Catas, maridajes, productos gourmet… Tras su legalización en California, florecen los negocios alimentarios con cannabis

Al amparo de la nueva legislación californiana, que ha legalizado la marihuana, el negocio de los comestibles con este ingrediente como base crece como la espuma. Aunque todavía es difícil adquirirla lejos de los famosos farmers markets o tiendas especializadas, «los edibles», como ya se conoce a estos alimentos, son cada vez más populares. El mercado no se reduce a los jóvenes y los enfermos de cáncer, sino que empieza a conquistar a hombres y mujeres de más de 65 años, que se resisten a fumarla, pero que no renuncian a disfrutar de sus efectos.

Sorprende el elevado número de médicos, abogados y ejecutivos de empresas tecnológicas que utilizan la marihuana en forma de comestible para calmar la ansiedad o conciliar el sueño. Humus, pan, cruasanes o aderezos y salsas para ensaladas se suman a los célebres brownies, galletas, caramelos y chocolatinas. Kaya es una de las marcas más conocidas de comestibles a base de marihuana y, aunque solo se vende en dispensarios, sus chocolates de arándanos y marihuana o sus chicles son habituales en el día a día de los ciudadanos de Los Ángeles.

Ante la posibilidad de crear un modelo diferente de negocio, ha surgido en el valle de Napa la posibilidad de cenar con alimentos gourmet compuestos de cannabis y acompañados por vinos de la zona. El creador es uno de los afortunados en conseguir una licencia de marihuana, Sam Edwards, cofundador de Sonoma Cannabis Co y que vende productos AYA. La compañía ofrece un menú degustación (entre los 80 y los 120 euros) que invita a probar pesto con hoja de marihuana y flores en las copas de Chardonnay, para intensificar el gusto de vino en el paladar. También, productos sostenibles que se venden como néctar de cannabis, cien por cien orgánico.

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«Esta es una industria que de verdad puede ayudar a nuestra región», ha explicado al «The New York Times» Julie Combs, integrante del consejo de Santa Rosa City. Sin embargo, la marihuana y su floreciente comercio chocan frontalmente con las leyes federales que Donald Trump quiere imponer sobre las estatales. «No vamos a permitir que se las salten, podemos aumentar la ejecución de las leyes», declaró el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spencer. Sin embargo, las autoridades californianas han dejado de encerrar en las cárceles a los consumidores y la venta de los productos creados con este narcótico se traduce en millones de ingresos, a través de los impuestos, en las arcas del estado.

La industria es inmensa. Arcview, una empresa que realiza investigaciones sobre el cannabis, calcula que tan solo el mercado californiano está valorado en 6.500 millones de euros. Pero las opiniones se encuentran muy divididas en Estados Unidos y se ha generado un enorme debate. Su uso para recreo es legal en ocho estados, entre ellos todos los que están a lo largo de la costa oeste. Al mismo tiempo, los gobiernos estatales vigilan de cerca al Gobierno de Trump, porque no hay sintonía entre ellos. Y, mientras se deshoja la margarita sobre su futuro, consumidores y empresarios esperan saboreando chocolate con pan de cannabis.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.