Verano, sudor y glándulas
Un más o menos antiguo proverbio señala que los animales sudan, los varones transpiran y las mujeres brillan. El fenómeno es el mismo pero la perspectiva difiere, por un lado están quienes encaran el problema a fin de preservar su salud epidérmica y por otros aquellos que quieren graduar la distancia física que desea mantener con sus semejantes. Una preocupación ante la cual no conviene bajar los brazos.

Por Andrea Cinthya Mindlin, Universidad de Buenos Aires

Si bien la temperatura es más que agradable, a pesar de algunos chubascotes, estamos a las puertas del tan controvertido verano, pues hay quien lo ama y quien lo odia. Lo cierto es que todos por igual, odios o amores de por medio, por imperio de la democracia climática lo tienen que sobrellevar y si es con hidalguía, mejor.

Claro está que si estamos tirados cual lagartos a la orilla del mar o de una piscina, el abrazo del sol, para muchos es uno de los mayores placeres de la vida.

Ahora bien, ¿qué pasa con aquellas personas que deben transitar el verano en plena ciudad, trabajando, corriendo de un lado a otro y obviamente sin poder despojarse de sus ropas, a menos que se tatúen sobre el cuerpo un traje y corbata? Y ni aún así.

Uno de los mayores enemigos del calido verano es la masiva e inocultable irrupción del tan desagradable sudor, que no por ello, sin embargo, paradójicamente deja de constituir un signo de salubridad. Evidente en tiempos estivales, no obstante, esta secreción no repara en ciclos climáticos ni en regiones corporales: segrega sus fluidos todo el año y por todos los rincones de la humanidad.

Incómodo pero necesario.

El sudor es una de las formas que encuentra el cuerpo humano para refrigerarse, como si se tratara de un ventilador corporal interno que se enciende en las glándulas sudoríparas. A la antigua usanza de las neveras, refrigeran gracias a un líquido ad-hoc, el sudor.

Las glándulas sudoríparas se parecen a pequeños ovillos de lana, en donde la punta del mismo emerge hacia el exterior de la piel, a través de sus respetivos orificios, los poros. Aquellas que desembocan directamente en la piel se denominan ecrinas y se encuentran repartidas con generosa abundancia a lo largo y a lo ancho de todo el cuerpo. Cualquiera puede pensar que su mayor concentración se produce en las axilas, pero sin embargo la abundancia más contundente se dispone en los extremos: en la palma de las manos y en los pies. Bien pensado resulta lógico: si la principal fuente de calor interno es el corazón, el enfriamiento se produce en la geografía más distante.

El sudor producido por las glándulas ecrinas es un líquido fluido, ácido y no necesariamente ostenta ese aroma desagradable que tan mala prensa le hace, ya que la composición es básicamente de agua, en un noventa y cinco por ciento, a la que se le suman algunas sales minerales.

Hay otras glándulas sudoríparas, denominadas apocrinas, que también son un ovillito pero en vez de desembocar directamente en la piel, van a parar a un conducto común: al sebo y al folículo piloso, es decir el conducto por donde sale vello como ocurre con el pelo. La combinación, sumada, de sudor y grasa de las glándulas sebáceas, como podrán imaginar, va a tener una consistencia más espesa, y adquiere el mal olor que le es característico por la insidiosa acción de microorganismos de la piel. Obviamente se encuentran estas glándulas en las axilas y en los genitales, dado que se sitúan en zonas escarpadas, de menor acceso, sujetas a pliegues cerrados y menor ventilación. La composición del sudor de las glándulas apocrinas es agua, grasa, aminoácidos, urea y sales.

Si bien el sudor es desagradable, venga de donde venga, tiene funciones muy útiles para el cuerpo humano como ser:

  • Función excretora: El sudor es un filtrado de la sangre por lo que, al igual que la orina, efectúa la limpieza de productos de desecho de la sangre. La urea es uno de los componentes básicos del sudor. También ayuda a eliminar productos tóxicos como el tabaco o el alcohol, los cuales impregnan con su vaho la transpiración.
    Función protectora: El sudor junto al sebo forman la emulsión epicutanea, (como una película de aceite y agua por encima de la piel) que recubre la piel, formando una capa acida que impide la proliferación de microorganismos sobre la piel humana.
  • Función termoreguladora: Ayuda a bajar la temperatura del cuerpo.

Nunca imaginaríamos que el tan fastidioso y vergonzante sudor podría ser benéfico al punto tal que en él encontramos ácido urocánico, que es unfiltro natural que ayuda a protegernos de la radiación solar y afecta en distinto grado a todos por igual.

Porque la pregunta del millón continúa siendo: ¿hay gente que huele mejor que otra?

Las características de la cantidad de secreción sudorífera varían de una persona a otra, llegando en ocasiones a una sudoración tan elevada que puede, incluso, resultar patológica. Éste es el caso de la hiperhidrosis o exceso de sudoración. La producción de sudor está regulada hormonalmente, de manera que en las distintas épocas de la vida de una persona puede variar. Asimismo, según el estado de ánimo, por ejemplo por una situación de estrés, puede producirse un exceso de secreción sudorífera puntual.

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La bacteria pestilente

Como queda dicho aunque sea preciso insistir, el sudor por sí mismo no huele, pero esta humedad sí facilita la formación de elementos volátiles desagradables procedentes de las bacterias saprofitas de la piel, (son aquellas bacterias que en situaciones normales, sin que haya una infección de por medio, viven en la piel) llegando a producir olores a veces molestos.

Si bien la sudoración, cuando no interviene ningún cuadro patológico, es un proceso absolutamente fisiológico y normal. De tal forma lo es que hay teorías sobre por qué sentimos atracción sexual frente a determinados individuos y no frente a otros que se explican por el olor de los cuerpos, desagraden o no. No resulta del todo disparatado si se considera que en el reino animal abundan las especies que durante el período de celo segregan fluidos corporales de diverso aroma a fin de atraer a sus partenaires. El detalle es que el Homo sapiens carece de ciclo de celo determinado biológicamente, o bien se encuentra en ese estado en forma permanente durante su edad reproductiva. O, tal vez la cultura ha designado valores distintos a los olores del sudor. Lo cierto es que ya los aztecas quemaban hojas aromáticas para tapar sus olores, porque semejantes aromas ofendían a sus dioses.

A causa de la cultura o no, la industria cosmética ha sacado muy buenos dividendos de esto. Ya a finales del siglo XIX surgió el antitranspirante, pues lo único que se usaban hasta ese momento eran desodorantes: composiciones químicas que sólo enmascaraban el (mal) olor. Como producto de higiene personal, el antitranspirante cobra eficacia gracias a dos elementos inorgánicos sumamente sencillos: una mezcla de sulfato de potasio y aluminio. Compuesto que forma un poderosos bactericida de uso externo, al mismo tiempo un poderoso astringente, que cierra los poros de la piel. Asimismo, hay que decirlo, la mezcla es sumamente irritativa y tóxica.

Para aclarar tanta confusión entre el desodorante y el antitranspirante he aquí una serie de diferencias, irreconciliables.

  • Los antitranspirantes evitan el crecimiento de bacterias durante bastante tiempo. En los desodorantes el efecto antibacteriano es menor y mucho menos duradero.
  • Los antitranspirantes actúan sobre el sudor, cerrando los poros y evitando una sudoración excesiva en un punto localizado. Los desodorantes, al contrario de lo que pueda parecer, no actúan contra el sudor.
  • El único punto de similitud es que ambos combaten el mal olor.

Con el devenir de los tiempos y el auge de la tecnología surgieron nuevos compuestos químicos como antitranspirantes, menos irritativos, pero todos dotados de idéntica base como lo son los haluros básicos de aluminio.

En el año 1990 la OMS, Organización Mundial de la Salud, publica un reporte en el cual estudios multicéntricos revelaban algo alarmante: en las autopsias realizadas a personas que habían padecido la enfermedad de Alzheimer, en el cerebro se les había encontrado altas concentraciones de aluminio.

Más allá de las discusiones sobre la veracidad y rigor científico de esta publicación, lo cierto es que el efecto del aluminio dentro del cuerpo resulta absolutamente innegable.

El aluminio que entra en contacto con la piel, aunque sea una pequeña cantidad, llega al torrente sanguíneo, de allí se va a distribuir al hígado, cerebro, riñones y medula ósea.

Otros estudios lo asocian con el cáncer, sobre todo el de mama, por el hecho que la función del aluminio en un antitranspirante es la de tapar los poros.

En las axilas esos poros que tapa el aluminio son aquellos que comunican glándulas linfáticas con el exterior, los cuales les permiten a dichas glándulas desechar toxinas.

En la actualidad hay numerosos estudios e investigaciones que corroboran o descartan tales hipótesis, así que como decía mi abuelita, por las dudas, “mejor prevenir que curar”

Pero entonces ¿que hacemos?, ¿trotamos por el mundo con todo orgullo emanando nuestros personales vahos? Es una opción, tenemos otras.

A la hora del aseo

Primero tendríamos que tratar de evitar las condiciones que son responsables de la proliferación de microorganismos que producen mal olor corporal. Para ello tendríamos que tener en cuenta las siguientes normas:

  • Realizar un aseo diario adecuado con baños o duchas para eliminar el olor. Cuando el aroma resulta desagradablemente intenso y continuo, deberán realizarse como mínimo un par de veces diarias, aplicando los jabones apropiados para que se eliminen las bacterias.
  • Utilizar ropa adecuada que permita que el cuerpo elimine el sudor. Las telas acrílicas son poco transpirables y retienen el sudor, lo cual permite la proliferación de microorganismos.
  • En su lugar de los paños sintéticos deberían utilizarse ropas hechas con fibras naturales, como el algodón o el lino. O el cáñamo.
  • Cambiar la ropa diariamente, incluidas las prendas interiores a fin de evitar que las bacterias permanezcan en las mismas. En verano debería cambiarse un par de veces.
  • Evitar la ingestión de alimentos como el ajo, la cebolla o de especias fuertes, cuyos productos aromáticos pueden eliminarse por el sudor. – Evitar la ingestión de tóxicos y de estimulantes, como el café que aumentan el sudor.

Si elegimos utilizar materiales vegetales, debemos optar por aquellos con propiedades fungicidas y bacterianas, que eliminen los apestosos microorganismos.

  • Utilizar aquellas plantas que disminuyan la sudoración en las axilas o genitales.
  • Utilizar aquellas plantas desodorantes que eliminen el mal olor.
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Conozca el interior

Se puede también atacar al mal olor desde el interior del cuerpo. Como ya consignamos, las características de la sudoración tienen que ver con lo que tomamos o bebemos. Para uso interno, entonces, la salvia (Salvia officinalis), tiene propiedades antidiaforéticas, es decir que reduce la sudoración excesiva: se prepara una infusión con una cucharadita de planta seca por vaso de agua. Y a beber un par de vasos al día.

La tan popular lechuga (Lactuca Sativa), más allá de las ensaladas y sus secretas propiedades relajantes, además de comerla podemos utilizar para estos fines. El té de lechuga como ansiolítico natural tiene efectos notables ya que la lechuga contiene una benzodiazepina (base química de todos los ansiolíticos medicinales) natural.

;”>Podemos realizar un buen desodorante a base de exprimir una hoja de lechuga y restregar las axilas con este líquido. También podemos sacar el jugo de una lechuga y guardar en la nevera. Después de bañarse, mojar las axilas con un poco de jugo.

;”>Rábano (Raphanus Sativus). Al igual que la lechuga, el jugo de rábano puede utilizarse como desodorante.

;”>Manzano (Malus Domestica). El vinagre de sidra de manzana puede constituir un buen desodorante: mojar una gasa con este vinagre y aplicar en las axilas. A diferencia de los desodorantes industriales, no produce irritaciones en la piel.

;”>Romero (Rosmarinus Officinalis) Puede utilizarse con las mismas propiedades: enjuagues con la preparación de una infusión de flores secas en un litro de agua.

Hay también otros trucos no para dar buen aroma pero sí para quitar el mal olor de las axilas: mezclar Bicarbonato de Sodio y talco al 50 % (para cien gramos de polvo preparado, cincuenta gramos de bicarbonato de sodio y cincuenta gramos de talco) y espolvorear las axilas después de bañarse y secarse adecuadamente.

Además de los desodorantes naturales, también encontramos antitranspirantes de idéntica naturaleza sumamente efectivos. En este caso los usaríamos para mermar el exceso de transpiración, y las recomendaciones, son las mismas en cuanto a la vestimenta, higiene y alimentación que para el uso de desodorantes.

Aquí también tenemos algunas infusiones de uso interno:

Encina (Quercus ilex). Infusión de 20 gr. de hojas de encina y 20 gr. de corteza de abedul en un litro de agua hirviendo durante 8 minutos. Dejar enfriar y beber dos vasos al día.

Salvia (Salvia Officinalis) Otra vez, como arriba informamos, la salvia posee propiedades antidiaforéticas, es decir, reduce la sudoración excesiva, incluido el exceso de sudoración nocturno (Infusión de una cucharadita de planta seca por vaso de agua. Tomar un par de vasos al día).

Por el exterior

Para uso externo, es decir para aplicar sobre una zona del cuerpo en particular:

Tomillo ( Thymus vulgaris). Se puede utilizar para combatir el exceso de sudor de manos o pies. Decocción de 100 gr. de planta seca durante 1/4 de hora por litro de agua. Lavar las manos y los pies. Con la planta seca y molida espolvorear manos o pies y mantener el polvo sobre ellos 3 horas.

Ciprés (Cupressus sempervirens). Para combatir el exceso de sudor, especialmente el que afecta a los pies, se pueden realizar baños con el líquido resultante de la decocción durante diez minutos de tres cucharadas de ramitas secas trituradas por litro de agua.

Hoy en día se esta promocionando con bastante éxito piedras/cristal como desodorante, como un innovador descubrimiento, pero no es otra cosa que el primer desodorante Todo vuelve, así como el tradicional sulfato de potasio, que se usó para elaborar el primer desodorante que apareció en el mercado como tal.

Ahora se aplican directamente piedras de sulfato de potasio porque absorbe la humedad. En especial se torna sumamente efectivo al ponerlo en contacto con la piel de debajo de las axilas y además, al ser un efectivo bactericida, combate las microorganismos que ocasionan el mal olor.

Otro efectivo antitranspirante natural es el Tea Tree y nuestro bien amado aceite de Cannabis Sativa. Ambos tienen propiedades funguicidas (matan hongos) y antimicrobianos. Con el aporte del aceite de Cannabis Sativa y sus inigualables propiedades emolientes se torna una opción muy recomendable, en especial para las axilas de las mujeres, después de someternos a esos condicionamientos culturales como es la depilación.

Como vemos opciones para oler mejor o no oler mal, una forma sana y natural, hay, pero también habrá quien quiera oler y ser olido y así ser elegido. Cuestión de gustos, de culturas, de hábitos y costumbres.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.