Comienza el buen tiempo, el sol brilla en el cielo cada vez con más frecuencia y fuerza. Las horas de luz van aumentando mientras vemos como la naturaleza muestra señales inequívocas del comienzo de la explosión de flores y plantas que se avecina. Es también el momento de planificar cultivos de exterior, tarea sencilla para quien dispone de un terreno o huerto pero no tanto para el resto. Quizá se pueda encontrar un buen lugar en tierra de nadie y conquistarlo para nuestra planta amiga. Es la hora de la Guerrilla.

Texto y Fotos: Green Commando

Todos sabemos lo difícil que resulta para un consumidor habitual de cannabis conseguir en una sola campaña una cosecha suficiente como para cubrir sus necesidades de todo un año completo. Incluso cultivando en terraza o exterior es complicado llegar a conseguir un stock amplio que nos permita fumar hasta el año siguiente y además participar en copas cannábicas, intercambiar en sesiones de cata, compartir con el que no tiene y hacer alguna que otra donación a las asociaciones de apoyo a enfermos y uso medicinal. Ah, y los repentinos  cacheos ocasionales con el correspondiente decomiso del material.

La necesidad

Si el cannabicultor vive en el centro de una gran ciudad, la cosa se complica pues raramente se puede plantar en otro sitio que dentro de su propia casa, y aunque el nivel del cultivo casero de interior ha aumentado de forma espectacular en los últimos tiempos, aún utilizando las técnicas mas punteras y los sistemas de cultivo mas sofisticados, la tarea de conseguir hierba para todo el año de una sola tacada se convierte en una empresa titánica, por no decir imposible. Tengamos en cuenta, para que el lector pueda comparar, que incluso los bancos de semillas cuando dan el rendimiento aproximado de una determinada variedad, hacen la equivalencia de una planta en exterior o ¡¡¡Un metro cuadrado en interior!!! Y usualmente, ni siquiera se llega a lo marcado como “ideal” por el banco a causa de infinidad de factores.

Si plantamos en nuestra terraza o patio o en una propiedad nuestra, no tendríamos ningún problema si no fuera por la prohibición. Aunque en teoría el cultivo para autoconsumo estaría penado como mucho con una sanción administrativa, es difícil hacer comprender a un juez que esos 2 ó 3 kilos de cogollo seco manicurado que van a quedar  de esas diez plantas que tenemos en el balcón no van a ser vendidos, sino disfrutados por uno mismo. O que esas ocho plantas de 3 metros que están en la parcela son de cinco personas en un cultivo compartido. Y aunque al final “no pase nada” y “sólo” hayamos recibido una sanción administrativa en forma de multa de hasta 6.000 euros cobrable a través de embargo de cuenta bancaria si así lo estima oportuno nuestro amado Ministerio de Economía y Hacienda, habremos pasado por el escarnio de haber sido tratados como traficantes con un laboratorio de marihuana, todo nuestro vecindario cambiará su actitud hacia nosotros pues unos nos dejarán de hablar y otros nos acosarán pues creen que vendemos o tenemos hierba y querrán que les suministremos material. Si nuestra familia no estaba al tanto, la crisis está asegurada. Si lo estaba pero no le gustaba, ya tendrá los argumentos necesarios para prohibir o vetar posteriores cultivos. Incluso se ha llegado a dar el caso de que aún siendo el proceso anulado y la acusación sobreseída, la persona imputada ha tenido que abandonar su trabajo y su residencia, pues la vida en su entorno social se convertía en insostenible a causa de la presión ejercida por la vecindad.

Por estos y otros motivos, desde que el cultivo de cannabis es ilegal en prácticamente todo el mundo occidental, los cannabicultores han buscado la forma de plantar de una manera mas o menos “silvestre” y lejos del lugar de residencia con el fin de conseguir una abundante y barata cosecha de exterior sin los riesgos de cultivar en el domicilio propio. A esta forma de cultivar se la ha denominado desde siempre como “cultivo de guerrilla”, por sus especiales características.

Arriba es abajo

Con certeza, mas de un cultivador novel que haya leído hasta aquí pensará: “Pero bueno, para sembrar unos cañamones en el campo, ¿hacen falta instrucciones?” Si lo desea, es muy sencillo realizar una prueba acercándose a cualquier río o campillo cercano y poniendo algunas semillas de cáñamo industrial, de las de alimento para canarios. Si vuelve al cabo de un par de meses y la planta sigue allí, puede considerarse extremadamente afortunado.

¿Por qué? Pues por que el campo no es hoy en día como hace treinta o cuarenta años. Ya no estamos hablando de los factores abióticos o no producidos por seres vivos, como el viento, la lluvia, la sequía o la calidad del terreno, sino que además de animales y plagas nos encontramos con que es realmente difícil encontrar un lugar relativamente oculto y por el que no pase nadie en un momento dado. Buscadores de setas, pescadores, naturalistas, familias, chavales en bicicleta y una miríada de personal con los objetivos mas dispares invaden campos, faldas de montañas, montes y vegas de ríos. En el lugar aparentemente más recóndito de repente aparece un furtivo o se escucha a una pareja haciendo el amor. Y que decir de los agentes del Seprona que recorren incansablemente las tierras y vegas de todo el territorio nacional a pie, lancha y helicóptero en sus encomiables misiones velando por el respeto a la naturaleza, y se encuentran con aquellas matas verdes de tres metros.

Por eso, la denominación “cultivo de guerrilla” expresa todo su sentido ya que tendremos que luchar contra innumerables dificultades e imprevistos de todo tipo, además de realizar grandes esfuerzos físicos y mantener una determinada “línea de pensamiento” desde que comenzamos la campaña hasta que cosechamos que condicionará y modificará sin duda nuestro estilo de vida.

Por supuesto, si salimos victoriosos de la batalla, la recompensa es realmente dulce y nos hará olvidar las penalidades de la guerra de guerrilla, y la experiencia obtenida nos llevará inexorablemente a la planificación de una nueva campaña corrigiendo los errores cometidos y perfeccionando las técnicas aplicadas. La satisfacción obtenida por un trabajo bien hecho se materializa en ilusión y nuevos proyectos. Por desgracia, cada campaña es nueva y diferente a la anterior y las probabilidades de fracaso no disminuyen con el tiempo, pero aún así merece la pena vivir la aventura.

Estrategia

En el cultivo de guerrilla la estrategia lo es todo, por eso, el objetivo de esta serie es transmitir la mayor cantidad posible de información acerca de todo lo que puede suceder desde antes incluso de germinar una semilla o enraizar un esqueje. Será el lector el que aplique estos datos y los adapte a su situación personal, pues la generalización en el cultivo de cannabis narcótico es imposible ya que cada planta es un mundo y cada cannabicultor un universo.

Trataremos aspectos que van desde la elección de la variedad a cultivar y su proceso de adaptación para guerrillahasta cuestiones personales como la actitud a mantener ante los demás o ciertas maneras de actuar cuando se acerca una visita al campo de batalla, todo ello con la intención de que aquellos cannabicultores que por diferentes motivos no consiguen cosechas que cubran su autoconsumo y se ven avocados a acceder al mercado negro con sus altos precios y falta de calidad puedan al menos complementar su producción y aguantar un poco más. En cualquier caso, aunque se fracase en la batalla y los resultados no hayan sido los esperados, se habrá ganado en experiencia y conocimiento de nuestra planta amiga en una forma habitualmente desconocida para el cultivador urbano, que podrán ser aplicados en posteriores cultivos.

En definitiva, se trata de hacer notar determinados matices en los que normalmente “no caemos” y que pueden marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso, intentando estructurar de forma clara y concisa la información así como argumentando ciertas técnicas para que el lector no se limite a aplicarlas, sino que las comprenda.

La aventura

En este punto llega el momento de plantearse si realmente merece la pena la situación que vamos a asumir durante tres o cuatro meses. Nuestra opinión personal es que sí. A pesar de todo lo anteriormente expuesto en cuanto a las múltiples dificultades que encontraremos, las probabilidades de éxito aumentan con certeza si se conoce de antemano la mayoría de lo que nos vamos a encontrar a lo largo de la experiencia. Es claro que el autor no puede garantizar de ninguna forma un resultado positivo, pero con las indicaciones que aquí se compartirán es de esperar que alguna que otra mata llegue a buen fin. Sólo con que un cannabicultor consiga cosechar una planta en su momento, el esfuerzo habrá merecido la pena.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.