El excesivo uso de fertilizantes y pesticidas de síntesis química afecta severamente a los ecosistemas de la mayor parte de las regiones con producción agrícola. Estos biocidas han perjudicado a la calidad y seguridad de los alimentos, actuando gravemente sobre la salud animal y humana, poniendo en marcha una cadena de desastrosas consecuencias que padecemos todos en la actualidad: contaminación de acuíferos, caída de fertilidad de la tierra, extinción de especies vegetales y animales. Frente a esto, son muchos los cultivadores y agricultores que prefieren trabajar en equilibrio con el medio ambiente. Entre las herramientas de que disponen para lograr sus objetivos, los microorganismos eficientes son una clara opción para luchar contra las plagas y mantener un nivel de producción igual o superior al que prometen las petroquímicas. Bajo la denominación genérica de “microorganismos eficientes” encontramos un conjunto amplio de bacterias, levaduras y hongos que dan vida a la tierra y desarrollan una relación simbiótica con las raíces de las plantas. Desde hace años numerosas asociaciones y colectivos de cultivadores venimos empleando esta tecnología viviente con unos resultados espectaculares. Entre las principales características y mejoras que aporta encontramos:

1  Activación de la germinación, enraizamiento, floración y fructificación.

2  Mejora del suelo (recuperación del equilibrio físico, químico y biológico).

3  Inhibición de otras bacterias y organismos nocivos. Erradicación de enfermedades.

4  Disminuye el grado de contaminación de agroquímicos.

5  Menor aplicación de insecticidas.

6   Incremento productivo superior al 15%.

7  Frutos deliciosos, con todas sus propiedades organolépticas: más aroma y sabor.

El interés por la producción ecológica, que respete los tiempos y ciclos de los ecosistemas y la calidad superior de los frutos de este tipo de agricultura, se ha incrementado considerablemente en los últimos años. Numerosos estudios, publicaciones y productos así lo certifican. La introducción de microorganismos eficientes en la práctica agrícola es una de las principales aportaciones de las investigaciones de la microbiología de las últimas décadas.

En la agricultura tradicional se han empleado enmiendas orgánicas ricas en microorganismos beneficiosos, nutrientes y enzimas. Este conocimiento práctico ha ayudado a los agricultores de distintas épocas y lugares a mejorar calidades e incrementar la producción de sus cosechas. En Japón se elabora desde hace siglos el bokashi, materia orgánica fermentada, como activador de la vida microbiana en las tierras destinadas al cultivo. Existen muchas recetas para preparar bokashi, pero todas llevan como ingrediente básico la tierra virgen de bosques de coníferas que contiene gran cantidad de hongos y bacterias beneficiosas para los cultivos y está libre de patógenos. Esta tierra se mezcla con materia orgánica como humus de lombriz, salvado de arroz, melaza o miel, carbón vegetal y se deja fermentar en oscuridad durante unos días. Aunque a finales del siglo XIX la agricultura biodinámica concebía la practica agrícola como un todo integrado, las primeras investigaciones científicas en el campo de los microorganismos eficientes son de principios del s.XX. Sin embargo a partir de 1940 la industria petroquímica impuso su doctrina, desprestigiando las formas de agricultura tradicional y ecológica con promesas de un crecimiento sin límites. Pero la realidad ha sido distinta. Con sus nitratos y fosfatos se han incrementado ligeramente las producciones, pero sólo si se trata de monocultivos de frutas y verduras que resultan muy vistosas pero carecen de sabor y obliga, además, a los agricultores a comprar nuevas semillas cada campaña, pues se usan variedades de plantas que producen frutos estériles. Estas variedades vegetales son incapaces de hacer frente a infecciones de patógenos y plagas sin el uso de insecticidas químicos. A todo ello hay que añadir el cambio en la estructura productiva que ha implicado la mecanización de las tareas agrarias, aumentando la dependencia tecnológica de muchas naciones y reduciendo drásticamente la necesidad de mano de obra en el campo, lo que ha forzado el éxodo de numerosos trabajadores agrícolas a los cinturones de pobreza de las ciudades en busca de nuevas oportunidades que nunca llegan. En la actualidad la mayor parte de las producciones agrícolas todavía emplean exclusivamente insumos químicos que rompen la cadena trófica y atentan contra la vida en el planeta Tierra. Por suerte desde finales de la década de los 60 cada vez hay más personas preocupadas por volver a los usos agrarios tradicionales cultivando en equilibrio con la naturaleza, introduciendo prácticas de agricultura tradicional y ecológica.

El uso de los microorganismos eficientes se ha generalizado en el ámbito de la agricultura ecoa partir de que el profesor Teruo Higa, de la universidad de Okinawa en Japón, diera a conocer los resultados de sus investigaciones realizadas durante los años 80 y 90. En la actualidad, numerosos equipos de microbiólogos en todo el mundo siguen la senda marcada por Higa y se dedican a recopilar y reproducir las mejores cepas de hongos y bacterias para su uso agrícola. El EM1 es uno de los compuestos que han surgido como resultado de las investigaciones del citado profesor, inspiradas en la elaboración de bokashi tradicional. Se trata de un preparado líquido que aprovecha la sinergia metabólica de levaduras, ácidos lácticos y bacterias fotosintéticas. Entre los microorganismos eficientes más empleados en agricultura ecológica encontramos los siguientes:

1) Hongos beneficiosos para las plantas por su papel fundamental en la asociación con las raíces formando panes de micorrizas que facilitan la absorción de nutrientes, protegen a las plantas de infecciones por parásitos y aumentan la capacidad de resistencia al calor y al stress hídrico. Las cepas de hongos más empleados son: Trichoderma, Rhizopogon y Glomus.

2) Bacterias que cooperan en el desarrollo y protección de las plantas en diversas formas: El Bacillus Thuringensis es un potente insecticida contra nematodos y otros insectos dañinos. La Spirulina es una cyanobacteria capaz de hacer soluble para las plantas el nitrógeno disponible en la atmósfera. Estas bacterias realizan la fotosíntesis y sintetizan la geosmina que produce ese característico aroma a tierra húmeda después de la lluvia.

3) Levaduras como Saccharomyces cerevisiae, empleada desde hace milenios para elaborar pan, cerveza y vino. Las levaduras producen enzimas imprescindibles para la correcta absorción de nutrientes disponibles en el medio.

Para activar la vida microbiana del sustrato se puede emplear el lombricompost. Se trata de materia orgánica procedente de las deposiciones de lombrices. El humus de lombriz además aporta a las plantas ácido húmico y ácido fúlvico, imprescindibles para obtener óptimos resultados. Así que corre a tu tienda de cultivo para conseguir humus, hongos y bacterias beneficiosas para las raíces. Tus plantas te lo agradecerán creciendo felices y engordando de lo lindo. Apuesta por el cultivo ecológico, por tu salud, por la salud de tus hijos y nietos y por la vida en este pequeño planeta que es la casa de todos y que queremos verde, muy verde.

Una sencilla receta para preparar bokashi:

El Bokashi, materia orgánica fermentada, es una excelente forma de reactivar la vida microbiana de la tierra de nuestros cultivos. Podemos preparar un bokashi casero para mezclar con nuestro sustrato habitual con los siguientes elementos:

-Turba, como sustratro. -Humus de lombriz (el perfecto alimento para microorganismos). -Lactobacilus: un poco de yogur blanco. -Trichoderma: hongos capaces de hacer una asociación beneficiosa con las raíces (micorrizas). -Hojas y flores secas, cáscaras de frutos secos y corteza de plátano, como materia orgánica extra para los microorganismos. Se hacen capas de turba, humus y materia orgánica en una maceta, se diluyen las tricodermas y el yogur en un poco de agua y se pulverizan las capas. Es importante cubrir la maceta con una bolsa de plástico y poner el bokashi a la sombra. Dependiendo de las cantidades empleadas estará dispuesto para su uso en unos 20-50 días. Es conveniente retirar la bolsa de plástico cada dos o tres días y pulverizar sobre la superficie con agua con bacillus thuringensis para evitar la aparición de nemátodos (gusanos devoradores de raíces) y esciáridos (mosca negra). Cuando la superficie esté completamente colonizada por un micelio blanco con textura algodonosa y percibamos el peculiar olor a tierra mojada ya está listo para su uso. Se puede mezclar con sustrato o diluir en agua para el riego.

Texto: Manu M.

Bibliografía.

Carson, Rachel: Primavera silenciosa.1962. Florin, Xavier: Cultivar en armonía con el cielo y la luna. 2002.

Fukuoka, Masanobu : La revolución de una brizna de paja.1978.

Higa, Teruo : Microorganismos benéficos y efectivos para una agricultura y medio ambiente sostenible. 1993.

Mollison, Bill: Introducción a la permacultura. 1981.

Mumford, Lewis : Técnica y civilización. 1934.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.