Crónica de una White Widow en coco y compost

Por Marqués de Esquilache texto y fotos

Este reportaje se refiere a un cultivo en exterior aunque bien pudiera aplicarse a un interior. Una curiosa mezcla entre hidroponía y orgánico que ha dado como resultado cogollos dignos de admiración y, sobre todo, de propiedades psicoactivas fuera de serie. El jardinero que ha llevado a cabo este cultivo es, sobre todo y por encima de todo, un botánico entusiasta que además de cannabis cultiva de todo lo necesario para su autoabastecimiento. Una muy buena conducta en los tiempos de crisis que nos afectan a todos. Veamos cómo lo ha hecho.

 

La primera vez que visité a pepe, que es como vamos a llamar a nuestro cultivador, me maravilló lo bien que tenía organizada su huerta. Allí se producía de manera orgánica al ciento por ciento desde tomates pasando por cardos, pimientos, judías, lentejas, patatas, gallinas….¡de todo! Y por supuesto, aquella tierra desconocía la química por completo. Daba gusto ver aquellos productos de la tierra cuyo sabor y aroma eran incomparables. Por supuesto, se autoabastecía de todos los nutrientes para mantener su huerta en aquel estado de perfección. Y, sin embargo, tan sólo tenía un producto para el que tenía que acudir a los comercios especializados: el cannabis.

Me llamó mucho la atención el hecho de que, un agricultor avezado cuya vida se basaba en la autosuficiencia tuviera que acudir a los grows para cultivar una más que buena marihuana. Cuando le pregunté el porqué su respuesta fue contundente: “Por la fibra de coco”. Pero antes de continuar con esta crónica debo explicar que este jardinero trabaja además en una empresa de sustratos de gran calidad. Su trabajo le llevó hasta Holanda donde entrevistó a una eminencia de la botánica y le preguntó por el sustrato perfecto para el cannabis. La verdad es que la respuesta del sabio le sorprendió un tanto y, de hecho, en cierta medida rompía con los estándares del cultivo tradicional del cannabis.

Cultivo en cocoÉl creía que la turba era perfecta y, sin embargo, el botánico le dijo lo contrario. Según él, la turba era perfecta al principio pero con el tiempo se apelmazaba mucho, lo cuál es muy perjudicial para nuestra querida planta. El coco fue la respuesta rotunda y categórica de aquel experto. Pero ojo, el coco mezclado con otros productos.

Con esta información, nuestro jardinero decidió probar a hacer su propio sustrato para exterior en la próxima temporada y estos son los resultados que os mostramos en este reportaje.

Su sustrato se componía de un 40% de fibra de coco de calidad (de las que se encuentran en los grows, no en los viveros), un 40% de compost y un 20% de perlita. Aunque el composta contiene ciertos nutrientes, decidió añadir un poco de estiércol de sus gallinas, no mucho, para que las plantas arrancaran con más fuerza. Se preocupó mucho de ir recogiendo el estiércol de sus gallinas y después ponerlo en grandes macetas negras al sol. De esta manera lo que conseguía era secarlo para que contuviera más nutrientes. Porque, en efecto, el guano de las gallinas, recién puesto, tan sólo contiene un 1,5 1,5 y 1,5 de N P K. Mientras que ese mismo guano, una vez seco, contiene un 4,5 – 4,5 y 5 de N P y K. ¡Una enorme diferencia!

El día 1 de mayo germinó una semilla en lana en un jifi que a su vez metió en una macetita de un litro llena de simple tierra vegetal enriquecida de las que se compran en los viveros a 4 euros el saco de 50 litros. A pesar de su precio reducido se fijó en que fuera una buena marca, de esas que te especifican claramente todos los datos técnicos del tipo PH, EC, materia orgánica, etc. ¡Jamás compres una tierra que no te indique estos datos! Es muy poco profesional…

Cultivo en tierraTres semanas después la plántula estaba en perfecto estado de salud así que decidió ponerla en su lugar definitivo en el exterior. Cavó un agujero de unos 50 litros de volumen que rellenó con el sustrato mencionado. “ ¡Fue un milagro!” – nos cuenta todavía sorprendido su orgulloso propietario. “Fue como si la plántula tuviera demasiada prisa en crecer…” En menos de un mes la planta ya medía 1,50 metros y, a finales del mes de Julio había tenido que podarla hasta tres veces en altura para que no sobrepasara los 2,5 metros que es lo que él considera su altura de seguridad para que no sobrepase una valla que oculta sus plantas y que tiene precisamente esta altura.

Le preguntamos cómo abonó y nos cuenta que recurrió a una variada mezcla de ingredientes. Al principio, cuando la planta medía ya unos 50 centímetros, puso una generosa capa de posos de café encima del cepellón para edificar el suelo y además proporcionar a la planta una dosis generosa y orgánica de nitrógeno (N). Pero además de esto abonó a una EC (conductividad eléctrica) de 0.6 con un abono de crecimiento de Biobizz. No abonó en cada riego sino una vez sí y otra no. Tan pronto la planta creció hasta pasar del metro cincuenta centímetros ya estaba abonando con una EC de 1,4, puesto que la planta era tan veloz y tan hambrienta que se merendaba todo lo que le echaras.

Sin embargo, el eminente botánico le había advertido de algo a tener en cuenta cuando se utiliza fibra de coco. En efecto, aún siendo el sustrato milagroso, tiene una tendencia enorme a retener demasiadas sales metálicas. Por lo tanto, justo antes de comenzar el abonado de agosto hizo un lixiviado, un lavado de raíces muy a fondo. Regó y regó cada alcorque abundantemente, mucho más de lo necesario, hasta que el mismo sentido común le dijo que las raíces tenían que estar ya limpias de todo resto de sales metálicas.

Durante todo este tiempo se encargó de mantener siempre el alcorque de la planta con una fina capa de estiércol seco de sus gallinas como complemento a su abonado estándar. De hecho, cuando las plantas ya estaban grandes, dejó de hacerlo puesto que las mismas gallinas eligieron la generosa sombra de las matas para descansar y cagar, con lo que de forma indirecta contribuían a diario a una implementación del abonado.

A partir del día 15 de agosto comenzó el abonado para floración. Sin embargo, antes de ponerse a utilizar tan sólo un abono específico de floración siguió echando algo, muy poco, de posos de café para que las plantas tuvieran un poco de nitrógeno antes de quitarles el suministro de este nutriente casi por completo. “Cuando coseché casi todas las hojas seguían estando en buena forma y tan sólo las primeras y más grandes presentaban cierto amarilleamiento, consecuencia de la falta de nitrógeno…” – nos dice el propietario.

A finales de agosto la planta estaba siendo abonada con una EC de 1,2 milisiemens y de esta manera continuó hasta el día 10 de septiembre, fecha en la que paró de abonar completamente hasta el día de la cosecha. La planta ya tenía todo lo necesario para dar los maravillosos cogollos que os mostramos en las fotografías. Es más, el día 25 de septiembre procedió a otra lixiviación a fondo de las raíces con la intención de que la marihuana tuviera unas propiedades organolépticas excepcionales, lo cual consiguió con creces. Pero pensad que jamás sobrepasó la cifra de EC mencionada ya que la planta tenía toda la nutrición necesaria para darle una marihuana de primera clase. Y, por supuesto, tampoco abonaba en cada riego. De hecho, abonaba una vez sí y dos veces no. ¡De sobra!

La planta fue cosechada el día 8 de octubre, estando ya bien madurita. Pero antes de la cosecha hizo algo que muchos cannabicultores también hacen. Efectivamente, dejó que la planta sufriera un estrés hídrico considerable durante toda una semana. No regó nada durante estos siete días hasta que la planta comenzó a ponerse mustia y a sudar resina como una loca. Al cabo de esta semana regó en abundancia y la planta no sólo recuperó su vigor habitual sino que incluso lo mejoró. Dos días después, con la planta mostrando cogollos duros como piedras y pringosos de resina de gran calidad, la cosechó. Tuve la suerte de estar presente en ese momento y os aseguro que me puse las manos tan negras y pringosas de resina que con tan sólo quitármela con una navaja me hice varios canutos, además de tardar algunos días en que la negritud de la resina desapareciera por completo de mis manos. ¡Pocas veces he visto a una planta resinar tanto!

Como tantas veces he hecho ya, cada vez que he ido a fotografiar un cultivo, pedí al dueño que me sacara el cepellón, una vez la planta estuvo cosechada, para poder ver la cantidad de raíces que había emitido. Una vez más tengo que admitir que el coco es el sustrato que mayor número de raíces filiares produce en el cannabis. ¡Era espectacular el cepellón tan cubierto de finas raíces filiares! Si tenemos en cuenta que una planta es como una casa, en el sentido de que, para tener calidad ha de tener buenos cimientos…Una buena planta de cannabis que nos dé buena marihuana ha de tener un sistema radicular muy bueno. Cuantas más raíces mejor…Esto es de sentido común y fácil de entender por cualquiera aún no siendo un experto en botánica. Por lo tanto, la mezcla de fibra de coco con compost es una extraordinaria manera de obtener plantas muy sanas, grandes y de marihuana de primera. La White Widow dio casi medio kilo de cogollos secos y bien curados, lo cual, a pesar de lo que afirman los bancos de semillas, es una cantidad más que respetable. ¿O no?

Pero a un buen cultivo ha de seguirle un buen tratamiento de secado y curado. Lo contrario sería como cultivar el mejor Rioja del mundo para después meterlo en botellas de plástico y venderlo. Sería un verdadero crimen contra el buen gusto. Pues exactamente lo mismo sucede con el buen cannabis. Nuestro jardinero es un auténtico sibarita de la marihuana. Cuando finalizó la cosecha dejó que las plantas se secaran en un almacén de hormigón que antes era un agar. Allí, en un ambiente muy oscuro, fresco y muy seco, quedaron suspendidas boca abajo hasta su secado completo, lo cual sucedió en 3 semanas. ¿Por qué tanto tiempo? Esencialmente porque este jardinero no manicura nada las plantas en la cosecha. Piensa, y no le falta razón, que así las plantas tardan un poco más en secarse y que el secado es más homogéneo. Tan sólo retira las hojas primarias, esas enormes del principio de todo cultivo. Pero no retira ninguna más pequeña,… y mucho menos las que envuelven los delicados cogollos.

Pero cuando realmente demostró ser el gran sibarita del cannabis fue a la hora de curar la hierba. “Había sacado una hierba de tal calidad que decidí hacer el mejor curado de mi vida…” – nos cuenta. “Normalmente curo en simples cajas de cartón. Pero esta vez opté por cajas de madera de las que se usan para guardar las mejores botellas de vino…” Y no le falta razón ya que la madera, sobre todo la de cedro, confiera a la marihuana una calidad única. Y no hablamos tan sólo de sus propiedades organolépticas; hablamos sobre todo de su colocón, de sus propiedades psicoactivas. Puede que parezca magia pero no lo es. Haced la prueba. Coged una buena marihuana y curadla durante 6 meses. ¡Veréis que diferencia! Dos meses de curado es el mínimo pero si es más, mucho mejor. Ganarás en colocón, en sabor, en todo.

No podemos olvidar que la White Widow es una de esas genéticas que han creado leyenda. Sin lugar a dudas es una de las mejores variedades que el sector ha creado en los últimos años de su relativamente corta historia. Pero aún así, no es menos cierto que la elección de un excelente sustrato es esencial cuando se trata de obtener la mejor marihuana. El cannabis tan sólo tiene un punto débil: su sistema radicular. Es débil en la mayoría de los casos, y si no se lo ponemos fácil es más que probable que nos dé una porquería de planta y, por ende, una mala marihuana. En la naturaleza, cuando se trata de cáñamo, la planta se protege de este fenómeno produciendo miles de semillas. Con toda seguridad, entre tal cantidad habrá algunas de gran potencia radicular que solventarán el problema. Pero cuando pagas bastantes euros por unas pocas semillas no puedes correr este riesgo. Y la única manera de evitarlo es proporcionándole el sustrato ideal, el perfecto.

No es mi intención afirmar categóricamente que el coco sea lo mejor de todas las opciones. Pero sin duda alguna sí que es extraordinariamente eficaz. En Cannabis Magazine ya he publicado fotos comparativas entre dos clones de una misma planta madre. Uno cultivado en coco y el otro en tierra. Al finalizar la cosecha fotografiaba ambos sistemas radiculares y la diferencia era asombrosa a favor del coco. Pero, lo que en definitiva quiero dejar muy claro, es que cuando cultivamos cannabis debemos optar por lo mejor de lo mejor en el tema del sustrato. Es preferible, en mi humilde opinión, renquear más en los abonos que en el sustrato. Sin buenas raíces es absolutamente imposible obtener buena marihuana. No lo olvidemos nunca.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.