por Nvidia

 

             Ahora que por fin se puede volver al cultivo en interior sin peligro a temperaturas excesivas vamos a ver cómo optimizar al máximo nuestro cultivo de marihuana para obtener así la máxima producción de cogollos.

            No existe ningún producto mágico que obre milagros con unas simples aplicaciones, por lo que si lo que estás buscando es eso, no es necesario que sigas leyendo. Si por el contrario quieres dedicar los próximos cinco o diez minutos de tu vida a repasar cómo aprovechar al cien por cien todos tus recursos, viendo así una notable mejoría en la producción de cogollos de tus plantas… continúa leyendo.

            Para conseguir los mejores resultados debemos tener en cuenta una serie de factores relacionados entre sí, los cuales están relacionados directamente con el cultivo de cannabis. Optimizar sólo uno, dos o una serie de parámetros, dejando el resto sin optimizar, es desperdiciar nuestro tiempo.

            Debemos optimizar todos y cada uno de los factores que vamos a repasar. Sólo con una optimización en conjunto podremos apreciar y muy notablemente una mejoría general en nuestro cultivo de marihuana.

            Vamos a repasar esos factores uno por uno, indicado cómo optimizarlos para beneficiarnos así al máximo del tiempo que invertimos en nuestro cultivo para consumo propio.

Genética

            Por extraño que pueda sonar, son muchas las personas que piensan que todas las plantas de cannabis son iguales o que sólo cambian en el sabor dependiendo de la variedad o banco de semillas donde las adquieran.

            Esto es algo completamente falso. La desinformación es el principal motivo por el cual un alto porcentaje de cultivadores sin mucha experiencia quedan insatisfechos con sus primeros cultivos. O simplemente no aciertan y desesperan con una floración interminable.

            Y es que no todas las plantas de marihuana son iguales. A grandes rasgos se pueden clasificar en tres categorías:

            – Índicas, las cuales suelen ser buenas productoras, tienen una floración corta y no estiran mucho durante ésta. Son plantas de tronco grueso, algo chatas. Sus hojas son grandes con anchos foliolos y sus efectos suelen ser normalmente físicos y relajantes.

            – Sativas, las cuales suelen ser de larga floración y normalmente triplican su tamaño durante ésta. Suelen ser plantas de finas ramas, hojas y estrechos foliolos. Sus efectos suelen ser más a nivel mental, excitante o activador.          

            – Híbridos, son cruces entre variedades índicas y sativas. Pueden aportar características de cualquiera de los parentales mezclándolas entre sí, por lo que su morfología y efecto puede variar mucho.

            Elegir correctamente qué tipo de planta de Marihuana queremos para nuestro cultivo es fundamental. Si lo que buscamos es una variedad de floración corta, que tenga un efecto relajante y que sea buena productora, debemos cultivar variedades índicas o híbridos con predominancia índica (híbridos con genética más índica que sativa). Dentro de estas categorías, tenemos miles y miles de variedades que se ajustarán a nuestras exigencias, tanto en sabor o efecto como en producción.

            Unos buenos ejemplos de variedades índicas o híbridos con predominancia índica, pueden ser: White Russian, Great White Shark o Critical, entre cientos y cientos de posibles elecciones.

            Si lo que buscamos son plantas de efecto más activo sin importarnos dedicarle más tiempo a la floración, debemos buscar variedades sativas o híbridos con predominancia sativa. Dentro de estas categorías tenemos también infinidad de variedades donde elegir.

            Unos buenos ejemplos de variedades Sativas dignas de mencionar pueden ser: Súper Lemon Haze (os la recomiendo personalmente), Amnesia, Destroyer o Somango, entre tantas otras.

            De forma que sabiendo del espacio de cultivo del que disponemos (por la altura) y del tiempo que queremos dedicarle a éste, elegiremos la variedad que más se ajuste a nuestros gustos o circunstancias de cultivo, dejando a un lado el lado comercial de la mayoría de genéticas.

            Por otro lado, tenemos la posibilidad de elegir variedades feminizas o regulares. Si no tenemos tiempo o espacio para seleccionar entre machos y hembras, debemos ir a por lo seguro, que son las feminizadas. Conste que si es posible, recomiendo siempre tirar de variedades regulares.

            El último punto a repasar dentro de la elección de una variedad de marihuana acorde a nuestro cultivo y necesidades, es la elección entre una variedad normal o una variedad autofloreciente. Pensando con lógica, las variedades autoflorecientes requieren de muchas horas de luz para aportar una buena producción, por lo que son más recomendables para su cultivo en exterior si no queremos arruinarnos con la factura del consumo eléctrico…. Las variedades normales (no autoflorecientes), son las más recomendables para cultivos de interior, sin ninguna duda.

            Cuando hayamos elegido la variedad que vamos a cultivar, debemos recabar la máxima información sobre ella, bien a través del banco que la comercializa o de las experiencias que muchos cultivadores dejan plasmadas en foros cannábicos.

            Conocer a fondo la variedad que vamos a cultivar nos permitirá nutrirla correctamente de forma que sabremos cuándo es necesario darle un extra de nutrientes con abonos específicos y hasta qué medida. Con ello conseguiremos optimizar al máximo la nutrición y, en consecuencia, el desarrollo de nuestra planta.

 

Iluminación

            Este parámetro es de los más curiosos, pues muchos cultivadores piensan que cuanta más potencia lumínica (luz) pongamos, mejores resultados vamos a obtener… algo completamente falso.

            Las plantas de marihuana, al igual que el resto de plantas del planeta, son capaces de asimilar cierto número de fotones de forma simultánea, por lo que si ponemos una iluminación excesiva, en realidad lo que estamos haciendo es saturar a nuestras plantas. Sabremos que esto ocurre, porque como en la propia naturaleza, las ramas comenzarán a girar unos grados sus hojas para dejar pasar la luz en vez de captarla.

            Tan malo es pasarse como quedarse corto. Una planta mal iluminada no crecerá correctamente ni nos ofrecerá los mejores resultados, ni de lejos. Las plantas de marihuana son unas devoradoras de lúmenes, aunque como todas tienen su máximo. Por lo general precisan de una iluminación fuerte para desarrollarse correctamente.

            El cálculo de la potencia lumínica que debemos poner varía en función del espacio de cultivo. Para optimizar dicho espacio debemos tomar como referencia que una iluminación óptima para un metro cuadrado es de 600w si utilizamos una lámpara de vapor de sodio a alta presión (HPS) o de halogenuros metálicos (HM).

            Por supuesto, con 400w en ese mismo espacio obtendremos buenos resultados, pero no tan buenos que con 600w. Por el contrario, si en un metro cuadrado metemos 1.000w notaremos, muy probablemente, como nuestras plantas comienzan a ladear / girar sus hojas evitando el exceso de luz.

            No todo radica en la potencia que tenemos que usar en relación a las medidas de nuestro espacio de cultivo. También influye y mucho el tipo de iluminación que usemos en cada ciclo del cultivo.

            Durante la primera semana de vida o diez días, una simple lámpara de bajo consumo de luz blanca será suficiente para completar las demandas lumínicas de nuestras plántulas. Estas lámparas CFL de 150w o 200w son una elección estupenda. Tras este periodo, podemos pasar a la acción con halogenuros metálicos, los cuales tienen una tonalidad perfecta (luz blanca / azulada) para la etapa de crecimiento. Con 400w o 600w de halogenuros metálicos veremos crecer nuestras plantas como locas.

            Para la etapa de floración nada mejor que el vapor de sodio a alta presión (HPS). Un buen sodio de 600w / m2 es nuestro mejor “as” para conseguir un buen rendimiento en nuestras plantas. La iluminación Led también puede ser una buena opción para la etapa de floración, aunque los w necesarios pasarían a ser entre unos 300w a 400w con leds de calidad (Osram o Cree) y una configuración de colores correcta.

            El balastro que alimenta nuestras lámparas de halogenuros metálicos y vapor de sodio a alta presión es clave para que nuestra lámpara en uso dé lo mejor de sí misma. Los balastros convencionales tienden a perder potencia con el uso y tras unos pocos cultivos, veremos cómo nuestra lámpara brilla cada vez menos. Esto es algo que podemos evitar adquiriendo un balastro electrónico que, además, no se calentará tanto como el convencional y nos dará la posibilidad de variar la potencia de nuestra lámpara.

            Con un balastro electrónico y regulable de 600w y una lámpara de halogenuros metálicos de 600w podremos ir aumentando progresivamente la potencia durante la etapa de crecimiento por ejemplo, comenzando con 400w la primera semana (tras la germinación y periodo con bajo consumo) e incrementando a 600w las siguientes.

            Con esto ahorraremos también en la factura de la luz. Al optimizar la iluminación optimizamos también el consumo eléctrico.

Humedad y temperatura

            No podéis imaginaros hasta qué punto influye una buena configuración de la humedad y la temperatura en nuestro cultivo interior de Marihuana. La comparación de resultados entre una configuración bien optimizada y una mal optimizada (o simplemente sin optimizar) son asombrosos.

            Debemos dividir la configuración de estos parámetros en dos ciclos. El primero es el ciclo de crecimiento en el que la humedad óptima debe rondar el setenta por ciento constantemente.

            Nuestras plantas de marihuana se hidratan también por las hojas, no sólo por las raíces. Por lo que si dispones constantemente de una humedad relativa alta, es beneficioso puesto que ellas podrán hidratarse a través de las raíces y hojas, dedicando toda su energía a desarrollarse.

            Con un nivel bajo de humedad o simplemente mal optimizado, nuestras plantas perderán energía hidratando la parte vegetal visible, la planta no crecerá a buen ritmo e incluso las hojas se mostrarán mustias e insanas.

            Durante el segundo ciclo, el ciclo de floración, debemos rebajar ese nivel de humedad dejándolo en torno al cincuenta por ciento. De esta forma evitaremos un exceso de humedad en las flores que después formarán cogollos, evitando así la aparición de hongos.

            La temperatura en el interior de nuestro armario o sala de cultivo es tan importante como cualquiera de los demás factores. Aunque todos sabemos que las plantas de Marihuana pueden florecer a cuarenta grados o a quince, lo cierto es que a esas temperaturas extremas su producción no es buena.

            Debemos mantener una temperatura media constante, tanto durante la etapa de crecimiento como durante la etapa de floración. La temperatura óptima para que nuestras plantas no pierdan energía hidratándose a causa del calor y puedan desarrollarse correctamente, es de entre veinticuatro y veinticinco grados.

            Esa temperatura es perfecta para un cultivo de Marihuana, pudiendo bajar sin problema tres o cuatro grados durante las horas de oscuridad. Con esta temperatura evitaremos no sólo que nuestras plantas se deshidraten sino que también evitaremos que las cabezas de los tricomas, donde se encuentra el THC, se degraden por exceso de calor, obteniendo así unos resultados óptimos tanto en producción como en calidad de esta misma.

            Uno de los factores clave para optimizar el nivel de humedad y temperatura de nuestro indoor es controlar, mediante potenciadores la intracción y extracción, el flujo de aire. Una buena intracción y extracción es fundamental en nuestro cultivo de interior. Con ella no sólo renovaremos el aire viciado sino que podremos optimizar parámetros tan importantes como lo son la temperatura y la humedad.

Nutrientes

            Llegamos al punto donde se lía gorda y es que aquí también, por algún extraño motivo, son muchos los cultivadores que piensan que debemos saturar nuestras plantas de abonos y estimuladores para que crezcan mejor y mas rápido, algo completamente erróneo.

            Lo principal en este punto es elegir un buen sustrato para nuestro cultivo de marihuana. Podemos hacer un poco de “profesor Bacterio” comprando fibra de coco, tierra, humus, arlita y demás historias y mezclarlas a nuestro gusto o antojo hasta obtener un sustrato medianamente aceptable.

            Aunque también podemos ir a un grow shop y gastarnos los quince euros que de media suele costar un saco de cincuenta litros de sustrato ya preparado para el cultivo de cannabis. Esta opción, en mi humilde opinión, es sin duda la más recomendable.

            Empresas como “CANNA” ponen a nuestra disposición sacos de sustrato ya preparado y aireado, con un equilibrio perfecto de nutrientes para no saturar a nuestras plantas. Gastarse unos euros en adquirir un sustrato de calidad como el que nos ofrecen, es algo que deberíamos hacer sí o sí.

            Siguiendo mi consejo y utilizando un sustrato de calidad, no debemos usar ningún tipo de abono durante la etapa de crecimiento. Pensar que por poner más nutrientes (abonos) nuestras plantas van a crecer más rápido o fuertes, es un error de grandes dimensiones.

            Es sólo a partir de la cuarta o quinta semana, siempre que usemos contenedores (macetas) de tamaño apropiado, cuando debemos añadir algún extra de nutrientes, dado que durante las semanas de floración nuestras plantas realizarán un gran esfuerzo duplicando o triplicando su masa vegetal, por lo que un extra de nutrientes específicos, aquí sí viene bien.

            Los nutrientes específicos de origen natural (abonos orgánicos), son los más recomendables sin lugar a dudas. Bien aplicados cubrirán las necesidades de nuestras plantas sin afectar al sabor, olor o efecto de los futuros cogollos.

            Durante el ciclo de floración, a partir de la tercera / cuarta semana si partimos de variedades índicas y cuarta / quinta (o incluso sexta) si partimos de variedades sativas, debemos aportar también un poco de abono orgánico rico en fósforo y potasio (PK). Éste ayudará al desarrollo y engorde de los frutos de nuestras plantas, nuestros queridos y esperados cogollos.

            El tamaño del contenedor o maceta, como prefiráis llamarlo, es también fundamental. Para un cultivo en un armario de cultivo de un metro de ancho, por un metro de fondo y otro de alto, sin lugar a dudas usaría durante el ciclo de floración unas macetas de once litros (siempre que cultivemos con tierra, con coco es otro mundo). Sin embargo, durante el crecimiento usaría contenedores de unos tres litros al principio y seis o siete a mediados de la etapa de crecimiento, ayudando así a desarrollar el sistema radicular de la planta.

            Como veis, no es necesario aplicar mil productos ni estimuladores para obtener los mejores resultados, simplemente hay que utilizar los necesarios en su preciso momento. Con sólo un abono orgánico normal de crecimiento (que aplicaremos durante el final del ciclo de crecimiento) y un abono orgánico rico en fósforo y potasio (PK) (que aplicaremos a mediados del ciclo de floración) podremos obtener unos resultados espectaculares.

Un último consejo que os doy para obtener los mejores resultados es esperar a que la planta haya terminado de florecer. No son pocos los cultivadores que ven flores y ya se desesperan por cosechar. De media, debemos realizar un ciclo mínimo de ocho semanas de floración para obtener buenos resultados, ampliable según variedades.

Bueno, espero que hayáis comprendido que lo importante no es optimizar un factor al máximo y esperar buenos resultados, sino que debemos optimizar todos los factores de nuestro cultivo para obtener los mejores resultados. Todo lo demás, es desperdiciar tiempo y esfuerzo.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.