En los últimos años, ha aumentado el interés en el uso medicinal del Cannabidiol (CBD), un químico que se genera naturalmente en la planta de cannabis (también conocida como “marihuana”). Existe interés en el CBD como medicina porque hay alguna evidencia de que tiene beneficios médicos, pero no hace que la gente tenga un “subidón” y no hay indicios de que el CBD, por sí solo, genere un mal uso o abuso de esta sustancia.

Investigaciones recientes han demostrado los posibles efectos terapéuticos del CBD en niños pequeños con trastornos convulsivos raros y los pacientes en estados donde el cannabis o el CBD han sido legalizados informan que lo usan para una variedad de trastornos de salud. Los expertos en negocios estiman que el mercado de productos CBD crecerá a más de 2.000 millones de dólares en ventas al consumidor dentro de los próximos tres años.

Aunque el interés en esta área continúa creciendo, se ha hecho muy poco para garantizar la regulación y la supervisión de la venta de productos que contienen CBD. La razón principal es que el CDB actualmente está clasificado como una sustancia peligrosa controlada por el Programa I por la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, a pesar de haber sido legalizado para uso medicinal en muchos estados. Por lo tanto, muchas personas no tienen acceso a las tiendas que venden productos de CBD y en su lugar confían en los minoristas ‘online’ para comprar productos de CBD.

Un estudio realizado por un investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania (Penn Medicine), publicado esta semana en ‘JAMA’, revela que casi el 70 por ciento de todos los productos de cannabidiol que se venden por Internet están etiquetados en exceso o por debajo, lo que puede causar graves daños a sus consumidores. El autor principal del estudio, Marcel Bonn-Miller, profesor adjunto de Psicología en Psiquiatría, cree que el etiquetado incorrecto de los productos de cannabidiol es un resultado directo de la regulación y supervisión inadecuadas.

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“El gran problema, que es algo que no es legal a nivel federal, es que la supervisión de control de calidad necesaria de la Administración de Alimentos y Fármacos [FDA, por sus siglas en ingles] no está disponible. Actualmente, no existen estándares para la producción, prueba o etiquetado de estos aceites –afirma Bonn-Miller–. Ahora mismo, si compras una chocolatina Hershey, sabes que ha sido revisada, sabes cuántas calorías contiene, sabes que tiene chocolate como ingrediente, sabes cuánto chocolate hay allí. Al vender estos aceites sin supervisión, no hay manera de saber qué hay realmente en la botella. Es una locura tener menos supervisión e información sobre un producto que se usa ampliamente con fines medicinales, especialmente en niños muy enfermos, más que una chocolatina Hershey”.

EL 42 POR CIENTO DE PRODUCTOS, ETIQUETADOS A LA BAJA

Durante un mes, Bonn-Miller y su equipo de investigadores realizaron búsquedas en Internet para identificar y comprar productos de CBD disponibles para la compra minorista digital que incluían el contenido de CBD en el paquete. El equipo compró y analizó 84 productos de 31 compañías diferentes y descubrió que más del 42 por ciento de los productos estaban indicados a la baja en la etiqueta, lo que significa que el producto contenía una mayor concentración de CBD que la indicada.

Otro 26 por ciento de los productos comprados fueron etiquetados en exceso, lo que significa que el producto contenía una menor concentración de CBD que la que apuntaba la etiqueta. Solo el 30 por ciento de los productos de CBD comprados poseían un contenido real de CBD que estaba dentro del 10 por ciento de la cantidad indicada en la etiqueta del producto.

Aunque los estudios no han demostrado que un exceso de CBD pueda ser dañino, los productos que contengan muy poco o demasiado CBD podrían anular el beneficio potencial clínico para los pacientes. Además, la variabilidad entre los productos puede hacer que sea problemático para los pacientes obtener un efecto fiable.

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“Las personas están usando esto como medicina para muchas afecciones –ansiedad, inflamación, dolor, epilepsia–“, explica Bonn-Miller. “La mayor implicación es que muchos de estos pacientes pueden no estar recibiendo la dosis adecuada, o no reciben lo suficiente para que sea efectiva o están recibiendo demasiado”, agrega.

Según Bonn-Miller, varios productos también contienen una cantidad significativa de tetrahidrocannabinol (THC), el compuesto químico en el cannabis responsable de hacer que una persona tenga un “colocón”, que se ha demostrado que causa deterioro cognitivo y otros efectos adversos para la salud. “Este es un medicamento que a menudo se usa para niños con epilepsia, por lo que los padres podrían estar dando a su hijo THC sin siquiera saberlo”, advierte.

En un estudio anterior, Bonn-Miller y sus colegas analizaron la dosis de cannabinoides y la precisión de las etiquetas en productos comestibles de cannabis medicinal y encontraron discrepancias similares, por lo que esperan que éste y otros estudios futuros llamen la atención sobre el impacto del etiquetado inconsistente del producto de cannabis. “La investigación futura debe centrarse en garantizar que las personas estén prestando atención a este problema y fomentando la regulación en esta industria en rápida expansión”, concluye.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.