En la entrega anterior realizamos una introducción al uso de drogas en el deporte. En ésta tratamos cuestiones de actualidad relacionadas con las nuevas medidas antidopaje. Leer primera parte. Leer segunda entrega.

Pioneros de la coca y la cocaína

Las autoridades deportivas (el Comité Olímpico Internacional, los comités nacionales, las agencias antidoping) consideran dopaje el uso de cualquier sustancia o método que pueda mejorar de forma artificial el rendimiento, así como la presencia en el organismo de algún producto de la lista prohibida. Según una definición similar, el término “dopaje” designa toda medida que pretenda modificar, de un modo no fisiológico, el rendimiento mental o físico de un deportista; o bien eliminar, sin justificación médica, una enfermedad o lesión, con la finalidad de poder participar en una competición deportiva. Una tercera aproximación, más acorde con el legalismo imperante, es la que se refiere al uso de sustancias prohibidas incluidas en las categorías farmacológicas que citamos en la primera parte del artículo.

España, vanguardia de la guerra contra el dopaje

Nuestro país se ha situado en la vanguardia de la lucha contra el uso de drogas deportivas. El Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, fue elegido, el 5 de febrero de 2007, vicepresidente de la Convención Internacional contra el dopaje. Unos días después, el 23 de febrero de 2007, ha entrado en vigor la Ley Orgánica 7/2006, de Protección de la Salud y de Lucha contra el Dopaje en el Deporte, ya citada en nuestra anterior entrega. Además de las disposiciones de carácter interno, en el Código Penal se introduce el artículo 361 bis, por el que “los que, sin justificación terapéutica, prescriban, proporcionen, dispensen, suministren, administren, ofrezcan o faciliten a deportistas (…) sustancias o grupos farmacológicos prohibidos, así como métodos no reglamentarios, destinados a aumentar sus capacidades físicas o a modificar los resultados de las competiciones, que (…) pongan en peligro la vida o la salud de los mismos, serán castigados con las penas de prisión de seis meses a dos años, multa de seis a dieciocho meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, de dos a cinco años”.

Comentaba el propio Lissavetzky, en una entrevista concedida al diario deportivo As (http://www.as.com), que “la inducción al dopaje es delito desde hoy”. Seguía diciendo: “La lucha contra el dopaje es un objetivo, pero nos interesa más la salud del deportista (…) El que induzca o suministre el doping puede acabar con penas de cárcel. Todo ello tiene el objetivo de defender al deportista”. En relación con esto, hace unos años el Colegio de Farmacéuticos de Madrid denunció a una página web de culturismo por dar consejos sobre cómo conseguir que el boticario despache anabolizantes sin presentar receta. Las recomendaciones de acudir por la mañana, pedir el producto con decisión, sin dudar ni preguntar, y de dar preferencia a los establecimientos con chicas jóvenes se consideraron incitación al delito de adquirir esteroides sin receta, que además puede tener consecuencias negativas para la salud, según los denunciantes. En la misma línea, los dirigentes afirman que el propósito de estas medidas es proteger al deportista, defenderle del uso y abuso de drogas nocivas para su salud, las que pululan por el mercado negro de fármacos ergogénicos. Argumentan que hay muchos intereses económicos de ciertos laboratorios y traficantes, quienes desean a toda costa vender sus productos, sin importarles engañar y adulterar.

Estoy seguro de que este discurso es familiar a nuestros lectores antiprohibicionistas. Como sucede en la lucha de los gobiernos contra las drogas psicoactivas, hay aquí algo de buenos propósitos y mucho de ignorancia (consciente o involuntaria) y de medidas contraproducentes en la práctica. La réplica que podemos darles es la misma que en el caso de los psicoactivos: cuando, hasta hace sólo diez años, era posible adquirir en farmacias un amplio surtido de anabolizantes -además de clenbuterol, efedrina, gonadotropinas, antiestrógenos e incluso hormona del crecimiento- prácticamente no existía mercado negro; tan sólo el dedicado a los productos exóticos que no podían obtenerse en España.

El papel de los medios de comunicación

Amplios sectores relacionados con el deporte parecen contentos con las medidas antidopaje y los resultados logrados. Los grandes medios de información, los primeros en acusar y linchar a quienes hacen trampa dopándose – siempre ávidos de carnaza para vender titulares- son los mismos que ponen en un pedestal, sin mencionar los métodos usados para llegar a la cima, a los astros del deporte. Se da la coincidencia de que ahora son quienes más alaban las medidas antidoping.

¿Han conseguido algo? De momento, que exista comercio ilegal de anabolizantes, clenbuterol, EPO y hormona del crecimiento, sin olvidar los laboratorios donde se sintetizan y los camellos que distribuyen estas drogas. Los periódicos y la televisión ya no hablan sólo de redes de tráfico de estupefacientes, sino también de las dedicadas a los esteroides, estimulantes y hormonas. Es cierto, sí han conseguido algo: crear un nuevo tipo de delito. Productos que hasta hace unos años se podían comprar en farmacias por apenas cuatrocientas pesetas, se pagan ahora a un precio cinco veces mayor, sin control sanitario ni garantía de que contengan lo que dice la caja. Esto es habitual en Estados Unidos desde hace décadas -junto a los viajes a México para pillar mandanga barata-, y ahora ha llegado a España.

Para completar el panorama, últimamente se emiten en televisión reportajes sobre el consumo de sustancias dopantes en los gimnasios, sobre los procedimientos utilizados por los traficantes para distribuirlas, y sobre la biggerexia y otras patologías supuestamente padecidas por los culturistas. Cuestiones de salud y muertes siempre ha habido entre los deportistas profesionales que han abusado. Ahora sólo falta que, gracias a la adulteración y a la falta de control sanitario, surjan bastantes casos de problemas en aficionados para que los medios se hagan eco del tema y señalen a las drogas como culpables. Nos sigue siendo familiar este discurso, ¿verdad?

Igual que desde que hay prohibición existe el asunto de la droga (se creó un tema social que antes no existía), de la misma forma, desde que aparecieron las medidas antidopaje y la persecución de estas sustancias, han aumentado el consumo no responsable y los daños asociados. Como en el caso de los psicoactivos, informar bien es la única salida, y no el secretismo, que sólo origina ignorancia y mal uso. También aquí la hipocresía de los prohibicionistas llega a su mayor contradicción al acrecentar el problema que afirmaban querer resolver.

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