Este extraordinario pais donde el estudio de las plantas y los recursos naturales como medio para sanar al hombre tiene una tradición milenaria, no podría escapársenos para hacer un análisis exhaustivo de su historia de drogas. Posiblemente son los mejores estudiosos de las plantas y sus efectos del mundo.

El desconocimiento de las civilizaciones prehistóricas chinas es casi total. En el período postglaciar en el territorio chino cubierto de bosques pueblos cazadores y colectores surgieron a través de los valles Hongho, Yang tse-Kiang y Sikiang dando lugar a tres culturas, Norte, Central y Sur respectivamente con grandes diferencias morfológicas y psicológicas entre sí.

De ellas la más importante fue la nórdica cultivadora del mijo: le seguía en importancia el pueblo central, fluvial y dedicado al cultivo del arroz: pronto se extendió por la meseta tibetana ante la presión de los vecinos del norte: el pueblo más meridional de cultura pescadora y recolectora, presionado por los otros, hubo de emigrar a la amplia zona de los mares del Sur y allí llegó a ponerse en contacto con la cultura védica y constituyeron más tarde pueblos cazadores paleomongoles.

Un poco de historia

Parece ser que fue en la zona del Hoangho central, diseminada en todas direcciones, donde surgió la dinastía Hsia de la que no poseemos documentación alguna. La leyenda de los tres Emperadores legendarios: supuestamente creadores de la medicina pertenece al terreno del mito (como lo fue Sheng Nung).

Siguieron dos dinastías: la Shang, cuyo dominio se extiende desde 1500 a 1028 a. C. -civilización urbana notable mundialmente conocida por sus bronces- y la Chen, cuyo desplazamiento ante el acoso de otros pueblos permite dividir en dos etapas: la Occidental y la Oriental. Es en la época de los Chen cuando tiene lugar el descubrimiento del hierro y sus aplicaciones origen del arado de la mancera de la hoz de la azada que transformaron la economía china.

 

El reinado de la dinastía Chen Oriental suele dividirse en dos períodos: el denominado de «las Primaveras y los Otoños» que comprende desde el año 770 al 475 a. C y el de los «Reinos Combatientes» del 475 al 221 a. C. , período este último durante el que se disputan la hegemonía los Estados de Chao, Chu y Ts’in y que acabará con el advenimiento de Cheng, rey de este último Estado.

Con las guerras de los “Reinos Combatientes” concluye el feudalismo chino. Ts’in-che Huang-ti inicia el año 221 a. C. la construcción de la gran muralla y estructura social,  política y administrativa del Imperio. A su muerte, la dinastía Ts’in es reemplazada por la Han -206 a. C.-220 d. c.- que sustituye el Imperio militar por una monarquía de tendencia tradicional. En esta época, contemporánea del Imperio romano, China se asoma por vez primera al exterior y a través de la ruta de la seda -122 a. C.- de Birmania -115 a. C.- y del mar se relaciona con el Irán, con la India, con el Asia sudoriental y con el Mediterráneo. Es ahora cuando se inventa el pincel y el papel de corteza de morera – Ts’ai Luen 205 d. c.-. se desarrollan la astronomía, la matemática, la física y la química y avanzan notablemente las artes metalúrgicas, la extracción de sal, la cerámica y el vidrio, la utilización de la pólvora y el tejido de la seda.

Este esplendor no perdura; durante los años 220 a 280 la monarquía se fracciona en Tres Reinos y aunque la efímera restauración de los Ts’in permite alguna esperanza a partir del año 316 se inicia una serie de invasiones bárbaras que abren un período de confusión y oscuridad. Combaten entre sí dinastías del Norte y del Sur y el país se divide en las «Seis Dinastías» (años 317 a 589). Son tiempos de inseguridad política de ebullición religiosa a causa de la introducción del budismo y de la influencia creciente del taoísmo.

Al concluir el siglo VI, el general Yang Kieu restaura la unidad y funda una nueva dinastía, la de los Suei (del 589 al 617). Poco tiempo para culminar una restauración económica e intelectual que apenas emprendida produce un descontento popular y lleva a la rebelión de Li Che-min, que acarrea la caída de los Suei, pero que da lugar a la unificación del país y uno de los más grandes soberanos de todos los tiempos, a la consolidación de una nueva dinastía, la de los Tang, que se mantendrá desde el año 618 al 907 de nuestra era.

Frente a la antigua aristocracia surge una clase intelectual, artística y literaria cuya obra ha sido comparada al Renacimiento occidental. El Gran Canal y el budismo enlazan norte y sur; el té, la porcelana y la imprenta abren al exterior la civilización china. Las relaciones, cada vez más activas, con los árabes permiten la introducción de numerosas drogas. Los contactos permanentes con el Irán, con la India y con Arabia, con las islas del Pacífico, con Corea y Japón, con el Oriente Medio y Bizancio, permiten intercambios culturales y la introducción de muchas teorías médicas, entre ellas el Áyurveda de manos de los monjes budistas.

Tras un efímero período conocido con el nombre de las «Cinco Dinastías», en el que de nuevo se disgrega el país, el año 960 funda Chao Kuang-yin la dinastía de los Song del Norte y rehace la unidad china durante un breve período: a su muerte, el año 976, sus sucesores no pueden resistir las incursiones de los bárbaros y se repliegan hacia el Sur, hasta llegar a Hang-cheu, donde el año 1127 se funda la dinastía de los Song del Sur, que perdurará hasta 1279. Durante los trescientos años que en su conjunto se mantiene la dinastía, se mantiene también la guerra contra los khitanes, los jutchenes, los mongoles del Onon, mandados por Gengis Kan, lo cual no impide el mantenimiento de las relaciones internacionales y un mejor conocimiento del continente africano, que dará lugar a la influencia de la medicina china en la obra de Rhazes y de Avicena.

La nueva dinastía de los Yuan (del 1280 al 1367) no es oriunda del país. Por vez primera un conquistador extranjero, un nieto de Gengis Kan, Kubilai, se hace con el poder e introduce otra dinastía. Fija su capital en Pekín el año 1280, y hace construir de inmediato la «ciudad del Kan», la célebre Cambaluc de Marco Polo, al nordeste de la antigua ciudad. La dinastía Yuan domina políticamente la China pero estrecha sus relaciones culturales con Occidente.

Tras un siglo escaso de dominio mongol otra vez en 1368 se restaura una dinastía nacional la de los Mimg, preocupada en principio, durante el gobierno del emperador Taitsu, por el bienestar de la población campesina, lo que permitirá el incremento de la agricultura.

La medicina china

Durante la dinastía Ying (hasta unos 1100 a.C.) se mencionan oraciones para la curación y no referencias a fármacos. En aquel período la terapéutica consistía exclusivamente en oración o exorcismo. Generalmente se consideraba que las enfermedades eran un castigo de los dioses por violación de los «tabús» sociales (pecados) y el tratamiento primitivo fue psicoterápico, influenciado por demonismo, animismo, chamanismo y ocultismo. Los libros de medicina fueron Shan Ching («Clásico de la Montaña») (250 a.C.) y Hai Cheing («Clásico del Mar») (120 a.C.) que recogen una variedad de plantas y animales, frecuentemente mitológicos, para expulsar los demonios y prevenir las enfermedades.

Durante la dinastía de los “Estados Combatientes” (425‑221 a.C.); muestran los comienzos de la utilización de los recursos naturales como fármacos. Este uso condujo a la terminación del precursor de los libros chinos de prescripción, Huang Ti Nei Ching («El Clásico del Emperador Amarillo sobre Medicina Interna»). Este libro se atribuyó a Huang Ti, del que se dice que vivió hace más de 4.000 años, pero que fue escrito posteriormente durante la dinastía Han (alrededor de 100 a.C.).

 

Los pragmáticos y más definitivos clásicos sobre medicina Oriental son Shang Han Lun («Tratado sobre Enfermedades Febriles») y Chin Kuei Yao Lueh («Sumarios de Tratamientos Caseros»), descritos en la China del sur por Chang Chung‑ching en la dinastía Han (25‑220 d.C.). Este sistema empírico ha sido seguido durante los 2.000 últimos años y muchas de las fórmulas en estos dos libros se emplean todavía hoy.

El desarrollo del conocimiento sobre las drogas del pueblo chino fue abordado en el Shen Nung Pen Tsao Ching («Clásico de Hierbas de Shen Nung»), primer compendio vegetal que reúne 365 clases de drogas; fue escrito anónimamente (posiblemente por Wu Pu) probablemente durante la dinastía Wei (220‑265 d.C.), pero citado por el legendario rey Shen Nung, fundador de la medicina China, quien se ha establecido que vivió hace más de 5.400 años. Este trabajo fue suplementado por Tao Hung‑ching en la dinastía Liang (494 d.C.) con Shen Nung Pen Tsao Ching Chi Chu («Comentario del Clásico de Hierbas de Shen Nung»), que describía 730 clases de drogas. En estos libros, las drogas se clasificaron en tres categorías: superior (imperial o tónica); media (ministerial o nutriente) e inferior (asistente o venenoso); sin embargo, esta clasificación no fue posteriormente considerada como de gran importancia.

Posteriormente, la medicina China se desarrolló; se incrementó en el número de drogas y se publicaron diversos libros médicos y herboristas. Hay más de 300 referidos a plantas, de los cuales, los más importantes son los siguientes: Hsin Hsiu Pen Tsao («Materia Médica Nuevamente Revisada»), que contiene 844 drogas, recopilado por Su Ching, en la dinastía Tang (659 d.C.) por orden del emperador. Esta colección de plantas medicinales constituye la primera farmacopea oficial del mundo. Ching Shih Cheng Le Pei Chi Pen Tsao («Materia Médica Clásica Clasificada para Emergencias»), que reúne 1.558 clases de drogas y que fue el más auténtico tratado herborístico, escrito en la dinastía Song (1.082‑1083 d. C.) por Tang Shen‑wei quien revisó la información previa, añadiendo los conocimientos, entonces actuales, sobre las drogas. El Pen Tsao Kan’g Mu («Catálogo de Materia Médica») es una colección ampliada que contiene 1.892 clases de drogas y más de 11.000 fórmulas, siendo escrito por Li Shih‑chen, gran naturalista de la dinastía Ming (1596).

Existían tratamientos mediante acupuntura y drogas. En la obra de «Los secretos médicos de un funcionario», compuesta por Chao Yuan-Fang en el año 752 se mezclan aún racionalismo y magia, se ven la descripción y tratamiento de las enfermedades, fórmulas de encantamiento y exorcismos destinados a liberar a los enfermos de la posesión demoníaca.

Es evidente que la incipiente racionalización de la medicina china obligó muy tempranamente a la profesionalización de los sanadores. Tras las etapas míticas en que la enfermedad, interpretada como castigo de los dioses, era objeto de los sacerdotes, la visión cosmológica de la misma la ponía en manos de laicos especializados. Ya en los períodos de las Primaveras y los Otoños y de los Reinos Combatientes aparecen médicos como Kuan Tseu, Yi Ho y Pien Ts’io. Un texto de la época, habla de un servicio médico de la Corte, dependiente de un jefe de Asuntos Religiosos, al igual que el servicio veterinario y el de adivinos, augures y sacerdotes. En torno al siglo III a. C. aparecen médicos libres itinerantes, cuya situación social destaca de la de los hechiceros.

En la época Han destacan tres grandes médicos: Chuen-yu Yi (del 215 a 154 a. C.), Chang Chong-king (del 145 al 212 a. C.), denominado el Hipócrates chino, y Hua T’o, gran cirujano que vivió entre el 136 y 208. Se conserva la leyenda de que Hua T’o operó al general Kuan Yun-chang, herido por una flecha envenenada en el miembro superior derecho, practicándole una incisión hasta el hueso, tras lo que aplicó un ungüento y suturó la herida, mientras que el general jugaba al ajedrez para distraerse del dolor. Hua T’o utilizó cannabis como anestésico. Fue famoso también por sus operaciones, incluyendo incisiones abdominales, realizadas bajo anestesia con esta planta, operaciones que hoy nos parecen inverosímiles dado el instrumental quirúrgico de que disponía. El episodio ha inspirado numerosos escritos y grabados.

Bajo los emperadores Song la medicina se convierte en un servicio público; el Estado edita textos y controla mediante exámenes la enseñanza médica a través del T’ai-yi-chu. En esta época, aproximadamente en torno a los años 1023-1063, se realiza la primera inoculación de la viruela, a los hijos del Primer Ministro, Wang Tan.

Las drogas chinas

La idea de drogas religiosas sólo penetró con el budismo, vinculándose entonces a las tradiciones indias sobre cáñamo y daturas, que habrían surgido del cielo cayendo como gotas de ambrosia (“el alimento que da la inmortalidad”).

Un segundo rasgo característico de China es el control máximo de consumo de drogas por parte de sus gobiernos. Los chinos fueron pioneros en procedimientos imperfectos de destilación, y es posible que ya desde el siglo VIII a. C. obtuvieran aguardientes de baja graduación a partir de la cerveza de arroz. Sin embargo, China fue también el primer Estado que trató de prohibir el consumo de aguardientes, mediante diversas reformas. Esta tendencia volvió a manifestarse en la total prohibición del tabaco a finales del XVII y en la ilegalización del opio que se produce un siglo más tarde.

El cáñamo se utiliza en China desde tiempos inmemoriales. Los más antiguos restos de fibra de cáñamo (fechables hacia el cuarto milenio a. C.) se han encontrado en China, y sólo un milenio más tarde en el Turquestán, lo que nos hace pensar que la planta sea originaria de esta zona. Aparece en diversos documentos muy antiguos lo mencionan. El Pen Tsao Ching, un tratado de medicina del siglo I, cuyos materiales pretenden remontarse al legendario Shen Nung (2737 a. C.), asevera que el cannabis «tomado en exceso hace ver monstruos, y si se usa durante mucho tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo». Por lo demás, la sustancia es recomendada para diversas dolencias.

Historia del Té

El pueblo chino no ha aceptado las drogas psicoactivas en su mundo moral-religioso. Pero tienen un profundo interés por la materia médica vegetal, donde destacan el descubrimiento del té y las propiedades de la efedra, plantas ambas cuyo alcaloide no es un analgésico sino un estimulante del sistema nervioso. El té contiene aproximadamente un tercio del poder estimulante del café.

Se afirma que el emperador chino Sheng-Nung descubrió de formal casi fortuita el té. Durante un paseo a lo largo de un bosque, decidió descansar a la sombra de un árbol mientras bebía su agua hervida de costumbre. El otoño provocó que algunas hojas secas de este árbol cayeran de forma casual en el vaso del emperador que no dudó en probar ese líquido que se había tornado marrón y desprendía un aroma penetrante y muy agradable.De esta forma, la primera infusión de té vio la luz. Así la demanda de té creció de forma vertiginosa y se fue diversificando su cultivo en pequeños arbustos de mano de pequeños agricultores. Pronto, cualquier tienda, comercio o taberna china, debía contar con el té entre sus productos para una clientela cada vez más encantada con este elixir.

La efedrina y el opio

La efedrina es una sustancia natural proveniente de la planta Ma Huang que desde hace cinco mil años es usada en la China para curar al asma y otras enfermedades. La efedrina es el precursor de las anfetaminas. El efecto estimulante de la efedrina proviene de su estructura, que es muy similar a la de las anfetaminas. Incluso hay estudios que muestran que la efedrina es cinco veces menos potente que las anfetaminas. Los chinos aislaron por vez primera la efedrina en 1926, prosiguiendo un camino abierto varios milenios antes por sus herbolarios al utilizar la efedra. La anfetamina fue sintetizada por los norteamericanos en 1931. En los Estados Unidos el extracto de efedrina fue utilizado para curar el asma por primera vez en 1923.

El opio fue conocido en China desde que comenzaron a llegar del Mediterráneo las caravanas de la seda y las especias, pues las dos rutas meridionales pasaban por zonas donde era intensivo el cultivo de adormidera milenios antes de comenzar la era cristiana. El opio era un producto exótico y muy caro, que sólo se podían permitir las clases altas, que hasta la expansión musulmana no prendió a nivel popular. También, durante la Edad Media los pasteleros chinos utilizaban opio muy edulcorado para hacer ciertos bollos y confituras en forma de barca.

© Isidro Marín Gutiérrez

 

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.