La calidad de las semillas utilizadas en nuestra plantación determinará en gran medida el potencial de los ejemplares cultivados. Al ser el punto de partida de la producción, es vital que ofrezcan una buena germinación y que sean conservadas en condiciones óptimas. La razón de este requisito es muy sencilla: siempre podremos obtener plantas que, por diversos motivos, sean de una calidad inferior a la de la semilla utilizada, pero nunca las obtendremos de una calidad superior.

por Mari SH

El proceso de producción

La viabilidad se refiere a la capacidad que tienen las semillas para germinar y dar lugar a plántulas sanas en condiciones favorables. Esta facultad puede verse disminuida por diversos factores que también afectan a su longevidad (tiempo durante el que son viables). El primer condicionante de la calidad de una semilla es su proceso de producción, que deberá llevarse a cabo en condiciones óptimas y con plantas sanas. Normalmente, los bancos de semillas suelen atender a esta necesidad, ya que cualquier cultivo produce un mayor rendimiento si está en un medio favorable, siendo así más rentable. Además, cualquier enfermedad o plaga podría contagiarse a los parentales si están en las mismas instalaciones, por lo que éste es un factor al que prestan especial atención. Por otra parte, una vez superada la fase productiva, lo habitual es aplicar un control manual para descartar aquellas semillas que no están bien formadas, maduras, o que se han roto a causa de la manipulación. Por último, realizan varios test de germinación de los lotes obtenidos para asegurar la viabilidad de las semillas envasadas.

Por lo general, las condiciones de producción son algo que sólo debe preocuparnos si hacemos semillas a nivel casero, caso en el intentaremos que sean impecables. Si decides hacer tus propias semillas, deberás tener en cuenta que las carencias, excesos u otras situaciones adversas para el cultivo influirán en su vigor, dando lugar a ejemplares más débiles que si se producen en un ambiente óptimo. Además, determinados patógenos, como por ejemplo el hongo Botrytis, pueden propagarse a través de las semillas, pudiendo causar el temido damping off (marchitez por hongos) durante el crecimiento de la plántula.

El almacenamiento

Todos los seres vivos sufrimos el envejecimiento, incluyendo las semillas que, aunque nos parezcan inanimadas, también están vivas. Durante su almacenamiento se producen una serie de cambios fisiológicos que conllevan el deterioro de sus tejidos y que acaban en la muerte. No obstante, este proceso se puede retrasar con las condiciones ambientales adecuadas, aumentando así la longevidad.

Las alteraciones fisiológicas que sufren las semillas durante su conservación son diversas, incluyéndose entre ellas la pérdida de sustancias nutritivas, la acumulación de subproductos tóxicos, el deterioro de las membranas celulares, etc. Dado que todas ellas tienen lugar como consecuencia de la actividad metabólica, las prácticas enfocadas a alargar la longevidad tienen por objetivo reducir ésta al máximo posible para ralentizar los procesos que causan el deterioro. Según la “Guía para la manipulación de semillas forestales” de la FAO, la respiración sería el principal de ellos, por lo que proponen reducir la tasa de respiración sin dañar la semilla.

Una de las propuestas encaminadas a este fin consiste en reducir el nivel de oxígeno de la atmósfera de conservación. Para ello, indican que la forma más fácil es llenar al máximo posible el recipiente empleado para el almacenamiento, ya que cuanto más espacio ocupen las semillas o cualquier otro elemento presente (normalmente gel de sílice), menos oxígeno contendrá éste. Además, el contenedor que utilicemos debe cerrar herméticamente. Muchos bancos de semillas de marihuana utilizan tubos de microcentrífuga para comercializarlas, normalmente apodados eppendorf por ser la empresa Eppendorf, uno de los mayores productores. Estos son ideales para la conservación de la semilla y puedes aprovecharlos para guardar las que no vayas a germinar de forma inmediata.

La humedad es otro de los factores que afectan a la longevidad. Por una parte, para conservar las semillas es necesario un proceso de secado que reduce la respiración, viéndose retrasado el envejecimiento. Por la otra, el nivel de secado puede verse afectado por la humedad relativa del ambiente, por lo que si ésta es elevada, disminuirá la longevidad. Lo ideal sería que la humedad relativa de la atmósfera de conservación estuviera entre el 8 y el 10% y que se mantuviera constante. En este sentido, hay que tener en cuenta que las oscilaciones térmicas inciden directamente sobre ella. Como el aire caliente puede contener mayor cantidad de vapor de agua que el frío, cuando en un habitáculo cerrado desciende la temperatura, la humedad relativa aumenta, pudiendo condesarse en gotas de agua líquida si llega al 100%. Para mitigar el efecto de la condensación, además de guardar las semillas en recipientes herméticos, deberemos introducir algún material absorbente como el gel de sílice, separándolo con un poco de algodón. De todas formas, es importante resaltar que un contenido de humedad de la semilla inferior al 4 o 5% podría causarle la muerte.

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La temperatura, además de influir de forma directa sobre el nivel de humedad, también presenta una relación inversa con la longevidad de la semilla, es decir, cuanto más baja sea (con ciertos límites), más tiempo permanecerá viable. Para evitar los daños por congelación y mantener la viabilidad durante largos periodos de tiempo, lo ideal es que la atmósfera de conservación esté entre los 4 y los 8ºC.

Por último, la luz sería otro de los causantes del deterioro de las semillas, por lo que se recomienda guardarlas en un lugar oscuro. No obstante, los factores que mayor influencia tienen sobre la longevidad son la temperatura y la humedad, que deben tenerse en consideración si se pretende conservar las semillas durante periodos superiores a un semestre. Si vamos a utilizarlas sólo unos pocos meses después de la compra, bastará con almacenarlas en un lugar fresco y seco que esté protegido de la radiación solar.

En resumen, para el almacenamiento de las semillas de cannabis durante largos periodos de tiempo deberemos utilizar algún recipiente hermético, que intentaremos llenar al máximo para reducir la presencia de aire. Además, dentro del mismo, junto con las semillas, tendremos que poner algún elemento absorbente como arroz o gel de sílice (es preferible éste último) para mantener estables los niveles de humedad. Para evitar que el arroz o el gel de sílice se mezclen con las semillas podemos utilizar algodón. También es recomendable guardarlas en frigorífico para mantenerlas a bajas temperaturas, siendo ideal situarlas en la zona inferior de la nevera (cajón de las verduras) por ser la menos fría. Por último, si el contenedor que hemos utilizado para el almacenaje no es opaco, tendremos que introducirlo en otro que lo sea o taparlo para que no le dé la luz. Las semillas conservadas en estas condiciones pueden tener una longevidad de entre 3 y 5 años, o incluso más. Algunos cultivadores aseguran haber logrado mantenerlas viables por periodos de hasta 10 años. Personalmente, las más viejas que he intentado germinar tenían 7 años y sólo germinaron 2 de 7 con bastante dificultad.

La germinación

La germinación es el proceso por el que la semilla se desarrolla hasta llegar a convertirse en una planta. Si no se ha almacenado correctamente, tendrá menos posibilidades de superar esta fase ya que, aunque germine, puede llegar a morir si ha sufrido daños o está demasiado envejecida. Para una germinación exitosa es necesario emplear semillas de buena calidad y correctamente conservadas, pero también son necesarias unas condiciones ambientales óptimas. Hay que tener en cuenta que las plántulas son mucho más delicadas que las plantas adultas y que un ambiente hostil las haría perecer con mayor facilidad.

Las condiciones favorables para la germinación de las semillas de cannabis son una temperatura de entre 20 y 25ºC, aire, humedad constante y luz. La temperatura debe ser constante dentro de este rango, ya que si no podría verse retrasada. La humedad también debe ser constante pero no demasiada, sobre todo una vez ha germinado la semilla, ya que un exceso podría impedir la presencia de aire, dificultando la respiración. En cuanto a la luz, la podemos utilizar de cualquier tipo, manteniéndola encendida entre 18 y 24 horas diarias durante la germinación.

La forma más sencilla de germinar es empapar una servilleta u algodón doblados y meter las semillas dentro, manteniendo la humedad hasta que germinen para evitar que se sequen. Normalmente, cuanto más joven es una semilla, menos tarda en germinar, pero hay que tener en cuenta que las que estén envejecidas podrían llegar a invertir hasta 15 días en hacerlo, por lo que no debes tirarlas si no han germinado durante los primeros días. Una vez haya emergido la radícula (esa raicilla blanca que sale al germinar), podemos optar por llevar a cabo el resto de la germinación en un medio específico para ello, como una pastilla de turba de coco prensada o un cubo de lana de roca, o por sembrar directamente en el medio de cultivo. Para tener un mayor control de las condiciones de temperatura y humedad de las plántulas es preferible la primera opción, es decir, colocarlas en algún medio específico para acabar de llevar a cabo la germinación, trasplantándolas más tarde al medio definitivo. Si escogemos esta alternativa, un pequeño truco que podemos utilizar para mantener el calor del medio de germinación consiste en colocar la bandeja donde están las semillas, ya sembradas en él, sobre algún aparato que esté constantemente encendido como un router, que suele desprender un ligero calorcillo que favorece el proceso. Eso sí, si el aparato por el que optas se calienta demasiado, podría ser contraproducente.

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En el caso de las semillas de cannabis psicoactivo, la causa más común de una germinación deficiente son unas malas condiciones ambientales durante la misma. Si bien es cierto que la calidad de la semilla influye directamente sobre la tasa de germinación, también lo es que el sector cannábico es uno de los pocos donde las empresas productoras de semillas suelen aplicar un control manual, por lo que la calidad acostumbra a ser alta. Es decir, en otros sectores en los que se producen semillas, como el las plantas textiles o el de las semillas para consumo humano, la recolección y criba se hacen empleando máquinas, lo cual repercute en el producto final. Sin embargo, no hay que olvidar que para mantener la calidad es imprescindible una buena conservación.

Almacenaje especializado: bancos de germoplasma

La creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad a nivel global ha motivado la conservación de semillas de todo tipo. Los llamados bancos de germoplasma son almacenes especializados que cuentan con un ambiente aislado y controlado para un correcto almacenamiento a lo largo del tiempo. Aunque muchos no admiten variedades de cannabis que contengan niveles de THC superiores al 0,2%, hay otros como el Nordic Genetic Resource Center, que sí conservan en su haber variedades con diversos contenidos de THC.

Espero que te haya gustado el artículo y que pueda serte útil para mantener vivas las semillas que no vayas a utilizar en los próximos meses.

¡Muy buenos humos!

BIBLIOGRAFÍA

  • Willan, R.L. (Compilador). (1991). Almacenamiento de la semilla. En Guía para la manipulación de semillas forestales: con especial referencia a los trópicos (pp. 165-183). Italia: FAO. Web: http://bit.ly/1leA8in.
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Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.