Un indicador de vicios desarrollado por Bloomberg compara el costo de una casta de drogas con el salario promedio semanal de cada mercado. Colombia está en la mitad de la tabla entre 50 países.
 
Sin realizar juicios morales, ni de salud, los expertos de la agencia Bloomberg hicieron un indicador puramente económico de cuánto cuesta drogarse en 50 países del mundo, creando una canasta compuesta por cuatro grupos genéricos de drogas: opioides, cocaína, cannabis y estimulantes de tipo anfetamínico. Comparan su precio local con el salario semanal promedio de cada mercado y producen un índice, donde entre más bajo es el número, más económico es el consumo

Así las cosas, Luxemburgo es el país en donde a las personas les sale más barato drogarse pues allí la canasta cuesta US$197 lo que equivale a 9% del salario semanal promedio, que es de US$2.191 (Su índice es de 12,78). El caso opuesto es Japón, donde la canasta vale US$735, lo que representa 95,2% de un salario semanal promedio de US$771 (índice de 132,95).

Quienes realizan este indicador, bautizado Bloomberg Global Vice Index, explican que Luxemburgo es la nación más asequible para drogarse, seguida de los Países Bajos, debido a que tienen altos PIB per cápita. En el caso de Holanda se debe además a que tiene una de las canastas de droga más baratas entre las economías desarrolladas.

Colombia está justo en la mitad de la tabla entre los 50 países del estudio (índice de 45,74). Según el cual la canasta básica de drogas acá cuesta US$42 (unos $130.200) y eso equivale a 32,2% de un salario promedio semanal, que ellos establecen con base en datos del Fondo Monetario Internacional, en US$130 ($403.000).

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El país latinoamericano donde es más costoso mantener un hábito de consumo de drogas es El Salvador (índice de 93,04), cuya canasta vale US$51, es decir, 65,5% de un salario semanal. El caso contrario es Uruguay (índice de 16,34), que es la única nación de la región donde está legalizada la venta de marihuana para uso recreativo. Allí el grupo de drogas analizado por Bloomberg vale US$39, el equivalente a 115% de un salario promedio semanal. Si bien el peso de las drogas frente al ingreso de los uruguayos es alto, la legalización le da puntos en el índice.

Aunque se sabe que Estados Unidos es uno de los mayores consumidores del mundo, allí la “canasta de vicios” no es barata. El interesado debe desembolsar US$846, lo que es el tercer precio más alto del mundo, solo por detrás de Nueva Zelanda y Australia. Este último país registra la canasta más onerosa con un valor de US$1.263 o 116% de la paga semanal, en especial por el costo de los opioides.

Los australianos gastaron US$9.700 millones en drogas ilícitas en el año terminado en agosto de 2017, de acuerdo con datos del banco central de este país. La metanfetamina y el cannabis representan más de 70% de sus compras. Estas cifras provienen de un estudio sobre cómo circulan los billetes australianos: se estima que casi 2% de ellos se utilizan en negocios de drogas ilegales.

Paradójicamente en este análisis no aparece el nombre de Colombia como proveedor de drogas, en cambio sí se menciona a Holanda como exportador clave en Europa. Citan el informe de 2018 del Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Toxicomanías, según el cual “con la creciente cantidad de tráfico ilícito de drogas en la red oscura, un número considerable de proveedores operan desde los Países Bajos”.

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Debido a que gran parte del comercio de los drogas sucede de forma irregular e ilegal, en Bloomberg aclaran que la recolección de datos es difícil y que por eso no tienen tan actualizados los cambios en los precios de estos productos, que también se ven afectados con las fluctuaciones de las tasas de cambio.

El precio de la canasta de vicios subió año a año en poco más de la mitad de los países medidos en el índice. Estados Unidos registraron uno de los saltos más grandes, por la cocaína y los opiáceos, las dos clases de drogas que representaron casi 70% de las más de 70.000 sobredosis registradas en ese país en 2017.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.