El ensayista español Antonio Escohotado llegó a Lima como expositor de foro organizado por la FIL, presidida por MVLl.

Pronto van a prohibir el huevo”, bromea Escohotado, hastiado de las interdicciones, en el lobby del hotel donde se hospeda y donde se prohíbe fumar. Sin embargo, con él han hecho una excepción inusual y se le ha permitido fumar en un rincón de la piscina. Este destacado ensayista, profesor universitario y excolumnista del diario El País de España, arribó a Lima para explicar por qué la prohibición de las drogas debe derogarse en el foro organizado por la FIL.

–¿Cómo les explicaría a las personas que tienen familiares adictos que la marihuana debe ser legalizada?
–Primero que todo quiero decir que el que diga que es adicto a la marihuana miente, pues la retirada del empleo no produce ningún tipo de síntoma parecido al que puede crear por ejemplo el Valium, los tranquilizantes de farmacia u otros tipos de drogas como el opio o la heroína. Al no haber síndrome de abstinencia en la marihuana, el que se declara adicto es un farsante. Luego aclárese, nadie nunca ha muerto por exceso de dosis de marihuana. Esto tampoco se destaca bastante porque todas las demás drogas del mundo descubiertas tienen potencial de abuso en el sentido orgánico: las personas pueden morirse o tener algún tipo de colapso orgánico. En el caso de la marihuana no.

–¿Cuánto influye la fascinación por lo prohibido en los consumidores?
–Cuando se pensaba que los males de Europa estaban causados por la magia negra, la cruzada contra las brujas, aparte de matar unas 100 mil personas quemándolas vivas, tuvo como efecto un crecimiento espectacular en el interés por la magia negra y la brujería. Antes de la cruzada contra las brujas nunca un papa había admitido “nos hemos equivocado”. Así va terminar la cruzada contra las drogas.

–¿Pero con la legalización surgirá también un mercado negro para aquellos que quieran comprar la marihuana más barata o en mayores cantidades…
–Yo siempre me he opuesto a la legalización del uso o del comercio con drogas. Lo que hay que tomar en consideración es que el experimento fue la prohibición. En el año 14 en EE.UU. se decidió simultáneamente prohibir tabaco, alcohol, opio y cocaína. Ahora tenemos aproximadamente 2,600 sustancias controladas porque la prohibición se está metiendo con la química y el ingenio humano en la creación de fármacos psicoactivos, entonces legalizar las drogas sería como decir legalizo el turismo, legalizo la lectura. Sería un terrible atropello en términos de derechos civiles. Lo que hay que tomar en cuenta es que este experimento, probablemente el más grande experimento moral del siglo XX, ha salido mal. Hay que restablecer las cosas como estaban antes del experimento, lo cual no significa legalizar sino simplemente restituir lo que siempre fue.

–Entonces, hablamos de despenalización…
–Hablamos de derogar la prohibición.

–Pero luego de la despenalización la gente va a poder fumar donde sea. Va a haber un aumento de los fumadores.
–Eso es fantástico, por la misma razón entonces se supone que si se acepta el divorcio, todo el mundo va a divorciarse; por la misma razón se supone que como hay libertad de prensa, todo el mundo va a empezar a calumniar a todo el mundo.

–Algunos creen que en un país con tan mala educación como el nuestro, los resultados pueden ser distintos al caso holandés, a causa de una mala comunicación y a consumidores mal educados.
–Yo creo que ahí se produce una simple proyección en el sentido psicológico de la palabra. En vez de las personas decir: a lo mejor yo no tengo control y, por ejemplo, si se legaliza la pornografía me pasaría el día masturbándome, pues por la misma razón se atribuye al vecino lo que las personas deberían interiorizar como cosa propia. Esto es un argumento desinformado y paranoico. Siempre proyectar al vecino las cosas que uno debería haber hecho consigo mismo, pero aún así el argumento es ridículo porque lo que ha producido la prohibición no ha sido reducir la oferta sino multiplicar los puntos de venta de una manera exponencial.

–Sin embargo, en Holanda, en los últimos años ha habido un incremento de las leyes reguladoras.
–Los altos responsables de la política holandesa son amigos íntimos y sé que Holanda está comprometida como nación con algunos convenios internacionales suscritos con Naciones Unidas, pero la política que efectivamente se ejerce en ese país está basada en la autonomía municipal de las ciudades. Es decir, son los alcaldes y los jefes de Policía, una comisión mixta, la que ha determinado en Holanda la existencia de coffee shops y la política expeditiva en materia de otras drogas. En Holanda no es una guerra contra las drogas sino una política de reducción de daños. Esta política se está imponiendo ya en todas partes. Yo, por ejemplo, he trabajado como traductor freelance en la famosa Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) con sede en Viena en los años 70 mientras terminaba mi “Historia general de las drogas”. En ese tiempo la JIFE tenía aproximadamente 600 funcionarios, hoy tiene 5. Eso puede indicar hasta qué punto Naciones Unidas ha renunciado a la política prohibicionista.

–¿No considera el turismo de drogas como uno de los riesgos?
–Los seres no llegan a existir negando otra cosa. No tiene sentido hablar del no-caballo porque existe el caballo y existe la cabra, pero la no-cabra no existe. Sin embargo, para Marx lo que existe es el hombre inauténtico, el que no es comunista. Los mismos que están diciendo “no a las drogas” se atiborran de drogas de farmacia perfectamente adictivas. Lo que pasa es que tienen una mezcla de hipocresía y desinformación. Los ancianos de ahora están tomando por lo menos diez principios psicoactivos diarios y ni siquiera lo saben porque tienen nombres exóticos y se los dan en la farmacia.

–Ud. dijo en una entrevista que la guerra contra las drogas era el miedo al placer, ¿no es un concepto muy simple?
–La guerra contra las drogas es una guerra, contra la inventiva del químico y contra la relación directa de uno con sus satisfacciones (…) Las personas pueden tomar muchas medidas: desde no voy a usarlas hasta voy a usar estas tales días o hasta un uso crónico. Hace ya mucho tiempo, Hipócrates determinó que solo la dosis hace un veneno. Entonces, si tú no sabes en qué consiste el producto, no puedes tener una conducta racional hacia él. El arte de dosificar es el único que la prohibición ha conseguido en el Perú porque las personas defienden con uñas y dientes su libertad. (Entrevista: Ricardo Sarria)

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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.