que debían vigilar. Los encerraron bajo llave y no volvieron a salir hasta que la Guardia Civil los rescató hace dos semanas. Los cinco estaban demacrados, sucios y ninguno hablaba español.

Desde hace cuatro años, el crimen organizado chino ha encontrado otro nicho de mercado multimillonario en España: el cultivo y exportación de marihuana. Ellos la plantan pero la cultivan sus esclavos, hombres y mujeres que llegan con una falsa oferta de trabajo de zonas rurales de China y Vietnam o que captan directamente en España.

También en una nave de Valencia, la Guardia Civil rescató hace unas semanas a X., un vietnamita de 38 años, casado y con dos hijos, que llegó a España en febrero. Un año antes salió de su país hacia Rusia, donde estuvo trabajando durante ocho meses en una empresa textil. Apenas ganaba 300 dólares al mes y decidió marcharse a Alemania junto a otros nueve vietnamitas. El viaje hasta la frontera germana lo hicieron andando. Allí los recogió una mafia asiática y los dejó encerrados en un almacén hasta que su familia pagara los 7.000 dólares «por el viaje». Después de que la familia de X. consiguiera hacer la transferencia, éste fue liberado y contactó con un chino que lo llevó en coche hasta Valencia, prometiéndole un buen trabajo. Aunque, al llegar, le quitó el pasaporte y lo encerró bajo llave en una nave donde tenía que cuidar plantas de cannabis. Dormía en colchones tirados en el suelo con palets de madera.

Esta pareja vietnamita que fue encontrada por la Guardia Civil vigilando una plantación en Valencia.

En Madrid, Tuân -cuyo nombre significa «obediente»- camina dando tumbos de un lado para otro. Salió hace tres años de la provincia de Quang Tri, en el centro de Vietnam, para marchar a Marsella (Francia). Allí empezó a trabajar como mozo de almacén para un empresario checo. La promesa de ocho horas laborables por 1.300 euros, en realidad, se convirtió en 12 horas por 400 euros. Hasta que un ciudadano chino, el mismo que captó a sus dos compatriotas con el anuncio en Facebook, le ofreció un contrato de trabajo en España. Cuando llegó en autocar a Madrid, una furgoneta lo recogió y lo llevó hasta una caseta dentro de una finca cercana a Guadalajara. Allí estaban otro chico vietnamita y el dueño de la finca, un chino que pidió el pasaporte a Tuân con la excusa de que iba a arreglarle los papeles. Nunca se lo devolvió. Dentro de la caseta había una cosecha con cientos de plantas de cannabis que debían cuidar. Dormían en pequeños cobertizos y apenas les dejaban alimentos para una comida al día, normalmente pan, arroz y frutos secos.

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EMPRESARIO CHINO DE USERA

A menos de dos kilómetros del lugar donde nos encontramos con Tuân, en una estrecha calle del distrito de Usera, está sentado en un portal H., un empresario chino de la ciudad de Guangzhou que lleva siete años en Madrid. Oficialmente es uno de los administradores de una asesoría jurídica en Usera, aunque sus negocios más rentables van por otro lado. Hace dos meses montó una especie de narcopiso en Usera donde también vende cocaína, heroína y DMT (dimetiltriptamina, una sustancia psicoactiva que produce alucinaciones y que la fuman en pipa). Sus clientes son drogodependientes del barrio y hombres de clase media del centro de Madrid que acuden allí a comprarle la droga. Aunque antes tenía otro negocio que estaba más enfocado a la venta en el extranjero.

«Junto con otro amigo, alquiló varias fincas en Extremadura y Guadalajara donde cultivaba marihuana en invernaderos que luego vendía en Francia e Inglaterra. Tenía explotados a varios campesinos pobres de China y de Vietnam para que mantuvieran el cultivo. La Policía pilló a su compañero -el dueño del bazar, en Usera- y él consiguió quitarse de en medio y salir indemne porque no encontraron pruebas que lo vincularan», asegura un ex socio de este empresario.

Desde la Unidad Central de Inteligencia Criminal (Udyco) de la Policía Nacional lo tienen claro: «Los chinos son ahora los mayores productores y exportadores de marihuana en España». Y apuntan a que casi la mitad de las plantaciones de cannabis que hay en la península están controladas por estas mafias. Lo mismo dicen desde la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que lleva tiempo investigando y desmantelando estas organizaciones. En los últimos cuatro años ya han detenido a más de 180 personas vinculadas a estas redes.

Dos agentes de la Guardia Civil dentro de una 'plantación china' en Badajoz.

Especialmente destaca el trabajo del grupo contra la trata de seres humanos, que hace dos semanas consiguió liberar a 21 personas (12 chinos y nueve vietnamitas, a los que la organización había retirado su documentación, les prohibían salir de las naves y apenas les daban de comer), que eran explotados por las bandas chinas para cultivar marihuana. Los agentes llevaron a cabo dos operaciones (V-Termal y Quincunce) en las provincias de Valencia, Zamora, Ourense, Jaén y Guadalajara.

Algunos de los esclavos rescatados han decidido volver a su país. Otros, como el vietnamita Tuân, prefieren quedarse pero no quieren denunciar su situación por miedo a ser deportados. Y unos pocos reciben ayuda del Estado o de alguna organización solidaria. Como ocurrió el pasado febrero en Valencia. Tras una operación policial en una finca en la localidad de Xirivella, los agentes rescataron a 11 vietnamitas de una plantación de marihuana. Después de que se comprobara que eran víctimas, un juez los liberó sin ofrecerles ningún tipo de asistencia. Entonces Cruz Roja tuvo que hacerse cargo para que no se quedaran en la calle. En los últimos cuatro años han sido rescatadas cerca de 70 personas atrapadas dentro de las plantaciones. Aunque a la mayoría se les ha perdido la pista.

«Hemos detectado tres ejemplos claros de cómo operan estas mafias para engañar a sus víctimas. Primero, unos chinos le ofrecen a otro chino que vive en España un trabajo para custodiar la plantación de marihuana. Es consciente de que va a cometer un delito, pero acepta bajo unas condiciones que luego no cumplen porque no sabe que lo van a encerrar en una nave. El siguiente caso es el chino al que engañan diciéndole que va a custodiar plantas medicinales», explica el sargento Alberto Quilón, de la sección de trata de la UCO, que ha participado en las operaciones contra las mafias chinas. El último caso que relata el sargento es el más común, el de los vietnamitas. Son hombres que buscan una oportunidad para ganar dinero y de eso se aprovechan las mafias europeas que les ofrecen un buen trabajo ficticio. Después llegan los chinos y buscan a estos vietnamitas desesperados que ya están siendo explotados.

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«El consumo de cannabis en Europa no deja de crecer. Antes, los chinos buscaban a sus clientes por Europa y compraban la marihuana a un español. Eso ha cambiado. Han visto a España como una tierra de cultivo porque fuera de nuestras fronteras la droga cuesta el doble [En Reino Unido, por ejemplo, el kilo de marihuana cuesta hasta 3.500 euros]», añade el sargento Quilón. Y los chinos se dieron cuenta rápido. Por ello empezaron a traer a electricistas de su país para montar las granjas indoor donde preparar el cultivo e instalar la iluminación artificial y los sistemas de humidificación.

Tuân, uno de los 'esclavos' vietnamitas que estuvo custodiando una plantación para las mafias chinas en Guadalajara.

DESTINO EUROPA

En las dos operaciones que ha realizado la Guardia Civil han detenido a 24 ciudadanos chinos y han incautado 17.000 plantas de marihuana en ocho plantaciones, con un peso de 1.831 kilos ya manufacturados y listos para su envío. «Es un negocio que está muy diversificado. No hay grandes capos detrás, aunque el que más plantaciones tenía era un hombre que dirigía el negocio desde su bazar en Madrid. La gran mayoría de los detenidos son hombres (sólo cuatro mujeres) y coinciden en que la mayoría son de la ciudad de Guangzhou y no tienen permiso de residencia en España».

El sargento Quilón apunta a que el destino final de la marihuana son países como Reino Unido, Holanda, Polonia, Bélgica y Francia. «En sus naves tienen también una zona de secado y cuando la planta está lista la preparan en cajas al vacío y lo envían por carretera usando alguna empresa de mensajería. El receptor siempre es otro chino, porque sólo confían en ellos».

Un laboratorio donde preparan los cultivos. GUARDIA CIVIL

Y en la cúspide de la pirámide de estas redes estarían sus compatriotas que viven en el Reino Unido. La Policía Nacional apuntó algunos de sus nombres el año pasado durante la operación Canito Alfa Brexit en varios puntos de España, en la que llegaron a detener a 40 personas. Desde las islas británicas manejaban el negocio los capos Wang Ge, Guangmin, Anan y Wang Mei Ren Sheng. «Sus ganancias estimadas ascienden a 140 millones de euros a la semana», explicaba la Policía hace unos meses a Crónica.

«Se han establecido aquí por la facilidad que hay en España a la hora de delinquir. No es igual que te detengan en Alemania con siete kilos de marihuana a que lo hagan en España. Allí lo considerarían una operación antidroga y aquí una mera intervención ordinaria. Saben que aquí los delitos por tráfico de marihuana tienen penas muy blandas [van de uno a tres años de cárcel si no superan los 10 kilos; y si sobrepasan esta cantidad, de tres a cuatro años y medio]. Pero en las últimas detenciones tratamos de que también les imputen delitos de tráfico de seres humanos», explica el sargento Quilón, que resalta que el problema ahora está en la situación que se van a encontrar los esclavos rescatados.

«Hay un vacío legal en su situación. Las administraciones vuelcan todos los recursos para las víctimas de explotación sexual, pero cuando se habla de explotación laboral y la víctima es un hombre, no se le protege como se debería. Para ayudarlos se los suele meter en un recurso destinado para otra cosa». Porque la Guardia Civil teme que muchos de ellos vuelvan a caer dentro de las redes de las mafias chinas de la marihuana.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.