El investigador valenciano Salvador Soler ha desarrollado la primera variedad de cannabis legal sin THC con alto potencial medicinal

 

El investigador valenciano Salvador Soler posa en la cámara de la UPV donde su cultiva el ‘Cannabis sativa’, motivo de su proyecto. EL MUNDO

 

«La Digitalis purpurea es una planta hermosa. Tiene unas sustancias cardiosaludables, pero si la comes te mueres porque es venenosa. En dosis adecuadas se puede utilizar, ¿pero es buena o es mala?» Es un reflexión muy gráfica, realizada en voz alta por Salvador Soler, el Doctor Ingeniero Agrónomo de la Politècnica de Valencia que ha desarrollado junto a su equipo de trabajo la primera variedad de cannabis legal.

Se trata de una variedad de gran interés, sobre todo para pacientes de cannabis medicinal debido a sus propiedades terapéuticas para el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer, cáncer de colon, glaucoma o Parkinson, además de tener propiedades antidepresivas.

El gran reto y objetivo logrado por este equipo de investigación es haber sido capaces de neutralizar algunos pasos de la ruta biosintética de los cannaboides, evitando de este modo la formación del THC (componente ilegal y psicotrípico) para poder mayor cantidad de otras sustancias saludables como el cannabigerol (CBG). Se trata de un cannabinoide con gran potencial de uso médico, cuyo contenido en las variedades de Cannabis sativa hasta ahora era meramente residual.

Dicho de otra manera, el CBG es el primer cannabinoide que se forma en la planta de marihuana. De ahí que esté considerado como la «molécula madre del cannabis», al ser imprescindible para la formación de THC y cannabidiol (CBD), dos de los cannabinoides con mayor presencia.

«En muchos estudios académicos se ha demostrado que el CBG tiene propiedades antiinflamatorias anticancerígenas, antireumáticas y paliativas del Alzheimer», resalta Salvador Soler.

El desarrollo de esta investigación ha sido por encargo de la empresa valenciana Hemp Trading, que costea el proyecto. La particularidad de esta variedad, que la hace diferente al cannabis ‘recreativo’ -como Salvador Soler bautiza a la marihuana convencional (es decir, la que ‘coloca’)- es que está libre de THC. No es por tanto psicoactiva y a la vez concentra un alto nivel de CBG medicinal como paliativo para diferentes enfermedades.

Es en una cámara climatizada y ventilada de 10 metros cuadrados, sujeta a control permanente, donde el equipo de investigadores vigila el cultivo de plantas de Cannabis sativa. Hace cinco años, Salvador Soler empezó con un primer proyecto, un estudio académico de variabilidad genética en Cannabis sativa donde evaluaron la diversidad genética. Como no podían trabajar con plantas de cannabis, la forma de poder llevar adelante el estudio entonces fue trabajar con ADN extraído de embriones de las semillas, las cuales no tienen THC.

«Poníamos semillas a remojo. De ahí sacábamos el embrión y a partir de ahí el ADN extraído», recuerda. Cuando acabó ese proyecto, la empresa Hemp Trading tuvo interés en hacer otro para desarrollar variedades con distintos niveles de cannabinoides, finalizado ahora con éxito.

Para poder cultivar las plantas pidieron un permiso a la Agencia Española de Medicamento. La mayor parte de las variedades del cannabis suelen acumular un porcentaje del THC por encima de lo legal: el 0,2%. Ese es el límite legal que permite España para su cultivo y comercialización, aunque hay otros países más permisivos como Suiza.

Fruto del trabajo de investigación de la UPV, la única institución pública de España que posee licencia para el cultivo de cannabis junto a cuatro empresas privadas, se pueden obtener plantas completamente legales que alcanzan niveles de CBG por encima de un 15% cuando lo habitual es entre 0,1 y 0,5%.

Haber logrado, por lo tanto, altos niveles de CBG en la variedad mencionada supondría un trampolín para su posible producción a gran escala de cara a su posible comercialización.

Según apunta Ernesto Llosa, CEO de la empresa Hemp Trading, gracias a este desarrollo, el CBG se puede obtener masivamente, «abriendo la puerta a la producción a gran escala de forma legal, así como hacer más pruebas para evaluar sus propiedades medicinales».

De momento, la empresa está realizando los trámites de registro de la nueva variedad y no tiene definido aún su proceso de comercialización, pero esta planta constituye un revulsivo para el sector cannábico y se presenta como un gran atractivo para farmacéuticas interesadas en explotar las propiedades medicinales del cannabis de manera legal, así como para uso industrial.

¿Lo veremos en las farmacias a medio plazo? «Yo creo que sí. Hay muchos intereses, económicos y comerciales, además de lo paliativos. Se conjuga todo y no sé en qué porcentaje, pero hay mucho camino aún por recorrer. Habrá que testarlos en pacientes y para ello hay protocolos y licencias para poder aplicarlo en personas. Es todo un camino regulado. Es posible que un corto espacio de tiempo, de tres a cinco años pueda estar transferido ya al sector farmacéutico», intuye Salvador Soler.

Para el investigador, que no le gusta calificar el cannabis como «bueno o malo», explica por qué el CBG puede ser una revolución. «Una persona que está en fase terminal de algunas enfermedades, puedes aplicarle una variedad con THC alto (del 15%), que le ayuda a llevarla mejor. Ese cannabis es de uso psicotrópico, si bien no se está haciendo un uso ‘recreativo’ sino médico, como el que se toma un paracetamol para llevar mejor los síntomas. Con la variedad desarrollada con altos contenidos en CBG, los efectos psicoactivos desaparecen, y además se ha visto que tiene, entre otros aspectos, propiedades antiinflamatorias», concluye.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.