© Isidro Marín Gutiérrez

El Islam fue fundado por Mahoma que nació entre el 570 y 580, se volvió huérfano a edad muy temprana y se fue a la ciudad de la Meca con su abuelo. Aunque nació pobre, ganó dinero y respetabilidad al casarse con la viuda de un comerciante rico y tomando su negocio. A la edad de 40 años Mahoma empieza a sentir la llamada a la religión. Descontento de las religiones tribales que eran idólatras e incapaz de aceptar el judaísmo o el cristianismo, empezó a predicar contra la vieja religión árabe y anunció la venida de una nueva era. Él aún no tenía ni idea de que estaba comenzando a surgir una nueva religión. Al principio tuvo cierto éxito al convertir a varias personas a su manera de pensar (como su esposa o su primo Alí). A cabo de un tiempo le llamaron la atención las autoridades pero él seguía predicando hasta que finalmente le persiguieron. Mahoma huye hasta Abisinia donde consigue asilo para él y sus amigos por parte del rey cristiano. Mahoma continua predicando su mensaje y cada vez más personas le escuchan. Cuando pensó que tenía una fuerza suficiente entró en la ciudad de Medina, en la Arabia Saudita actual, aquí es donde comienza el calendario árabe, en el año 610. El Islam reconoce un solo Dios, Alá y su único profeta es Mahoma.

El libro sagrado: el Corán

El Corán es el libro sagrado del Islam en el que se narran las revelaciones que obtuvo de Dios su fundador Mahoma. Las revelaciones fueron compiladas después de su muerte por su secretario Zaid-ibn-Thabit, a quien ordenó realizar esta tarea el primer califa Abu Bekr. Diecisiete años más tarde, Otmán, tercer califa, revisó cuidadosamente el texto e hizo la edición que se considera definitiva. El Corán está escrito en árabe y consta de 114 suras o capítulos, ordenados por su longitud, de mayor a menor. Las distintas interpretaciones del Corán han dado lugar a disputas intestinas entre los musulmanes. En el Corán, Mahoma condena taxativamente el uso de alcohol. Pero a partir de que el sufismo cobra importancia comienza a repudiarse el consumo de hachís. Así que, el consumo de cannabis fue apartado por muchos de sus intelectuales, quienes censuraban sus efectos y su disposición de alejar el hombre de Alá (Mañoso/Cortés, 2000: 53). Aunque nunca fue prohibido salvo un pequeño periodo de tiempo (entre 1378-1393). En el Corán no existen referencias al cannabis pero sí al vino (alcohol) y al juego:

En la Sura II versículo 216:

“Te interrogarán sobre el vino y el juego. Diles: Lo mismo en el uno que en el otro hay mal y ventajas para los hombres; pero el mal supera a las ventajas que procuran. Te interrogarán también acerca de lo que deben gastar en larguezas”.

En la Sura V 92 y 93: “¡Oh creyentes! El vino (khamr), los juegos de azar, las estatuas y la suerte de las flechas (Los árabes idólatras acostumbraban a consultar su suerte por medio de flechas depositadas en casa de los guardianes del templo de la Meca) son una abominación inventada por Satán; absteneros de ellos y seréis felices.

93. Satán desea excitar el odio y la enemistad entre vosotros con el vino y el juego, y alejaros del recuerdo de Dios y de la oración. ¿No os abstendréis, pues, de eso? Obedeced a Dios, obedeced al profeta, y manteneos en guardia, porque si os extraviáis, sabed que el apóstol sólo está obligado a la predicación.”

Corán mameluco Egipto 1346

El conocimiento médico árabe

Los árabes conocieron el cannabis a través de los médicos y botánicos griegos y más directamente gracias al mercado con la India a través de Irán. Un peregrino indio, según la tradición popular, dio a conocer a los iraníes el uso del cáñamo como droga a mediados del siglo VI. Pero lo más probable es que se conociera antes ya que la producción de hachís estaba ya bien establecida, desde tiempos de los romanos, en el delta del Nilo (Courtwright, 2002: 72).

En el siglo IX se traduce al árabe la Materia Medica de Dioscórides y el Simplicium medicamentorum temperamentis ac facultatibus liber liber VII, de Galeno (129-199), estos hechos supondrán uno de los hechos más importantes en el paso de conocimientos médicos y farmacológicos sobre el cáñamo del mundo antiguo al árabe. La traducción de la Agricultura Nabatea (traducida al árabe por Abu Bakr B. Wahsiyya, en el siglo X, en donde se habla del aspecto de la planta del cannabis, sus utilidades, la manera de cultivarla y de las leyendas que corren en la India sobre su origen) del arameo al árabe durante el siglo X supondrá un hito en el terreno de los conocimientos geopónicos sobre el cannabis (Lozano, 1998:11).

Te puede Interesar
El cannabis y los colonos ingleses en el Nuevo Mundo

Medico árabeEl cáñamo se utilizaba para diferentes usos terapéuticos, registrados expresamente por los científicos árabes en sus obras. Se utilizaba para diferentes afecciones cutáneas. Razes en su obra el Libro en que se habla de cómo evitar los daños que producen los alimentos, afirma que las semillas producen dolor de cabeza y oscurecen la visión, daños que se evitan bebiendo agua fría o masticando hielo o comiendo frutas ácidas. Afirma que es bueno para el tratamiento de la epilepsia (865-925) y Avicena (980-1037) lo prescriben para curar la pitiriasis; también se utilizaba para estimular el crecimiento del cabello para lo cual había que dejar macerar el cannabis en agua y aplicar luego después el preparado sobre el cuero cabelludo (Lozano, 1998:11). Avicena también lo utiliza (los cañamones y las hojas) para expulsar los gases que se generan en el útero, en los intestinos y en el estómago. Avicena afirma que las semillas de cannabis producen una mezcla dañina de humores corporales, las semillas afirma que es poco alimenticia y que no es muy perjudicial (Lozano, 1998: 43). Es bueno para ahuyentar animales venenosos como víboras (Lozano, 1998: 84). Tabit b. Qurra (834-901) señala el jugo de las hojas y de los cañamones como un magnífico depurativo del cerebro y del hígado. Ibn Masawayh (777-857) sugiere a las personas de temperamento flemático tomar alimentos caloríficos y desecativos, tales como uvas pasas y cañamones. Avenzoar comenta sobre la elaboración de pan de cañamones cuyo ingrediente base parece haber sido estas semillas, y aclara que su naturaleza es fría y seca y no daña la salud. Ibn al-Adim (1192-1262) menciona a los cañamones entre los ingredientes de cuatro recetas para cocinar nabos (Lozano, 1998:12).

Farmacéuticos árabesEn el siglo X el médico árabe Ibn Wahshiyah, escribió en su libro de venenos que el olor del hachís era letal:

“Si alcanza (el hachís) la nariz, ocurrirá que tendrá más cosquillas violentas en la nariz. La cara y los ojos son afectados como si se fueran quemando; no ve nada y no puede decir lo que uno desea. Se desmaya, se vuelve a recuperar, vuelve a desmayarse y se vuelve a recuperar. Uno sigue de esta manera hasta que muere…Si es lento puede durar dos días” (Levey, 1966:43).

La locura era otro mal atribuido al uso crónico de esta sustancia. Los críticos árabes declaran que secaba las humedades de las partes inferiores del cuerpo. Esto producía vapores que van al cerebro causándole debilitamiento y destrucción. También decían que producían dependencia, el adicto al hachís gastaba todo su tiempo y esfuerzo en encontrar más hachís.

En el siglo XIV al-Firuzabadi utiliza los cañamones para el tratamiento de la vitiligo y de la lepra y al-Mayusi lo utiliza como antiepiléptico recetando el jugo de las hojas administrándolo al enfermo por las vías nasales. Los médicos lo prescribían (los cañamones o las hojas) para mitigar la otalgia, los dolores nerviosos, los dolores punzantes, el dolor de gota, y la oftalmalgia. También el cáñamo tiene usos como materia prima para la fabricación de tejidos; Dawud al-Antaki sostiene que los tejidos viejos hechos de fibra de cáñamo son un remedio comprobado para las úlceras y las heridas. Los usos de los árabes del cannabis también son ganaderos, agrícolas y domésticos, se utiliza desde forraje para alimento de los animales o el aceite como combustible, o su utilidad como insecticida o repelente de animales (Lozano, 1998:12).

Te puede Interesar
El cannabis a principios del siglo XIX

La secta de los asesinos

El cáñamo era llamado por los árabes hashish, que significa “hierba” y fue precisamente dicha hierba la que dio nombre a una de las sectas más famosas y sanguinarias, de los hashishins, de la que se deriva, según algunos estudiosos, el término de asesino. En una prisión un comerciante veneciano dictaba a un copista los detalles de un viaje fascinante, su nombre era Marco Polo. Habla en sus relatos de los “haschi-chinos”o “haschichiens”. En el año 1297 cuando Venecia y Génova estaban en guerra, Polo había sido tomado prisionero. Su libro Livre des merveilles du monde (Libro de las maravillas), era una historia fascinante y fue copiado ampliamente. Siete siglos después de la muerte de Polo el Congreso de los Estados Unidos y la opinión pública seguían creyendo a pies juntillas las escrituras de Marco Polo; que el hachís es una droga que incita al fanatismo, lujuria y violencia ingobernable. Lo gracioso de todo esto es que Marco Polo en su obra no señala en hachís en ningún momento. Cuando Marco Polo atravesaba el norte de Persia, los lugareños le contaron la historia de un gobernante legendario conocido como el Viejo de las Montañas (el jeque Hassan Ibn Al Sabbah) y su secta de asesinos (Soler Insa, 1981:188). Sobre la secta de los asesinos volveremos a hablar de ellos en un futuro artículo. Esta será otra historia.

 

Bibliografía

  • Courtwright D. T. Las drogas y la formación del mundo moderno. Breve historia de las sustancias adictivas. Paidós Contextos. Barcelona (2002)
  • Levey M. “Mediaevil arabic toxicology” Transactions of the Philosophical Society 56 (1966)
  • Lozano Cámara, I. Solaz del Espíritu en el hachís y el vino y otros textos árabes sobre drogas. Universidad de Granada, Granada (1998)
  • Mañoso Flores J. y Cortés Blanco M. Perspectiva histórica de las drogas desde un punto de vista militar, Agencia Antidroga. Comunidad de Madrid, Madrid (2000).

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.