Londres acoge un foro europeo para debatir sobre la legalización

«Vivimos de un vacío legal». Es lo que reconoce por teléfono el empleado de una de las growshop (tiendas donde pueden adquirirse semillas de cannabis) que hay en Galicia y que prefiere mantener el anonimato. Esa laguna normativa de la que habla hace referencia a que, mientras el Congreso mantiene en cola la subcomisión para el estudio de la regulación del cannabis terapéutico, tanto estos establecimientos como las tiendas on-line pueden vender semillas con la premisa de que «son para coleccionistas». No está permitido cultivarse (cuando las plantas no están a la vista y son para autoconsumo es una actividad ilegal, pero no sancionable), pero como apunta ese mismo empleado, la mayor parte de los que acuden por ellas lo hacen. Y muchos lo hacen para usarlo con fines terapéuticos.

Esas growshops son a las que acuden algunas de las 100.000 personas que, según los datos que maneja el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (colectivo independiente formado por investigadores, médicos y asociaciones de pacientes relacionados con el uso del cannabis medicinal), tienen que recurrir a la clandestinidad para hacerse con plantas de cannabis de las que extraer productos para uso terapéutico.

El problema, como apunta la presidenta de este colectivo, Carola Pérez, es que «no está regulado el cultivo y utilización de la planta y, por tanto, no hay ninguna garantía de que esté libre de hongos, metales pesados… o que contenga los porcentajes de sustancias activas adecuados para cada paciente». De ahí que reclame que «la regulación del uso terapéutico es algo urgente por una cuestión de derechos humanos para las personas que estamos sufriendo los problemas de acceso que hay a los preparados con cannabis». En este sentido, quiere dejar muy claro que, en ningún caso, desde su colectivo se recomienda tomar el cannabis fumado. Además, añade «muchas veces se confunde el uso lúdico con el terapéutico y los problemas que están teniendo los jóvenes con el alcohol o el cannabis nada tiene ver con la regulación del uso terapéutico del cannabis». Carola Pérez habla desde Londres, urbe que acoge desde hoy el Cannabis Europa, un foro en el que debatirán la creación de una norma europea al respecto, en el que es ponente.

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Mientras varios estados norteamericanos como Colorado, Oregón, Nevada, Massachusetts o California y países como Holanda, Uruguay, Puerto Rico, México Canadá o la conservadora Alemania (en este caso solo para pacientes crónicos o terminales) lo han regulado, España no acabe de atreverse a dar el paso. El pasado mes de diciembre el Congreso, con varios meses de retraso, creó la subcomisión para debatir sobre la alternativa de dar luz verde a una norma para legalizar el uso terapéutico del cannabis. De momento, está en cola, a la espera de que los expertos puedan aportar sus opiniones. 

La postura del OMC

Unos de los que se pronunciaron entonces al respecto fue la Organización Médica Colegial (OMC), que no veían justificación para valorar el uso terapéutico de la marihuana y sus derivados. Pedían en un informe que ese uso disponga de un respaldo científico sólido y se someta a control estricto de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS).

Otra de las voces de este debate es la del grupo Regulación Responsable. Su portavoz, el abogado Bernardo Soriano, defiende una regulación integral, y no parcial como había hecho en un principio California hasta que el pasado 1 de enero lo reguló de forma global. La razón es que, a su juicio, «solucionaría los problemas que hay con esta droga porque el mercado estaría controlado. Está claro que, como muestran las estadísticas, el Plan Nacional sobre Drogas no ha logrado reducir su consumo». En este sentido cuenta que es una cuestión de Estado desarrollar una norma que regule el cannabis de modo integral para, entre otras cosas, los beneficios que ahora nutren al narco puedan vehiculizarse a temas tan importantes como, por ejemplo, la prevención.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.