Por inaki desde Multaspordrogas.com

Más de una vez te has quedado a cuadros viendo a un actor o actriz interpretando a un personaje drogado como si le hubiese poseído el espíritu de John Travolta en Fiebre del sábado noche. Es entonces cuando te queda claro que algunos directores de Hollywood no van más allá de leerse algún comic de Robert Crumb para asesorarse sobre los efectos de las drogas, lo que da a sus escenas un aire irreal y cómico no intencionado. Hemos elegido una serie de títulos para ilustraros sobre esos mitos toxicómanos que nos asombran.

La mujer es un buen negocio (Valerio Lazarov, 1977)

Donde aparece: Una guiri que intenta seducir a Manolo Escobar le hace fumarse un porro de marihuana que primero le provoca una risa y luego alucinaciones que ríase usted de Trainspotting.

Qué nos chirría: No hemos recibido información de ninguna marihuana que te haga ver al Ballet Zoom de Valario Lazarov vestido de power rangers ni a monjas maquilladas como drag queens.

Requiem por un Sueño (Darren Aronofsky, 2000),

Donde aparece: Cada vez que se consume heroína, el momento subidón suele ilustrarse con un plano de una pupila dilatándose.

Qué nos chirría: La heroína produce el efecto contrario, contrayendo la pupila hasta prácticamente el tamaño del ano de un topo.

American Beauty (Sam Mendes, 1999)

Donde aparece: El personaje interpretado por Kevin Spacey compra una onza (28,35 gramos) de marihuana G13, una variedad de indica muy potente favorita de todos los que la prueban.

Qué nos chirría: Una onza de marihuana, aunque fuese la G13, no costaba en 1999 la friolera de 2000 dólares. O el director metió la pata o el pobre Lester Burnham no tenía ni repajolera idea del precio de mercado y se la colaron bien colada.

Los padres de él (Jay Roach, 2004)

Donde aparece: El personaje interpretado por Ben Stiller recibe una dosis de tiopentato de sodio que le hace revelar sus secretos más oscuros y perversos.

Qué nos chirría: El tiopentato de sodio es una droga derivada del ácido barbitúrico que no garantiza que el sujeto al que se administra vaya a cantar hasta La Traviata. Factores como un entrenamiento especial, condiciones ambientales o, simplemente, una asunción de la mentira como verdad pueden aguarle la fiesta al interrogador de turno. No existe una droga perfecta de la verdad.

 

El Mago de Oz (Victor Fleming, 1939)

Donde aparece: Dorothy entra en sopor colocada por los efluvios de un campo de amapolas creado ad hoc por la bruja mala para retrasar así a la insoportable niña de Kansas y a sus amigos travestis en su camino hacia la Ciudad Esmeralda.

Qué nos chirría: El opio se extrae de la adormidera realizando incisiones superficiales en las cabezas, todavía verdes, unos días después de caerse los pétalos de las flores. Requiere un proceso, una elaboración. No te quedas torrado por pasar por un campo de amapolas.

Sed de Mal (Orson Welles, 1958)

Donde aparece: Un grupo de jóvenes mexicanos que han fumado cannabis amenazan a Susie, la esposa del protagonista, con violarla.

Qué nos chirría: El absurdo intento de asociar el consumo del cannabis con el aumento de la violencia sexual, algo que no tiene ninguna base científica y que ha sido usado en cientos de películas para demonizar a los respetables fumadores.

Despedida de soltero (Neal Israel, 1984)

Donde aparece: Durante el despiporre surgido en la despedida de soltero de Rick (interpretado por Tom Hanks), la mula Max esnifa tres rayas de coca que alguien ha dejado puestas sobre una mesa. A los pocos minutos es hallada muerta en un ascensor.

Qué nos chirría: Una mula suele pesar hasta media tonelada. Tres rayas de cocaina no matarían a Max. Vamos, que ni parpadear casi.

Tango & Cash (Andréi Konchalovski , 1989)

Donde aparece: Al principio de la película, el teniente Raymond Tango (Sylvester Stallone) detiene un camión de transporte de combustible que supuestamente transporta narcóticos. Tras dispararle, un chorro de polvo blanco empieza a caer del tanque contenedor. Ni corto ni perezoso, Tango se acerca al torrente de droga, recoge un puñado con la mano, lo palpa con dos dedos, se los lleva a la lengua y emite el resultado de su análisis: cocaína.

Qué nos chirría: A ningún policía en su sano juicio se le ocurre meterse en la boca una sustancia desconocida que acaba de encontrarse. Sí, en cuanto se le anestesie la lengua puede intuir que se trata de cocaína, pero…¿Y si es ántrax, o cianuro? La escena típica de película de acción ochentera en la que un agente de la ley acuchilla un paquete y esnifa o lame su contenido para dictaminar que se trata de esta o aquella droga es uno de los mitos más arraigados del cine de Hollywood y sus satélites.

Ellos robaron la picha de Hitler (Pedro Temboury, 2006)

Donde aparece: Los neonazis protagonistas reciben el encargo de robar un cuerpo ario para crear a un nuevo Führer. Optan por secuestrar a un turista alemán y acaban por llevar ante el Doctor Weisman a un guiri rastafari, al que descuartizan. Sin embargo, el corazón del fumeta está hecho una piltrafa. “¡Claro, tantos porros!” afirma vehemente el científico nazi. Eso les obliga, en un homenaje a El Pequeño Frankestein a obtener un nuevo órgano de la morgue de un hospital. El nuevo Hitler acabará por recibir el corazón de un inmigrante africano ahogado en el estrecho.

Qué nos chirría: Es verdad que en el cannabis existen componentes mínimos que pueden considerar ciertos riesgos bajo determinadas circunstancias y en determinados organismos, tal como ocurre con innumerables otras especies de plantas, pero no existe una sola prueba científica que señale que el consumo de los productos de la planta del cannabis como peligrosa para la salud.

 

Superfumados (David Gordon Green, 2008)

Donde aparece: Durante toda la película los protagonistas consumen una hierba llamada Pineapple Express.

Qué nos chirria: Es común en las películas ver que los consumidores de maría convierten sus sofás en parte de sus cuerpos, gozando de una vida indolente de risas, visionado de porno barato, juego en la videoconsola y desvarío entre fumada en fumada. Parece que un consumidor de marihuana no aporta nada a la sociedad, es un mero parásito. Se olvidan de empresarios internacionales como Richard Branson, Michael Bloomberg o Ted Turner e incluso de premios Nobel como Richard Feynman o Kary Mullis. O de los Beatles, Morgan Freeman, Carl Sagan, Steve Jobs o el mismísimo Barack Obama…

Lejanamente inspirado en Cracked.

¡Más chutes no!

Fuente: Multaspordrogas.com

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.